Naruto no es de mi propiedad.


El verdadero camino de la vida

¿Cuál era el verdadero camino de Kakashi? Nadie lo sabía... excepto él.

Aquel joven hombre de cabellos plateados y palabras vagas y tranquilas podía haber decidido elegir otro estilo de vida, uno más relajado, más como él; pero no, no lo había hecho.

Para no recordar se encerraba en su propia memoria, lugar que solo él era capaz de visitar. Los rostros de quienes alguna vez lo acompañaron siempre lo atormentaban. Rin, Obito, Minato y su padre siempre serían su vida pasada, un recuerdo tan real como la vida misma.

Su actitud despreocupada no era más que el resultado de miles de pesadillas que por las noches lo perseguían cual perros salvajes, rabiosos y hambrientos. Él había perdido a su familia. Su, aunque nunca lo admitió, mejor amigo lo protegió de la muerte y, como recordatorio de su impotencia al verlo allí, bajo una enorme piedra, le dejó un nuevo punto de vista. Ella, Rin, le enseñó lo que era el miedo, las pesadillas, el dolor. Su padre lo dejó solo, en un mundo cruel y peligroso, sin el manto paterno. Y él, el cuarto Hokage, se convirtió en un padre, en un guía, en una conciencia. Cuando pensó tener un familia, lo perdió todo. Desde ese momento prometió hacer lo imposible para evitar la muerte de otro compañero.

Pensó que no volvería a sentirse como antes; pero se equivocó, los conoció a ellos. Un soñador, una indecisa y un perdido. Esos tres niños de característica diferentes se convirtieron en sus compañeros, amigos e hijos. Él haría lo que fuera para evitar que fueran corrompidos por el mal y el dolor.

Entonces, ¿cuál era el verdadero camino de la vida? Era, en pocas palabras, un lugar en su mente, en donde el pasado, el presente y el futuro se entrelazaban. Allí veía a Obito y Naruto, a Rin y a Sakura, a su viejo yo y a Sasuke y a Minato y a sí mismo. Sonreía, recordaba, lloraba, sufría e intentaba no olvidar quién era. Cuando el dolor por la perdida de su antigua familia empezaba a carcomerlo y a destruirlo, los rostros de sus queridos pupilos aparecían, brindándole una nueva luz. Ese era el camino de la vida, el camino de sus recuerdos.

—¿Dónde estaba, Kakashi-sensei? —Sonrió ante la pregunta de su alumno de cabellos rubios.

—Me perdí en el camino de la vida. —Ellos no lo entenderían, de eso estaba seguro.

Porque el camino de la vida era suyo y de nadie más.