Hola, esta es la primer historia de Yuri! On ice que escribo y espero que les sea de su agrado!

Diclaimer: Los siguientes personajes son de un anime escrito por Mirsuro Kubo, sólo fueron utilizados por mí para protagonizar esta triste historia.

Advertencias: En este cap no hay nada que pueda ser resaltado o que merezca la pena advertir.

– – –

Prólogo

Me desperté con una sonrisa en el rostro, estas noches cálidas de otoño siempre me ponen de buen humor, pues el frío y el calor son dos cosas que odio. Me removí en la cama, sin muchas ganas de levantarme, pero para mi suerte la alarma aún no sonaba por lo que tendría un par de minutos para permanecer en cama acostado. En cuanto estiré un poco los brazos pude sentir algo peludo junto a mí, no era más que mi perro, Maccachin, quien dormía plácidamente a mi lado. Lo abracé y estrujé entre mis brazos un rato mientras el can me saludaba con un par de lamidas en el rostro. Le di un beso en su cabeza antes de que sonara la alarma de mi teléfono, programada para que suene media hora antes de que pase el tren que me llevará a la universidad.

Casi estampo el aparato contra la pared, pero me abstuve de ello. Simplemente lo apague y me quedé sentado en la cama contemplando a la nada, acto seguido me levanté como un zombie, me vestí con algo simple, unos jeans, una remera de mangas largas negra y una campera verde encima, después de todo iba recién al segundo año de universidad, no quería ser tan formal. Una vez vestido y levantado asomé la cabeza por la ventana. Las hojas entre amarillas y rojas de los árboles caían con suavidad y el piso estaba cubierto de ellas, podía imaginar el crujir de las mismas a mis pies. Lo malo eran las nubes que se aglomeraban en el firmamento y que parecían ser de lluvia, por eso tomé mi sobretodo marrón y decidí salir de mi habitación, dejando la puerta abierta para que mi perro saliera cuando despertara. Ese can tiene el sueño demasiado pesado.

Una vez abajo vi a mi padre a quien saludé con una sonrisa, él casi me gruñó y es que amanece de muy mal humor durante las mañanas, especialmente si ha dormido mal la noche anterior, de lo cual yo no tengo la culpa. Me preparé una taza de café caliente y me senté a su lado, mi padre también tomaba café. Saqué una de sus tostadas, pues sé que ha preparado suficientes como que comamos los dos. Después de unos segundos de terminar de leer el celular en el cual tenía las noticias, me miró con mucho cansancio y yo sonreí en señal de que disculpaba su falta de emoción.

―Hoy trabajaré hasta tarde ―dijo nuevamente.

― ¿Qué sería tarde? ¿Doce, once…? ¿O quizás diez de la noche? ―comencé a cuestionarle porque él siempre volvía tarde del trabajo, eso no era una novedad para mí.

―Muy tarde, Vitya ―dijo algo irritado. ―Muy tarde ―repitió con su típico hastío. Me encanta hacer rabiar a este hombre ―Te dejaré dinero para la cena, ordena algo, pizza, papas, sándwiches, lo que se te ocurra ―comentó antes de que lo siguiera fastidiando con la comida y más preguntas insólitas que se me ocurren para molestarle aún más.

―Está bien pá ―le dije haciendo mucho énfasis en esa sílaba. ―Tomaré eso como que tengo la casa para mí por una noche ―dije riendo y salí casi corriendo de casa antes de que pudiera decirme algo.

Mi nombre es Victor Nikiforov, o Vitya para quienes desean llamarme por un nombre "más ruso", estoy en segundo año de la universidad por lo que ustedes calcularán que tengo unos cortos 21 años no hace mucho cumplidos, y he de decir que amo mi carrera. Mi padre es instructor de patinaje sobre hielo y ese es mi hobby desde que tengo uso de razón, me encanta patinar en el hielo es como sentirse libre, como sentir que tengo alas y puedo volar por los aires. Aunque les puedo comentar que no todas las veces se sienten de esa manera sobre, a veces las personas que me contemplan son capaces de cambiar mi estado de ánimo.

―Hola Victor ―me saludó mi mejor amigo en cuanto llegué a la esquina que usábamos de punto de encuentro.

Un joven de lentes, cabellos azabaches y ojos negros tan profundos que parece que me perderé en ellos. Así es mi mejor amigo, Yuuri Katsuki y no he conocido joven más amable, más bueno, más entregado que él. Sé que sus padres murieron en un accidente de tránsito por lo que fue criado por unos tíos que no pasan mucho tiempo en casa y no iban a las reuniones de la escuela. Él se la pasaba todo el tiempo en mi casa de hecho y muchas veces se quedaba a dormir, mas con el paso del tiempo esas costumbres fueron cambiando.

―Hola Yuuri, ¿cómo estás? ―le saludé con una gran sonrisa. Siempre me pone muy contento verle y con esa sonrisa tan sincera y tierna en su rostro me hace sentirme aún más dichoso de ser su amigo.

―Bien, aunque anoche no pude dormir bien ―me comentó riendo levemente mientras comenzábamos a caminar hacia la estación de trenes.

Katsuki y yo habíamos sido amigos desde niños, ya ni siquiera recuerdo cómo nos conocimos, sólo sé que desde que tengo uso de razón él está conmigo. Siempre camina a mi lado y me ayuda cuando tengo dificultades, Yuuri siempre es muy servicial y amable conmigo y sonríe y se sonroja tan seguido que hace que no pueda no pensar que es muy lindo.

Caminamos charlando sobre nuestra serie favorita, que es casualmente la misma y la comenzamos a ver juntos cuando aún estábamos en secundaria. Yuuri a veces parece consternado con algunas escenas de la serie, le incomodan las escenas con mucha sangre o sexuales, pero me genera aún más gracia ver su cara toda sonrojada cada vez que le menciono esos sucesos. Me hace callar con ademanes en las manos y se asegura de seguir caminando y mirando al frente ignorando lo lindo que se ve tan sonrojado.

Estábamos por cruzar una calle cuando comencé a hacerle burla a Yuuri por sus reacciones y me adelanté a él sin mirar al frente. Fue mi gran error. Apenas inicié el cruce de la calle escuché los gritos de la gente y la bocina de un vehículo, por lo que mi primer instinto fue mirar hacia atrás. Me encontré de frente con un camión que iba demasiado rápido y estaba demasiado cerca como para que pudiera frenar. Pude ver mi vida pasar frente a mí en un segundo, mas estaba demasiado aterrado para correr. No fue sino hasta que sentí que alguien me empujaba que caí en cuenta de lo que ocurría.

Cuando reaccioné estaba tirado en la vereda, del otro lado de la calle, el cuerpo me dolía y tenía unos cuentos rasguños y la ropa un poco maltrecha, pero estaba vivo. Acto seguido, contemplé hacia atrás, sólo para ver el camión que estaba detenido en el mismo lugar por el que yo pasaba hacía unos segundos. Una vez que vi un brazo salir de abajo del camión sentí como mi corazón daba un vuelco de 180°, cómo se estrujaba y se detenía por leves segundos al tiempo que me olvidaba de mis dolores y me ponía de pie para correr hacia la calle gritando el nombre de mi amigo, quien me había empujado lejos del peligro pero ahora había sido arrollado por ese camión.

Sorprendente fue para mí, para el chofer y para toda la gente que estaba ahí presente ver que Yuuri salía de debajo de ese enorme vehículo de carga sin ningún rasguño pero con las palpitaciones muy fuertes y con la cara trasluciendo terror. Extrañamente, pese a que yo era quien estaba asustado por el momento que habíamos pasado, mi casi hermano de la vida corrió hacia mí y me abrazó con todas sus fuerzas. No hice otra cosa que corresponder a su abrazo con la misma fuerza y la misma calidez que la que recibía.

― ¡Me alegro tanto de que estés bien! ―gritó con mucha emoción palpable en sus palabras.

― ¡Estaba preocupado por ti idiota! ―le regañé entre leves lágrimas de alegría. ― ¿Cómo hiciste para salir ileso? ―le pregunté seguido de aquello.

―No lo sé ―respondió con simpleza. ―Debe ser un milagro ―dijo riendo a lo que le correspondí la risa.

Las personas a nuestro alrededor, que estaban algo asustadas y confundidas con lo ocurrido se acercado a nosotros y nos preguntaron nuestro estado, ambos pudimos decir que estábamos bien y ciento por ciento ilesos. El chofer del camión se bajó del mismo y corrió hacia nosotros con una mezcla de susto y enojo, susto por pensar que había hecho daño a una persona y enojado por la imprudencia con la que actuamos, Yuuri por exponer su vida y yo por no mirar antes de cruzas. Nos disculpamos y decidimos no causar más problemas por un accidento donde no había que lamentar heridos, gracias al cielo.

Así son mis días con Yuuri desde que somos amigos tan íntimos. Él siempre me salvaba cada vez que estaba en problemas, siempre hacía lo mejor por mí aún si eso implicaba exponer hasta su propia vida. Por eso digo que ese joven se comporta como un ángel conmigo, y siempre asume todo con una sonrisa, una sonrisa tan hermosa y encantadora, que desborda bondad. Sería imposible pensar que este chico sea un ser malvado o tenga siquiera un ápice de maldad. ¿Cómo podría no amar a un ser tan perfecto como lo es él? Sí, a veces siento que lo amo y que no podría estar sin él, a veces quisiera lanzarme a sus brazos, abrazarlo con toda la fuerza de mi alma y besarlo con la ternura y la pasión con que siempre he querido hacerlo. Creo que si él me correspondiera en todas esas cosas yo sería el hombre más feliz del mundo, pero por ahora me conformo con ser su mejor amigo, su casi hermano de la vida.

– – –

Nota final: Es un prólogo cortito pero espero que les haya gustado leerlo tanto como a mí me gustó escribirlo! Siempre estoy dispuesta a aceptar críticas siempre y cuando sean productivas. Mil gracias por leer, mil y un gracias si comentan

Kitty fuera, paz! Y siempre miren a ambos lados antes de cruzar la calle.