Advertencias: OoC(?
Naruto no es de mi propiedad (lamentablemente).
Olor natural
No lo podía entender. No lograba comprender por qué se había vuelto un maldito adicto al aroma natural de su esposa. Es decir, sabía que había miles de fragancias deliciosas, pero estas no se comparaban con el aroma de Sakura, el cual era inigualable, dulce y adictivo.
Sasuke, nuestro muy querido azabache, caminaba de un lado a otro por la habitación pensando, razonando y realizando demás acciones similares. Sentía muchísima curiosidad por el olor de su atractiva alma gemela. Bufó para luego suspirar y mirar el tocador de su mujer, fijando toda su atención en un grupo de frasquitos de cristal de diversos tamaños, formas y colores.
—¿Cuál será? —se preguntó a sí mismo.
Con cuidado miró el reloj del cuarto; Sakura llegaría a casa dentro de dos o más horas, por lo cual tenía tiempo para buscar el aroma de su amada. Mientras sus manos estaban temblando, agarró la primera botellita, roció un poco de perfume sobre su muñeca, lo olió y realizó una mueca de inconformidad; no era ese. Dejó el pequeño contenedor sobre el tocador y en su lugar cogió otro. Hizo las mismas acciones que había hecho; nuevamente no era el correcto. Cansado y frustrado, se alejó del mueble. ¿Dónde mierda se encontraba el perfume que buscaba? No lo sabía; ninguna de las fragancias encerradas en esos frasquitos era de cerezos; algunas olían a fresas, otras a ciruelas pero ninguna a cerezos. Malhumorado volvió a agarrar uno de los perfumes restantes. Para la mala suerte de Sasuke, el orificio del envase estaba apuntando en dirección hacía su cara, por lo cual, cuando presionó el botón que permitía la expulsión del líquido, este terminó abofeteando, metafóricamente hablando, su rostro. Debido a la sorpresa, el moreno dejó caer el frasco para después restregar sus ojos con sus manos debido al ardor que sentía. Pasaron los minutos y las desagradables sensaciones que experimentaban sus ojos no se iban. Todavía estando medianamente ciego, escuchó cómo se abría la puerta de la habitación. La fragancia que estaba buscando inundó sus fosas nasales; Sakura había llegado antes.
—Sasuke, ¿qué hiciste? —preguntó la de cabellos rosados al ver los intentos fallidos de su esposo para recuperar la vista.
—Tsk, solo buscaba algo —se limitó a responder.
—¿En mi tocador? —volvió a cuestionar mientras sacaba un pañuelo de uno de los bolsillos de la bata médica que estaba usando.
—Ah, quería encontrar tu fragancia —contestó con un leve sonrojo en sus mejillas.
—¿Mi fragancia? ¿Qué fumaste, mi amor? —Sasuke la miró con el ceño fruncido.
—Tú hueles a cerezos, por lo cual te pregunto, ¿por qué no hay ningún perfume con olor a cerezos en tu tocador? —La curiosidad los estaba matando.
La de ojos jade, al escuchar a su marido, sonrió con dulzura. Los Uchiha eran seres definitivamente especiales, únicos y particulares.
—Sasuke, no preguntes porque ni siquiera yo misma lo sé. Seguramente es mi olor natural.
—¿Olor natural?
— Sí. Cada persona tiene su propia fragancia; por ejemplo, Naruto, desde su nacimiento, olió a ramen; tú, desde siempre, oliste a sándalo. —El ojinegro sonrió de medio lado, eso lo explicaba todo.
—Hmp, gracias por matar mi curiosidad.
La nueva Uchiha no pudo siquiera responder debido a que su esposo la besó. La había extrañado por esas cinco horas de trabajo en el hospital. Ahora mismo disfrutaría olfateando cual perro el olor natural de su amada, el cual estaba esparcido por todo su cuerpo.
