TRES DESEOS

Reto del grupo "El baño de Myrtle" En Facebook.

Retadora: Galletita Alois Trancy

Pidió un Harry/Draco Con la siguiente idea; un Harry totalmente desligado del mundo mágico después de la guerra trabaja repartiendo pizzas, un día en una entrega, algo de mucho valor sentimental se le cae desde el puente de Londres al agua, como buen Gry, se dejo llevar y se iba a lanzar al agua a buscarlo ya que no portaba con su varita. Entonces un pequeño niñito de indomable cabello rubio y ojos grises lo ve, y piensa que se esta por suicidar y entabla una conversación con Harry que le sigue el juego, la sorpresa se la lleva Harry cuando se entera quien es el padre del menor.

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Capitulo 1: El héroe.

Armus sonrió al sentir como el aire de Londres volvía despeinarle su desastrosa cabellera, que minutos antes su padre había hecho de todo para que quedara completamente inmóvil. Desconocía la razón de por que ya jamás volvían a Malfoy Manor y ahora vivían en una pequeña casitas en lo que su padre llamaba el raro Londres muggle, pero no podía negar que amaba este Londres, amaba la libertad de este y no pasar el día entero en su gigantesca habitación en Malfoy Manor con esas horas de estudio que el abuelo Lucius decía que debía tomar. Extrañaba a la abuela Narcisa, incluso sabia que en el fondo su padre igual. Pero esas eran cosas que eran mejor no hablar.

Ahora en Londres muggle podía cumplir su sueño mas celosamente guardado. Encontrar a el héroe del mundo mágico. A Harry Potter, el Niño Que Vivió Para Vencer. Del cual para su propia decepción no había ninguna fotografía. Todas las anteriores a la guerra se habían esfumado tras los escombros de esta y después del maravilloso triunfo, el héroe, se había esfumado.

Ahora solo quedaban, las historias que uno de sus mentores le contaba a escondidas de su familia o las quejas que obtenía de su padre a mencionar a Harry Potter o Potty, como Armus estaba seguro que su padre le llamaba de cariño.

sonrió de nuevo, le gustaba venir a este puente y mas cuando ahora su nodriza Vera le traía a admirar esos medio de transporte ruidosos que los muggles utilizaban. Pobres si tuvieran una escoba o una varita, todo seria mejor para ellos.

Un sonido tintineante y la razón por la que Armus había rogado a Vera que le trajera había llegado. Los helados. Los deliciosos helados muggles. El delicioso helado de vainilla con galleta de chocolate. Sin ninguna suplica Vera camino hacia el carrito de Helados. Mientras Armus permanecía extasiado en su lugar parado al principio del puente.

Imaginando el delicioso sabor, se permitió perder los papeles y saltar dando una que otra vuelta, antes de que Vera o alguien mas le viera. Entonces lo vio. Era un hombre, un muchacho. Podría ser de la edad de su padre, había tirado su vehiculo que parecía un unicornio metálico, pero había escuchado por el novio de Vera que era una moto o mota, en realidad el nombre no era muy importante en ese momento. Si no lo que el hombre hacia. Que era quitarse sus zapatos y el sombrero de plástico que traía, por el único hecho de que iba a suicidarse.

¡Iba a suicidarse!, ¡Por merlín! Un hombre iba a matarse como en las historias que Vera decía que veía en algo llamado televisor y nadie podría pararlo, nadie se daba cuenta. Completamente nervioso, ante una situación que le sobrepasaba. Trono los dedos de sus manos y en un momento decisivo corrió hacia el hombre de cabello oscuro.

Respiro tratando de recuperar el aliento. Su piel creaba humedad y eso se sentía helado. Sus mejillas sonrojadas y sus piernas dolían por el esfuerzo. Pero ni eso había valido la pena. El hombre estaba por saltar.

—¡Hey! — salio un grito humillante de su garganta.

El hombre volteo rápidamente y tras unas gafas viejas encontró unos encantadores ojos verdes. Le sonrió y bajo por completo del barandal del puente.

—Hey —le contesto sonriendo —¿Puedo ayudarte en algo, amiguito?

Armus se pregunto si todos los muggles eran así. Comportarse de una manera tan normal después de estar en una situación de aquellos estándares.

—No vayas a tirarte —contesto alarmado con voz cortada, tratando de no sonar mas humillante.

—¿A tirarme? —le pregunto confundido.

—Si no vayas a matarte —el hombre abrió los ojos. Entonces Armus pensó que había estado ocultándole sus intenciones para que el como niño no sufriera al verle morir —Vera dice que a veces ustedes tienen muchos problemas, como para querer morir. Pero podemos ir con mi padre y el puede ayudarte. No necesitas hacer esto realmente. ¿Sabes que no podrías despertar jamás?

Impaciente, Armus observo como el hombre viajaba la vista desde su vehiculo a sus prendas tiradas, al agua, a si mismo y luego a el.

—Crees tu padre pueda ayudarme — hablo el hombre nuevamente.

—Oh por supuesto, usted puede venir conmigo ahora, y mi Padre puede solucionar sus problemas, de inmediato.

El hombre le sonrió nuevamente y Armus se pregunto que tan ridículo podía verse después de semejante corrida.

—¿Vienes con tu padre? —pregunto

—No él esta en casa pero podemos ir y …

—¿Con quien vienes? —pregunto de nuevo

—Con Vera, mi nana.

—¿Te has alejado mucho de ella?

Armus , miro alrededor y se dio cuenta que estaba mas allá de la mitad del puente, un instinto de héroe que no sabia que tenia, había salido por aquel hombre. Volteo sus ojitos grises sorprendidos hacia el mayor.

—No debiste hacer eso. —le contesto —Debes estar muy preocupada por ti.

El muchacho de cabellos negros y ojos bonitos se puso de nuevo sus zapatos y chaqueta, levanto su vehiculo y se subió.

—Ven — le llamo.

Armus vio mas desconfiado al vehiculo que portaba una caja atrás, con cajas mas diminutas a dentro, que a la acción de que el hombre le llamara. así que vio otra sonrisa divertida en aquel muchacho antes de escuchar:

—Anda te llevare con ella, debe estar muy preocupada por ti.

Vio como antes de que el hombre le subiera con él. Observo de nuevo el agua y suspiro con dolor. Pero Armus sabia que había hecho lo correcto. Como su padre decía. Un Malfoy siempre hacia lo correcto.

Su pequeño corazón empezó a golpetear feroz en su pecho. Nunca había vivido una experiencia así. El vehiculo corría a gran velocidad y hacia un ruido ensordecedor. Si no fuera por que sentía que si se movía un poco iba a morir se hubiese reído por aquella ridícula sensación en su estomago, sin embargo lo único que pudo hacer, fue voltearse y aferrarse contra el pecho del hombre de ojos verdes.

Llegaron casi de inmediato, no lo supo realmente por que el hombre parar aquella cosa. Si no por los gritos de Vera, que podían ser escuchados por todo Londres. El hombre se bajo primero, para desamarrar un cinturón que le había amarrado para no caer, pero antes de ser liberado por completo, escucho una voz que le estremeció. Aferrandose a los brazos del desconocido.

—Armus —escucho la grave voz de su padre.

Casi enterró las uñas en los brazos del hombre con demasiada desesperación. No era que su padre fue un tirano, ni mucho menos. Pero sabia lo cabreado que estaría por verle desaparecer. Y le diría la misma letanía, donde le explicaba el temor de que el abuelo Lucius se lo hubiese llevado. Y un leve castigo de no ir al puente durante días.

El hombre lo termino de liberar para envolverlo en sus brazos, de manera protectora, se quito el sombrero duro y Armus sintió como giraba hacia su padre.

—No creo que este bien que lo…

—No debe decirme como educar a mi hijo. —su padre interrumpió a el hombre.

Por primera vez Armus experimento la sensación de la vergüenza, que un padre puede provocar. sintió como el hombre levantaba el rostro de inmediato y en casi un murmullo dijo:

—Malfoy.

Todo de ahí había sido demasiado rápido, tan rápido que Armus ya estaba escuchando la letanía por parte de su padre.

Armus había levantado el rostro al escuchar su apellido y había visto el sorprendido rostro de su padre, el cual boqueaba muy vergonzosamente. Después de unos segundos había escupido un "Tu, porque me sorprende" y había sido arrancado de los brazos calidos del chico de ojos bonitos. Su padre se había largado tan furioso que se había olvidado que podía aparecerse a si que las diez calles que el cuando quería caminaba con Vera de su casa a l puente, el prácticamente las había volado con su padre.

Armus trato de suprimir su suspiro para que no le pillara desprevenido, girando los ojos trato de escuchar nuevamente a su padre.

—… ¿Sabes lo que pensé cuando Vera me dijo que habías desaparecido?

Armus quiso afirmar y recitarle a su padre exactamente lo que había pensado. Sin embargo nunca había visto así de furioso a su padre. así que este no era un buen momento para una rebelión.

—pensé que el abuelo había venido por ti y te había llevado de mi lado —su padre masajeo su frente mientras quitaba mechones rubios y húmedos que se plegaban a su aristocrática cara —Armus. ¿Cuántas veces debo repetirte que debes avisar siempre lo que vas hacer?

Sin responder. Armus observo como su padre se encerraba en su cuarto dando un portazo. Lo que indicaba que hoy solo cenaría con Dragón, el pequeño perro muggle que el novio de Vera le había obsequiado.

habían pasado tres días ya del accidente en el puente. Armus considero si hubiera sido necesario decirle al hombre donde vivía. Por si volvía querer matarse. Mejor que viniera ya cuando su padre no estuviera tan cabreado, pero por las miradas que se dedicaron, Armus estaba seguro que ya se conocían.

Era domingo, así que Vera salía a las dos de la tarde, los domingos eran los días de citas con su novio muggle, así que el debía esperar a su padre durante cinco horas mas, sin salir y procurar que Dragón no hiciera desastre para que su padre no volviera con la idea loca de que debían devolverlo.

El rostro lanudo y oscuro de Dragón se restregó contra su brazo y Armus abrazo al pequeño cachorro. Con su pequeño ceño fruncido, Armus trato de recordar como Vera había explicado que la caja frente a el se encendía.

Justo cuando por fin lo había logrado, la puerta sonó, y con Dragón revoloteando entre sus piernas, Armus corrió hacia esta. Subiéndose a la mesilla de ala do para revisar por el pequeño mirador. Y no pudo creerlo. Por poco y se cae ante tanta impresión. Ahí estaba con su cabello desordenado y oscuro. Esa horrendas gafas que juraba nunca antes haber visto, los ojos tan verdes donde con aquella claridad podría sumergirse. Aunque solo faltaba su característica sonrisa que era remplazada por una mueca, que figuraba preocupación. Sin hacerle esperar mas, Armus le abrió la puerta al hombre del puente.

La mueca había visto minutos antes en su rostro había desaparecido, dándole lugar a su encantadora sonrisa, aunque la diversión de sus labios no llegaba a sus ojos. Armus correspondió la sonrisa.

—Amigo —saludo

—Hola —cohonesto Armus —Soy Armus-.

El hombre sonrió asintiendo.

—Si lo había olvidado —se disculpo —¿Esta tu papa?

Armus negó con la cabeza.

—¿Estas tu solo?

—Papa llegara mas tarde, Vera acaba de irse. —Armus se sintió nervioso ante la posibilidad de que se fuera de ahí —Puede esperarlo.

El muchacho indeciso lo miro por unos minutos, después asintió poco convencido para entrar por completo a su casa.

Armus observaba maravillado a el hombre sentado junto a el, quien no quitaba su vista del televisor. Si no fuera por que era muggle, casi podía jurar que era el héroe mágico. O por lo menos como el se lo imaginaba. sonrió. Aquella experiencia era tan surrealista que le encantaba.

—Tu mama no se enojara por que estés yo aquí —hablo nuevamente

—No lo sé —el hombre volteo a verlo —No tengo madre, nunca la eh tenido.

El muchacho asintió como si comprendiera que era estar sin una mama.

—¿Conoces a mi padre? —pregunto Armus.

—Si — el mayor le sonrió

—¿Son amigos?

—No precisamente —contesto un poco mas serio

—Huhm —masajeó su infantil frente —Entonces no le agradara mucho que este aquí.

—Tal vez —concordó.

Armus lo observo detenidamente, de nuevo. Podría ser que fuera mago, aunque si no le agradaba a su padre quería decir que era muggle. Aunque soportara al novio de Vera y había muchos magos que fastidiaban a su padre, como esos señores de túnicas azules que venían cada mes. Armus sonrió para si mismo, el hombre frente a el encajaría muy bien en una de esas túnicas, siempre y cuando no la utilizara para fastidiar a su padre.

Los dos contemplaron las figuras en el televisor, en un silencio tranquilizador para Armus, quien con un poco de confianza fingió que se quedaba dormido en las piernas del desconocido. Que para ser francos le transmitía una enorme seguridad casi igual que la que sentía con su padre. Después de un rato, cansado de fingir que dormía. Armus fingió despertar, sin olvidarse de pedir disculpas ante tal acto impropio.

El hombre le sonrió nuevamente y parecía querer decir algo.

—¿Pasa algo? —pregunto con su voz algo ronca, por el esfuerzo de no hablar durante horas.

—Son muy muggles, ¿Cierto?

Armus sonrió negando con la cabeza. El hombre era mago.

—¿Eres mago?

Armus espero la sonrisa enternecida y el asentimiento del hombre para continuar.

—¿Estuviste con mi padre en el cole?

Una mueca de diversión corrió por el rostro del mayor. Armus se pregunto si el también se había llevado mal con Harry Potter.

—¿Por qué no se llevan bien entonces?

—Bueno —el mayor carraspeo —Tu padre cree que soy un chico mimado.

—Huhm, el abuelo Snape dice que el es el chico mimado.

—¿El abuelo Snape? —pregunto con burla —Bueno creo que tiene razón.

—¿Y como te llamas?

—¿No sabes quien soy?

Armus negó violentamente

—Lógico. No iba hace que su hijo me venerara —murmuro para si mismo —Soy Harry, Harry Potter.

De todo lo que Armus pensó y planifico que haría en el momento que tendría a el héroe frente a él, no hizo ninguna. Absolutamente ninguna. Se quedo pretificado. Nada ni siquiera una hebra de su descontrolada cabellera rubia se movió, ni siquiera sus hipnotizantes ojos grises parpadearon. Estaba frente a Harry Potter. El héroe. EL Niño Que Vivió Para Vencer. San Potter en el idioma de su padre. Ahí estaba, frente a el. En su casa sentado en su sillón favorito, viendo el televisor. ¡Y él había fingido dormir en sus piernas!

Extasiado sintió como un calor abrasador se apoderaba de sus mejillas, olvidándose de cómo respirar y de pronto estaba demasiado cansado como para seguir viendo esos ojos azules. Ahora el sueño si se apoderaba de él en verdad.

—No es como si yo supiera que algo así iba a pasarle —escucho a lo lejos.

—No es como si nunca vivas sin justificación, Potter —escucho la voz acida de su padre.

—¡Pero solo le dije mi nombre! —Harry se defendió

Armus escucho suspirar con cansancio a su padre. Intento abrir sus ojitos pero la luz le cegaba a si que decidió fingir dormir unos minutos mas.

—El tiene una ligera —su padre carraspeo —Obsesión contigo.

—Como tu —escucho al héroe

—No tientes tu suerte, Potter.

—Padre —Armus decidió salir en rescate del señor Potter

—Armus, ¿Te sientes bien? —pregunto su padre —¿Este idiota te ha hecho algo?

Harry le mando una mirada fulminante a su padre, quien ni siquiera parpadeo ante eso.

—No. —casi grito —Harry Potter se ha portado muy bien conmigo.

El rubio mayor rodó los ojos, mientras el chico de cabellos oscuros sonreía triunfante. Entonces Armus se dio cuenta que tal vez no debían llevarse tan mal.

—Que en mi casa no se te suba el ego, Potter —su padre refunfuño.

—No te preocupes, Malfoy —le contesto

—Va a quedarse a cenar con nosotros, Padre.

Armus espero ansioso la respuesta de su padre quien viajaba su mirada de él hacia el héroe del mundo mágico, para terminar negando con la cabeza antes de decir:

—Si es lo que él quiere.

Los siguientes días fueron un caos total en su casa, por que el no era el único que se encontraba excitado con la presencia del héroe mágico ahí. Si no también Vera. Que había sido sometida a algo llamado juramento increbantable o así había escuchado a su padre llamarlo. Después su ropa había tenido que ser agrandada bajo hechizos, ya que esas deliciosas cosas redondas llamadas pizzas que Harry llevaba por las noches se había convertido en su pequeño gusto culposo y aunque su padre ya le había reprendido, no podía evitar, ni él ni Harry comerlas a escondidas de él.

Harry casi nunca hablaba con su padre. Por lo menos no en su presencia y eso inquietaba a Armus, por que cuando los veía a ambos parecían tener una platica pendiente, que debían resolver, sin embargo nunca hablaban de cosas que no fueran como "…Y siendo Potter, aun te sorprende", "Tan desagradable como el color de tu cabello Malfoy", "Existen cosas llamadas peines, Potter" "Has aclarado mi duda existencial, Malfoy"

Aunque Armus no podía negar que en estas semanas su padre había cambiado, tal vez pensaba que el no lo había notado, pero llegaba antes, para estar a la hora que Harry llegaba, no era tan serio como antes. Aunque tampoco sonreía , ni siquiera como solo fingir en Malfoy Manor. Ojala el Señor Potter pudiese ayudarlo. Al fin y al cabo el era el Elegido, ¿No?