El los grandes y limpios pasillos del castillo de Hope Kingdom, un niño de cabello lila con mechas purpuras, que tenia puesto un traje de príncipe blanco, se encontraba caminando con una expresión de profunda tristeza, mientras caminaba paso frente a un cuadro y se detuvo mirándolo, el suspiro profundamente mirando a una persona en especial en la pintura.
-Ya ha pasado un mes desde que desapareciste… ¿Dónde estás?
El cuadro mostraba a cuatro personas, un hombre de mediana edad con cabello blanco, ojos rojos, y piel blanca, junto a una mujer de cabello rojo, ojos morados y piel canela. Delante de la mujer se encontraba el mismo niño de la escena y debajo del hombre estaba una niña de cabello rojo, ojos rojos con pupila purpura.
Lo que se le podría llamar llamativo eran las coronas que llevaban los cuatro miembros del cuadro.
Y sus sonrisas. Al menos para el niño que miraba la imagen de la niña.
Este niño era el príncipe heredero de Hope Kingdom, Príncipe Grant Kanata, y el cuadro que miraba era de su familia, de la cual, uno de sus miembros, uno muy importante, desapareció.
Su hermana menor. La Princesa Daylight Towa.
Como antes mencionado desapareció hace un mes, la buscaron por todas partes, para no fue encontrada en ningún lado.
Todo el reino estaba sumido en tristeza, incluyendo al príncipe y su familia, especialmente este último.
Kanata volvió a soltar un suspiro y siguió su caminata.
Él tenía planeado ir a su habitación y escribir en el diario que le dio su madre.
Cabe recalcar que él no quería tener un diario, pero su madre insistió en que eso lo ayudaría en su depresión.
Si, estaba triste, pero no significaba que estaba en la depresión…
¿A quien intentaba engañar? Era bastante obvio que no estaba bien, claro comía, pero no tenía ni la más mínima gana de hacerlo, y la vomitaba despues de encontrar un lugar seguro donde hacerlo…
Sus pensamientos de su estado se detuvieron despues de que su visión capto un destello de luz.
- ¿Uh? ¿Qué fue eso? -se pregunto mirando la puerta en la que capto el destello-
El noto que era la habitación donde tenían las armas de las legendarias Princess Precure.
Preocupado de que alguien este intentando robarlas, el abrió con cuidado la puerta y lo que vio ciertamente no era lo que se esperó.
La llave principal de la Princesa de las Flores se estaba moviendo… Flotando por su propia cuenta, hacia algún lugar.
El abrió la puerta y corrió hacia la llave, esperando agarrarla y ponerla en su lugar.
-Oye ¿A dónde vas? -pregunto no esperando una respuesta realmente, el extendió la mano y agarro la llave-
Por un momento, o mejor dicho la mitad de un segundo porque realmente casi se lo perdió de haber parpadeado, todo su alrededor se tornó negro y ahora estaba en un campo de flores.
¿Qué en el mundo…?
El bajo su brazo que seguía extendido y miro hacia adelante, a unos metros vio a una niña con vestido blanco y moño rosado con un libro.
Tal vez ella sabía dónde estaba, porque tenía una fuerte sensación de que esto no era su reino.
Incluso sintió que este no era su mundo.
Estaba a punto de llamar la atención de la niña cuando esta dijo algo con tristeza.
- ¿Realmente nunca podre serlo? Una radiante y hermosa princesa…
Y su mente inmediatamente perdió cualquier pregunta y vino la imagen de su hermana.
Así como Towa…
El se sorprendió, lo pensó por un segundo, y puso una mirada determinada.
Él se dirigió a la niña.
-Puedes serlo.
Por un momento muy rápido pensó que la niña se había erizado, esa sacudida que hace tu cuerpo cuando algo te asusto, pero luego volteo lentamente a mirarlo.
Tomando ese momento como su imaginación el volvió a hablarle a la niña.
- ¿Llegar a ser una princesa es tu sueño?
La niña lo miro sorprendida, pero luego su mirada se tornó triste.
- Si…
- Lo serás.
- ¿En serio?
-Los sueños tienen un inmenso poder, si puedes tomar un buen cuidado de ese sueño, sé que lo lograras.
La niña se mostro sorprendida, pero luego sonrió asintió.
- ¡Si! ¡Hare mi mejor esfuerzo!
Kanata sintió que una sonrisa bastante genuina se formó en sí mismo al ver la alegría de la niña, le gusto verla sonreír.
-Entonces, creo que puedo darte esto -le extendió la llave-
- ¿Qué es esto?
Sintió una sensación de que le quedaba poco tiempo allí, así que dijo lo primero que se le ocurrió.
-Es un encanto para proteger tu sueño -lo cual no era exactamente una mentira-
La niña lo tomo, y por un segundo muy rápido sintió su cálida mano, enserio deseo que hubiera durado mas tiempo… O un abrazo.
- ¡Es muy lindo! ¡Soy Haruka! ¿Cómo te llamas?
Sonriendo otra vez, junto con la sensación de que realmente estaba a punto de irse, se apresuró a presentarse.
-Soy Kanata.
Una ráfaga de viento paso y los obligo a cerrar los ojos a ambos, los abrió al no sentir el viento y se sorprendió de estar en un espacio oscuro.
- ¿Uh? ¿Kanata? -escucho la voz de Haruka de…Algún lugar-
Esperando que su voz todavía le llegara el hablo.
-Haruka… -la escucho soltar una exclamación baja- Tu sueño…Nunca olvides tu sueño.
-Kanata…
Y nuevamente el escenario volvió a ser el mismo lugar en donde estaba antes.
- ¿Haruka? -el miro alrededor, pero, efectivamente, estaba nuevamente en Hope Kingdom- ¿Qué paso?... -se preguntó, pero luego otra pregunta vino a su mente y se preocupo un poco… demasiado- No escuche su respuesta completa… ¿Lo recordara?
Recordando la sonrisa de la niña y el momento en que sus manos se rozaron, el sintió que ya sabía la respuesta, él sonrió.
-Estoy seguro de que nos volveremos a ver -él sonrió a nada en particular y se dirigió afuera de la habitación-
Mientras caminaba hacia su habitación, el no noto que paso al lado de algunos sirvientes que lo vieron completamente sorprendidos de verlo sonreír de verdad despues de un mes, algunos que lo conocían, y sabían lo unido que era con la princesa, se desmayaron de la sorpresa.
Kanata entro a su habitación, sin notar el caos que desato entre los sirvientes por verlo sonreír, el miro el diario que estaba en su mesa de noche, con una sonrisa más amplia se dirigió velozmente hacia él, agarro una pluma y ojeo rápidamente las quince paginas que había llenado por el momento, sin borrar nunca su sonrisa, escribió la fecha que lo marcaria por el resto de su vida y al resto de su mundo.
3 de abril de 2005.
