He aquí un nuevo Fic de Xena, Warrior Princess. Simplemente me surgió la inspiración, y no pude evitar escribirlo. No va a ser muy largo (ya sé que siempre digo lo mismo, pero esta vez de verdad, va a ser cortito jaja)
Está situado en el final del episodio "A day in the life" ,perteneciente a la segunda temporada.
Solo me queda decir que: Los personajes de Xena, Warrior Princess, no me pertenecen, esto es solo una volada más de mi imaginación.
Con esto aclarado, ¡A leer se ha dicho!
PD: Dudas, insultos, opiniones o verduras, en los reviews :)
Juegos
Al dormir
Finalmente se había acabado un agotador día, en el que como siempre, terminamos salvando a una aldea, esta vez, de un gigante.
Debo decir que fue un día interesante con Gabrielle. Desde juegos, peleas por sartenes y pergaminos, y un baño extrañamente refrescante.
Nos encontrábamos acostadas, mirando las estrellas, una al lado de la otra. Esa actividad siempre me pareció aburrida, hasta que mi querida bardo me enseñó lo divertido que podía llegar a ser. Pero por supuesto, solo me divierte porque estoy junto a ella.
-Ese montón de ahí arriba parece un gran cucharón.
-¿Un cucharón?
-Sí, ya sabes... como esos que se usan para sacar agua de un balde- dije, bostezando.
Su pequeña y encantadora risa entró en escena -Parece... a mí me parece un oso.
-¿Un oso?
-¡Sip!
-¿De dónde sacas un oso?- cuestioné, tentada por su imaginación.
-¡Mira!- señaló el oscuro cielo nocturno -Ahí está el cuerpo, ¿Ves las orejitas?
Negué con la cabeza, incapaz de dejar de sonreír.
-Y la cola... -continuó, riéndose, pero lo siguiente que llegué a escuchar y sentir, para nada fue su particular risa.
Me refregué la nariz, fingiendo sorpresa, ante el tremendo bastonazo que me pegó.
Al instante abrió los ojos de par en par. No podía creer que no lo hubiese esquivado.
-¡¿Xena?!- me llamó casi en un grito, acortando la distancia y posando medio cuerpo sobre mi -¡Oh, no! ¡Lo siento tanto!- se cubrió la boca, pasmada -¿Te encuentras bien?
Reposó su mano sobre la mía, que aún se encontraba sujetando mi nariz. No me había dado cuenta por estar atenta al agudo pero tolerante dolor que me recorría el tabique, pero tenía en primera fila todo su cuerpo sobre mí.
Mi visión descendió, sin el permiso de mi mente, a sus atributos, que se encontraban demasiado cerca para mi gusto... o para mi cordura.
Notando como los latidos de mi corazón acrecentaban, quité su mano y traté de hablar.
-Viviré- musité un poco nasal, para luego girarme y darle la espalda.
Era demasiado peligroso seguir en esa posición.
-Lo siento, nunca pensé que te golpearía, yo...-
-Está bien, solo intentemos dormir ahora, ¿De acuerdo?
Cerré los ojos, pensando que de esa forma volvería a su lugar de inmediato, evitando molestar mi sueño. Pero parece ser que ocurrió todo lo contrario.
Percibía su vista clavada en mí. A pesar de eso, no abrí los ojos. Temía perder los estribos si veía su dulce carita de nuevo.
De repente, sentí sus adorables labios en mi sien, regalándome el beso más dulce que recibí en la vida.
Aterrada por lo que estaba sintiendo, me revolví histéricamente en el lugar y solo pude decir:
-¡Hey!
Ella solo se rió, regresando a su sitio, al lado mío. Su habla no se detuvo hasta luego de un rato. Pero yo ya no la escuchaba. Estaba ensimismada en lo que esta pequeña me estaba causando, cada día más.
Dioses... es tan dulce, tan tierna, tan adorable... No sé cuando empecé a sentir todo esto por ella, pero lo que sí sé, es que debo guardármelo. Estoy segura... que no siente lo mismo.
No hace mucho había elegido a Pérdicas en vez de a mí. ¿En vez de a mí? Ni que fuera una competencia.
Tampoco es que yo sea muy demostrativa, seguro ni se le pasa por la cabeza lo que mi corazón desea con ansias.
Pero quizás... sea mejor así.
-Xena...- .Percibí como unas delicadas manos me revolvían en mi lugar -¡Xena!
Entreabrí los ojos con torpeza, para luego darme media vuelta y encontrarme con su esmeralda mirada aprisionando la mía.
-¿Q-Qué pasa?- solté, con la voz apagada.
-Tengo frío, ¿Me prestas tu tapado?
-¿Ja?- emití, con sarcasmo.
-Por favor, ¡Me estoy congelando!
-La última vez que te presté mi tapado, nunca volvió.- susurré, volviéndome a dar vuelta, pero su mano sobre mi cintura me giró otra vez.
-¡Fue un accidente!
-¿Quemarlo fue un accidente?
-Estaba cerca de la fogata... no me di cuenta- se excusó, inflando los cachetes de una manera que provocó que mi pecho saltase en su sitio.
-Ajá...- atiné a decir, alzando una ceja y tratando de disimular el goce que me recorría el verla así.
-Bien, no me lo prestes, ¡Pero si muero congelada será tu culpa!- finalizó, dándome la espalda, en un rápido movimiento.
No pude evitar que una sonrisa se dibujase en mis labios, al contemplar su tierno berrinche. Dioses, quizás yo... estaba muriendo de amor por ella.
Toqué su hombro con el dedo varias veces, pero ella quitaba mi mano enseguida. Aumentando mi divertido gesto, volví a tocarlo, consiguiendo mi cometido.
-¿Qué?- se volteó, de mala gana.
Sorprendiéndola, estiré los brazos hacia ella, observándola con profundidad -Ven...
Parecía aturdida por mi acción, ya que se quedó embelesada mirándome -¿De verdad... puedo?
Reí por lo bajo, atrapando su cintura y acercándola hacia mi -Claro que sí.
Sus pequeños ojitos sonrieron, mientras de inmediato se acurrucaba en mi pecho, y dejaba descansar su mano en mi espalda.
-mmm... estás calentita...- musitó, refregándose en mi torso, con una inocente expresión.
Creo que debí pensar mejor en esto, antes de abrazarla. Mi cuerpo se estaba retorciendo por dentro, ansiando más el contacto, y sus palabras, claramente, no ayudaban a calmarme.
Instintivamente, la apreté más contra mí, y apoyé el mentón en su cabeza, hundiendo mi nariz en ella. Olía tan bien... su dulce fragancia provocaba estragos en mi cuerpo.
-¿Por qué estás tan caliente?
Mis traviesos divagues dieron vuelta la frase en un segundo, transformándola en un tentador doble sentido.
-¡No pienses nada sucio, no pienses nada sucio!- rogué en la mente, percibiendo como el tacto de su mano ahora se encontraba aferrando el costado de mi cintura, muy cerca de mis pechos.
Al no escuchar vocablo alguno de mi parte, prosiguió -Supongo que de esta forma evitarás que incendie tu tapado- agregó, acariciando mi piel por encima de la fina tela que me cubría.
-Por el amor a todos los dioses, ¡Quita tu mano de ahí!- imploré en mis pensamientos, poniéndome tensa.
Es una niña... no puedo sentir tales deseos por ella.
Parpadeé varias veces, al meditar sobre aquello. ¿Realmente era una niña?
-Gabrielle...
-¿mh?- emitió, suspirando calmada en su lugar. Parecía estar cómoda, al contrario de mí, que me encontraba en la mayor de todas las batallas posibles, contra mi propio ser.
-¿Cuántos años tienes?
Aquella cuestión parece que la sorprendió, ya que su cabeza se elevó un poco, quedando a la altura de mi rostro, para mi maldita suerte.
La situación me estaba sobrepasando.
-¿A qué viene eso?- contestó, provocando que su aliento chocara con mi boca, enloqueciéndome.
-Simple curiosidad.
-Dieciocho años.
Mis ojos casi saltan de sus órbitas al escucharla -¿Dieciocho? Pensé que tenías menos.
Hizo un gracioso gesto con su rostro, como si lo que dije fuera un cumplido -Sé que parezco de menos, ¿Tanto te sorprende? Y mira que ya hace un tiempo que viajamos juntas...
-Te llevo seis años- emití eso, más para mí que para ella.
-¿Y?
-Quizás no es tan problemático como pensé.
Definitivamente el habla se me estaba escapando.
-¿A qué te refieres?- preguntó, arqueando una ceja, para luego esbozar una sugerente sonrisa, como si tuviese un maquiavélico plan en mente -¿Acaso quieres llevarme a un burdel?
Mi garganta se secó con solo oírla -¿E-Eh?
-Estás comprobando mi edad. Si fuera menor no podría pasar.
Me lo dijo de una forma tan seria, que por un momento el silencio no se apiadó de mí. Realmente estaba meditando la idea.
Pero luego su risa me hizo despertar. Alejé un poco el rostro como acto reflejo. Este seguro ya se debía encontrar rojo como un tomate.
¿Yo, la gran destructora de naciones, intimidada por una pequeña bardo? Mátenme.
-¡Jaja! ¡Te lo creíste!- me señaló, hundiendo su dedo en mi mejilla.
-S-Solo tenía curiosidad... de verdad pareces más chica...- murmuré, desviando la vista, completamente avergonzada.
-Espero que no estés insultando mi madures- bromeó, guiñándome un ojo.
-Oh no, para nada- rodé los míos, siguiendo su juego.
Mi mente me decía que me alejase, que pronto perdería los estribos, pero parece que mi corazón no pensaba igual, ya que, incapaz de evitarlo, continué estrechándola más hacia mí. Mierda, de verdad me estaba volviendo loca.
-Estás extrañamente conversadora hoy...
-¿Tú crees?- atiné a decir, ascendiendo mi mano por su cintura, hasta llegar a su suave cabello y comenzar a acariciarlo.
-Siempre te duermes primero, hasta roncas y todo.
-¿Ronco?- repetí, incrédula -Nunca me lo habían dicho.
Pude captar como su mirada se clavó en el suelo unos segundos, afligida.
-¿Quienes?- dijo, en un hilo de voz -¿Tus anteriores parejas?
¿Acaso... son celos lo que huelo?
-Nunca tuve lo que se dice como "pareja", solo... algunos del montón.
-¿Amigos con beneficios?- volvió su vista a mí. Y en ella, pude notar un brillo especial.
¿Tengo que tomarlo como una indirecta? No, no... ¡Ya basta! Debo calmarme, con urgencia.
-¿Y tú que sabes de eso, enana?- me burlé, revoloteando un poco su cabello.
Por suerte su sonrisa volvió a emanar de sus apetecibles labios, tranquilizándome.
-mmm no mucho, sabes que solo estuve con Pérdicas.
Su voz bajo unas octavas al nombrarlo. Parece que todavía le costaba hablar de él. No era para menos, después de todo, habían pasado pocos meses desde su muerte. Sé que tenía que cambiar de tema pero... no pude evitar saciar mi curiosidad.
-¿E-Estuviste con él?
Juré que la voz me tembló al pronunciar mi cuestión.
Penetró sus ojos en los míos, y con eso... yo ya sabía la respuesta, su maldita respuesta...
-Sí, ¿Es lo normal, no? Estábamos casados.
Mi frente se arrugó de inmediato, y no por causarle cierto pesar a su memoria, sino por los celos que empezaban a consumirme.
Ese día que presencié su casamiento, fue el día que descubrí lo que sentía por ella. Me sentía tan destruida, abandonada, dejada... no podía creer que se apartara de mi de tal forma, como si todas las aventuras que pasamos juntas, no hubiesen importado.
Por eso no pude evitar... besarla. Y me correspondió gustosa para mi sorpresa, pero jamás hablamos sobre aquel beso, como si solo hubiese sido una despedida... una triste despedida...
-¿Y tu primero?- .Su dulce voz me estremeció, despertándome de mis memorias.
-¿Mi primero?- sonreí de lado -ni lo recuerdo.
Su mirada volvió a descender, acrecentando mi incertidumbre.
-Veo que has tenido una intensa vida sexual...
El término "sexual" emanando de su boca, casi me hace perder la poca cordura que me quedaba.
Pero algo había cambiado, su energía mutó. Parecía estar... ¿Triste?
-No voy a contradecirte eso, pero... a pesar de todo, creo que jamás he conocido el amor.
Sus ojos se abrieron cual platos, expectante -¿Es decir que nunca has hecho el amor?
Sonreí con un grado de angustia, observándola perdidamente -Así es, al contrario de ti...
Decir aquello me dolió en lo profundo de mi alma. El solo imaginarla con él...
Me estaba descarrilando, no había duda de ello. Y mi amiga no ayudaba a devolverme al camino, ya que dudó antes de asentir, un poco titubeante, y contestar:
-Si... ¿Dormimos?
Hice una mueca graciosa, desconfiada por su petición -¿La parlanchina bardo quiere dormir? Eso sí que es una novedad.
Tal vez pensar en él la entristecía... si, debía ser eso.
Soy tan idiota.
Como respuesta, se acurrucó más contra mi cuerpo, buscando mi calor, provocando que se me entrecortara el habla y el pecho me latiese con rudeza.
Por unos instantes, solo se escuchaban los armoniosos sonidos del bosque. Pero estaba segura, que la estrepitosa tonada de mi corazón, los adornaba.
-¿Estás bien?- susurró en su lugar.
-¿Eh? Si...
-Dioses, ¡Tu corazón está a mil! ¿De verdad estás bien?
-¡No lo está!- dije casi en un grito, odiándome por ello y apartándola un poco con las manos -solo... tengo frío, me tiembla el cuerpo, es eso.
Ja... si claro. ¿No podía inventar una excusa más estúpida?
Me miró unos segundos que me parecieron eternos, para luego esbozar una amable sonrisa, que terminó por derretirme.
-Acércate más.
Oh no, por favor... ¡No más!- pensé, tragando saliva con fuerza, sin moverme un solo centímetro.
Era incapaz de salir de mi parálisis. Vaya guerrera...
-Vamos, no seas tímida- se burló, sujetando mi cadera y apegándose más, logrando que accidentalmente nuestros pechos se rozasen.
-¡No soy tímida!- me defendí, con una voz insegura, poco característica en mi.
-Entonces abrázame bien- sentenció, observándome con una seriedad que no pude comprender. Eso parecía más una orden que una petición.
Me perdí en aquel mar de esmeraldas, y solo pude asentir con debilidad, sintiéndome por completo indefensa ante su preciosa persona.
Para mi sorpresa, quitó sus brazos de mi cuerpo, y los estiró hacia mí, incitándome a hundirme en ella. Como si de un imán se tratase, esta vez fui yo la que se acurrucó en su ser, reposando mi rostro en su pecho. Me estrechó con cariño, mientras sus manos acariciaban mi espalda sutilmente.
Percibiendo la vibración de su hermosa voz en su piel, la escuché reír por lo bajo, provocando que también una ligera sonrisita se formara en mis labios.
-Nunca nadie me había acurrucado...- musité, moviendo un poco la cabeza, para encontrar una mejor posición.
-No saben de lo que se pierden- bromeó, deslizando los dedos por mi cabello y enredándose en el.
-Tal vez es porque siempre suelo ser más alta que los demás.
Soltó una simpática carcajada, para luego descansar sus labios sobre mi cabeza, regalándome un dulce beso -¿Te gusta?
-¿Qué si me gusta? Me quedaría aquí toda la vida- .Y con ese pensamiento de fondo, me aferré más a su espalda, inhalando su exquisito aroma.
Me sentía una niña pequeña, protegida y querida. Solo con ella podía mostrarme de esta vulnerable manera... y amaba que así sea. Con Gabrielle había descubierto partes de mi que creí olvidadas, que creí perdidas para siempre... su incondicional amor me demostró que aún habitaba la luz en mi alma.
Me pregunto si sabrá cómo influye en mi vida... la importancia que tiene...
-Es cálido...- respondí luego de unos segundos, con los ojos apaciblemente cerrados -Tú eres cálida...
Y allí los sentí. Sus fuertes latidos, dedicándome una armoniosa melodía, que me brindaba una esperanza que no debía tener.
-Duérmete...- fue lo último que oí, en un lejano eco, ya que la paz que irradiaba logró llevarme directo a Morfeo.
Nunca en mi vida descansé tan bien como aquella noche. Solo deseaba... permanecer lo más que podía a su lado.
¡Primer capitulo entregado! ¡Gracias por leer, y nos vemos en el próximo!
Besotes a todos/as! :)
