01 de Septiembre, Munich, Alemania.

El otoño traía colores vivos, y brisas frescas, Todas las cosas que le gustaban a Europa, adoraba el otoño, ya que tenía la misma paleta de colores que su cabello, y esperaba que entre sus brisas trajera consigo la carta preciada que la llevaría a Hogwarts, colegio de Magia y Hechicería, y entraría a Ravenclaw, como cada persona de la familia Zimmerman, conocidos representantes de la casa anteriormente mencionada, para ella esa carta simbolizaba todo, honor, cambio, poder, la oportunidad de ser quien ella quería, una gran maga como Rowena Ravenclaw, como su madre, como su padre, como cada uno de sus antepasados. Se mecía entre los arboles teñidos de naranja, sobre un columpio verde, observaba el cielo levemente nublado, a la espera de la tan ansiada lechuza.

- Llega, por favor llega, lechuza- susurraba mientras cerraba los ojos y cruzaba los dedos, su pecosa nariz se arrugaba como un gesto típico de ella.

-¡Europa, Europa!- grito a lo lejos una voz familiar, la de su rubio amigo Theo, estaba sonrojado levemente por la carrera hacia su amiga, la muchacha pelinaranja lo miraba con curiosidad.

-¿Llegó tu carta, Theo?- se paró de un salto, y sonrío con verdadero entusiasmo, el niño asintió y reveló una carta color crema en sus manos, la chica pecosa comenzó a saltar de emoción, ¡Al fin llegaban las lechuzas! ¿Habría llegado la suya? No había tiempo, debía averiguarlo. Sin delicadeza tomó al chico de ojos azules, y prácticamente voló hacia su lujosa casa en una secreta residencia para magos, abrió la puerta de un solo empujón y vió a su perfecta copia masculina, su gemelo, sentado en el sillón, absorto en uno de sus enormes libros, lo miró con una gran sonrisa en la cara.

-¡Nicholas! ¿Llegaron nuestras cartas?- el pequeño niño asintió, levantó la vista y le sonrió a Europa, cerró el grueso texto y se paró de un salto del enorme sillón, la gemela no pudo más de emoción cuando su hermano tomó dos cartas de la mesa.

-Nos aceptaron- susurró el contraparte niño de Europa, esta misma dió un enorme salto lleno de felicidad, corriendo llegó a abrazar a su hermano y tomar la carta con mucha emoción, no lo podía creer, al fin podría ir a Hogwarts, al fin sería una maga.

-Nos vamos todos a Hogwarts, el trio maravilla- Theo abrazó a los gemelos y sonrieron sinceramente, en los tres niños no cabía tanta de emoción, era el momento más esperado en sus cortos 11 años de vida.

11 Septiembre, Londres, Inglaterra

Se escuchaban las risas agudas de los menores del hogar Hiddleton en el tercer piso de aquella casona a lo colonial a las afueras del Londres Muggle, esa era su vida, reir por las travesuras realizadas, eran de ese tipo de gemelos que hasta llegan a saber lo que el otro piensa solo con ver dentro de sus enormes orbes grises como dos lunas gemelas.

-Has un perezoso otra vez Max. -Rogó entre risas la morena de largos cabellos.

La cara sonriente de su copia masculina sentada frente a ella se desfiguró adquiriendo la apariencia del animal dicho por su hermana, para aumentar su risa comenzó a hacer muecas grotescas lo cual sacaba sonoras y dulces carcajadas de la femenina.

-¡Maximus! ¡Eleanor! ¿Están arriba de nuevo? -Gritó una voz adulta desde bajo la escalera que colgaba desde el agujero del piso.

Ambos trataron de contener sus risas ante la voz de su hermana mayor en el piso de abajo, sabian que ella subiría a buscarlos si contestaban y adiós a la diversión de ver al mayor de los gemelos utilizando su habilidad como metamorfo mago.

-¡Los he escuchado reír! ¡Subiré de todos modos!

Ambos entraron en pánico y corrieron por ático tratando de guardar las reliquias de su madre que habian sacado de sus baules para entretenerse en la tarde lluviosa, se pararon en seco al ver a la pelinegra robusta parada con una sonrisa en el rostro.

-Ay ¿Cuando aprenderan a no sacar estas cosas sin permiso? -Rió enternecida al ver como la pequeña de ojos de luna se escondía tras su gemelo, el cual tenía una pose heroica, dispuesto a defender a su hermana y asumir la culpa tras esta travesura.- Tranquilos, no soy madre como para regañarlos, hoy ha llegado.

Los ojos de los morenos se iluminaron y comenzaron a reir mientras se tomaban de las manos, serían por fin los magos que soñaron, seguirían la tradición de todos los hermanos antes que ellos, por fin podrían dejar su hogar y volar, llevaban meses contando día por día el cuando habría de llegar su carta.