Prólogo

Silencio. Las calles se sentían tan silenciosas y solitarias. Pero, no para cierta persona que corría por las calles de Forks, Washington sintiendo que alguien la estaba persiguiendo. Se metió por un callejón de la pequeña ciudad que tenía salida, suspiro de alegría. Comenzó a correr para llegar a la salida de aquel oscuro callejón, hasta que divisó que alguien estaba parado mirándola al final de ese pequeño recorrido. Lentamente volteo su mirada, por donde había ingresado a ese callejón y vio como un peludo perro de color rojo carmesí, se le quedó mirando con esos ojos marrones claros.

El lobo soltó un gruñido erizando su lomo, lo cual la pequeña joven se asustó y cayó al piso sucio y pedregoso. Tapó sus oídos cuando escucho un aullido de aquel lobo que se acercaba lentamente, volteo su mirada a esa persona que estaba al final del callejón, pero ya no estaba ahí. Sintió como algo la levantaba de aquel sucio piso, levanto su mirada encontrándose con unos ojos negros y una sonrisa tan cálida, que la hipnotizó.

-No te asustes dulce niña-sintió como acariciaba su mejilla, haciendo que cerrara sus ojos lentamente-bien pequeña, así se buena chica-susurro en su orejita y lo lamia lentamente.

En eso escucho un gruñido y vio que aun estaba ese perro peludo, casi a unos metros hacia el. Sonrió de lado, llevando sus manos a su cabello negro y rascándose.

-Si que osas interrumpir mi deliciosa cena-soltó una risa y lamió el cuello de la joven-si tienes hambre, búscate otro bocadillo, este es mio.

El lobo erizo más su lomo, soltó un gruñido y comenzó a correr a cierto pelinegro de ojos negros. En ese momento que estuvo apunto de atacar y clavar los dientes a esa piel fría. Sintió un dolor fuerte en su lomo, ya que lo tenían agarrado del cuello y contra la pared, haciendo un estruendoso ruido por el callejón y ocasionando un agujero en la pared el cual había sido golpeado ese enorme perro rojizo.

El pelinegro soltó un silbido y sonrió de lado.

-Vaya, vaya. Si es mi preciosa princesa y mis compañeros-sonrió cálida mente y jugando con el cabello de aquella joven que tenía en sus brazos- ¿Que os trae por aquí?

-¡Hmp!-soltó un monosílabo un chico de cabello castaño y ojos perla-tu bien lo sabes, la comida llama y solo veníamos a cazar, pero creo que nos llevamos un espectáculo lobuno-se cruzó de brazos apoyándose en la pared.

-Sin lugar a duda, creo que tuvimos que haber elegido la comida vegetariana en vez de ir por la carnívora-esbozo una sonrisa burlona una chica de cabello azulado y ojos perla-no se de donde sale tanto olor a perro mojado-se tapó su nariz con sus dedos blanquecinos.

-Sin lugar a duda nos lleva a la respuesta que tenemos a Sasori Akasuna delante de nosotros-dijo cierta chica de cabellos rosados y ojos jade- ¿que te trae por aquí Sasori?-le preguntó a cierto lobo que se transformaba en un chico de cabellos rojos y ojos color marrón claro-¡Contesta!-apretó más fuerte su agarre.

-Princesa Sakura-susurro despacio porque no podía respirar bien por el agarre de cierta chica-solo vine a cenar un poco de carne viva.

-Hay Sasori, todos venimos a cenar carne fresca y viva, pero que haces en nuestro territorio, sabes que estás incumpliendo las reglas-lo soltó de golpe haciendo que caiga al piso frío.

El pelirrojo comenzó a toser agarrándose el cuello y mirando con odio a esos seres de piel fría y soltó una carcajada llamando la atención de ellos.

-Solo perseguí mi comida, pero lastima que pasó por aquí sino ya me la hubiera devorado-sonriendo de lado y mirando a la joven que el pelinegro tenía entre sus manos-lastima, pero nuestra conversación terminó, un rico alimento está en mi territorio y no quiero que se me escape-olió profundamente y se convirtió en lobo riéndose de esa sangre fría.

Los cuatro se quedaron viendo como se fue ese lobo de color rojo y suspiraron, sabían que no podían atacar, aunque ellos más quisieran eliminarlos, tenían una tregua, pero puede que esa tregua un día se hunda como se hundió el Titanic. La pelirosa solo soltó un profundo suspiro y en eso sintió un olor deliciosa, un líquido rojo y tan dulce. Volteo su mirada con los ojos rojos dónde venía ese olor, lo cual ocasionó los mismos síntomas de sus dos compañeros y ahí lo vieron a cierto pelinegro succionando ese delicioso dulce del cuello de la joven chica.

-¿Que?-los miro el pelinegro sin dejar de alimentarse-es mi comida, no he cenado algo tan delicioso-soltó el cuello de la joven enseñando sus enormes colmillos manchados de color rojo y dulce.

Sus compañeros suspiraron.

-Ya es hora de irnos Sai-dijo la pelirosa dándoles golpes en su hombro.

-Como usted diga Mi Lady-sonrió de lado cargando a la joven la cual se alimento-es hora de enterrarte pequeña-le dio pequeñas palmadas en el trasero de la joven.

Los cuatro jóvenes se retiraron de ese oscuro callejón y a lo lejos se podía escuchar aullidos fuertes por los bosques de Forks y lobos corriendo por carne fresca.