[Two-Shot]
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(¸.•´ (¸.•` Slєєρlєssиєss `•.¸) `•.¸)
—Edward E. & R. Winry—
Summary: —Winry —bien, al menos ya podía pronunciar la «r». —¿Qué? —Ed, con mucha seriedad tomó la taza y se la llevó a sus labios para beber lo último. Su mirada era intensa. Muy penetrante. —¿Qué haces con mi abrigo?
Advertencias: Ninguna.
Disclaimer:
Fullmetal Alchemist © Hiromu Arakawa
Slєєρlєssиєss © Adilay Himelric
Notas: Debido al largo del fic decidí dividirlo en dos partes. Este además de ser mi primer EDWIN también sería mi primer ALMEI.
La verdad es que por un segundo pensé en ponerle Lemon pero después de escribirlo y ver que no hubo espacio para él… jaja, adiós al Lemon. Hola a la inocencia.
¡También quiero hacer propaganda a mi foro de FMA! La Puerta de la Verdad. El link se encuentra en el interior de mi perfil. Retos, actividades, juegos y mucho, mucho más. ¡Les invito a visitarnos!
Ahora sí, a leer.
•
—Slєєρlєssиєss—
PARTE
I
—¿Estás seguro de que esto es lo correcto, hermano? —preguntó Alphonse sintiéndose inseguro.
Mei al lado del menor de los Elric le tocó el hombro a su novio, le negó con la cabeza y ambos siguieron a Edward quién ya se había adelantado sin siquiera mirar atrás o decir nada.
El día en el que iban todas las familias a rendirles tributo a sus muertos era un tanto desconsoladora, a veces era nostálgica y muy pocas ocasiones hasta divertida (puesto que no siempre se iba recordando lo malo). Pero en el caso de la familia Elric, no era un día muy feliz.
Ya había pasado un año pero el dolor seguía picando con fuerza, la abuela Pinako Rockbell había dormido un domingo por la noche después de reprender a Edward por no saberse comportar, a Alphonse por haberse comido a hurtadillas el pastel de manzana que había en el refrigerador, a Winry por dejar sus herramientas de trabajo por donde se le ocurriese y para sorpresa de todos, había halagado a Mei por su exhaustivo trabajo como princesa de Xing.
A la mañana siguiente todos bajaron a desayunar, pero curiosamente la abuela no lo había hecho. No era normal ya que Pinako solía ser muy estricta con las horas de la comida por lo que Winry y Edward decidieron ir a su alcoba para recriminárselo al fin (entre risas y empujones) ante la total negativa de Alphonse.
Mei estaba en la cocina preparando los huevos en el sartén cuando el grito de Winry llamando a su abuela le hizo tirar todo su trabajo al suelo.
Alphonse y Mei subieron corriendo a la habitación nada más para encontrarse cara a cara con la desesperación.
Winry estaba sentada en el piso de madera con las manos sobre el rostro de la anciana que ya hacia recostada en su cama, mientras Edward salía disparado por un médico al pueblo.
Alphonse quién ya estaba especializándose en la materia desde ya hace tiempo, se acercó titubeando a la cama de la abuela; esquivando a Winry acercó sus manos al cuello de Pinako y miró a Mei con un semblante oscuro cuya declaración era muy clara.
El doctor que había llegado corriendo pisándole los talones a Ed solo dio el mismo veredicto que Alphonse.
Pinako Rockbell había muerto.
Una falla en el corazón mientras dormía, un paro cardíaco.
Todo había sido tan repentino.
El doctor tuvo que llevarse el cuerpo de la anciana para un estudio de rutina (ante los reclamos de Ed y Mei quienes estaban en contra). Alphonse y Winry no hablaron después de eso. Cada uno se encerró en su habitación y no salieron de ahí en toda la tarde.
Mei había podido persuadir a Alphonse de comer al menos unas pocas peras, no consideraba muy adecuado mostrarle manzanas. Por otro lado Ed había estado con Winry toda la noche, consolándola en silencio porque no había palabras que pudiesen aliviar el dolor.
Todo el humor y alegría con el que todos habían amanecido, se había esfumado.
Todo el funeral había sido sencillo pero conmovedor… y un tanto incómodo; en el velorio, muchos no se cansaron de repetirle a Winry que sus padres y su abuela ya estaban en un lugar mejor. Siempre insinuándole que se había quedado sola. Ed siempre ahuyentaba a esa gente con comentarios mordaces y miradas fulminantes. Silenciosas, pero furiosas.
Los hermanos Elric no se salvaron del mismo destino, gente que quería darles las condolencias porque no hace mucho tiempo que la verdad de que Hohenheim se había ido también, salió a la luz.
Mentiría si dijese que no fue un alivio cuando toda la muchedumbre se fue.
Los amigos de la infancia y Mei permanecieron en silencio mientras recogían tazas y platos donde antes se habían servido café y pan. Y después se marcharon a dormir viendo de reojo el ataúd negro en el centro de la casa.
Y después de unos días, pasó lo inevitable, la tierra consumió el cuerpo de Pinako Rockbell dejando como único recordatorio de su existencia una lápida con el epitafio: "Aquí ya hace la mujer más fiera y tenaz de Rizenbul". Un ángel con las alas envainadas y las manos juntas coronaba la lápida.
…
Los que quedaban lo superaron como pudieron, Edward y Alphonse pausaron sus viajes por un año, quedándose en Rizenbul para perfeccionar sus habilidades y conocimientos basándose en los libros que Sheska muy amablemente les había enviado desde Central después de recibir la petición de Edward.
Se podría decir que la única persona que parecía no sentir lástima por ellos por la muerte de Pinako fue la bibliotecaria de Central. Sheska fue muy clara cuando mandó su carta de pésame, después de todo, ella ya había sentido el amargo dolor de una pérdida como la de ellos.
"Jamás hay que rendirse, chicos. Si hay una forma muy efectiva para sobrellevar la partida de una persona muy querida, es recordándola con amor y respeto.
Sheska".
Curiosamente la carta sacó del silencio en el que Winry y Alphonse se habían metido. Ambos hablaban y seguían con sus vidas, Winry atendía a gente que llegaba desde muchas partes de Amestris solo para verla a ella y los hermanos junto con Mei investigaban la alquimia médica.
Poco a poco las aguas se iban aquietando.
Y solo después de un año (que según todos los habitantes de la casa, había pasando volando), estaban listos para visitar a la abuela y a Trisha Elric y Van Hohenheim.
Limpiaron las tumbas al igual que las otras familias, sacaron las flores marchitas y pusieron las nuevas en cada una de los sepulcros y hablaron en silencio con cada uno de ellos. Había tanto que decir y se tomaron su tiempo para decirlo.
Mei dejó sobre las tumbas lo que parecía ser una diferente para cada uno, diciendo que era una tradición en Xing; dar un obsequio con más que nada un reconocimiento de respeto hacia el difunto. Cuando Alphonse le preguntó sobre cada una, Mei le sonrió diciéndole que tenía que ser un secreto entre ella y ellos.
Edward sonrió un poco ante la insistencia de su hermano y las negativas de Mei, ambos lucían tan tranquilos y amenos que se sintió por un segundo fuera de lugar.
Si Winry estuviese ahí…
Pero ella se había encerrado a cal y canto en la habitación de la abuela (la cual los 4 habían limpiado sin tener el valor de tirar las cosas de la abuela. Dejándolas donde estaban), no había contestado a las llamadas de ninguno de los tres y permaneció ahí hasta que la puerta se cerró.
—Chicos, ¿qué les parece si vamos por Winry y visitamos el festival? —propuso Mei sonriendo un poco, con su brazo entrelazado con el de Alphonse.
El festival en honor a los difuntos se presentaba cada año con juegos y actividades; risas y alcohol por todos lados. Se supone que era un tributo a los que ya habían partido, pero cuando pasaban de las 11 de la noche (y los niños tenían que dormir) parecía ponerse más para adultos muy vivitos y animados. Por suerte para los Elric y Mei eran apenas las 6 de la tarde.
La olvidada y apagada panda de Mei se restregó contra la mejilla de Mei.
—Xiao Mei dice que le gustaría ir —Mei trató de animar un poco el ambiente.
La panda pasó del brazo de Mei al de Alphonse. Éste sonrió acariciándole la barbilla con su otra mano.
—No lo sé ¿tú qué dices? —le preguntó a Ed quién miró escéptico a la panda.
—Que no pienso dejarme manipular por una panda microscópica —zahirió a Xiao Mei, apartando la mirada, digno.
Pero Xiao Mei, gruñendo, le saltó encima furiosa arañándole el rostro.
—¡Suéltame pequeño engendro del mal! —gritaba Ed tratando de quitarse a la panda de encima. Mei y Alphonse rieron por la situación—. ¡Ja,ja! —rio sarcástico—, ¡qué gracioso! ¡Quítenmela de encima antes de que la convierta en un par de guantes!
Mei quitó a la panda de un malhumorado Edward.
—Lo lamento Ed —se disculpó aún riéndose—, pero eres que tú quién la alienta, insultándola. ¿Verdad Xiao Mei? —la panda le dio la espalda a Ed escondiéndose entre el cabello suelto de Mei.
Ed juró venganza en silencio.
—Como sea —gruñó—, dudo mucho que Winry quiera venir y no quiero ir a hacer una doble vuelta —no sin ella. Recuperó su estado serio y apagado antes de agregar—: andando.
Mei y Al se miraron indecisos antes de que Alphonse pudiese asentir y tomar la mano de Mei.
…
Winry Rockbell era en muchos sentidos, una chica fuerte. Había superado la muerte de sus padres, la huída de sus 2 mejores amigos, había aguantado verles hacer infinidad de tonterías en silencio, siempre esperando a que ellos necesitasen su ayuda; pero si algo cualquiera sabía, era que nadie era de teflón.
Ese dolor que había sentido cuando se le comunicó que sus padres habían muerto, y cuando más tarde, la madre de Al y Ed también se había ido, retornaba con fuerza. Como una bola de boliche contra los pinos, derrumbando todo a su paso.
Y ahora, abrazando uno de los suéteres de su abuela, acostada en la cama de la misma, Winry se preguntaba si en algún momento sería capaz de sobrellevar el dolor sin necesidad de llorar tanto. Había pasado un año y la muerte de su abuela le dolía tanto como en aquel día, en el que el doctor de Rizenbul le dijo que ya no había nada que hacer, soltando la muñeca de Pinako.
Las lágrimas no cesaban, no importaba cuantas veces Mei y Xiao Mei trataran de animarla con chistes y anécdotas; tampoco cuantas veces Alphonse y Edward la intentarán hacer (casi obligar) regresar a la cocina y al taller para que pudiese hacer lo que de antaño le levantaba el ánimo: la mecánica y los pasteles.
Hace dos meses había tratado de hacer un pastel de manzana; para hacerla corta, la cocina quedó hecha un desastre, el pastel se quemó y para variar se le habían caído incontables pedazos de cáscara de huevo en el interior. Ah sí, y el pastel sabía horrible.
No es necesario mencionar que Winry no ha pisado la cocina desde entonces y ahora Mei y Alphonse se hacían cargo de los alimentos.
Al menos seguía haciendo buenos automails, no había decaído en eso, o al menos no desde que después de 5 meses desde el entierro de Pinako Rockbell, Winry por error ensamblara mal todo el equipo de la pierna de Ed y éste terminara cayéndose por las escaleras. Por suerte Alphonse estaba con él para evitar que se matara.
Edward se molestó mucho, Winry lo escuchó refunfuñar durante todo el día cosas incoherentes (excepto cuando le volvió a ensamblar el automail, ésta vez bajo la atenta mirada dorada), pero él no le reclamó nada a ella… eso fue lo más doloroso.
Un mes tuvo que pasar para que Winry se ocupase de sus clientes habituales, muchos intentaban hacerla reír con chistes, pocos lo lograban pero eso ya era un avance.
Hace una semana cuando vio en el calendario la fecha que se aproximaba, decidió que no iría a ningún lado.
Se levantó rápidamente de su cama, se vistió, se bañó, desayunó café con pan y se encerró en la recámara de su abuela; por más que Ed, Al y Mei la llamaron, no salió hasta que escuchó la puerta de la entrara cerrarse y ver a los muchachos irse por la ventana.
Ahora estaba mirando por la misma ventana, pero en esta ocasión, mirando para ver si podía ver a sus amigos regresar a casa. Nadie llegó en los 10 minutos que estuvo ahí de pie, casi sin parpadear.
Winry suspiró antes de dar vuelta y salir de la habitación, removiendo el seguro de la puerta.
La casa jamás se había escuchado sola, su fiel can estaba durmiendo cómodamente en la sala, y al entrar a la cocina, ésta estaba vacía.
Ya no había abuela que preparase algo.
Sus ojos ya no tenían lágrimas que derramar, y su cuerpo al fin se había cansado de temblar; Winry se sentía como una hoja de papel a merced del viento. Caminando sin saber exactamente qué hacer, de un lado a otro, acomodando por inercia las sillas de la mesa y limpiando la misma con un trapo limpio ubicado cerca del lavabo.
Sirvió un vaso de agua y bebió y sin saber por qué se encaminó hasta la habitación que ocupaban Alphonse y Edward.
Aunque Alphonse y Mei ya habían dado el gran paso en una relación formar (que era anunciarla), la abuela designó que no era adecuado que Al y Mei se quedasen solos en una sola habitación por lo que Mei estaba durmiendo con Winry mientras que Ed y Al permanecían en la alcoba de siempre.
Al morir la abuela, muchos supondrían que era normal que Winry heredara la habitación de Pinako, pero no lo había hecho, lo había dejado limpio y ordenado como si temiese que en algún momento la abuela entrase por la puerta diciendo que quería dormir. Aunque a estas alturas ya había sido analizado la imposibilidad de eso.
Cuando dio un paso dentro de la habitación, el suave viento le golpeó en la cara; ambos hermanos dejaban la ventana abierta en las tardes por lo que dentro de la habitación siempre estaba fresco.
Las camas estaban ordenabas, una frente a la otra, pero las dos con las sábanas desarregladas y con algunas prendas encima. Fue fácil identificar la de Alphonse puesto que en la cabecera estaba un compartimiento diminuto parecido al de una cama superior, en donde seguramente dormía Xiao Mei cuando no aparecía en el cuarto de Winry cuando Mei la llamaba.
Winry giró la cabeza hacia la cama de Ed.
Al igual que la de Alphonse estaba desordenada. Pero algo ahí captó la atención de Winry.
Algo rojo…
Un gemido salió de sus labios al ver lo que era.
Hace años que no lo veía.
Titubeó un poco, pero finalmente pudo extender las manos y ver perfectamente lo que era. No se había equivocado.
El abrigo de Ed.
Estaba un poco raído pero no estaba mal, parecía estar en estupendas condiciones para ser usada de nuevo, la textura era un tanto rasposa pero aún así parecía ser una muy buena tela. Y no olvidar el símbolo en la espalda. ¡Justo como lo recordaba!
Cuando Ed era un tanto más pequeño que ella y cuando él había arriesgado todo por los que amaba.
Si esa prenda pudiese hablar, Winry estaría seguro que tendría muchas anécdotas que contarle.
De nuevo miró bien el abrigo.
Se mordió el labio, un poco indecisa por un extraño deseo que resurgió desde las cenizas.
¿Qué tal si…?
Metió una mano dentro del abrigo; sus brazos estaban descubiertos debido a que llevaba un vestido sin mangas, era azul cielo y era largo hasta sus tobillos, la tela pareció aceptarla, lo sintió.
No lo hagas. ¡Se enfadará!
Hizo caso omiso a la voz que curiosamente parecía ser idéntica a la de su abuela reprendiéndole algo. Y metió finalmente la otra mano.
Se acomodó la prenda, sacando su alborotado y descuidado cabello rubio dejándolo caer sobre el abrigo; no importaba si dejaba algún cabello sobre éste ya que Ed y ella de cabello rubio (y eran de melenas largas) por lo que el ex alquimista no podría diferenciar entre un cabello que era suyo y otro que no lo era.
Winry se permitió disfrutar de la sensación, ¡vaya! Ed realmente tenía brazos largos y con toda seguridad, fornidos; inundada de un curioso éxtasis, Winry se abrazó, aferrándose en las mangas rojizas como un par de rubís.
Bien, ya lo disfrutaste. ¡Quítatelo!
No, aún no.
Desde que vio a Ed peleando con ese inusual atuendo, un pequeño deseo de probarse aquel abrigo se había plantado en su interior.
Cuando el asunto de los Homúnculos se había terminado, y los Elric regresaron, Winry vio en uno de sus paseos nocturnos como un chico le daba su chamarra a su novia, quién le besaba en la mejilla dándole las gracias. El deseo retornó.
Vamos, podría llegar en cualquier momento, ¿y qué le dirás? ¿EH?
Al diablo, había esperado mucho.
Se permitió reír, por primera vez en un año, Winry rió con ímpetu mientras daba pequeñas vueltas en el centro de la habitación. Sintiendo su vestido ondear y el abrigo siguiendo su ejemplo.
Una, dos y tres vueltas.
Se permitió soltarse y estirar las manos, dejando que vagaran libres con cada vuelta que daba, volando junto a ella. La sensación era hermosa…
¡PUM!
Pero todo lo hermoso algún día tenía que terminar.
—¡Auch! ¡AAWW!
Sin saberlo, Winry se acercó demasiado a la cama de Ed y terminó golpeándose el dedo pequeño del pie derecho. ¡Y dolía como el infierno! Se agachó y trató de sobarlo. La manga derecha rozó la piel de su dedo, entonces el dolor se fue calmando poco a poco.
Bien, ya había sido…
Winry bostezó.
De nuevo se acomodó el abrigo y se permitió mirar por la ventana de nuevo, salió incluso de la casa, pero nadie llegaba. Seguramente los muchachos se habían ido al festival sin ella.
No era como si hubiese querido que intentarán persuadirla para que asistiera (no tenía ningún ánimo de festejar nada), pero el pensar que los tres chicos se estaban divirtiendo sin ella le hacía un hueco en el estómago.
Cerró la puerta y fue a la habitación de su abuela dispuesta a poner seguro a la puerta de nuevo.
Pero al intentar abrir la puerta, el pomo se negó a darle el acceso.
—¿Pe-pero qué…? —intentó girar pero el pomo no daba tregua.
Maldición…
Seguramente había dejado el seguro por dentro, tendría que ir por sus herramientas para que pudiese abrir la puerta, pero se sentía demasiado cansada, la noche anterior había estado llorando hasta que se durmió a las 3 de la mañana para despertar a las 5 de un sobresalto.
Ni modo, iría a su habitación.
A diferencia de Al y Ed, Mei y ella no tenían camas separadas, la cama de Winry servía muy bien a ambas y no les resultaba incómodo dormir juntas (aunque en un principio lo fue). Las maletas de Mei estaban a un lado de su ropero y por el momento no había alteración alguna de que en su habitación vivía una invitada. O 2 sin contamos a Xiao Mei.
Se echó sobre su cama sin siquiera asegurarse de cerrar la puerta, simplemente se quedó dormida.
Con el abrigo puesto.
…
¡Estúpida enana!
Edward Elric refunfuñaba mientras bebía un poco de ron de un tarro que si bien podía ser igual de grande que su cabeza, no pesaba tanto ya que le había vaciado más de la mitad.
Mei le había persuadido a que los acompañase a ella y Alphonse, y de ahí todo se fue al carajo.
Primero la muy boba se emborrachó con un tarro pequeño después de estar jodiendo a Alphonse para que se lo comprase, estuvo 2 horas diciendo: «por favor, quiero uno, quiero uno, ¡quiero uno!», pues bien, Alphonse terminó accediendo advirtiéndole a Mei que no iba a comprarle otro.
No hubo necesidad puesto que la pequeña princesita se rindió ante uno solo trago de alcohol.
Decir que se puso violenta fue poco cuando un transeúnte le tocó el trasero. Y para variar no solo Mei persiguió al pobre imbécil, Alphonse y él habían estado bebiendo junto a ella. Y Alphonse era un alquimista muy fiero cuando bebía, y muy posesivo cuando perdía el control de sí mismo.
Encerraron al pobre sujeto en una prisión de tierra, el idiota también estaba borracho así que eso no les importó a los Elric.
Ed admitía que no le importó hacer nada cuando la novia del pobre desgraciado (también ebria) se echó a llorar pidiéndole a Alphonse que lo liberase.
Mei era muy celosa cuando el alcohol se introducía a su sistema.
La metió junto con el hombre dejándoles un pequeño hueco para que respirasen.
Pero eso no fue lo que puso a Ed de malas, sino que Mei se atrevió a ponerse cariñosa con Alphonse. Y éste motivado también por el alcohol no dudó en seguirle el jueguito a Mei. Le dejaron solo en un parpadeó.
—Maldita enana calenturienta… —masculló meciendo el tarro sintiendo como el ron se esparcía por su mano—, seguramente está pervirtiendo al imbécil de mi hermano… ¡ja! Qué digo… seguramente ambos están igual de corrompidos… metes sucias…
No se dio cuenta hasta que chocó contra la puerta, pero gracias al cielo había llegado a la casa correcta.
Rió como idiota un poco y como pudo abrió la puerta. Ah, eso sí, el ron no debía desperdiciarse más.
Caminó a trompicones por la sala, bebió un poco más de ron. Debía ir a su habitación… otro poco más de ron… un poco más.
¡Diablos! Se acabó. Agitó el tarro hacia abajo, parpadeó varias veces pero sus nublados ojos no le engañaban, se había terminado el ron. Soltó el tarro y curiosamente no lo escuchó caer ni rodar.
Tropezó de nuevo hasta caer en su cama, sí esa era su cama, estaba al lado de la ventana y podía ver la luna, no era llena… ¿qué tipo de luna era esa…? ¡Lo sabía, estaba seguro! ¿Pero cuál…? ¡Ba, no importa!
Estiró los brazos y algo le bajó un poco la ebriedad. ¿Qué diablos?
Se levantó rápidamente y enfocó varias veces su visión para notar que efectivamente, su inseparable abrigo rojo había desaparecido.
¿Ladrones?
Malditos, ¿cómo diablos osaban a robar su muy amado abrigo?
Recordaba (apenas) que había tomado la decisión de reconstruir el abrigo usando algunos trozos de tela del anterior; no le había costado mucho el mandar a hacerlo con un sastre, pero su valor sentimental era inmenso.
Salió de su habitación tropezando con las paredes, rápido, en buscar de alguna pista… ¡un minuto! Si ladrones habían entrado a la casa y Winry se había quedado…
—¡Winly! —articuló apenas sosteniéndose de las paredes para no caer; su visión se distorsionaba, pero su imaginación haciéndole jugarretas donde Winry era cruelmente tratada por bandidos llegaron tan rápido como una bala—. Winly… po favo… —sintió que fue lento, pero llegó al cuarto de la abuela donde comenzó a golpear—, Winly… —llamó una y otra vez.
¿Acaso Winry estaba…?
¡Dios mío, no!
¡Winry!
…
Los ojos de Winry se abrieron ante el escándalo provocado afuera; los golpes a la puerta y los gritos desafinados de Ed le ayudaron a entender apenas despertó que algo no iba bien. Y al parecer era ella…
Se miró y vio que sus brazos aún eran cubiertos por el abrigo… ¡puta madre, se le había olvidado quitárselo!
Te lo dije. Ahora está furioso.
¡Oh ya cállate!
Se levantó dispuesta a disculparse con Ed; después de todo si él se habría tomado la confianza para ponerse una de sus faldas (rió ante esa imposibilidad) ella lo habría acabado con una llave súper pesada.
Empujó la puerta abierta y se encontró con un desesperado y borracho Ed.
—Winly… ¡able, Winly!
No debería… pero…
Antes de sacar la llave que por inercia llevaba en la espalda en un cinturón… por las emergencias… vio las lágrimas en Ed.
¿Lo ves? No eres la única que sufre, niña.
Él pareció rendirse, cayó de rodillas con las manos y la frente pegadas a la puerta. Edward Elric estaba borracho, y lloraba.
—Winly… able… able…
En vez de usar su llave de mecánica, Winry le dio un pequeño zape en su nuca. Ed la miró asombrado y con los ojos inyectados en rojo.
—¿Qué abra qué, tonto? —le dijo severa.
Pero Ed sonrió y sorpresivamente le abrazó las piernas… menos mal que usaba un vestido largo porque de haber usado sus faldas pequeñitas Ed estaría tocando su piel desnuda… no, solo la de sus piernas, no quería decir nada más… ¡nada más!
—¡Suéltame, ¿acaso estás loco?! —intentó quitárselo de encima pero Ed se mantuvo firme—. Hueles a ron, ¡has estado bebiendo! Eres un tonto, un tonto y un borracho…
—Culpale —masculló sonriendo, Winry sintió como Ed comenzaba a tener arcadas.
—¡Ay no! ¡No, no, no! —con la fuerza monstruosa con la que se le conocía, se quitó a Ed de las piernas y por suerte, por un pelo de gato, alcanzaron a llegar al inodoro donde Ed descargó solo el ron; cuando Winry se dio el valor de bajar la palanca notó que no había ningún rastro de comida en medio del alcohol rechazado por el organismo de Ed.
El idiota no había comido nada antes de ponerse a beber. Sí que era un idiota.
Se quedaron un rato en el baño antes de que Winry bajara a la cocina para conseguirle a Ed algo para que comiese, Ed bajó con ella. Se sentó y pegó la cabeza en la mesa.
Winry le puso una taza de té verde y un pedazo de pollo recién calentado. Lo hizo comerse todo.
—Gracias —susurró un poco ya más aliviado. El cabello se había desordenado y además del ron, parecía oler a caja de arena para gato.
—¿Qué tanto has estado haciendo? —Winry estaba sentada frente a él. Ed alzó los hombros.
—No sé. Creo que… le debo a alguien una maceta… y a otro… —se llevó a la boca otro pedazo de pollo—, no sé… un martillo…
—¿Para qué demonios un martillo?
—No lo sé.
Vaya, Edward Elric diciendo más de una vez «no lo sé». Debería estarlo filmando para venderle la cinta al Führer Mustang.
—Winry —bien, al menos ya podía pronunciar la «r».
—¿Qué?
Ed, con mucha seriedad tomó la taza y se la llevó a sus labios para beber lo último. Su mirada era intensa. Muy penetrante.
—¿Qué haces con mi abrigo?
Jaque Mate.
Estúpida vocecita, ¡cállate ya!
Piensa, piensa, ¡piensa rápido!
—Eh… ¿qué? —se cruzó de brazos y se negó a mirar a Ed, quién alzó una ceja acusatoriamente—. ¿Acaso aún no ves bien? ¡Aún sigues borracho! —se levantó rápido—. ¡Alucinas!
Quiso huir hasta su alcoba y encerrarse de nuevo, pero el agarre de Ed no se lo permitió. Era claro que ebrio o sobrio no le iba a dar tregua si era para burlarse de ella.
—Creo que sé diferenciar muy bien aún entre el azul y el rojo —dijo deteniéndola en el primer escalón—, admite que tengo razón.
—Lo admito —ya qué, pero hacerlo fue difícil, ahora iba a tener que aguantar las burlas—, ¡iba a quitármelo, pero se me olvido!
—Eso no es lo que quiero saber.
Winry entonces lo miró sorprendida. Ed tenía el semblante más serio que había visto desde hace algunos años.
—¿Entonces qué es?
—¿Por qué?
—¿Eh? ¿Por qué?
—Sí, la madre de todas las preguntas, ¿por qué? Y en este caso, ¿por qué entraste a mi habitación y tomaste mi abrigo?
La presión en la mirada de Ed y la fuerza de su agarre no le permitieron mentir, pero tampoco iba a serle 100% honesta. Sería un tanto vergonzoso.
—Tuve curiosidad…
—Curiosidad —repitió alzando las cejas.
—Sí, curiosidad; no dormí bien y no sabía lo que hacía.
—Pero ya dormiste bien.
—S-sí —dijo un tanto azorada. El cabello suelto era el culpable…
Ed sonrió y le soltó antes de caminar escaleras arriba.
—Me alegro.
—Oye, espera, te lo regreso —dijo con intensiones de quitárselo, pero Ed se giró y para estar borracho fue una suerte que no cayese encima de ella y ambos rodasen. Presionó sus grandes manos sobre sus delgados hombros.
—Dijiste que habías podido dormir bien.
—Eh… sí, pero…
—Entonces quédatelo, hasta que puedas dormir sin él —le dijo soltándola para continuar su camino—. Gracias por la comida.
Winry se quedó ahí hasta que vio de reojo como Ed abría la puerta.
—¡No te vayas a arrepentir! —le apuntó con su dedo—, ¡o te haré comer tierra!
—¡Ajá!
Bueno, no te fue tan mal.
Lo sabía.
—Abuela —susurró sin ninguna pizca de lágrimas—, gracias por todo. —Sonrió y se fue a dormir ella también.
Un minuto… ¿dónde demonios estaban Al y Mei?
…
Al día siguiente, Winry se había levantado temprano, se había bañado y como predijo, nadie estaba despierto aún. Mei no había llegado a dormir y solo esperaba que no se fuese a dormir con Al en la habitación que éste compartía con Ed.
Se había preguntado varias veces si era necesario abrir la puerta de la habitación pero se sentía insegura, parcialmente de encontrar a Ed despierto y parcialmente de encontrar a Al y Mei en una situación… comprometedora.
Suspiró, ya tenía su pantalón y su blusa, junto a su paliacate rojo sobre su cabeza, estaba lista y motivada para trabajar; pero primero haría el desayuno para todos sus borrachos (y seguramente, crudos) amigos.
Exprimió algunas naranjas y se permitió beber a gusto mientras contemplaba la mañana desde la ventana abierta. El sol jamás había lucido tan brillante.
Sonrió.
—Hoy hace un buen día —dijo como cuando le hablaba a su abuela, ella siempre le respondía «perfecto para trabajar» a lo que Winry siempre contestaba «entonces manos a la obra».
Pero a diferencia de las últimas veces en ese año, sabía que su abuela no…
—Perfecto para trabajar —le susurró la voz de su abuela en su oído.
Winry se giró rápidamente, no había nadie. No lo había imaginado.
—Manos a la obra entonces —susurró en respuesta. Tal vez fue porque abrió la ventana, pero sintió una pequeña corriente acariciándole la mejilla.
La puerta de la entrada se abrió y cuando Winry fue a recibir a los recién llegados, los vio con pasto por todos lados, la ropa, el cabello, la cara, los zapatos.
—¿Pero qué les pasó? —les preguntó a Alphonse y Mei. Éstos con semblantes de zombis simplemente rieron y negaron con las cabezas.
—Nada, nada —dijo Alphonse—, voy a darme un baño.
—Después voy yo —le dijo Mei quedándose en la sala.
Alphonse salió del parámetro de visión de Winry antes de que corriera en dirección a Mei.
—¡Desembucha! ¿Qué ocurrió? —preguntó Winry con el corazón latiéndole al mil.
—Nada —contestó cansada—, dormimos juntos.
—¡EH! —Winry sintió su cara arder. Mei al verla se sorprendió y se sonrojó igual que la rubia.
—¿En qué estás pensando? —gritó Mei azorada—, ¡no pensarás…! ¡No lo haces…!
—Dijiste que… tú y Al… durmieron juntos —tartamudeó Winry con la cara completamente roja.
No era posible, si esos dos eran mucho menores que ella y Ed.
¿Y qué tiene que ver él en esto?
Winry se sonrojó aún más.
—¡No, no, no! ¡No me refiero a "dormir juntos"! ¡Si no que… solo… dormimos juntos! —intentó explicarse antes de que un grito arriba de las escaleras resonara.
Oh no.
—¿Qué quieres durmieron juntos? —exclamó Ed bajando las escaleras a trompicones—. ¡A ver enana! ¡Explícate eso de que tú y Al durmieron juntos!
—¡Pues seguramente eres estúpido porque no entiendes el concepto de dormir! —le replicó Mei aún peor que Winry que ya era decir puesto que Ed había bajado solo con unos pantalones de mezclilla y sin nada más.
Tal vez Mei fuese inmune a la reacción que provocaba ver a un chico en esas fachas; tal vez un porcentaje se debía a que Al parecía ser un poco más robusto de los hombros que su hermano y si ambos hacían las mismas actividades físicas… ¡madre mía! ¡Deja de pensar en eso!
Entonces, Al y Mei…
¡Eran demasiado jóvenes!
—¡Tú tienes la culpa, enana infernal! ¿Acaso a eso te dedicas, a corromper niños? —la acusó Ed.
—¡Al-sama es más grande que yo…!
—¡Ya qué que es más grande que tú! ¡Tú eres una enana! ¡Una enana pervertida!
—¿Yo soy la pervertida? —exclamó Mei rechinando los dientes—. ¡Al-sama y yo solo dormimos juntos!
—Mei… no estás ayudando en esto… —masculló Winry. Por dios, todo lo que Mei decía podía tomarse en un doble sentido.
Y bueno, imaginar a Al y Mei…
Pues si se le podía ver bien, ahora mismo con su altura y complexión, Alphonse cabría muy bien en la armadura que había usado como cuerpo en antaño, y si a eso le sumábamos que Mei era aún más pequeña que Winry…
Eres una enferma, Winry.
¡No era su culpa, Mei y sus estúpidas excusas!
¡Y maldición, el torso desnudo de Ed no le ayudaba a distraerse!
Meneó la cabeza de un lado a otro. Y menos mal que llegó una salida.
—¡Hey! —exclamó Alphonse recién bañado. Menos mal que él si se había apiadado de los ojos femeninos poniéndose una camiseta negra y pantalones blancos; pero iba descalzo y con todo su cabello aún mojado esparcido por sus anchos hombros…
Definitivamente estos 2 hermanos tenían algo en contra de las buenas intensiones femeninas.
Pero Ed se encarriló para fastidiarlo a él también.
—¡Decía la enana que habían dormido juntos!
Con un rostro que pintaba perfectamente la incredulidad, Alphonse miró a Mei por encima del hombro de su hermano.
Mei alzó los hombros.
—¿Qué? —preguntó Alphonse. Un poco sonrojado ante la mirada de Ed.
—Así que ya estás corrompiendo enanas —le dijo acusador, cruzándose de brazos.
—¡Oye! —exclamó Mei antes de que Winry le tocara el hombro.
—Mejor ve a bañarte, después lo golpeas —le dijo intentando sonar no tan incómoda.
—Te han salvado —le dijo Mei a Ed antes de irse no sin antes levantar su puño en símbolo de amenaza.
Alphonse se deshizo del agarre de Ed y bajó hasta Winry.
—Buenos días —¡al fin, alguien con educación!
—Buenos días —contestó Winry un tanto aliviada de que el tema haya sido enterrado. Tragó saliva en paz.
—¡Ba! —refunfuñó Ed bajando de las escaleras también, pero se detuvo por un segundo y olfateó el aire—, ¿algo se quema?
Winry pensó.
—¡Los huevos! —exclamó al salir corriendo a la cocina. Maldición si tan solo no se hubiese entretenido con esos mal pensados…
¿Y el torso de Ed?
¡Qué te calles, maldita sea!
…
—Aún no me has contestado —refunfuñó Ed. Alphonse le miró de reojo.
—¿Sabes? Creo que hay cosas que uno prefiere guardarse para sí mismo de vez en cuando —respondió alzando una ceja—. Además, ¿acaso ya se te olvidó quién iba con nosotros?
Ed pareció meditarlo.
¡Bingo!
—Es verdad, ¿dónde está ahora?
—Durmiendo. —Xiao Mei estaba ahora mismo durmiendo, agotada, en la camita arriba de su propia cama. Echa bolita y llena de pasto también.
—¿Y sí no hubiese estado ahí? —preguntó Ed acusador con una sonrisa pícara.
—Qué sé yo —Alphonse correspondió a la sonrisa sin poder contenerse.
Ni Mei ni él estaban tan borrachos como Ed lo estuvo, pero bueno, ¿qué se le podía hacer cuando tu novia caía desmayada de pronto?
Pero la pregunta aún volaba, ¿qué hubiese pasado?
—¡Se ha quemado todo! —exclamó Winry.
Sí, tal vez eso…
—¿Qué se ha quemado, Winry? —preguntó Ed yendo a la cocina junto a Alphonse.
Winry refunfuñaba raspando un sartén con la espátula.
—Los huevos…
—¿Estabas… cocinando? —preguntó Ed un tanto sorprendido.
—Sí —lo miró amenazadora—, ¿acaso no puedo?
—No, no, no… no dije eso…
Madre mía, Alphonse a veces pensaba que sería peligroso dejar que Winry o Mei (sobre todo Mei) hablasen con la maestra Curtis Izumi o con esa mujer que poco tenía de piadosa, Olivier Milla Armstrong, quien por cierto, frecuentaba comunicarse con la maestra Izumi. El resultado de una amistad entre las cuatro lo ponía a temblar; y es que no podría imaginarse algo peor que eso.
—No hay remedio, voy por más —dijo Winry suspirando.
—¿Más?
—Ya no hay más comida, Ed. —Winry los dejó en la cocina pero su voz no se dejó de oír hasta que salió de la casa—. Voy a salir para comprar algo, deben comer algo después de tanto alcohol que ingirieron.
Alphonse y Edward miraron el sartén quemado en el lavaplatos y después se sonrieron.
—Winry estaba cocinando —dijo Al notándose muy feliz. Ed asintió.
No había mejor señal de un nuevo amanecer para Winry que verla tan activa por las mañanas.
—Dile a la enana que no se tarde mucho en el baño, quiero darme una ducha también. —Ed subió las escaleras para tomar poco después el pomo de su habitación, pero lo dejó por un segundo para ver la puerta de la habitación de Winry.
Pero lo malo era que ahí también habitaba el dragón de Xing. Ese que había (quién sabe cómo) cautivado a su hermano.
—¿Se te ha perdido algo? —le reclamó Mei a un lado suyo. Ed se giró de un salto.
—¡AH! ¡Gracias a Dios! —exclamó Ed sosteniéndose le pecho—, ¡estás vestida!
—Cierra la boca exhibicionista aprovechado —dijo Mei sin inmutarse. Sonrió pícara—. No creí que te funcionaría.
—¿El qué? —preguntó fingiendo inocencia.
—Oh por favor —Mei puso las manos sobre su cadera; vestía un par de pantalones vaqueros y una camisa de manga larga de cuadros—, ¿de verdad crees que no me di cuenta lo divertido que estabas cuando Winry te vio?
Ed sonrió cómplice.
—No eres tan tonta como creí —dijo vencido. Mei sonrió alzando los hombros para reunirse con su novio—. ¡Espero que no hayas dejado un desastre en el baño!
—¡Vete al diablo!
Edward rió bastante. Hasta que vio la puerta de la habitación de la abuela Rockbell. Aunque no borró su sonrisa, simplemente dio la vuelta y se fue a bañar.
CONTINUARÁ…
Como dije, este es mi primer fic de FMA por lo que me gustaría saber lo que piensan acerca de mi graduación con ésta serie y éstas parejas en especial.
Por otro lado, el foro de ésta serie que manejo pueden hallar el link directo dentro de mi perfil, hay juegos, actividades y retos. Pueden proponer y opinar al respecto, toda voz es escuchada.
¡Gracias por leer! Hasta el último capítulo de éste fic.
JA NE! ;)
