Fue extraño descubrirme sonriendo cada vez que salía de escena sin siquiera la necesidad de oír alguna de sus graciosas bromas o incluso, sin verla argumentar algún agudo comentario. Pero cuando de pronto me encontré buscándola con la mirada entre el tumulto de gente o cuando mi mano de manera inocente la encontraba sobre el escenario todo se torno aterrador, pero mas aterrador fue cuando me di cuenta que ese contacto no planeado y que esa búsqueda incesante de su mirada me gustaba, me atraía, me excitaba. Y de pronto me encontré extrañándola sentada en el sofá que compartíamos casi a diario en nuestro departamento, oliendo su perfume desperdigado en la tela de los almohadones que abrazaba en las noches que casi nos dormíamos viendo películas, una prácticamente sobre la otra, con nuestras piernas enredadas por algún juego infantil, o cuando me encontraba con su cabeza recostada en mi abdomen mientras hacia un intento por no respirar fuerte para que no despertara.

Incline mi cabeza hacia adelante y la deje oculta entre mis manos como si ese simple acto evitara que la realidad me golpeara, suspire desecha por mis pensamientos y mas confundida de lo que había estado en siglos, se suponía que la adolescencia había terminado hacia ya un buen tiempo, estas cosas no deberían de estar pasándole a un adulto. De pronto el ruido del picaporte de la puerta principal se abrió despreocupadamente, las bolsas se apiñaron en la entrada mientras una silueta femenina se esforzaba por maniobrarlas, cerró el portal con un ligero toque de su pie mientras yo podía divisar desde mi escondite unos Jimmy Choo en color negro avanzar hacia mi con determinación, esas piernas bien trabajadas que se perdían bajo el vestido blanco me dejaron pasmada, me salí de entre mis brazos y la miré a los ojos, ese día la morena estaba mas radiante que nunca si es que eso era posible, me arrojo su mejor sonrisa de un millón de dólares y sentándose a mi lado sacó una pequeña caja de terciopelo de una de las bolsas, articuló un escueto –te he traído un obsequio- y la cadena de oro blanco con un dije pequeño, idéntico al que ella llevaba en su cuello me dejó helada, -es para que siempre estemos juntas a través de esto- exclamo quitándomela de la mano y apresurándose para colgarla a mi cuello. Observe la delicada pieza de joyeria, luego a ella y suspire profundamente dándome por vencida ante lo que sentía, en definitiva y por mas que lo negara estaba totalmente enamora de mi compañera de set, de mi compañera de piso, de mi mejor amiga, estaba enamorada de Lea.

L- ¿Te gusta? – pregunto expectante mientras jugueteaba con una de mis manos.

D- Es preciosa Lea, pero no entiendo a que se debe el obsequio, aún no es mi cumpleaños- exclame mientras no me atrevía a quitar los ojos de la cadena por miedo a cometer una tontería.

L- ¿Tiene que haber un motivo para hacerle un obsequio a mi mejor amiga?- sonrió escuetamente y volvió a ponerse de pie para tomar las bolsas que había traído de su intensa tarde de compras, se dirigió a su habitación y antes de cruzar por la puerta se giro sobre sus pies y volvió a observarme- es tu turno de preparar la cena, ya sabes lo que me gusta- lo sentí una total y absoluta provocación, pero sabía que eran solo mis ganas de que así fuera, ya que ella se había comportado igual desde el momento en que nos conocimos. Así que vencida, cansada y distraída por mis pensamientos, hice lo que hacía siempre que me tocaba la cocina, tome el teléfono y marque al restaurante chino de la cuadra siguiente, la morena amaba la comida asiática, yo por mi parte odiaba la cocina.

Dianna necesito que sujetes su camisa con ambas manos como si fueses a arrancársela- dijo el fotógrafo al tiempo que Lea dejaba relucir sus turgentes pechos a centímetros de mi cara, enmarcada en ese aspecto de colegiala que la volvían una completa locura para mi débil mente. No supe en que momento nos volvimos la atracción principal de Glee, pero hacia meses que todo giraba en torno a nosotras, entrevistas en todos los programas, en las entregas de premios, en las fiestas, y las sesiones de fotos que nos organizaba la productora casi semanalmente. Todo se resumía a esto, ella y yo juntas a donde sea que fuéramos, y el hecho de más conocido de que vivíamos juntas solo dio lugar a cientos de especulaciones sobre nuestra relación, que a pesar de mis sentimientos era solo de buenas amigas. Lea parecía disfrutar la atención extra, incluso se divertía haciendo comentarios de doble sentido para la prensa, sujetando mi mano mientras estábamos en publico y acercándose peligrosamente a mi boca cada vez que tenía la ocasión. Yo por mi parte no tenía mas opción que seguirle el juego, me prestaba para sus insinuaciones y dejaba que toda la prensa viera nuestras cadenas idénticas cada vez que nos sorprendían en algún evento.

Y así fue como la bola de nieve se fue haciendo tan grande que acabó estampándome contra el suelo, se que debí haberlo detenido antes, cuando apenas comenzaron los roses en privado, cuando ya no actuábamos para las cámaras ni para la gente, cuando en aquella disco comenzó el juego de un beso para nuestros amigos y luego, tres día después acabamos en una fiesta enredadas una en brazos de la otra, con algunas copas de más, ella en su magnifico vestido azul ceñido a su perfecto cuerpo y yo en aquella prenda amarilla que me hacía lucir como una niña inocente, aspecto que acabó por torcerse cuando Cory me presto su saco negro que me quedaba gigantesco. No se muy bien como fueron las cosas ya que mi memoria es vaga con respecto a esa noche, solo se que en algún momento entre los cigarros y los chupitos de tequila Lea se abalanzó sobre mi como un tigre hambriento y me devoró a besos hasta que ya no pudimos contenernos mas. Sin pensarlo siguiera una milésima de segundo la saque de ahí, la arrastre entre besos hasta una habitación vacía, serré la puerta con seguro detrás de mi y me deje perder en las curvas de esa mujer que me volvía loca a diario. Esa madrugada le hice el amor una y otra vez, ebria de deseo ante cada uno de sus gemidos, me enredé en su pelo y en su aromo hasta que no cupo espacio entre su piel y la mía, y finalmente, con el sonido del amanecer tocando en la ventana me dejé caer a su lado rendida, y mientras mis ojos se cerraban con mi cuerpo aún aferrado al de ella, mi mente dejó escapar aquellas palabras que tanto me atormentaban –Lea… te amo.

Lea te amo, fue lo ultimo que recuerdo haber pronunciado antes que el sueño se apoderara de mi, y eran exactamente esas palabras las que ahora estaban matándome por dentro. Alguien se retorcía a escasos centímetros de mi cuerpo desnudo, el aroma a vainilla que desprendía aquel cuerpo me embargo por completo llenándome de el y dejándome en un estado de transe. El sonido de las aves provenientes desde el exterior parecía que iban a acabar con aquel perfecto silencio, mi cabeza se sentía a morir, tenía un martillo golpeteando dentro de mi cráneo a punto de estallar. Lea me abrazó finalmente, dándome a entender que había despertado al fin, yo me quedé helada con mi mirada perdida en el cielorraso, el cuerpo se me quedo entumecido al sentir el rose sutil de su mano en mi vientre y no supe que hacer. La noche anterior había sido una completa locura y podría significar el final de mi amistad con la morena, el final de la vida tal y como la había conocido los últimos dos años.

L- Buenos días- exclamo adormilada sin atreverse a abrir los ojos- creo que nos hemos pasado de la raya- su sonrisa perlada se escapó de su boca y yo no pude evitar sucumbir ante esa imagen con la que había fantaseado tantas veces, pero que jamás pensé que se volvería realidad ni en el mas optimista de mis sueños. Ahí estaba, la mujer que amaba, que me desvelaba a diario y por la que no podía parar de suspirar, desnuda a mi lado, abrazada a mi cuerpo después de una larga noche de pasión.

D- Así parece- dije mientras levantaba la sabana para notar que ella también estaba desnuda y aún enredaba sus piernas con las mías.- ¿Recuerdas algo de anoche?- pregunte sin mas rodeo con un miedo embriagador temiendo ya la respuesta.

L- Tengo recuerdos muy vagos, y algo confusos, supongo que se irán acomodando con forme pasen las horas y se me vaya la resaca- toco su cuello delgado en un gesto muy sensual mientras se estiraba para ocupar mayor cantidad de cama y despegarse un poco de mi lado.- ¿Tu recuerdas algo?

D- Lo ultimo que tengo en mi mente es a ti lamiendo sal de mi cuello para beberte un chupito de tequila- mentí descaradamente, no era ni por asomo mi ultimo recuerdo, aunque si bien el orden de los factores estaba algo desordenado, para mi desgracia tenia total conciencia de lo que había hecho la noche anterior.

En ese preciso instante la vi ponerse de pie y caminar hasta el baño envuelta en el edredón, casi sin darle importancia a la obvia situación que había ocurrido entre nosotras, yo suspire profundo, sintiendo que había sido algo aislado, algo de lo que no era necesario hablar, una tontería de niñas ebrias, pero me equivoque una vez mas. Lea giro el pomo de la puerta con algo de duda y se quedó clavada en el piso, como si le hubiese llegado de golpe una revelación divina, volteó su cabeza hacia mi, y casi sonriendo exclamo en un susurro que pude oír perfectamente.

L- Yo también te amo Di.