Disclaimer: Los personajes de Free! Eternal Summer no me pertenece, son propiedad de KyotoAnimation, Utsumi Hiroko y Kouji Ouji, yo sólo los tomé prestados con el fin de entretener. Además, la historia original de "Como si fuera cierto" o "Ojalá fuera cierto" en la cual me inspiré para realizar el fic, está dirigida por Mark S. Waters, a su vez basada en la novela del mismo nombre del escritor Marc Levy.
Sinopsis: Makoto lleva meses en coma por un terrible accidente. Su familia, devastada, decide poner en alquiler su apartamento, y el nuevo inquilino, Sousuke Yamazaki se muda de inmediato. Lo que no se imagina es que se verá obligado a compartirlo con el espíritu de Makoto, en un último intento de aferrarse a la vida. (Adaptación de la película "Como si fuera cierto") [SouMako].
Advertencia: Relación entre hombres, Universo Alterno, Sobrenatural, Spirit!Makoto, OoC intencional.
Como si fuera cierto
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Capítulo 1
Las grisáceas y esponjosas nubes en el firmamento giran en círculos, como formando un espiral, casi una escalera al cielo. Estas se abren levemente, dando espacio a los primeros y cálidos rayos del sol, para luego esfumarse por completo. El muchacho, sentado en una silla roja de plástico, puede sentir cada una de las seis mil flores que adornan aquel espectacular jardín, mientras mantiene sus ojos cerrados. Luce sus jeans favoritos y su camiseta a cuadros que le regalaron en un cumpleaños. Su cuerpo recto en el asiento, con la cabeza bien en alto, respira profundo. Arbustos de todo tipo de tamaño y forma, ubicados de igual manera en espiral a las primeras nubes. Flores rojas y amarillas son las que abundan en la enorme variedad de colores, sus preferidas, podría decirse. El olor a lluvia reciente, a naturaleza completamente viva, el revolotear de aves y el zumbido de abejas. Exhala por fin y entierra sus descalzos pies en la fría y húmeda tierra que se esparce entre sus dedos. Cuánto amaba ese jardín.
De repente una mano sacude uno de sus hombros y lo despierta de su dichoso sueño.
–Makoto-san –le llama una voz femenina. Abre sus ojos, un poco exaltado y mira hacia todos lados. Es la sala de enfermeros. Al girar su cabeza al costado se encuentra con el rosto de su colega, Chigusa Hanamura.
–¿Cuánto tiempo me dormí? –su voz es débil y somnolienta, mientras se frota sus ojos con la yema de los dedos en el vano intento de volverlos menos pesados.
–Ah, como unos seis minutos –ríe la mujer.
–Gracias, Chigusa-san –Makoto le sonríe lo mejor que puede y se levanta de la silla roja en busca de un café. Su uniforme de trabajo estaba un tanto arrugado –Voy en dos minutos.
–Bien, estaré afuera –se despide la chica.
En ese instante, la doctora Amakata Miho entra en la sala. Sonriendo como siempre, la mujer de cabellos castaños oscuros mantiene sus manos en los bolsillos de su delantal. Éste le queda un poco grande debido a su pequeña altura, pero lo luce esplendorosamente. Saluda a Makoto como todas las tardes; no le sorprende verlo todavía en el hospital, después de todo, sabía lo obsesionado al trabajo que era el chico. Pero al ver su rostro casi sombrío y con aspecto de calavera decide preguntar:
–Makoto, ¿qué haces todavía aquí? –Su interrogante causa que el muchacho desvíe su mirada de su café para verla a los ojos. Sin embargo, Miho preguntaba de costumbre y ya sabía la respuesta de todas formas –¿Cuánto tiempo llevas?
–Ahm…–finge contar las horas en su cabeza mirando a la pared. No estaba muy seguro si decirle, pues conocía a la mujer y sabía que lo mandaría a casa inmediatamente si se enterara. No obstante, él nunca fue bueno mintiendo –Creo que unas… ¿veintitrés horas?
–¡¿Veintitrés?! –repite exageradamente –Cielo santo, Makoto. No puedes seguir así. Tienes que volver a casa ya mismo.
–Pero Miho-san, si me voy, no lograré ser titular –una sonrisa rompe su rostro a la vez que emprende camino fuera de la sala de enfermeros, dejando a Amakata preocupada pero sin posibilidades de seguir insistiendo.
Una vez en el baño, Makoto hunde su rosto en sus manos con agua, limpiándolo, frotando una y otra vez sobre sus ojos. Tal vez de esa forma su fatiga y cansancio no se noten demasiado. Se mira un momento en el espejo frente suyo. Makoto Tachibana, un joven adulto de 29 años, de cabellos castaños olivo e impresionantes ojos verdes. Buen mozo, de alta estatura, simpático, atento, de confianza; porta su uniforme azul de médico con orgullo. O más bien, eso era hasta hace poco. No es que no le gustara lo que hacía, al contrario, lo amaba e incluso se atrevía a decir que era muy bueno en ello. Cualquiera que lo conocía, elogiaba al instante sus conocimientos y su particularidad de nunca perder la calma y manejar cualquier situación. Generaba respeto y no había nada que le hiciera más feliz que salvar vidas. Tampoco le disgustaba el nuevo hospital al que había sido transferido. Le parecía espléndido, uno de los mejores en todo Tokio. Sin embargo, su problema o desanimo radicaba en otra cosa. Algo que no sabe explicar muy bien.
Últimamente su vida se había vuelto rutinaria. Prácticamente vivía en el hospital, olvidándose de su casa, su familia, amigos. La emoción se había ido. Aquella emoción que sentía al empezar a trabajar, ver a tantas personas, ayudarlas. Lo único en su mente ahora era subir de nivel y lograr ser médico titular del Hospital Samezuka. Y lo conseguiría, solo tenía que trabajar más duro, más de lo que ya lo hacía.
Makoto se acomoda entonces el estetoscopio que se le resbalaba de los hombros. Frente al espejo arregla algunos mechones rebeldes para lucir perfecto, asiente para sí mismo en un intento de auto convencimiento, para luego irse de ahí.
De regreso en los pasillos del hospital, Makoto camina junto a Chigusa, explicándole a la novata como debe cubrir correctamente los puntos de un paciente.
–Y luego de eso, le puedes dar de alta, ¿bien? –concluye el castaño, entregándole una carpeta con informes y formulas prescriptas. –Ah, y acuérdate que Kendo-kun, el paciente de la sala seis, vendrá por su último electrocardiograma.
–Entendido –Chigusa hizo un gesto con la mano tipo soldado y luego sonrió. La chica aprendía rápido y su desempeño dejaba sumamente conforme a Makoto.
La ve alejarse por la esquina del pasillo, hasta desaparecer. Makoto queda solo unos momentos, cuando de repente se topa con Mikoshiba Seijuurou, su "rival actual", podría decirse, ya que él también es uno de los que están luchando por el puesto de titular. No es que le desagradara este sujeto o se dejara llevar por tal rivalidad, pero por alguna razón Mikoshiba nunca le inspiró confianza.
–Oh, Tachibana-kun –le interrumpe su paso. El hombre es endemoniadamente alto, cinco centímetros más que él. Su cabello rojizo y sus ojos ámbar le dan un aspecto extravagante. Su voz suena profunda pero con una pizca de burla y comedia, hasta superioridad –Ya me encargué de trauma dos mientras dormías.
–No estaba durmiendo, yo solo-
–De nada –no lo deja terminar y se da la vuelta en dirección contraria, elevando su brazo, mandando un saludo desinteresado.
Bueno, el que lo haya dejado tan mal parado no significaba que esa fuera su inicial intención, ¿o sí? Suspira débilmente, no quiere prejuzgar a las personas, pero a Makoto no le agrada la gente deshonesta y arrogante. Y mentiría si dijera que Mikoshiba no le parecía uno de esos. Aun así tiene que admitir que quedarse dormido en pleno trabajo había sido un grave error que, por supuesto, se propuso no volver a cometer.
–Tachibana –uno de sus compañeros pasa apresurado a su lado y le encaja unas carpetas en su pecho –Te tocan el cinco y el ocho.
Sujetando lo que le habían dado y soltando un suspiro, se dirige a donde debe. Otra sesión movidita y súper concurrida de trabajo era lo que le esperaba y para Makoto, el descanso ya había terminado.
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Primero, un sujeto con fractura expuesta, luego otro con apendicitis; café de intermedio. Accidente de moto, controlar los registros y prescriptos; café de intermedio. Mujer con problemas cardiorrespiratorios, trasplante de riñón; más café de intermedio. Niños enfermos, infecciones urinarias, neumonía, coma diabético, hipocondría. Inyecciones, sedantes, desinfecciones, paciencia, esfuerzo y café, mucho café.
Makoto llevaba su agenda algo apretada, pero como siempre, resuelve todo rápida y efectivamente. Luego de finalizar con el paciente de la sala tres, que estaba causando problemas por recorrerse los pasillos desnudo, el castaño se toma un leve receso para ir al baño. Al entrar, algunos de sus compañeros discuten animadamente. Uno de ellos se encontraba probándose diferentes camisas y siendo el centro de atención del grupo.
–¿Qué pasa aquí? –pregunta Makoto curioso mientras sumerge sus manos en el chorro de agua.
–Adivina –habla uno de sus compañeros mientras observa al otro chico probarse la segunda camisa a cuadros –Minami tiene una cita.
–Oh, ¿en serio?
–¡No digas eso! –bufa el joven de repente, dejando de verse por un instante al espejo –No es una cita…solo me voy a encontrar con mi ex y su madre. Al parecer, ella nunca le dijo que nos separamos y no quiero ser responsable de la muerte de una vieja de ochenta.
El grupo ríe a pesar del comentario de mal gusto.
–Las señoras mayores siempre te persiguen –agraga Uozumi, el chico que habló primero –Y por qué tan arreglado, ¿eh? –Insiste.
–Pues siempre hay que verse bien.
–Ustedes jóvenes sí que tienen suerte. Yo tengo que fabricarle a mi hijo un disfraz de pókemon. Díganme, ¿qué demonios se hace en los actos escolares de hoy en día? –Saito, uno de los "mayores" del grupo. Comúnmente se lo conoce por renegar de la sociedad actual y añorar sus años de adolescente.
–Te admiro Saito, mi esposa quiere tener hijos, pero yo no creo que sea el momento, ¿saben? Y ahora tengo que lidiar con sus caprichos –Esta vez es Liao, originario de China, se mudó a Japón al conocer a su actual mujer, la cual ahora trata de evadir por no sentirse preparado para la paternidad.
Al parecer los compañeros de Makoto pasaban por sus propios problemas, cada uno diferente pero que involucraban los mismos temas: parejas, relaciones, familias. Tachibana solo escucha en silencio, riendo por los comentarios de sus colegas; no necesita aportar nada a la causa.
–¿Y qué hay de ti Makoto? ¿Algún problema amoroso del que quieras contarnos? –cuando uno de sus compañeros, Makoto no supo distinguir cual, realiza esa pregunta, todos se giran a verlo, curiosos y expectantes de lo que el pobre chico pudiera decir.
Siente una escalofrío recorrerle la espina dorsal y su pulso se acelera. Traga saliva, y espera que su nerviosismo no sea evidente.
–No estoy saliendo con nadie ahora mismo – responde calmadamente.
Sonríe aunque no quiera. Explicar es gastar saliva y tiempo. Piensa que sus "problemas" podrían no interesarle a nadie. Aunque tal vez eso sea una excusa para no exponerse y decirle al mundo quién y cómo es realmente. Un breve silencio se hace presente que solamente logra ponerlo más incómodo, pero no pretende seguir hablando al respecto y espera que ellos lo entiendan.
–Suerte tienes Tachibana. No tienes que preocuparte por compromisos, sólo tu trabajo –habla Saito dándole una palmadita en el hombro y el resto asiente, como otorgándole la razón.
Los hombres salen del concurrido baño uno a uno, dejando al joven solo frente al espejo. De nuevo, su reflejo no le parece atractivo, sus ojeras continúan ahí como también su desanimo. No le dijo a sus compañeros que hoy podría ser el día en que las cosas cambiaran. Sin embargo, él no tiene muchas esperanzas en ello.
–Dr. Tachibana, ¿está usted ahí? –una voz lo saca de su ensimismamiento, dejando el lugar y dando la bienvenida a las noticias. El chico que lo busca le extiende una radiografía frente a la luz del pasillo y le pregunta qué debe hacerse.
–Oh, no hay fractura sólo véndalo y envíalo a casa –sonríe. Siempre sonríe.
Hecho eso, el castaño se dispuso a continuar con su trabajo, pero luego de hacer unos pocos pasos su teléfono comienza a sonar. Mete la mano en el bolsillo de su delantal y lo saca. Al ver el nombre del llamante no puede evitar soltar un suspiro. Si lo llamaba era para preguntarle lo obvio.
Desliza con su pulgar el icono de atender y pone el celular en un su oreja.
–¿Haru?
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N/A: ¡Hola! ¿Cómo andan? He estado súper inactiva últimamente y tengo varios trabajos por terminar ;-; Soy mala persona D: Pero bueh, he empezado a escribir esto y me gustaría saber sus opiniones. Me he basado mucho en la película (no el libro), que por cierto, es hermosa, yo cuando la vi hace años me encantó y hace poco pensé que si distorsionaba un poco las cosas podría ser SouMako(? Este es el primer capítulo y me centré solo en presentarles al Makoto de este Universo, pero en los próximos aparecerá Sousuke, tranquilos. Me disculpo por hacer a Seijuurou de villano, pero necesitaba uno y pensé en él :v No me malinterpreten, amo a Sei, es un amor.
Espero que les haya gustado y díganme si merece la pena continuarlo.
Besos.
