Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
-Lo siento mucho, Hinata-chan…- Susurró Naruto. A ella le pareció que se detenía el tiempo, y supo que no olvidaría jamás el momento donde su corazón fue roto, así como jamás se olvidaría de la muerte de sus compañeros de batalla. Todo resultaba tan nítido.
Los ojos tristes de Naruto, y el rictus firme de su boca, sin amagar siquiera un poco de su brillante sonrisa. Lo bien que lucía con su corte de pelo, como caía el sol sobre las montañas de Konoha, el aire frio, y como su garganta y pecho dolían al saber que su amor finalmente tenía una respuesta, y que esta era negativa. Naruto no la amaba. Era la realidad y ella debía ser madura y aceptarla, por eso trató de sonreír, negó suavemente con la cabeza ante las disculpas suaves y pusilánimes del rubio, y se marchó.
La guerra había acabado hacía tan solo dos meses, y el dolor de perder a sus compañeros, la impotencia de saber que no pudo hacer nada para salvarles aún la atosigaba por las noches. Solo saber que Hanabi crecería en un mundo en paz, y los pequeños y suaves roces que tenía con Naruto la animaban. Después de que se tomaron las manos frente a la armada ninja creyó que su relación florecería, pero claramente murió en sus esperanzas.
No lloró. Ya no lloraba. La mitad de su clan estaba muerto, y ella debía ser una dirigente firme y estable. Le dolía, por supuesto, pero las lágrimas ya no eran para ella, las perdió todas llorando por Tenten, por Chouji, por Akamaru y visitando a Kiba que había sufrido tal ataque de shock ante la muerte de su can que se sumió en un coma para evitar el dolor. Había despertado hace una semana y apenas si hablaba o comía.
Todos estaban cansados y tristes, enterrando sus muertos y sus sueños.
El único que parecía tranquilo e indiferente en Konoha era Sasuke Uchiha. El único que había ganado algo en la guerra en vez de perderlo. Su hermano había regresado vivo, siendo inocente. Recupero a su familia, a su aldea y a sus compañeros de equipo. Aun sin su brazo lucía complacido por sus victorias. Para el resto del mundo volver a vivir sus vidas había sido toda una odisea.
Había fantasmas por doquier de las personas que faltaban y sus ausencias gritaban.
Kakashi había sido nombrado Hokage luego de que Tsunade falleciera trágicamente en un intento de proteger a sus aliados ante Madara Uchiha. Konoha aún lloraba la pérdida de su dirigente.
Y así, en una aldea donde todos tenían llantos y ojos tristes, Hinata volvió a su casa sintiéndose entumecida, sin poder sentir nada, sin poder llorar nada.
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El cerebro busca maneras de evitar el dolor, por ejemplo suprimiendo recuerdos, o como Kiba, que ante tal dolor su cerebro optó por perder toda consciencia. Hinata era sabia esto, pero como su cerebro no le había hecho estos favores, optó por no pensar. Se mantenía constantemente entrenando hasta desfallecer, ayudando a construir casas (tanto entrenamiento genin había servido para aprender lo básico) a la gente que lo había perdido todo en la guerra, y ocupándose de regir correctamente a su clan. O a lo que quedaba de él.
Algunas veces había tratado de reunirse con algunos de sus amigos, pero siempre terminaban en finales desagradables, como cuando trató de salir a tomar un helado con Ino y a esta le dio un ataque de ansiedad luego de hablar de Chouji. A Shino no le veía porque su clan había sido masacrado, y todos los Aburame restantes trataban desesperadamente de recuperar sus colonias de insectos. Todos tenían sus problemas.
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A Hinata le cambió la suerte a los seis meses de finalizar la guerra. Kiba salía a correr y entrenar con ella a su nuevo cachorro, un pequeñín peludo que apenas podía seguirles el paso caminando pero que mantenía ocupado, y por lo tanto más animado al Inuzuka.
El papeleo se había vuelto más sencillo en su clan, y podía entrenar a gusto con Hanabi, y pasar horas con ella.
También llegó con su nuevo ánimo, su primera misión.
Cuando llegó a la oficina del Hokage con su chaleco que la caracterizaba como Chunnin, de buen ánimo y preparada para partir cuando fuera necesario, se encontró con una comitiva de varias personas, todas apenas hablando.
Era la primera misión de todos fuera de la aldea y por ello lucían incómodos. Sakura e Ino apenas hablaban en lugar de discutir, y con ellas estaban Naruto, quien al verla corrió la mirada, incómodo, y Hinata sintió algo de ansiedad al verlo allí, sin embargo no le dolió. Finalmente estaba quien creía que debía ser Itachi Uchiha. Le sorprendió ligeramente el parecido con su compañero de generación, y sintió una punzada de admiración de ese hombre que hizo tanto por la aldea.
-Buenas tardes, Hokage-sama.- Saludó la Hyuuga con una reverencia hacia el nuevo líder de la aldea. Luego inclinó la cabeza y sonrió suavemente a sus compañeros.
-Hinata, llegas a tiempo.—Murmuró Kakashi. Lucía más viejo y agotado que nunca. –Necesito de todos ustedes para capturar a una banda de seguidores de Akatsuki. Su misión es recolectar información, y si su líder lo cree necesario, capturar y eliminar.-
Naruto abrió la boca para hacer una broma de que el cómo líder los traería con vida para que él se encargara o algo así, pero fue interrumpido por Hatake.
-El líder asignado es Uchiha Itachi, rango Jounnin.—El portador del Sharingan tomó la carpeta que le entregaba el Hokage, reverenció, y se retiró. Todos lo siguieron en silencio.
Llegaron al campo de entrenamiento más cercano, donde todos se sentaron a discutir la misión.
Itachi habló primero.
-Buenas tardes, sé que les resulta difícil trabajar conmigo, puesto que hasta hace unos meses estaba mi rostro en el libro Bingo.—Las mujeres se revolvieron incómodas.—Pero les aseguro que amo esta aldea y que la voluntad de fuego es tan fuerte en mi como en ustedes.—Hinata sonrió ante las palabras que un día fueron del tercero.
-Nuestras funciones son claras en esta misión, Hyuga-san servirá de rastreadora, Yamanaka-san para rescatar información, Haruno-san como nuestro respaldo médico, y Naruto-kun y yo estamos como fuerza de ataque. Espero que podamos trabajar como conjunto y que nuestra misión sea exitosa.—Itachi finalizó con una suave sonrisa, como dándoles ánimos a los más jóvenes. Hinata sonrió con él. Últimamente le costaba menos sonreír.
-Hai, Taichou.—Murmuraron las mujeres. Naruto berreó algo de que el quería ser el líder.
-Bien, aquí tienen la información necesaria, léanla, y partiremos en dos días, estén preparados.—Hinata recibió la información de la mano de Itachi y no pudo evitar pensar que ese hombre tenía los ojos tristes.
Los ojos más tristes de una aldea triste.
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Mientras saltaban de árbol en árbol hacia el norte del país del Fuego, Hinata agradeció mentalmente haber tenido el tiempo suficiente para asumir a Naruto sin llorar al verlo, y la presencia de otras personas.
Parecía que Ino y Sakura estaban más animadas y ya se habían insultado algunas veces, además de murmurar seguido acerca del atractivo del líder de su misión. Hinata no podía estar más de acuerdo con ellas, a pesar de haber guardado mutismo ante los cuchicheos de sus compañeras.
Si bien nunca le había atraído Sasuke, no podía decir lo mismo de su hermano. Hinata estaba fascinada con el hombre. Parecía rebosar confianza y elegancia con todo lo que hacía, incluso en ese momento, saltando entre ramas daba la imagen del perfecto shinobi. Sentía constantemente admiración por ese joven, secretamente avergonzada de que el pensara que podía ser una fan acosadora como sus compañeras de generación.
Por otro lado, había entrenado hasta desfallecer, estaba animada por la misión, su carrera ninja era lo que la había mantenido cuerda y centrada en sus peores momentos. Estaba decidida a presentarse al examen Jounnin y se había puesto como meta personal llevar con éxito esta misión clase B.
-Descansaremos aquí, al amanecer partiremos, deberíamos llegar a la tarde al último lugar donde se vio al objetivo.—Itachi descendió y se sentó en la hierba.—Hyuga-san, por favor verifique si no hay posibles enemigos cerca.
Hinata activó su dojutsu. Nadie a kilómetros. Esa era una parte muy despejada del bosque.
-Está despejado.—Aclaró sin tartamudear. Le había costado mucho dejar de hacerlo y no quería hacerlo ante los ojos negros de su líder.
-Perfecto. Yo haré la primera guardia.—Dijo Itachi. El resto se acomodó en la hierba mientras comían lo traído desde la aldea.
Luego de mucho rato mortificándose en su interior sobre hacerlo o no, Hinata se acercó a Itachi y le ofreció dos onigiris al ver que su taichou era el único sin comer. Este los aceptó con una suave sonrisa.
-Gracias, Hyuga-san. Se ven deliciosos.—Hinata devolvió la sonrisa y se retiró. Se sintió ligeramente nerviosa. No estaba acostumbrada a tratar con gente nueva, y menos cuando era tan atractiva y amable.
Naruto bromeaba con sus compañeras, contándoles anécdotas de su gran viaje con Jiraya, parecía iluminar todo con su presencia. Hinata suspiró. La misión era difícil hasta ahora.
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Al volver a la aldea, dos semanas después, Hinata estaba orgullosa de sí misma. La misión había sido exitosa en un cien por ciento. Había encontrado a todos los vándalos, incluso capturando algunos que habían tratado de escapar al verse derrotados, luchó firme y ayudó a sus compañeros cuando fue necesario. También había sobrevivido a Naruto, que no era poca cosa.
El resto del equipo charlaba animadamente, a excepción de Itachi quien lucía animado, pero silencioso, al igual que ella. Se sonrojó al pensar que él era su tipo de persona. Callado, amable.
Sakura, Ino y Naruto eran tres soles, brillantes, animados, cabellos y ojos deslumbrantes y sonrisas abiertas. En cambio ella se sentía más bien pequeñita y quieta, poco radiante.
-Cuando lleguemos a Konoha me pediré muchos tazones de Ramen, ¡Extra grandes!.—Naruto lucía emocionado ante la mera idea.- ¿Ustedes que harán?
-Me tomaré un laaaaargo baño de agua caliente y beberé mi té favorito, es lo que siempre hago al llegar a casa.—Ino lucía muy fatigada, Hinata aprobó interiormente el plan de la rubia. Ella seguramente haría lo mismo.
-Yo pasaré por el hospital, tengo pacientes que dejé antes de irme a la misión.—Dijo Sakura, había mencionado anteriormente que le sabia mal irse cuando tenía pacientes en tratamiento. Era un buen médico. La pelirosa se volteó a mirarla.- ¿Y tú Hinata?
Hinata compuso una sonrisa más animada. –Iré a hablar con Hokage-sama, tengo unos asuntos que tratar con él.—Se encogió de hombros.—Después iré a casa, con Hanabi-chan.—
-¿Y usted, Itachi-taichou?.—Preguntó Ino con una mirada coqueta que al parecer ponía siempre que se dirigía a él.
-Le rendiré el informe a Hokage-sama, y luego iré con mi otouto.—Ino y Sakura suspiraron ante la mención de Sasuke.
Al separarse en las puertas de la ciudad, Hinata notó mortificadamente que estaba a solas con Itachi Uchiha mientras caminaba hacia la oficina del Hokage, y que no podía inventarse algo para no ir, puesto que lo había mencionado antes.
Caminaron a la par, sumidos en un silencio bastante apacible, él se veía tranquilo, a pesar de que ella se hallaba incómoda. Itachi pareció percatarse de ello, y trató de ayudarla.
-Hace un clima precioso en la aldea. Es fácil vivir aquí.—Ella lo miró agradecida por romper el silencio.—En lugares como Suna el calor es demasiado, cuesta sobrevivir, y en Amegakure la gente enferma y muere constantemente por toda la lluvia.—Apenas lo dijo Itachi se golpeó mentalmente. Le gustaba un poco Hinata y trató de hacer un esfuerzo por poder charlar un poco con ella antes de separarse, pero la muerte y la supervivencia no eran buenos temas.
-Oh.—Hinata titubeó un momento, incómoda.—Usted ha viajado mucho, ¿No, Uchiha-san?—
-Puedes llamarme Itachi, ya no estamos en la misión. Y sí, he recorrido mucho.—El silencio se instaló en ambos. Había recorrido mucho como un ninja renegado, mal tema nuevamente.
Hinata decidió poner su esfuerzo esta vez, también le agradaba Itachi, y él había sido amable con ella.
-A mi me gustaría viajar mucho también, quizás cuando sea Jounnin pueda viajar lejos de la aldea.- Sonrió ante la idea.—Me gustaría presentarme al examen lo más pronto posible.
Itachi la miró de reojo ligeramente sorprendido. – Sin duda estás al nivel de uno, te resultará fácil.-
-Gracias, Itachi-san. Puedes llamarme Hinata.—
Ambos sonrieron suavemente.
Habían llegado a la oficina del Hokage.
