No tenía que dar explicaciones sobre sus sentimientos, y tampoco lo haría, por supuesto, y es que de alguna manera ni ella misma sabía lo que sentía sentada allí, en aquella alta cornisa, mirando al interior de la mansión Wayne, donde aquella niña rubia y tonta, estaba abrazando a Bruce. Y le daba igual, pues ni siquiera eran amigos. Pero entonces, ¿por qué había algo que apretaba su pecho?

A ella le gustaba estar sola, lo había estado siempre desde que su madre ser marchó. Estaba bien con ello. Más que bien.

Y aquel chico no era nadie para cambiar eso. Que hubiese aceptado su presencia no significaba nada. Y no lo echaba de menos, por supuesto que no.

Pero aún así seguía ese peso en el fondo de su garganta, algo que hacía que sus ojos picasen y tuviese que mirar para otro lado mientras, de nuevo, Silver, alisaba su bonito y caro vestido, para después acercarse a Bruce y besarlo lentamente.

Y eso fue todo.

Gateó entre los edificios hasta que finalmente sus piernas tocaron el suelo.

"Es mejor estar sola".- Se dijo, ignorando el peso sobre sus hombros, con la imagen que acaba de presenciar hace unos minutos.- "Así nadie podrá romper mi corazón de nuevo".

Y en silencio, de alguna manera, en el fondo de su mente escuchó un: "Estar sola está bien, lo que te mata lentamente es sentirte sola, ¿verdad?"

No encontró respuesta alguna, pero una sola lágrima se deslizó por una lágrima. Una sola. Como ella. Cayendo al suelo y desapareciendo en la nada. Quizás ella lo haría alguna vez, desaparecer en la nada y que nadie lo notase.

Y eso estaba bien.

No necesitaba a nadie.

Pero la imagen de Bruce no dejaba su mente.