Capítulo 1:

Una cabellera castaña caía por su espalda, sus ojos verdes miraban curiosos el lugar.

El sonido de sus tacones chocando contra el pavimento hizo que un par de guardias volteasen.

-Señorita Evans- Habló el policía acercándose a ella.

-¿Qué ha hecho ahora?- Preguntó la ojiverde con su voz de niña pequeña.

-Pelea callejera,- Respondió el oficial Smith- fue bastante dura.

-¡Genial!- Gruñó ella- ¿Cuánto es la multa esta vez?

-No te preocupes, no es nada.

-Pero...

-De veras, no es nada- La interrumpió un pelinegro.

-Bien. Gracias, ¿mi padre ya lo sabe?

-No, el comisario está fuera, en una emergencia.

-¿Jason está solo?

-Con dos más.

-Sácales a todos.

-Como usted diga.

Se sentó en una de las bancas plásticas, esperaba a que el rubio apareciese, ansiaba el momento en que madurara de una vez por todas.

El oficial Smith se acomodó a su lado.

-¿Todo está bien?- Cuestionó.

-No entiendo cuando dejará de ser un niño, lo van a terminar matando.

-Tranquila, pronto comprenderá la responsabilidad que evade.

Lo observó detenidamente, era guapo, alto, pelinegro y unos hermosos ojos miel, sería el candidato perfecto para cualquier mujer. Él era caballeroso, dulce... Lo conocía ya hace tiempo, con solo veintidós años se había convertido en uno de los oficiales más respetados de Georgia.

Su padre solía hablar sobre las hazañas de su guardia favorito, pensaba que sería un buen esposo para su hija mayor...

El rubio escuchó como la cerradura de su celda se abría.

-¿Ya podemos irnos?

-Claro, Jason.

-¿Cuánto hay que pagar esta vez?- Preguntó un ojiazul algo cansado.

-Nada,- Respondió el guardia- ya todo está arreglado, Dixon.

Caminaban por el pasillo en silencio, eso era algo extraño, siendo Merle Dixon quien estaba entre ellos.

La castaña se incorporó con sus brazos cruzados y mirándolos seriamente.

-Hola preciosa- Saludó el más grande pasando por su lado.

Ya conocía a los Dixon, desde hace años, Merle siempre había sido un baboso con ella, pero no le importaba tanto, ya estaba acostumbrada.

-Se han metido en peleas, ¡otra vez!

-No te pongas así, nena- Rió Merle.

-Eleanor...- Pronunció el rubio.

-Tú no me hables.

La chica salió del lugar y se montó en su mini cooper rojo, regalo de cumpleaños.

Los tres aparecieron minutos después y abordaron el vehículo.

Luego de dejar a los Dixon y a Jason, se dirigió a su casa.

Al abrir la puerta se encontró a su padre en el sofá bebiendo café.

-Eleanor, ¿dónde estabas?

-Estaba con Jason.

-¿Problemas?- Preguntó aumentando su mal humor.

-No, todo está bien- Mintió- ¿Alguna noticia de mamá?

-Sigue igual.

La castaña no contestó, simplemente subió las escaleras a paso acelerado y entró a su habitación.

Secó con el dorso de su mano, las lágrimas que empezaban a caer.

Apoyó su cabeza en la almohada y rápidamente cayó en los brazos de Morfeo.

A eso de las tres a.m. la ventana se abrió lentamente y una figura masculina ingresó.

Él observaba detenidamente la habitación, su casa completa era soñada, sabía que no podría darle algo así.

La ojiverde despertó al sentir que algo acariciaba su espalda, talló sus ojos y sonrió cansada al ver de quien se trataba.

-Daryl- Dijo ella abrazándolo- No sabía que vendrías hoy.

-Bueno, es que...

-No importa, te extrañaba.

Ella le plantó un beso en los labios, mientras él la apegaba a su cuerpo. Se acomodaron en la cama, Daryl sobre la castaña, mientras empezaba a acariciarla y quitarle su blusa.

Obviamente no iban a hacerlo esa noche, habían hecho el amor anteriormente, pero no pasaría con el padre de Eleanor en casa.

Los cegadores rayos de sol, se colaban por su ventana.