¡Hey!

Esto se me ocurrió cuando leí un drabble en el fandom de MCL en tumblr, es bastante parecido pero con sus cosas diferentes. Usé "Candy" en vez de "Sucrette" porque al menos Candy es un nombre propio y no suena tan extraño como el otro, y además así está "general" y no es de una sola usuaria, por así decirlo.

El link del drabble es: mcldrabbles * tumblr * com / post / 111747950566/drabble-where-candy-and-nath-are-watching-a-scary

Está en inglés, y a decir verdad el blog es prácticamente una bendición para este fandom. Espero que les guste, que tengan buen día y que encuentren a su chico favorito algún día (?)


Disclaimer. Los personajes pertenecen a Beemoov y a ChiNoMiko. La historia es de mi propiedad. Digan no al plagio.


NI PELÍCULAS NI NADA

Por Noomsu


Capítulo único

Puso el bowl repleto de palomitas de maíz en el suelo, antes de tomar asiento junto a la chica que acicalaba con cariño a la pequeña Blanca. La gatita estaba hecha un ovillo en el regazo de la chica, su respiración acompasada y los ronroneos suaves que emitía era una clara señal de lo dormida que estaba. Candy no dejaba de mirar a la bolita de pelo que tenía encima, con la ternura plasmada en su rostro y también algo triste al saber que jamás tendría su propia bolita de pelo. Nathaniel soltó una risita, a sabiendas de que la chica le reclamaría su burla, pero no pudo evitarlo; esa mirada anhelante casi le había hecho olvidarse de la película.

— ¿De qué te ríes?—refunfuñó ella, haciendo un mohín.

— ¿Lista para la película?—le preguntó, metiendo el DVD en el reproductor y tomando el control del aparato.

La chica se encogió de hombros. Odiaba las películas de terror más que nada —luego, claro está, de las cucarachas y arañas, y al rubio se le había ocurrido la brillante idea de tener un maratón de ese género. No había sido la única invitada, para nada, pero los demás habían cancelado a última hora por distintas razones. No le molestaba estar sola con él, en realidad estaba bastante acostumbrada a ello, y no por una estúpida película se perdería de mirar a la linda gatita del rubio.

—Bien, terminemos con esto—suspiró ella. En ese momento, la gatita espabiló; se estiró un poco y luego volvió a acomodarse en la misma posición de antes, esta vez sin cerrar sus ojos. Ambos soltaron una risita.

—Oh, vamos, no será tan malo—murmuró, dándole play a la película y sintiendo el pequeño escalofrío que recorrió a su amiga—. ¿Cómo pueden gustarte las novelas policiacas tanto y temerle a esto?

—Al menos en las novelas atrapan al culpable—replicó, con una mueca desafiante en su rostro—. Y, usualmente, hay alguna forma de derrotar "al villano".

Nathaniel volvió a soltar una risita y se concentró en la pantalla. No era una película especialmente atemorizante, pero parecía que la chica a su lado no pensaba lo mismo ni de lejos. En cuanto la primera escena de suspenso hizo su aparición, sintió unos delicados dedos enredarse con los suyos y apretar su mano con fuerza. No pudo evitar la sonrisa que brotó en sus labios. Le devolvió el apretón y susurró un suave «Tranquila», intentando que al menos disfrutara un poco del filme y no pasara toda la película con los ojos cerrados. A decir verdad le divertía verla tan asustada; siempre actuaba toda independiente y fuerte, y verla así de frágil y atemorizada era un poco refrescante y a la vez tierno. No podía evitar sonreír ante sus reacciones infantiles.

En algún momento de la película, la pequeña Blanca había saltado del regazo de Candy y ahora se encontraba pacíficamente dormida en su cama. Ninguno de los dos muchachos había notado su ausencia, y era poco probable que lo hicieran a esas alturas. Candy estaba hecha un ovillo al lado del rubio, apretando con fuerza su mano cada vez que algo atemorizante hacía aparición, y escondiendo su rostro en el fornido pecho del delegado cada vez que el suspenso hacía de las suyas. Tan asustada estaba, que ni siquiera notó el momento en que él la rodeó con sus brazos y acarició su espalda con suavidad.

—Ya pasó—susurró él, en su oído, como todas las veces anteriores.

Le avisaba, como siempre, cuando ya el miedo había pasado para que volviera a mirar la pantalla. Las matemáticas decían que Candy no había visto siquiera un setenta por ciento de la película, pero al rubio aquello lo tenía sin cuidado. Él disfrutaba ese tipo de filme y casi nunca lograban asustarlo, sin embargo era casi un instinto proteger a la pequeña chica que se aferraba a él con una exclamación, apretando su mano y escondiendo su rostro. No le molestaba en lo absoluto que una pierna de ella estuviera enredada con la de él, ni que las palomitas de maíz se hubieran regado por todo el piso cuando ella pegó un respingo y con sus pies volcó el bowl.

Por enésima vez Candy escondió su rostro en el pecho del rubio, con la diferencia de que esta vez había terminado no sólo una de sus piernas enredada con las de él, sino que acabó por sentarse justo entre las piernas del delegado, con los brazos de él a su alrededor y con la suave melodía de sus corazones latiendo como diálogo entre la música de suspenso de la película. Era la escena final, el desenlace, y la chica se lo perdería. No obstante, Nathaniel ni siquiera había notado que la película estaba llegando a su final por mirar a la joven que se escondía con ahínco en su pecho. Él tampoco se dio cuenta en qué momento terminó por esconderla con todo su cuerpo, pero poco importaba ya.

Para cuando los créditos comenzaron, Nathaniel aún mantenía abrazada a Candy y acariciaba su cabello como si fuera una niña pequeña. Los temblores de su cuerpo menudo eran notorios, y aunque le causaba cierta gracia al rubio, tenía que admitir que se sentiría culpable si esa noche tenía pesadillas por culpa de la película. Sus ojos estaban como pegados a ella, y cuando la chica levantó la mirada y la clavó en los dorados ojos de él, se sintió sonrojar levemente. Tenía lágrimas en sus ojos, y al rubio se le encogió el corazón al ver que realmente le tenía pánico a las películas de terror. Sonaba estúpido, claro, pero verla así ya no le producía ningún tipo de risa.

— ¿Entonces?—inquirió, suavemente. Debido a su cercanía no tenía necesidad de elevar su voz más allá de un susurro, y por un momento agradeció vivir solo y no tener la preocupación constante de que sus padres irrumpieran en su habitación en cualquier segundo—. ¿Preparada para la siguiente?

Ella soltó una risita.

—Creo que mejor limpiamos el desastre que armé—murmuró, sonrojándose. Hasta entonces Candy notó en la posición que estaban y las palomitas de maíz desperdigadas a su alrededor.

—Creo que mejor lo dejamos para después—le sonrió el rubio con cierto aire de complicidad, acercándola un poco más a él con el tinte rosa también presente en sus mejillas.