Primera parte

Quien iba a saber cual era el destino del Corsario de La novia de la noche. Quien sabía que al arrojarlo al mar desde su propia embarcación lo llevaría a la perdición de otros miles. Otros miles de vidas, otros miles de barcos, otras miles de corduras.

Se sucedió otro asalto a su barco, era una mañana nublada y el oleaje arremetía con fuerza desmedida, nada que nuestro corsario no pudiera manejar con gusto y gozo. Las nubes negras rompían con el estruendo de mil espadas sobre la borda, el agua picaba como si de voluntad disfrutara y la muerte… la Muerte paseaba divertida, caprichosa, deseosa de que el azar le trajera a los brazos a cualquier alma perdida, como una madre acunando a su hijo.

Tú me aburres.

Me aburres.

Demasiado vulgar. Demasiado insignificante.

Demasiado viejo. Demasiado joven.

La Muerte iba caminando por las cuerdas colgadas entre barcos preparadas para el asalto. Las espadas y la pólvora corrían en el aire con prisa y caótica carrera, explosiones una detrás de otra, fogonazos que ardían bajo la lluvia.

Rojo brillando sobre el azul más embravecido, los ojos del temible corsario del navío. Luchaba, comandaba, y disparaba su trabuco contra los insurrectos que osaban a intentar asaltar su barco.

Oh, tú.

La Muerte vio algo que quisiera asir, lo vio clarísimamente. E ignorando a otros que caían pero no morían caminó hasta posarse delante del Thor, señor y capitán.

Sus ojos se perdieron en medio del fulgor de la batalla, Thor postrado a los pies de su casi destruido hogar, viendo la perdición casi a cámara lenta, como si un chiste del sino fuera, oyó las palabras de la Muerte.

Tú me gustas. Y me gustas tanto que ahora no morirás.

Thor no entendió.- ¿Y quién dice que moriré aquí?- Bramó, fuerte como los truenos.

Lo dice el acero que de tu pecho emerge.

Dijo ella sonriendo con melosidad. Y efectivamente una espada estaba atravesándole. Su expresión, exquisita bendición para explicar la sorpresa, el sentimiento de traición y muerte, salpicó su cara como un disparo de sangre. Un golpe seco, húmedo e instantáneo. Y escupió con sangre y odio sus últimas palabras.- Piratas.

Como ya te he dicho, ahora no morirás.

Y como la última exhalación, Thor, el mejor corsario de aquella tripulación que por un lapso de tiempo no moría, cayó por la borda hacia las olas, entre fragmentos de barco, entre la sangre de los suyos, entre el amargo regusto a pólvora y esquirlas de madera, entre las olas y el fuego.

Te escribiré un cuento. Thor, corsario de La novia de la noche.

Thor cayó al mar, las heridas comenzaron a sangrar otra vez, el dolor se hizo real, y sobre ambos barcos los cuerpos sin vida que antes no se habían derrumbado ahora caían como el follaje del otoño, rojo, muerto, triste.

Silencio, negrura y vacío. Thor flotaba a la deriva sobre un tablón de madera, herido pero no muerto. Sangrando pero consciente. Dolorido e inmóvil.

Despierta, precioso… no es hora de dormir.

La voz de la Muerte le sacó de la quietud y entumecimiento de su cuerpo. Los músculos agarrotados y el dolor atravesándole literalmente el pecho le hicieron toser con un quejumbroso grito de dolor. Sus pulmones se llenaron de aire de nuevo.

Aquí viene, despierta, precioso, no querrás morir ensoñando, ¿verdad?

La voz le acarició la melena dorada, sucia y ennegrecida por las llamas de la batalla, entre los cañones y las cuerdas tensadas. Intentó moverse pero nada sucedía, su cuerpo no respondía, estaba allí tendido, mirando a un cielo sin estrellas, sin nubes, sin nada. Con las pupilas sin brillo y con los retazos de una respiración dolorosa y débil.

Aquí viene.

Con un retintín mortecino y sensual hablaba, jugando con las personas como si fueran piezas en un tablero. Un juego de desdichado vicio y placer.

Thor aun inmóvil comenzó a sentir algo de pánico. Las aguas eran negras como el corazón más oscuro. No había movimiento, no había ruido. No había nada. Boca arriba, expuesto, frágil y casi muerto se debatía entre la fina línea de la consciencia y la inconsciencia.

De pronto, en el centro de ese mar de nada, Thor creyó oír un leve chapoteo. ¿Sería su imaginación jugándole una mala pasada? Estaba entre la vida y la muerte, en algo tan vacío y negro que podría imaginar como el tártaro, y el miedo era su peor enemigo.

Otra vez. Algo chapoteaba muy suavemente cerca de la tabla. En su propia mente sonó otra vez, ya formulada la idea de esa voz solo con los retazos del recuerdo, las últimas palabras que recordaba. Aquí viene. Aquí está.

Thor, colapsado y anegado en nervios puros, miedo e incógnitas arrojó toda su fuerza para girar la cabeza, apoyando el costado hacia el lugar del que procedían los chapoteos. No solamente eran chapoteos lo que a sus oídos acudía. Un delicado y lejano murmullo empezaba a acercarse. Una voz, llorando elegantemente la soledad cantaba para él, sonando tan triste y tan deseable.

Había algo allí.

Con trémulo temblor Thor intentó mantener los ojos abiertos.

Del agua emergía muy lentamente una mancha blanquecina. El corsario tardó unos segundos en ver que de una frente se trataba, blanca como la luna más pura que alguna vez haya nacido en el firmamento. Unos ojos negros, profundos como el mar más inalcanzable y unos labios finos, empañados de miedo. El rostro apenas había salido del agua, mirando a Thor sin brillo en las interminables pupilas y con el pelo negro pegado a la cara.

Que otra cosa podría dar esa criatura aparte de miedo. Terror. Belleza macabra.

Thor intentaba deshacerse del contacto visual pero no podía apenas parpadear. Esa criatura a la espera continuó, moviéndose muy lentamente, hallando nuevas formas de desquiciar la poca cordura que creía conservar. La melodía seguía sonando, como cuando una voz canta pero sin abrir los labios, ahogando la canción antes de que surja.

De pronto las manos de la criatura sobre las suyas estaban.

De pronto lo estaba arrastrando de la tabla hacia abajo.

De pronto las manos de la criatura se acercaban a su cara. Eran negras, de un color aterciopelado, una negrura que se extendía por sus brazos hasta llegar a los codos, donde se transformaba en blanco áureo. Blanco como la nieve el cuerpo era, su cara, su pecho, sus hombros y lo poco más que podía ver por encima del agua.

Date prisa.

Esa voz juguetona no se había ido, pero dejar a Thor creer que estaba solo del todo es lo que más divertido parecía. El miedo de la soledad. La voz sonaba de nuevo pero más divertida, más melosa.

Di algo Thor, o te matara.

Ese maldito retintín. ¿Realmente era la Muerte como había dicho antes o era la diosa Eris del caos? Ese placer en el dolor era poco común. Acabó la frase con una risilla, una risilla que caía como una cascada de humo negro.

La criatura siguió arrastrándole hasta el final de la tabla donde sus labios acariciaron el cuello de Thor. Húmedos y fríos algo sobre esa piel trabajada por el sol y las mareas. El ritmo era rápido, los labios no besaban, buscaban, ávidos y grimosos, ya que debajo de ellos una corona de dientes afilados como agujas aguardaba.

Di algo.

-Pa….para.- La voz de Thor sonaba como el gimoteo de una cría malherida. Indefensa.

Ohm, me parece que no te escucha, ¿Verdad, Loki, querido? ¿Has oído algo?

La Muerte chasqueó la lengua jugosamente. Thor empezó a notar los dedos de sus manos, empezó a moverlos pero no era suficiente. –Bas…ta.

Más alto. Te matará.

Alargó la última frase tan cómicamente, y la risa fue tan despreocupada que a Thor se le crispó el espíritu entero al ver que estaban jugando con él.

- ¡Basta!- Su voz ronca y enfadada volvió a tronar. Casi tan fuerte como lo fue en vida.

La criatura, a la que la muerte había estado refiriéndose como a Loki paró, no se apartó del contacto de su piel ni lo más mínimo, pero paró.

Ohm… Dile algo que le guste o te desgarrará la garganta. Mi pequeño tiene hambre.

Y seguía el juego. Pero Thor esta vez había podido mover pieza. – Tengo mucho oro, mi familia es rica puedo…

Oh, respuesta equivocada. Parece que a Loki no le gusta.

Y en efecto, Loki empezó a moverse de nuevo, sus labios a buscar, su sonrisa a engrosar.

-¡Tengo fuerza y voluntad! ¡Tengo arrojo y valor! ¡Tengo unas ganas desesperadas de vivir!- Thor sucumbió a la agonía y a la desesperación absoluta, a la pérdida de orgullo, a la lucha por la existencia.

Loki paró de nuevo. La fuerza de esa voz le sedujo lo suficiente como para escuchar.

-Tengo la sangre fría para tirar al mar esclavos y vidas enteras por vivir. Tengo la poca nobleza de arrancar personas de la existencia para alimentar a esta ponzoñosa criatura. Tengo la palabra de atrapar el resto de mi vida a la servidumbre.

Ohm…

Loki se dejó hundir en el agua para salir con el pelo completamente hacia detrás, mojado y sin estorbarle la cara. Y por primera vez Thor contempló una expresión en él. Suficiencia, placer, sorna, e inexplicablemente, belleza. Volvió a alzar los brazos hacia Thor, lo agarró ahogándolo en su mirada y lo arrastró lentamente de nuevo al agua arrojándolo a las profundidades de forma tan lenta que Thor no se dio cuenta de nada de lo que pasaba a su alrededor hasta que notó el agua fría y punzante entrando por su nariz y boca. Se quedó sin aire y creyó que definitivamente iba a morir. Iba a morir con la imagen de Loki grabada a fuego sobre roca yerma, sobre lágrimas secas y sobre su pérdida de honor.

Los pulmones ardían en el interior. La luz besaba, arrancaba y arañaba sobre las sábanas. Thor tras un largo sueño despertaba. Tirado sobre su cama, su cama sobre su cuarto y su cuarto sobre su enorme castillo. ¿Cómo hasta allí había llegado? Thor tras recuperar la consciencia, entre jirones de recuerdos confusos, se preguntaba el cómo de muchas cuestiones.

¿Habría sido todo un sueño? Miró a ambos lados, a los muros de piedra socavados, luego al suelo alfombrado. Era su hogar, indudablemente, era su cama, sus sábanas y su ventana.

Carcomido por el miedo, Thor, decidió la tierra nunca más dejar. Refugiarse en su torreón, lejos de las aguas, lejos de las olas y las mareas, de la brisa y la libertad. Lejos de todo lo que había amado alguna vez.

-Hermano, vuélvemelo a explicar.

-Thor, ya sabes la explicación. Te hayamos sobre la arena de la playa, tendido, con la mirada perdida en el cielo tormentoso, y con esa mancha negra sobre el pecho. Algunos pescadores juran haberte visto tumbado junto a una mujer desnuda, la más bella de la creación…

Thor no daba crédito a lo que oía, la benevolencia de la criatura que le ahogó le sorprendió. Dejarle con vida y en su hogar, lejos del mar donde a su palabra podría faltar.

- Si te soy sincero, hermano, no creo en las palabras de los beodos del pueblo, una mujer que desaparece… la locura del mar debe estar infectando estas aguas.

Rió el hermano de Thor.

Tras abandonar la sala común, en la que tiempo compartía con familia y amigos, Thor volvió a encerrarse en su torreón, lejos de la tierra y el mar. Días dejó pasar, llevado por la melancolía y el temor.

Una noche en la que el cielo estaba despejado, Thor el sueño quería conciliar, mas una pesadilla le perseguía entre tinieblas y sombras. Levantose de la cama hacia un balde de porcelana que enfrente de un espejo dormía, con agua reposando en él. La luna era grande y orgullosa, brillaba con la integridad de una virgen sobre el cristal. Thor se lavó la cara, perseguido por el terror, y cual fue su sorpresa al encontrarse con dos ojos negros como la noche misma saliendo del agua. Emergiendo. En un principio había creído que el reflejo calcáreo que veía en el agua se trataba del reflejo de la luna, pero era el rostro de aquella criatura. Loki. Mirándole directamente.

Me has decepcionado, Thor. Dijo la Muerte que por la ventana empezó a hablar. Capitán. Escupió con desprecio y desdén esa última palabra. Huir como una rata, escondiéndose en su madriguera. Huyendo sin honor ni nobleza.

Thor gritó, cayendo hacia detrás, tirando a su paso una silla y varias prendas de ropa. Creía que lejos del mar podría hacer como si nada ocurriera. Saltándose las normas, los contratos verbales y su propia palabra.

Prometiste vidas, vidas para él. Señaló con el índice a la criatura, que ya había emergido hasta poco más arriba de la cintura. Era blanca y perfecta. Era pálida y elegante. Era lo sobrenatural hecho belleza. Y por tanto inspiraba horror en su contraste. Y parece que podrás cumplir…

Unos pasos apresurados y nerviosos se oían subir por las escaleras.

Parece que vas a cumplir tu palabra… que calladito te lo tenías.

Thor con el corazón paralizado oyó como su hermano subía a verle alarmado por el estruendo.

-Hermano, ¿va todo bien?- Estaba nervioso, estaba preocupado. La voz se oía algo sorda al otro lado de la puerta.

Loki giró la cabeza mientras el hermano de Thor pasaba a la habitación. Y sonrió.

La muerte chasqueó los dedos. Y sonrió.

Ese chasquido fue lo último que recuerda Thor de ese fatídico día. Su último día en tierra.

Lo último que quedó en ese torreón fue la caprichosa sonrisa de satisfacción de Loki al volver a probar las perlas de la sangre noble.

Y Thor partió, contrató una nueva tripulación, compró un barco nuevo y se despidió de su vida. Partió una mañana fría, lo más frío que iba a recordar en mucho, mucho tiempo. Luego las mañanas serían rojas como la sangre y quemarían como las brasas de la desesperación.

Comentario personal: Primero de todo, mis más sinceras disculpas por no haber entrado en fanfiction desde hace aproximadamente más de un año. Segundo, esta es la primera parte de dos, es más o menos la mitad de la historia.

Quise hacer un poco de tributo a un autor que vive en mi corazón (G.A.B) (Premio para quien lo adivine (?))

Y en resumidas cuentas, espero que quien haya tenido la tierna idea de leer estas palabras lo haya disfrutado.