Disclaimer: Los personajes son de Rumiko Takahashi.
Diciéndote adiós.
La vida definitivamente lo odiaba, de eso estaba seguro. Miró los ojos chocolates que tanto amaba y su corazón se oprimió, quiso detener el dolor que lo embargó cuando ella le dedicó una sonrisa, pero no pudo.
¡¿Por qué?!
Se preguntaba una y otra vez, ¿qué pudo haber hecho para merecer algo como eso? ¿Por qué tuvo que conocerlas a las dos? ¿Por qué tenía que amarlas más que a su propia vida? El corazón no se puede dividir en dos. ¡Bromas! A él, se le estaban agotando las opciones: no podía ser un infiel con ella si su corazón la reclamaba, pero tampoco podía ser lo suficientemente valiente para dejarla ir…no a ella, no a la mujer por la que estaba dispuesto a matar a medio mundo.
Por favor que no le sonriera de esa manera tan suya, ya no más…no con lo que tenía que decirle.
La estrechó contra su cuerpo de manera fuerte, sin evitar que las lágrimas lo invadieran cual niño de seis años, a él, al hombre que nunca lloraba. La estrechó fuerte a medida sobaba su cabello y lo olía fuertemente, quizá por última vez.
—¿Por qué tuviste que aparecer en mi vida…Kagome? —Su voz era quebrada, llena de dolor. La Higurashi tembló ante esas palabras, pudo sospechar y eso le dolió, ¿tan poco duró con él? Sus lágrimas comenzaron a agolparse en su rostro.
—Te amo. —Le confesó ella mirándolo directamente a los ojos.
—¡No! —Cortó dolido, no podía permitir que ella lo dijera a pesar de todo—. No lo digas así…
Kagome agachó la mirada y volvió a pegarse a su cuerpo. El viento de aquella fría tarde movió sus cabellaras y ropas, en aquel parque frente a ese gran árbol, el lugar donde se vieron por primera vez.
InuYasha, sintió como su camisa comenzaba a empaparse y se sintió miserable. ¿Cómo podía amar a dos personas a la vez? ¿Cómo podía amarlas? Aunque sintiera diferente con cada una, era tan real el saber que su corazón latía desenfrenado por ellas, como estúpido enamorado de dos mujeres.
Desde que había visto a Kikyô, supo que era ella la mujer de su vida, la mujer que lo sacaría de su vacía vida, se enamoró de ella hasta que le dio pena consigo mismo. Su historia había estado llena de cosas buenas y malas, como cualquier relación, con altibajos, como humanos, pero aquel día en el que se enteró del cáncer que padecía ella, algo se quebró…
No tuvo palabras, sus lágrimas habían rodado como cascadas al enterarse de los pocos años que le quedaban de vida a su prometida, a darse cuenta de que probablemente la perdería pronto y se quedaría solo. Pero allí, cuando la vida parecía haberse olvidado de él, apareció Kagome…su mundo tomó color, alegría, y poco a poco fue sintiendo como el amor por esa intrépida chica, lo embargaba al punto de dejarlo abrumado.
Sintió como era que mirar los ojos de ella, le traía paz, y olvidaba todo mientras su prometida estaba en recuperación, mientras él sufría al pensar en su vida, sin darse cuenta, ella había llegado a curar sus heridas con una sola mirada. Recordó como cuando la había besado por primera vez, suavemente mientras le acariciaba la mejilla, fue en ese momento que pudo darse cuenta de que estaba perdidamente enamorado de Kagome, también…
Cuando Kikyô se recuperó, los doctores le dieron esperanzas nuevas, esperanzas de un futuro para la chica, la cual estaba feliz de saber que podría darle la felicidad que tanto anhelaba su amado, su amado InuYasha. Taishô, se encontró con aquella noticia, esa que le llenó de felicidad, esa que lo hizo sonreír nuevamente por ella, por su amada Kikyô.
Pero claro, allí estaba la mirada más clara y pura que pudo haber visto en su vida, los ojos y los labios más dulces que pudo haber merecido, en ese momento en el que miró a sus lados y vio a dos mujeres que eran dueñas de su alma, en ese momento supo que a la vez; era desgraciado. ¡Las amaba a las dos!
Regresó con Kikyô, intentando esclarecer sus sentimientos, intentando decidir por cuál de las dos escoger, pero cuando volvió a convivir con la chica, se encontró con que sus deseos habían cambiado, ¿y cómo no?, Kagome estaba presente en su vida, alma y corazón, en sus pensamientos a diario, sin poder sacársela de la mente.
Se atormentaba con eso, sintiendo que las engañaba, adoraba a Kikyô, con todas la fuerzas de su alma, la miraba, veía su sonrisa iluminadora y no podía evitar en pensar en una familia junto a ella, pero rápidamente esa imagen se convertía en Kagome, dejándolo perturbado y sin opción a disfrutar de algo.
Como era de esperarse, su promesa era lo que orillaba y argumentaba más a su decisión: —Te prometo que estaré contigo hasta que la muerte nos separe. —Le había prometido un día, le había dicho eso a su amada y ya no había vuelta atrás, porque en ese momento no sabía que se podía amar con la misma intensidad a otra persona.
Lago había cambiado entre él y Kikyô, estaba seguro de eso, porque podía sentirlo cada vez que estaban cerca o cada vez que le hacía el amor, porque su indecisión lo tenía muy confundido, pero a la vez mostraba como habían cambiado las cosas, aquel anhelo de estar con Kagome y amarla como quería, aquel deseo de tenerla cada día a su lado y poder llamarla su mujer, todo estaba entre ese momento y otro.
El amor a Kikyô y la promesa que los unía, lastimosamente podían llegar a ser más fuertes que la propia locura que era capaz de quitarle la vida, Kagome, a pesar de haber llegado después, la tenía en su corazón sin ningún atraso. Le había pedido un tiempo a Kagome mientras decidía a quién elegir, si a la mujer que amaba y con la que en un principio había decidido compartir su vida y prometido, estar con ella hasta la muerte, o a ella, que había llegado a su vida sin previo aviso y haberle robado hasta el último trozo de alma y vida que pudiera pertenecerle.
¿A quién?
—Amo a Kikyô…—Pronunció él, sintiéndose maldito. Kagome sintió su corazón oprimirse, eso ya lo sabía—. Pero por muy estúpido que parezca, con todas mis fuerzas también te amo a ti…Kagome.
La chica esta vez soltó sus lágrimas, había comprendido todo.
—InuYasha…
—Jamás pensé que podría amar a otra persona de la misma manera, Kagome. —Confesó con la voz quebrada y una lágrima al borde de caer por su mejilla—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. —La miró a los ojos directamente—. Pero en estos momentos, alegando a mi promesa, e inclusive por todo lo que me une eternamente a ti…no puedo abandonar ni vivir sin Kikyô.
A pesar de que sin ella, era lo mismo.
Kagome sintió su mundo derrumbarse, lo había visto venir, lo había sabido, ¡pero como idiota se enamoró! Ahora que sufriera las consecuencias, esa había sido su decisión ¿no?, tenía que soportarlo. Las lágrimas corrieron libres por sus blancas mejillas, a pesar de saber que InuYasha odiaba verla llorar, no tenía cómo repara el llanto.
—A pesar de todo…—Pronuncio dolida—. Entiendo.
Podía decirse que InuYasha estaba harto de sentirse miserable, pero esa era la gota que había derramado el vaso. Pegó sus labios con los de ella, la besó. Un beso con dolor, que no podía expresar el amor tan infinito que lo embargaba cada vez que la miraba, cada vez que tocaba su piel, cada vez que pensaba en ella y cada caricia suspiro que le dio aquellas veces en las que pudo hacerle el amor.
Era un miserable.
—Te amo…—Le pronunció por primera vez sin miedos ni tapujos, susurrando contra sus labios mientras mantenía los ojos cerrados—. Perdóname Kagome…
—No sigas…—Sollozó ella en voz baja mientras lloraba intensamente—, ya no me hagas más daño InuYasha.
El joven hombre sintió su corazón oprimirse, se sintió asqueroso, vilmente asqueroso. Se separó de ella para mirar sus cristalizados ojos y secó las amargas lágrimas, de manera delicada, con una ternura incomparable.
—Ve con ella. —Susurró esbozando una sonrisa auto convencedora—. Te está esperando. —Su voz suave atinó a darle a entender a InuYasha que Kikyô estaba allí, a sus espaladas.
La recién llegada se sintió impotente, no pudiendo hacer nada para remediar lo que sucedía.
—Kikyô. —InuYasha llamó a su prometida y no supo qué hacer.
—No hagas esto, Kagome. —Pronunció la chica mirando a la joven, esperando ya no sentir más dolor entre los tres—. Quédate con él, no te lastimes así…no te lo mereces.
—Eres tú la que no se merece este final Kikyô. —Kagome alzó un poco la voz para que ella la escuchara, InuYasha estaba estupefacto, no podía creer nada de lo que veía. La Higurashi caminó hasta la chica y la tomó de las manos—. Una vez fuimos amigas, ¿recuerdas?
Kikyô sintió la calidez en las palabras de Kagome y no supo si gritar o maldecirse por amar al mismo hombre que esa cálida y buena mujer. No podía evitar sentirse intrusa a pesar de ser ella la primera.
—Lo seremos siempre. —Abrazó de improviso a Kagome y las dos comenzaron a producir lágrimas, Kagome correspondió al abrazo sincero de inmediato.
InuYasha se sentía impotente, hizo puño sus manos tratando de tolerar aquella escena, Kagome era tan pura…y Kikyô tan sabia y madura…¡Maldición! ¡¿Por qué las amaba a las dos?!
—Cuídalo mucho Kikyô. —Susurró Kagome empezando a sonreír mientras se resignaba—. Hazlo muy feliz y selo tú también, por todo lo que has pasado en la vida…te lo mereces.
La pálida chica sonrió de manera orgullosa, estaba orgullosa de Kagome, su alumna de coreografía escolar, de antaño. Jamás olvidaría un solo rasgo de esa niña.
—Gracias Kagome, no tengo palabras para describir lo que siento. Lo cuidaré…—aceptó secándose las lágrimas—, y cuidaremos a nuestro hijo. —Se tocó el vientre y Kagome sonrió de manera sincera.
A pesar de que el aire se le cortó con la noticia, un bebé siempre traía cosas buenas, siempre alegraba cualquier pena. Se separó de Kikyô y dándole una última sonrisa, se despidió con la pacífica mirada, Kikyô se apresuró a caminar un poco lejos, sabía que tenía que darles intimidad a ellos, lo necesitaban.
Kagome se alejó también, llegando hasta InuYasha una vez más, para decirle adiós al amor de su vida.
—Trataré de ser feliz, así como lo serás con Kikyô. —Tomó la mano de InuYasha y le sonrió de manera sincera.
—No con otra persona. —Se aventuró a decir mientras la sujetaba por el brazo, no quería dejarla, no quería saber que pudiera estar en brazos de otro, aunque sonara de lo más egoísta, no quería saber eso—. Por favor.
—No seas tonto. —Soltó una pequeña risita divertida—, seré feliz a mi manera y pensando a en ti, aunque esté diciéndote adiós.
InuYasha sintió un gran alivio recorrerlo, pudo saber que lo esperaría.
—Te prometo que estaremos juntos algún día…Kagome. —Y ella sintió como pudo corresponderle, sabía que cumplía sus promesas, pero recordó que eso era casi imposible—. Te lo prometo. —Repitió con el dolor de dejarla ir.
—Y yo prometo que siempre estaré esperándote InuYasha. —Le acarició la mejilla y pudo sonreírle por última vez de aquella manera tan suya, que lo volvía loco, para dejársela marcada en la mente, para siempre.
Kagome soltó la mano de su amado y comenzó a caminar lentamente hacia su casa, tal vez tendría que tomarse muy a pecho eso de ser feliz, la vida de InuYasha le pertenecía a Kikyô y ella solo era una chica tonta que había llegado tarde, como siempre.
InuYasha miró a su otro gran amor marcharse y no pudo evitar sentir dolor, pero regresó su vista a Kikyô y su mirada brillante pidiéndole el amor que se merecía y que él estaba dispuesto a darle, supo que tendría que mirar adelante, un futuro de alegrías junto a esa mujer le esperaba, a pesar de saber que dejaba ir a Kagome, le había prometido el estar con ella.
Algún día sucedería, de eso estaba seguro, y lo disfrutaría al máximo, disfrutaría junto a su mujer.
Pero mientras tanto, amaría a Kikyô como lo deseaba y como ella se lo merecía. Tomó su mano y vieron juntos el atardecer, tal vez el comienzo de su nuevo destino.
¿Fin?
No sé qué mierda traigo en la cabeza, pero por cosas como estas esque el mundo está como está. Aquí vine yo, con mi segundo InuxKik, por así decirlo, que es un regalo para mi hermana Tahis, que me estuvo jodiendo y no pude evitarlo, pero yo le dije que habría InuxKag e.e de acuerdo, quiero llorar, esto es demasiado para mí.
Estoy pensando, ¿quieren un epílogo?, tal vez no me dejan con tanto cargo de conciencia y puedo dormir tranquila lo que me resta de vida u_u espero consideren la idea de otro capítulo y quede como two-shot, ¿lo quieren o no?
