Es necesario empezar con algunas anotaciones. Pueden saltarlas, sí, pero mis fieles lectores las verán para una mejor compresión del fic. Bien, primero que nada es la primera vez que hago un personaje Yandere, por lo que si queda muy forzado, lo siento. Segundo, actualizaré tan pronto como pueda, de verdad. Tercero, esto más que un tester es una comisión no-paga para mi bebé heresmellslikeyaoi (tumblr ID) básicamente porque yo misma la arrastré a Tokyo Ghoul, además de que le debo algunos capítulos de otros fics ;w; En fin, ojalá les guste y no se olviden de darme reviews, que es como si me dejaran una moneda en el estuche del violín~ Nos leemos en el próximo.
‹‹Algo debió haber pasado el día veintitrés, pero no me sentía capaz de recordarlo.
Salí con Rin después de la práctica, sé que era jueves y que ya se hacía de noche. Luego no recuerdo demasiado… Sé que después de nadar, hacía frío. Y admito que no tenía idea de qué podía estar pasando afuera… Es que Iwatobi era demasiado tranquila como para sospechar de ella. Así que no me di cuenta cuando estaba encerrado en aquella habitación oscura y helada. Tampoco me di cuenta cuando me dejaron salir.››
Makoto no sabía dónde estaba ni menos por qué estaba allí, pero nosotros sí. Todo estaba oscuro, se sentía frío, el aire se respiraba algo espeso… incluso húmedo. Makoto sentía como si alguien hubiese cortado su torso por la mitad y lo hubiese dejado tirado allí, a la deriva. Pero fuera de eso, no sentía nada. Puso sus manos en su pecho, en su cara… pero no sentía nada. Con las fuerzas que logró juntar sobre el miedo, se puso de pie despacio en lo que una puerta en el fondo dejó entrar un pequeño haz de luz desde afuera. –Puedes irte– dijo una voz molesta que por detrás hacía sonar los nudillos.
Makoto se sentía asustado. Intentó correr desde la puerta, pero no entendía bien hacia qué dirección ir. Cuando finalmente logró salir de ahí, se percató de que estaba en medio del centro de Iwatobi. ¿Qué había pasado? Era de noche otra vez, o quizás lo era todavía, ¿cuánto tiempo habría pasado allí dentro? Si tenía un poco de suerte, habrían pasado cinco minutos desde que estaba con Rin y todo habría sido una gran y estúpida confusión. Una simple y preocupante confusión.
‹‹ Caminé desde el centro hasta la estación y tomé el primer tren a la casa de Haru. Esperaba no haberle preocupado demasiado. No me gusta cuando Haru se molesta conmigo… En ese momento solo quería llegar allí y tomar un baño, pues todavía me acompañaba esa extraña sensación de ligereza y vacío. Y lo que más lamentaba, es que tuviese que ser justo cuando las cosas con Haru empezaban a surgir de a poco. Pensé que Haru estaría muy molesto… Lo siento, ¿estoy hablando demasiado de Haru?... Llegué a su casa cerca de las diez, me abrió la puerta algo molesto.
– ¿Dónde estabas? –me preguntó frunciendo el ceño. Me sentí culpable, realmente culpable. Me acerqué a abrazarlo para no extender más el asunto, pero él tenía sus razones y yo le entendía. Haru siempre tiene buenas razones.
– No te asustes, Haru, pero alguien… alguien me encerró en un cuarto frío y apenas recuerdo haber estado allí…–le confesé sonando preocupado. No quería sonar así, pero no era como si pudiese controlar demasiado mi voz en ese momento. Haru me miró de pies a cabeza y me hizo pasar. De seguro notó los nervios en mis ojos y se dio cuenta de que no mentía.
–Luces extraño– me dijo dirigiéndose a la cocina y sirviéndome un plato de caballa con curry verde. Si había cocinado eso, era porque me estaba esperando… No había otro motivo, si ese era mi plato favorito. Me senté en la pequeña mesa que usábamos siempre de comedor y me puso el plato en frente, pero en vez de sentir apetito, sentí repulsión. No podía aguantar las náuseas que me causaba el simple hecho de tener el plato allí, ¿pero cómo era posible no tener hambre? Miré el plato con duda y comencé a cortar la caballa en pedazos para no levantar sospechas en Haru.
–Haru, ¿cuánto tiempo pasó? –pregunté. Haru no me respondió. Solo me miraba con fastidio. –Haru– le insistí.
–Cuatro días–me respondió con una mirada esquiva. ¿Cuatro días? De verdad sigo sin creérmelo. Pero es lo que Haru me dijo, lo juro. Esperaba despertar en cualquier momento. En fin, me puse un trozo de caballa en la boca y lo tragué casi sin respirar, pero tampoco tuve suerte esa vez, ¡sabía horrible! No entiendo cómo es que mi plato favorito pueda comenzar a saber horrible de un día para otro.
–Haru–volví a llamarle. Sentí que estaba siendo insistente, pero no soportaba el hecho de que él no quisiese dirigirme la palabra por algo que no había estado bajo mi control. – ¿Qué le has puesto? – pregunté cubriéndome la boca, ocultando la cara de asco para no hacerle sentir mal. Haru realmente cocinaba muy bien, ¡y había hecho mi comida favorita! No era como si pudiese llegar y decirle que me provocaba náuseas su comida…
–Nada nuevo– resopló Haru, sonando indiferente.
Él se puso de pie, comenzó a mirarme sin decir nada. Sin más, me paré junto a él también y lo abracé, lo envolví con ambos brazos alrededor de su cintura esperando a que todo pasara. Bueno, yo tenía esa clase de relación con Haruka, no fue de la nada. –Lo siento, Haru–le dije… Titubeé unos segundos más, pero no sabía qué más decirle. Estaba tan confundido en ese momento.
¿Te sientes bien? – me preguntó con la voz apacible, como si intentara calmarme. Haru pasó sus manos por mi cabello y me acarició suavemente. Quería decirle la verdad, en serio, pero no me atreví, y en vez de eso, solo se me ocurrió asentir. No quería preocuparle más de lo que ya lo había hecho.
Todo está bien–le dije sin soltarlo. Pero en realidad, nada estaba bien. Me sentía extraño… débil, mareado… Tenía muchísima hambre, y sentía que me congelaba. En cualquier momento me iba a poner a temblar y no sabía qué hacer para ayudarme a mí mismo.
De pronto, el aroma de Haru comenzó a provocarme de cierta manera. Me incentivaba a probar su piel tierna y blanca por debajo de su ropa de dormir.››
Makoto apegó la nariz en el hombro de Haru y comenzó a deleitarse con el dulce aroma que emanaba. Sus ojos se desorbitaron, sintió tanto placer que de pronto llegó a pensar que no soportaría volver a vivir sin olerlo. –Hueles como… agua– dijo Makoto sonando extasiado. El muchacho del cabello negro lo miró incómodo, quiso apartarse del más alto pero éste le sujetaba los brazos con fuerza. Lo lastimaba.
–Makoto…– interrumpió Haruka.
–Estoy… estoy hambriento, Haru-chan– susurró el trigueño con la voz sonándole exasperada. Hundió su cara entre su cuello y su hombro una vez más, olfateando con obstinación al pelinegro. –Me provoca… comerte– le dijo después, pasando su lengua despacio por detrás de su oído.
–Makoto…–volvió a decir Haru, inexpresivo como de costumbre. Haruka estaba asustado, si bien no lo demostraba, nosotros podemos asegurarles que así era, tal como concluyó el pelinegro de su amigo… –Debe estar asustado–pensó… Quizás de verdad le había pasado algo malo durante esos cuatro días. ¿Pero qué? No es como si hubiese visto las noticias o se hubiese enterado de algo importante. ¿Será que dudaste de tu mejor amigo, Haru-chan?
–No sé cómo nunca me había percatado de lo delicioso que hueles– suspiró el más alto, acorralándolo lenta y disimuladamente contra muralla de concreto frío. –Y ahora que me he percatado, no me gustaría que nadie más te tuviese, Haru-chan– le dijo seguido de apoyar una de sus manos justo al lado de la cara del pelinegro. –Porque somos mejores amigos, ¿no? –preguntó volviéndose a sumergir en el cuello del otro. Esta vez, Haruka se percató de cómo sus ojos pasaban de verde esmeralda a rojo sangriento. Había marcas irritadas en sus párpados… en las horribles y marcadas ojeras bajo su mirada, emanaba un aura de apetito voraz que le hacía temer por su vida. Haru dio un paso atrás, chocando torpemente con la pared, por lo que decidió escaparse de otro modo. Pero… ¿escapar? ¿Es en serio, Haruka? ¿Qué pasaría con Makoto si escaparas? Makoto debía reaccionar de algún modo. El de orbes azulados se escabulló por debajo del más alto y se paró detrás de éste. Makoto se rió despacio, casi en silencio, resoplando aire por la nariz.
– ¿A dónde vas, Haru-chan? – le preguntó al mayor, volteándose lentamente en lo que Haruka le tomaba la cabeza por el cabello de la frente y lo jalaba hasta dejarlo en el suelo. Makoto no se movió.
–¿Makoto? –le llamó el mayor, exaltado pero casi sin salirle la voz. Éste se agachó hasta donde estaba y se le quedó mirando sin saber qué hacer. Makoto lo miró de vuelta, sus ojos aún no volvían a la normalidad.
–Lo siento, ¿estoy siendo muy rudo contigo? –le preguntó abalanzándose encima nuevamente, pero esta vez, bloqueándolo en el suelo. –No fue mi verdadera intención asustarte–agregó sonriente, ladeando la cabeza con ternura y con los ojos entrecerrados. –Pero me temo que no puedo dejarte ir esta vez, ¿ne?
El ojiazul comenzó a temblar. Ya no tenías escapatoria, ¿verdad, Haru? Makoto tampoco estaba enterado de lo que estaba pasando, ¿qué opciones les quedaban? Haruka no sabía qué le podía estar pasando a su amigo, o por lo menos le hubiese gustado saber cómo reaccionar ante una situación así. Pensó en Makoto y en su aire desquiciado. Subió su propia manga y dejó su brazo desnudo frente a él, ofreciéndoselo como escapatoria. Lo aceptaba y todo acababa, o lo aceptaba y era el fin. Ya daba igual, no tenía nada más que hacer. Buena jugada, Haruka…
–Ten– le dijo, estirando el brazo con una mirada esquiva.
Los ojos de Makoto se iluminaron dentro de su furia, se volvieron radiantes y feroces en la desesperación del hambre. Makoto no dudó ni un solo segundo y dio una mordida feroz en el antebrazo de Haru, sacándole parte de la carne consigo seguido de que el ojiazul comenzara a sangrar. El líquido caliente escurría por la boca del menor, manchando el piso y la ropa del de tez más clara sin cuidado. Haruka vio su brazo sangrar y sintió sin previo aviso el dolor desgarrador que le correspondía a la profundidad de la herida, pero no hizo nada. No hizo nada hasta que vio a Makoto en plan de atacarlo una segunda vez. Haru le tomó el cuello con fuerza y esperó a que éste cediera. Makoto pronto se rindió, y se quedó sentado en el suelo sobre sus talones. Haruka sabía, debió haberlo pensado antes, pues conocía cada punto débil de Makoto… cada detalle de pies a cabeza… pero el miedo que tenía en aquel momento le jugaba en contra y no le permitía mover un solo músculo.
El de orbes azulados observó cómo Makoto volvía a la normalidad de pronto y cómo su mirada cambiaba por completo otra vez. De ojos rojizos y despiadados, pasaron a ser verdes y miedosos de nuevo. Se preparó para el escándalo que vendría luego. Cubrió su brazo de la hemorragia y esperó a que Makoto tuviese alguna reacción.
‹‹ No comprendía qué estaba pasando. De un segundo a otro sentí que despertaba de un trance que no pude controlar y tenía la boca ensangrentada. No exagero, chorreaba. Tenía la sensación de como si hubiese tragado algo y la respiración muy agitada. Observé a Haru, estaba temblando, con los ojos abiertos como platos y se cubría el antebrazo con una expresión de dolor… Recuerdo que… le brotaban lágrimas. De esas que ponen la vista borrosa cuando uno se las aguanta. Haru no intentaba alejarse de mí, pero algo me decía que mejor debía hacerlo.››
–Haru, no me digas que yo…–dijo Makoto, temblando.
Haru retrocedió unos centímetros, su mirada le dio a Makoto la respuesta que éste buscaba.
–Será mejor que te vayas–le dijo al más alto, sin atreverse a mirarlo a la cara.
–Haru… yo- Makoto intentó decir algo, pero Haru simplemente no quería escuchar su voz. Debiste haber reaccionado antes, ¿no, Makoto?
–Por favor…–rogó el más bajo, que aún sostenía su brazo con dolor. El de cabello oliva terminó por rendirse y se fue a casa, atreviéndose a dejar solo al menor de una vez por todas.
‹‹Sigo pensando... Sigo pensando en que yo no lo hice…››
