Título: Voluntad compartida.
Autor: anesse.
Parejas: SasuSaku(Principal)/ SaiSaku/ NaruHina/ ShikaIno.
Clasificación: Más de 16 años.
Género: Fantasía, romance, drama.
Advertencias: Lime/ Lemmon.
::Nota::
La historia está más o menos ambientada por allá de 1950 en un mundo alternativo, me puse a 'investigar' y creo que de todo lo que se llegase a hablar en el fic ya había en esa época. Es un mundo mitad real mitad fantasía, si es que así se dice, por lo que hay ciertas cosas que en la vida real no, más adelante -si siguen la historia- se darán cuenta de qué cosas.
La idea se me vino escuchando música instrumental japonesa, tienen que escucharla, es simplemente inspiracional *-*
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Y aquí estoy escribiendo otro fic, a este le he puesto muchísimo esfuerzo y ganas, he escrito y borrado muchas veces y según yo, he mejorado lo bastante para ser notado. Ojalá que les agrade la historia, es algo un poco diferente a lo demás :3 Muchas gracias si es que leen y le dan una pequeña oportunidad C:
Por ahora creo que es todo lo que tengo que decir, la verdad me emociona mucho estar publicando esto :D Espero que disfruten de esto tanto como yo.
La edad de casarse llega mucho antes que la de quererse.
—Friedrich Nietzsche.
Matrimonio.
El ambiente en la casa se sentía más incómodo de lo normal, se sentía presión e inconformidad. De los presentes, el menor hizo una mueca extraña al no dejar salir un bostezo, ya había sido reprendido varias veces en menos de veinte minutos; su padre comenzaba a desesperarse y estaba seguro de que mamá también lo estaba, pero él no tenía la culpa, después de todo ya les había dejado bastante claro que no seguiría sus órdenes, porque estaba harto de eso.
Miraba con atención al hombre mayor de cabello azabache y piel morena que le hablaba, pero en realidad no tenía el mínimo interés en aquella charla, además, no era la primera vez que discutían 'ese' tema, llevaban más de tres meses fastidiando con eso. Aunque esta vez era un poco distinto, porque no solo era él con sus padres, en esa sala también se encontraba —por primera vez— Itachi, al igual que el viejo tío Madara junto con Obito y Shisui, parecía que esta vez era más serio.
Tuvo que retener un suspiro quizás por enésima vez, ese hombre seguía diciendo lo mismo y la mujer de tez blanca que se encontraba a su lado solo asentía con una falsa sonrisa. Él lo sabía, sabía que a mamá tampoco le gustaban las ideas que Fugaku solía tener, en especial esa estúpida idea.
Sus ojos se desviaron solo un momento para mirar a su alrededor, se dio cuenta de que él no era el único aburrido, él tío Obito tenía una expresión todavía peor que la suya. Obito era el mejor tío que podría tener, lo sentía más como un hermano, casi como un padre; porque era de las pocas personas que lo entendían, que respetaban sus decisiones y hasta se había enfrentado a Fugaku en un par de ocasiones. Él quería ser como Obito, sin preocupaciones, sin tantas responsabilidades, sin seguir las órdenes de alguien más.
Sasuke quería ser libre.
Estaba cansado de hacer lo que otros querían, de seguir las reglas, de tener que hacer todo a la perfección, de ser alguien más, porque ese —definitivamente— no era Sasuke Uchiha.
Para entonces ya había regresado la vista hacia su padre, que aún hablaba pero parecía que estaba a punto de culminar y una vez más, mamá parecía molesta o triste, nunca iba a poder descifrar aquella expresión en el fino rostro de la mujer que le dio la vida, solo podía decir con certeza, que tampoco era feliz como él.
—No voy a casarme. —soltó casi gritando cuando Fugaku terminó de hablar.
—Sasuke, ¿has estado escuchando lo que dije? —preguntó en tono molesto.
—Sí, parece que tú eres quien no escuchó mi respuesta.
—Sasuke-kun, no le hables así a tu padre. —dijo Mikoto con la voz temblando.
—He dicho que es por el bien del clan y es una tradición. —explicó.
— ¿Tradición? Itachi no ha seguido esa tradición. —alegó.
—Con Itachi es diferente, lo sabes. —Madara habló esta vez.
¿Diferente? ¿Por qué con Itachi es diferente? ¿Por qué nunca le explicaban eso? Siempre que hablaban del tema, decían que Itachi no tenía la obligación de seguir esa tradición y eso era lo que más le irritaba, que él sí tuviera que seguir las reglas y su hermano no. Porque todos los Uchiha— al llegar a cierta edad— tenían el deber y responsabilidad de contraer matrimonio; y hacía exactamente cinco años que su hermano debió casarse. Pero no.
— ¡¿Por qué?! —gritó con desespero— ¡¿Por qué con él es diferente?!
—No lo entenderías. —dijo Madara sin importancia.
— ¡No digas que no entendería, no soy un niño! —contestó más furioso que antes.
— Sasuke —escuchó a Fugaku decir—, es tu deber, el clan necesita descendientes.
—En ese caso ¿por qué no simplemente me follo a alguien? Así terminamos con todo este maldito asunto. —dijo cual adolescente malcriado.
— ¡Sasuke-kun! —chilló su madre con vergüenza y él se sintió intimidado—. No hables así, no... No digas esas cosas. Tu padre solo busca lo mejor para ti y para el clan, por favor, solo... —intentó decir y desvió la mirada unos segundos—. Solo hazlo, seguro que consigues una chica hermosa que te ame. —terminó con otra sonrisa falsa y Sasuke tuvo que pestañear varias veces antes de que un par de lágrimas se le juntaran en los ojos.
Tragó saliva y apretó los puños por debajo de la mesa. Sabía que mamá sufría demasiado, que cargaba con el peso de muchas cosas y se lo guardaba todo para ella sola, jamás hablaba con nadie, jamás demostraba sus sentimientos, en cambio, siempre se le veía con una enorme sonrisa en el rostro, una muy bella a pesar de ser fingida. Y solo Sasuke sabía lo falsa que era esa sonrisa, que más bien era una sonrisa llena de tristeza y pesar, y que si Mikoto seguía sonriendo ante cualquier problema, un día esa sonrisa iba a explotar y habría un mar de emociones allí.
Frunció un poco el ceño con la mirada hacia el suelo, estaba seguro de que ella no estaría mejor si él se casaba, además ¿dónde iba a encontrar alguna chica que lo amase? Porque todos los hombres —o la mayoría— del clan Uchiha, tenían un corazón de piedra, vacío, uno frío y duro, uno que no sabe de qué manera amar, y que solo una persona pude llenar, que solo una persona puede hacer que sus latidos tengan sentido alguno. Y Sasuke, como buen Uchiha, tenía quizás el corazón más frío de todos, por no tener jamás un acercamiento con una chica, conocía alguna dentro del clan pero casarse entre familia le parecía una atrocidad. Y sabía que fuera del clan había millones de mujeres hablando sobre él y su belleza, lo sabía porque hasta su madre se lo había dicho cientos de veces; el problema era, que él no se sentía atraído por ninguna de ellas, eran lindas sí, pero las mujeres lo hacían sentir extraño, irritado, estúpido...
Y si mamá estuviera de acuerdo con que él contrajera matrimonio, seguro que buscaría a una chica linda para él, una amable y de buen corazón, una que llenase el suyo. Tal vez viendo al menor de sus hijos ser feliz, ella también lo sería.
—De acuerdo. —murmuró aún sin levantar la mirada.
—Excelente decisión. —dijo Fugaku con una media sonrisa.
—Pero yo voy a escogerla. —advirtió. Por supuesto que no dejaría que otros eligieran a su futura esposa.
—Si es lo que quieres, así será Sasuke. —asintió casi sonriendo y continuó hablando—. Todas las mujeres de la aldea y aldeas cercanas podrán venir a presentarse frente a ti. —explicó—. Y elegirás a la que más te guste.
— ¿Qué...?
—Así debe ser —dijo Madara—, todo Uchiha ha pasado por eso. Sabes que son tradiciones, habrá una reunión y cuando elijas a tu mujer deberán salir a tres citas.
— ¿Por qué debo salir con ella? —preguntó molesto e hizo un puchero cual niño pequeño.
—Porque debes conocer a la que será tu futura esposa. —escuchó a su madre decir—. Sasuke-kun, haz las cosas como se te dicen ¿sí? —lo miró casi suplicando y de nuevo sonrió.
El joven Uchiha miró a Mikoto tratando de hablar solo con la mirada, pero le fue imposible cuando ella volvió la vista hacia abajo, como siempre lo hacía al haber una plática familiar.
Hizo una mueca de disgusto, escoger a una mujer para ser su esposa parecía ser sencillo, pero en el fondo sabía que no lo era, que las mujeres son complicadas y que la mayoría eran superficiales; por lo que elegir en un solo día, era un reto para él, sobre todo por tratarse de chicas.
Miró a Obito quien ahora sonreía, quizás se sentía alegre de que él, por fin, hubiese aceptado el hecho de casarse. Madara tenía una expresión parecida a la de Itachi, seria, sin aires de felicidad o algo parecido; Fugaku sonreía satisfactoriamente, pues por fin había logrado lo que deseaba.
Mikoto... ella estaba destrozada.
—Como sea. —murmuró Sasuke ya harto de la situación.
—Bien. Las demás aldeas, al igual que la nuestra, serán notificadas con esta noticia. —Fugaku se puso de pie y los demás lo imitaron—. La asamblea ha terminado, podemos irnos.
Los guardias que yacían al frente del gran portón, se movieron por primera vez en un buen rato solo para abrir la pesada puerta, Madara e Itachi salieron casi juntos murmurando un par de cosas, Shisui caminó detrás de ellos; los últimos en partir fueron Sasuke junto con sus padres y también Obito, este último lo tomó por el hombro para detenerlo un instante, Fugaku les echó una mirada llena de frialdad y siguió con su camino. Ya nada haría que su hijo cambiara de opinión.
—Sasuke. —dijo Obito con una sonrisa orgullosa—. De verdad me alegra que hayas decidido enlazarte con alguien.
— ¿Enlazar? —arqueó una ceja confundido.
—Lo que vas a hacer no es solo contraer matrimonio, crearás un lazo de amor con esa persona y jamás debes romperlo. Por eso debes elegir con cautela. —le sugirió.
—Lo siento tío. —se disculpó con sinceridad—. Pero ese lazo no crecerá. —dijo escuchándose bastante seguro de sus palabras y continuó caminando.
— ¿Qué mujer crees que sea la indicada para Sasuke? —preguntó Obito a Mikoto.
—Una con un corazón cálido. —dijo con firmeza y caminó tras su hijo—. Y con cabellera extravagante. —añadió con una sonrisa real.
Cuando llegaron a casa, Fugaku decidió tomar una ducha y entrar en el ofuro para así relajarse, pues desde temprano se había encontrado muy ocupado con asuntos diferentes, y este último lo había dejado realmente cansado.
Sasuke, por su parte, caminó hasta su habitación para alejarse de todo. Quería salir y dar un paseo por las calles de la aldea, pero la gente era rápida y seguro que ya todos —o casi todos— estaban enterados de la próxima gran boda, así que optó por acomodar su futon dispuesto a dormir sin siquiera cambiarse el atuendo. Mientras colocaba el par de almohadas blancas, escuchó que alguien se acercaba y se detuvo, de inmediato escuchó la dulce voz de su madre y corrió el shoji, del otro lado, estaba ella con un kimono más cómodo, de color morado con pequeñas flores blancas; ella sonrió tiernamente y pidió permiso para entrar, cuando lo hizo cerró el shoji, solo tenía poco tiempo antes de que su marido saliera de aquel baño.
—Madre. —dijo el pelinegro un tanto sorprendido.
—Sasuke-kun, tienes que escucharme ¿sí? —susurró por si a caso los escuchaban—. Sé que no deseas casarte y yo tampoco quiero que lo hagas. —confesó y él sonrió con alivio—. Pero son órdenes de tu padre y Madara, no puedes simplemente desobedecer esas órdenes. Es cierto que el clan necesita descendientes, y ahora tú eres el indicado para hacer eso. —sonrió y le acarició la mejilla con delicadeza—. Será un matrimonio extraño en un principio, pero verás que ese lazo del que tu tío habló, crecerá cuando menos lo esperes y serás muy feliz con la mujer que elijas.
Sasuke dirigió la mirada hacia el suelo intentando asimilar lo que estaba ocurriendo. Por supuesto que podría desobedecer esas órdenes, tal y como ya lo había hecho un par de veces antes, aunque era obvio que esto era algo más serio: A su edad ya debía estar casado y quizás con una familia, pero no lo estaba, porque se había rehusado a eso, no quería seguir órdenes de los demás. Pese a todo, ahora las cosas eran diferentes, ya había evitado aquel hecho un buen tiempo y ahora no tenía otra opción más que esa, debía casarse y pronto, hasta mamá se lo estaba pidiendo.
¿Sería feliz? No lo sabría hasta dentro de unos días.
—Voy a hacerlo, por el clan... y por ustedes. —respondió Sasuke con seriedad.
—No lo hagas solo por el clan. —le pidió—. Sasuke-kun, tu padre no lo ha dicho y jamás lo dirá, pero... no quiere que te cases solo por la descendencia. —explicó y el hizo una mueca de confusión—. Tienes veinticuatro años y tú... nunca has amado.
—Eso no es cierto. —dijo él rápidamente—. Te amo a ti, los amo, a todo el clan...
—Sabes que no me refiero a eso. —lo interrumpió—. Sasuke-kun, ¿cuándo fue la última vez que hablaste con una chica?
—No lo sé y no me importa. —cerró los ojos fastidiado.
—Solo digo que también lo hagas por ti. —sonrió dulcemente—. Enamórate de la mujer con la que te cases, ámala y deja que ella te ame. Permite que entre en tu corazón, Sasuke-kun. —dijo tocándole el pecho.
Al Uchiha se le vino un sonrojo al rostro, de pronto se sintió extraño hablando sobre ese tema. Miró a su madre que aún sonreía y de pronto se llenó de dudas, ¿cómo es que Fugaku la había elegido a ella? Sin duda Mikoto era una excelente mujer, de habilidades únicas y de belleza inigualable, ¿pero, cómo había llenado el vacío corazón de su padre?, ¿cómo logró entrar en aquel corazón de piedra?
No estaba seguro de encontrar alguna mujer que lo llenase, que pudiese derretir el corazón de hielo que él cargaba. Quizás ser feliz no estaba escrito, quizás vivir y morir sin haber amado era su destino.
—Eso haré. —murmuró acortando la poca distancia que quedaba entre ellos para abrazarla con fuerza.
—Tengo que irme. —dijo Mikoto al escuchar un ruido en la casa, evidentemente era su esposo—. ¿Por qué no sales un rato? —sugirió una vez que se alejaron—. Te vendría bien tomar un poco de aire.
—De acuerdo. —contestó luego de pensarlo. Su plan de no salir no era muy buena opción después de todo.
—Asegúrate de llegar antes de que oscurezca. —dijo de último antes de cruzar la puerta corrediza.
Sasuke se quedó —por un momento— con la mirada perdida, no hablaba mucho con su madre a causa de Fugaku, quien siempre decía que las mujeres se entienden solo entre ellas y lo mismo con los hombres. Pero él no tenía a nadie que lo entendiera, nadie que pasara un rato con él, platicando o haciendo cualquier cosa, pasando el tiempo.
Ahora a su edad eso ya no le afectaba, pero cuando era pequeño y necesitó de alguien, su padre nunca estuvo ahí, porque eran más importantes los negocios familiares o siempre había algo en el clan que no era lo suficientemente bueno. Itachi solía estar con él, pero al paso que crecía también se iba alejando, así que su hermano mayor no había estado con él cuando más lo necesitó.
Con mamá era diferente, porque ella sí quería estar con él, cuidarlo y enseñarle cosas, ayudarlo con algún problema, protegerlo. Pero Fugaku siempre la había alejado de él, por el simple hecho de ser mujer.
'Las mujeres son las encargadas de cuidar a los hijos', eso siempre lo había escuchado dentro del clan y de la aldea, ¿pero por qué con él era distinto? Mikoto lo cuidaba, sí, pero no cómo ella hubiese querido, porque siempre tenía que seguir las órdenes de su marido, y solo de vez en cuando podía aconsejar de buena manera a Sasuke, cuando nadie los veía.
Fugaku conocía las costumbres que su mujer solía tener, es por eso que no podía pasar tanto tiempo con Sasuke, y con Itachi había sido lo mismo en un principio, pero en cuanto creció las cosas cambiaron. 'Sasuke se deja influenciar fácilmente', había dicho su padre, por eso tampoco hablaba mucho con el tío Obito.
Y ya estaba cansado de estar aislado de todo, tenía un par de amigos pero no era lo mismo que una familia. Y a pesar de no ser tan cercano a su familia, los amaba a todos, a sus padres, a Itachi, a Shisui... A todo el clan.
—No me merezco esto. —se dijo a sí mismo apretando un poco los puños.
De un pequeño mueble cerca de la ventana, sacó un atuendo más cómodo que el que traía puesto. Rápidamente se desvistió para ponerse la yukata de color oscuro, amarró el cinto a su cintura y guardó aquel kimono en un cesto de ropa. Antes de salir se miró en el espejo, vaya que había crecido, no solo era más alto, también se veía más fornido y las facciones de su cara ya no eran las de un adolescente. El vello facial no era lo suyo, es decir, jamás le había salido bigote o barba y lo agradecía, porque de lo contrario tendría que afeitarse y eso sería algo que le daría demasiada pereza. Itachi no había corrido con la misma suerte, pues más o menos a los quince años, unos delgados y pequeños vellos habían comenzado a crecer en su mentón.
Tomó —de otro mueble cercano— una pequeña bolsa que contenía una parte del dinero que se tenía permitido gastar, la otra parte la tenía bien guardada en algún lugar de su habitación.
Salió del cuarto cruzando por la sala, afortunadamente su padre no estaba ahí, de lo contrario, le hubiese cuestionado el porqué de su salida.
Una vez con las calzas puestas, salió de casa por el gran portón, miró el cielo azul que en ese momento estaba completamente adornado por nubes de diferentes tamaños, mentalmente les agradeció a estas por cubrirlo del sol, pues hacía un rato que el calor era insoportable.
Tuvo que recorrer casi todo el clan para poder salir de este y adentrarse en la aldea, que también era su hogar después de todo. Konoha era un lugar bastante grande, donde habitaban cientos de aldeanos, algunos ninjas y unos cuantos samuráis, aunque estos últimos trabajaban exclusivamente para clanes, como el suyo o el Uzumaki y el Nara.
Su destino era el centro de Konoha, donde se encontraban, si no todos, la mayoría de los negocios, negocios de todo tipo; de comida, ropa, dulces, accesorios, pinturas... Y mientras caminaba por las amplias calles de la aldea, escuchó algunos murmuros de la gente, era obvio que hablaban sobre él y su próximo matrimonio, porque estaba completamente seguro que el idiota de su tío Madara andaba por ahí diciéndole a medio mundo que Sasuke Uchiha estaba próximo a casarse, que muy probablemente ese año formaría una familia. Cerró solo por un instante los ojos ignorando a los aldeanos que decían cosas sobre él con total descaro e indiscreción, ¿qué más les daba si se casaba o no? Es que hacía mucho tiempo que un Uchiha no contraía matrimonio, el último en casarse había sido Shisui y ya llevaba más de cinco años casado.
Se mordió la lengua para no soltar alguna palabrota, estaba llegando a su límite y la gente que pasaba por ahí no dejaba de mirarlo o incluso de felicitarlo. Por suerte no tardó mucho en divisar el lugar que estaba buscando, el Ichiraku Ramen, donde seguramente estaba su amigo.
Recorrió las pequeñas cortinas que colgaban del techo del negocio y pudo reconocer a su rubio amigo, Naruto. Él no tardó mucho en sentir que alguien más estaba ahí y de inmediato se giró sobre su asiento para encontrarse con los oscuros ojos del Uchiha.
— ¡Sasuke! —gritó emocionado y se puso de pie para abrazarlo con fuerza—. ¡Cuánto tiempo sin verte!
—Quítate Naruto. —dijo algo molesto y lo apartó empujándolo suavemente—. Nos vimos hace unas semanas. —continuó mientras ambos se sentaban en los banquillos.
—Sí, pero somos amigos y los amigos se ven todos los días. —hizo un puchero.
—Lo que digas. —soltó en un suspiro.
— ¿Qué te trae por acá? —preguntó curioso—. ¿Quieres un tazón de ramen? ¡Yo invito! —sonrió.
—No vine por eso, comeré más tarde. —le informó con una sonrisa de lado. Jamás iba a entender cómo es que a la gente le gustaba tanto el ramen.
— ¿Entonces? —arqueó una ceja—. ¿Pasó algo? ¿Estás bien, teme? —dijo sonando preocupado.
— ¿De verdad no sabes qué pasó, idiota? —preguntó algo sorprendido. Pero después de todo era Naruto, seguro que ni siquiera había visto aquel letrero que anunciaba el aumento en el precio del ramen.
—No, ¿de qué hablas? ¿Está todo bien, Sasuke? —volvió a decir con preocupación.
—Si casarme está bien... —pensó un momento—. Entonces sí, está todo bien.
Los azules orbes de Naruto se abrieron asombrados. ¿Había escuchado bien? ¿Casarse? ¿Sasuke Uchiha iba a casarse? Parpadeó un par de veces lleno de confusión y bebió lo poco que quedaba en su tazón, miró la expresión seria que su amigo tenía en el rostro, luego miró sus manos que le temblaban, como si estuviese nervioso por lo que estaba diciendo.
Estaba a punto de echarse a reír y decirle que había sido una buena broma, pero luego lo escuchó soltar un suspiro de cansancio y finalmente notó un leve sonrojo en sus mejillas. ¿Estaba hablando en serio?
—Dime que no es una broma. —le pidió el rubio.
—No lo es. —afirmó haciendo una mueca de disgusto—. Sabes que no bromearía con algo así, Naruto.
—Sí, lo sé, pero... ¿casarte? ¿Estás seguro? —dijo angustiado.
—Tsk. —miró a otro lado y luego volvió la mirada hacia el rubio—. Vayamos al jardín de la aldea, ahí hablaremos con tranquilidad.
—De acuerdo. —sonrió amigable y se puso de pie junto con Sasuke— . Solo dame un momento, tengo que pagar todo lo que he comido.
El Uchiha salió del local cuanto antes, no quería escuchar la voz de Naruto gritando que no sabía que el ramen costaba uno o quizás dos yenes más.
Y mientras veía a la gente pasar, escuchó el estridente grito de su amigo, luego escuchó como un chillido y no pudo evitar soltar una risita. 'Ojalá que así deje de comer eso', pensó, pues desde que lo conocía —y de eso hacían ya muchos años— casi diario lo veía comiendo ramen, con diferentes especias y en diferentes lugares, pero siempre ramen. Quizás hasta en su casa comía ramen.
Un rato después lo vio salir con una expresión extraña en el rostro, no era tristeza pero sí algo parecido, se acercó a él y ambos comenzaron a caminar en dirección al gran jardín de Konoha.
—Diablos. —masculló cabizbajo—. Quería invitar a Hinata a comer... Y casi me acabo el dinero.
—No creo que le hubiese gustado comer ramen. —dijo Sasuke bromeando y el rubio rió por lo bajo.
— ¡Claro que sí! —gritoneó—. Hinata ama el ramen tanto como yo. —con el pulgar se señaló el pecho.
—Eso dice porque le gustas, idiota. —le dijo con una sonrisa ladeada.
—En fin. —suspiró—. Será otro día. —sonrió cruzando los brazos por detrás de su nuca.
— ¿Qué hay con ella? —preguntó con curiosidad.
—Mamá dice que Hinata me ama, pero ella nunca me lo ha dicho. —pensó mirando el cielo.
— ¿Y tú? —arqueó una ceja.
—No sé si la amo. —afirmó—. Solo sé que me gusta estar con ella, cuando estoy a su lado me siento feliz. Además es muy linda, su voz me agrada... aunque no habla mucho. —volvió a dirigir la mirada hacia Sasuke—. Pero si Hinata me hace feliz y yo a ella, está bien ¿no?
—Supongo que sí. —murmuró—. Pensé que tú y ella no se veían más.
—Bueno... Desde aquel conflicto su padre le prohibió tener contacto con los Uzumaki. —le informó—. Pero su hermana nos ayuda. —sonrió realmente contento—. Y de vez en cuando podemos vernos.
El Uchiha mostró una leve sonrisa, de verdad se sentía un tanto alegre por Naruto, porque aquella mujer de cabellera azulada y ojos cristalinos siempre había estado perdidamente enamorada del rubio, y este por fin se había dado cuenta que también la apreciaba más que como una simple amiga.
Y a pesar de que sus clanes —más exactamente los padres de ambos— estaban en desacuerdo por ciertas cuestiones entre ellos, Naruto y Hinata estaban dispuestos a todo con tal de ser felices juntos.
Los dos guardaron silencio hasta que llegaron al jardín, no era muy tarde por lo que aún había bastante gente en el lugar, sentados al lado del río, mirando los árboles de cerezos... Pasando el rato. Y es que ese el jardín más grande y hermosos de Konoha, era el atractivo del lugar, los aldeanos iban ahí solo para relajarse, platicar o sentarse a comer algún aperitivo.
Sasuke solía ir cuando pequeño y con el tiempo dejó de ir tan seguido. Siempre iba a jugar con Naruto y otros niños en el jardín, corrían unos tras otros y de vez en cuando compraban algún dulce para degustarlo frente al río. Después comenzó a ir solo para meditar, se sentaba bajo la sombra de un gran árbol y cerraba los ojos, su respiración era suave y lenta; a veces meditaba o solo se relajaba con el sonido del pequeño río y con los árboles moviéndose al compás del viento, otras veces —incluso— llegaba a quedarse dormido.
—Hacía mucho que no venía por aquí contigo. —dijo Naruto con una sonrisa nostálgica.
—Sí. Me trae algunos recuerdos. —sonrió mentalmente. La mejor etapa de su vida, definitivamente, había sido la niñez.
— ¡Debajo de ese árbol! —gritó el rubio señalando un árbol de gran tamaño—. ¡Vamos Sasuke! —se echó a correr y el pelinegro lo siguió a paso lento—.Entonces... —comenzó mientras se sentaba en el suave y verde pasto—. ¿Qué decías sobre casarte?
—Que no quiero.—murmuró sentándose cerca del rubio.
— ¿No quieres? —repitió—. Entonces no lo hagas y ya, es simple. —sonrió amistoso.
—No es simple si son órdenes de mi padre. —suspiró.
—Ah, ya veo... —torció la boca—. Creí que eso había quedado claro desde hace tiempo.
—Desde hace dos años que debí haberme casado. —explicó—. Y pude zafarme de eso, pero ahora es un hecho que debo hacerlo.
— ¿Y quién será la afortunada? —preguntó con mucha curiosidad pues jamás le había conocido alguna novia o amiga cercana al Uchiha.
—Eso está por verse. —contestó luego de un momento de pensar.
— ¿Eh? —levantó ambas cejas con sorpresa—. ¿Tendrás que escoger a alguien? ¿Solo así? ¿Sin conocerla?
—Así es. —asintió con fastidio. No lo había pensado así, pero era cierto, se casaría con una mujer desconocida.
Naruto guardó silencio por un momento. Sabía que desde hacía unos años, Fugaku Uchiha había estado insistiendo a Sasuke con eso del matrimonio, y que éste —hábilmente— pudo evitarlo un tiempo; pero jamás imaginó que el día llegaría, que Sasuke tendría que casarse sí o sí. Que escogería a cualquier chica de la aldea que fuese, que se casaría con ella aún sin sentir algo y que formaría una familia, porque eso era lo que los Uchiha querían.
¿No podían molestar a alguien más con eso? Sasuke no estaba enamorado de nadie, ni siquiera tenía algún acercamiento con chicas y de pronto tenía que casarse, sin saber nada sobre eso.
— ¿Has pensado en alguien? —preguntó de pronto el Uzumaki. Sasuke arqueó una ceja confundido—. Digo, debes haberte fijado en alguna chica, la que sea.
—No. —soltó en un suspiro. Eso de las mujeres no era su fuerte.
— ¿Ni en una? ¿No te gusta nadie? ¿Ni siquiera el físico? —volvió a preguntar. Bueno, si Sasuke era gay solo tenía que decírselo, después de todo no era nada del otro mundo.
—No. —repitió—. Sabes que no tengo cabeza para eso.
— ¡Pero si en la aldea hay cientos de chicas! —gritoneó—. ¡¿Jamás te ha gustado alguna?!
—Deja de ser tan escandaloso. —pidió el azabache—. Y no, jamás me ha gustado alguna.
— ¿Entonces, qué harás?
—Papá está organizando algo así como una ceremonia. —pensó—. Asistirán muchas mujeres y tendré que elegir a una.
— ¡Qué aburrido! —dijo el rubio inflando las mejillas—. ¿Cómo sabrás que te gusta? ¿Qué tal si no te hace feliz?
—No todo se trata sobre amor, Naruto. —le hizo saber—. Es algo que voy a hacer por el clan, nada más.
—Deberías oponerte de nuevo. —sugirió—. Y conoces a una chica, después ya te casas.
—No es tan fácil como decirlo.
— ¡Naruto! —escucharon una fuerte voz gritando.
Ambos voltearon al frente para encontrarse con una chica joven, de estatura promedio y de complexión delgada, ojos verdes cual esmeraldas y labios color carmín. Sasuke levanto una ceja algo confundido, ¿ella tenía el cabello rosado?
Eso parecía, una cabellera larga y rosada, parecía ser suave y se movía de un lado al otro mientras ella corría hacía donde se encontraban Naruto y él, ella tenía parte del cabello sujetado, la otra parte caía sobre sus hombros y espaldas, además, usaba un pequeño flequillo que le cubría más o menos la mitad de la frente. ¿Dónde diablos la había visto antes?
— ¡Te he estado gritando desde hace rato, idiota! —exclamó la pelirosa con molestia y le dio un par de golpes al rubio en la cabeza.
— ¿Qué pasa Sakura-chan? —dijo cubriéndose con los brazos para evitar sus golpes.
—Hinata está allá. —señaló un lugar lejano a donde estaban—. Ha podido escapar de su padre por un rato.
— ¡¿Eh?! ¡¿En serio?! —chilló contento y de inmediato se puso de pie—. Sasuke, tengo que irme.
—Bien. —murmuró comenzando a levantarse.
—Ah, ella es Sakura-chan, ¿la recuerdas? —le preguntó al pelinegro.
—Yo te recuerdo. —dijo la chica con una sonrisa—. Uchiha, ¿no?
—Sí. —asintió intentando reconocerla—. Pero creo que no te conozco.
—Haruno Sakura. —se presentó y Sasuke movió la cabeza en forma negativa, haciéndole saber que no tenía ni la más mínima idea de quién era—. Bueno, solo nos vimos un par de veces.
—Aún así, tengo muy buena memoria —le hizo saber—, quizás me confundes con otro del clan.
—Quizás. —sonrió no tan convencida de lo que le decía—. Bueno, tengo que irme. Te veré luego Naruto. —se despidió caminando por donde venía—. Hasta pronto Sasuke-kun. —dijo de último para perderse entre la gente que pasaba por allí en ese momento.
—También debo irme, ¿nos vemos mañana? —preguntó Naruto ansioso.
—Al medio día. —dijo él Uchiha para confirmar.
—Aquí mismo. —señaló el lugar donde se encontraban y luego comenzó a caminar hacia Hinata.
—Oye, Naruto. —lo detuvo y de su yukata sacó el pequeño bolso con dinero—. No la lleves a comer ramen. —dijo aventándoselo a las manos.
— ¿Qué es...? —quiso preguntar pero de inmediato supo de lo que se trataba—. Pero es tuyo, no podría...
—Sabes que lo necesitas, yo no tengo a quién invitar a salir. —le recordó.
—Ya lo sé, pero Sasuke...
—Está bien. —lo interrumpió y le dio la espalda para caminar en sentido opuesto—. Luego me devolverás el favor.
— ¡Gracias Sasuke! —dijo luego de un momento—. Eres una gran persona. —murmuró cuando ya no lo podía escuchar.
Llegó a casa antes de que oscureciera, tal y como Mikoto se lo había pedido. Se quitó las sandalias y subió los dos escalones de la entrada, en el i-má no encontró a nadie, ni a Itachi que —normalmente— se sentaba ahí a leer algún libro o pergamino; continuó caminando y en la cocina-comedor pudo ver a sus padres junto con su hermano, parecía que terminaban de cenar.
Mikoto volteó a verlo con una sonrisa y lo ofreció la comida, él aceptó de inmediato curveando un poco los labios a modo de devolverle la sonrisa. Antes de sentarse, se dirigió al lavamanos para también refrescarse los brazos, era una noche calurosa y realmente deseaba estar acostado en el futon su habitación con la menor cantidad de ropa posible, y eso haría luego de cenar.
— ¿Te sientes mejor ahora que has tomado el fresco? —le preguntó amablemente su madre mientras servía sopa en un tazón para Sasuke.
—Eso creo. —murmuró mirando la mesa—. Aunque me sentiría mejor si me hubieses acompañado. —dijo levantando un poco la voz para que su padre no ignorara sus palabras.
—Quizás otro día, Sasuke. —la mujer sonrió dejando el tazón cerca de las manos del menor.
La hora de la cena transcurrió de manera normal, de hecho, había sido una cena agradable. Fugaku no había mencionado nada respecto a la boda, arreglos, mujeres... en cambio habló un par de cosas con Mikoto, sobre la casa, el trabajo, la aldea, etc.
Y al terminar la cena, Itachi los sorprendió —sobre todo a Sasuke— sacando de un mueble algo parecido a un pay de chocolate, lo colocó en el centro de la mesa diciendo que se lo habían dado de parte del clan Uzumaki y que era más específicamente de Kushina para Sasuke. Cuando dijo aquello, su padre abrió los ojos lleno de sorpresa y de inmediato le preguntó por qué motivo le hacían tal regalo, a lo que contestó que le había hecho un pequeño favor a Naruto —claro, sin decirle que ese favor constaba en haberle regalado dinero—, que seguramente esa era la forma en la que Kushina se lo agradecía y que seguramente ni Naruto sabía que su madre le había hecho un pastel.
—Naruto-kun y tú tienen una excelente amistad, ¿no es así, Sasuke-kun? —preguntó su madre con una sonrisa.
Y Sasuke no pudo responder, en su lugar lo hizo su padre, diciendo que su hermandad era posible ya que los Uchiha y Uzumaki tenían un gran lazo que los unía de por vida, un lazo en todos los sentidos. Sasuke no pudo evitar sonreír ante esas palabras, no sabía por qué su amistad con el rubio funcionaba tan bien, pero igual se sentía cómodo estando con él, porque era una relación de hermanos quizás hasta mejor que la que tenía con Itachi.
Una vez que terminaron con el postre, Itachi recogió los platos así como los utensilios utilizados mientras que sus padres salieron en total silencio dirigiéndose a su habitación. Sasuke comenzó a levantarse pensando en que iría a tomar una ducha para luego entrar en el ofuro un buen rato, finalmente se iría a dormir intentando olvidar que después de ese día, su vida daría un terrible giro; y cuando comenzaba a caminar hacia el pasillo, Itachi lo detuvo pidiéndole que esperase a que lavara los trastes para luego jugar unas partidas de ajedrez, el menor sonrió con nostalgia, pues hacía mucho que no se tomaban un tiempo juntos y seguramente luego de casarse, lo vería todavía menos que antes.
—Bien. —dijo él mientras volvía a sentarse en el suelo.
— ¿Por qué no me esperas en el jardín, Sasuke? —sugirió Itachi dejando los trastes en el pequeño lavadero.
—No tardes. — murmuró levantándose de nuevo y saliendo de la cocina.
Caminó por el largo pasillo para sacar el viejo ajedrez que yacía guardado en el geta-bako —que no era mas que un mueble grande en su habitación— entró a su cuarto y fue directo al mueble de madera, abrió las puertas con suavidad para que no rechinasen tanto y movió un par de cosas hasta encontrar la cajita —que a la vez era el tablero— del juego, tuvo que soplarle un par de veces para quitar el polvo que tenía encima; tomó del mismo mueble, una especie de mesita para colocar el ajedrez y una libreta donde tenían apuntadas todas las jugadas que habían hecho, claro que él ganaba la mayoría de las veces.
Al salir del cuarto, tuvo que pasar por el de sus padres y se detuvo justo después de cruzarlo al escuchar un par de risas provenientes de esa habitación, ¿eran sus padres? Arqueó una ceja entre confundido y sorprendido, no siempre se les escuchaba tan felices.
Con sigilo se acercó al shoji al que le faltaba un diminuto pedazo para estar bien cerrado, así que asomó un ojo pero el pequeño espacio y lo que vio lo dejó perplejo: papá cepillaba con delicadeza la larga cabellera de mamá. Ambos sonreían y murmuraban un par de cosas que no logró entender, Fugaku soltó un 'listo' cuando terminó su labor y la mujer volteó para dedicarle una sonrisa aún más cálida que la anterior; lo siguiente lo dejó casi sin aliento, pues vio a su padre tomar a Mikoto del rostro con ambas manos para depositar un suave beso en su amplia frente.
Sin saber por qué, un sonrojo se le vino a las mejillas y se sintió un extraño calor. Cerró los ojos intentando asimilar lo que acababa de ver y —con el mismo sigilo de antes— siguió su camino hasta llegar a las escaleritas que tenía que bajar para llegar al jardín. Una vez ahí, se tendió en el verde pasto dejando las cosas a un lado, miró el cielo tapizado de estrellas tratando de despejar su mente pero le fue imposible al escuchar lo que parecía ser una carcajada de parte de su madre.
— ¿Qué pasa con esos dos? —se preguntó casi en un susurro.
Sasuke soltó un largo suspiro, cruzó los brazos detrás de su nuca y comenzó a llenarse la cabeza de preguntas: ¿qué hacía mamá para hacer feliz a papá?, ¿qué era lo que a papá le gustaba de ella? ¿Y cómo supo que ella era la elegida para derretir su corazón? ¿Cómo es que se habían enamorado?
—Me pregunto... —murmuró para sí y sintió que los latidos de su corazón se aceleraban—. Si yo podré enamorarme.
Fanfiction siempre me trollea, así que espero que todo esté en orden, ortografía, párrafos separados... Lo revisé mil veces, si hay algo mal lo corregiré C:
Y si les gustó pueden hacérmelo saber mediante un review o fav, ya saben, todas esas cositas.
Muchas gracias por haber leído, espero subir la continuación pronto :D
