- Mama, lo he visto, ha vuelto.

- Luke, ¿A quién has visto?

- Al Doctor.

- ¿Qué has visto al doctor? ¡No puede ser!

- Pues he visto una cabina como la suya en un parque.

- ¿Y por qué no te has acercado?

- Porque no soy yo que tiene que hacerlo. Ve tú a verle.

- No se acordará de mí.

- Claro que sí. Cuando os volvisteis a ver en el instituto cuando los profes que eran como murciélagos, él te reconoció enseguida. Así que sal por esta puerta y vete.

- Dime al menos donde está la cabina.

- En Hyde park detrás del campo de cricket.

- Pillaré un taxi entonces.

Unos minutos más tarde se encontraba delante de la cabina. No se atrevía a llamar, le daba miedo que el Doctor no la recordara. Esperó unos minutos, hizo el gesto de llamar pero retiró la mano y se marchó. Lo intentaría al día siguiente. Volvió a casa.

- ¿Cómo te ha ido?

- No me he atrevido a llamar a la puerta. Me he asustado.

- Mama, por favor. Vuelve ahora mismo y no tengas miedo.

- Iré mañana, ya es muy tarde.

- Vale, me voy a ver la tele. Hasta mañana.

- Buenas noches

Al día siguiente Sarah Jane se levantó, desayunó y volvió de nuevo al parque. Llegó delante de la cabina. Cuando estaba a punto de llamar, una voz detrás de ella.

- Hola Sarah Jane, nos volvemos a ver de nuevo.- le dijo un hombre mientras ella se giraba para mirarlo.

- Si, Doctor.

- Te vi ayer cuando viniste y no te atreviste a llamar. Y hoy estabas dispuesta a hacer lo mismo. Sarah, la TARDIS es tu casa, sabes que puedes venir cuando quieras.

- Lo sé pero mira, las cosas han cambiado mucho aunque me gustó revivir alguna aventura contigo ya no es lo mismo de antes.

- ¿Cómo supiste que había vuelto?

- Luke, vio la cabina paseando con unos amigos.

- Me alegro que hayas venido a verme.

- ¿Cuántas veces te has regenerado desde la última vez que nos vimos?

- Menos que la primera vez. Con esta, dos veces. Viajé con gente nueva y ahora he vuelto a viajar con una vieja conocida tuya.

- ¿Ah sí? ¿Quién?

- Entra y la veras.

- Sarah Jane abrió la puerta de la cabina azul y no necesito más para reconocerla.

- ¡Donna!

- ¡Sarah Jane! ¿A qué se debe tu visita?

- Me enteré de que un viejo amigo andaba de nuevo por aquí y he venido a verle. ¿Y, tú?

- Fue el que vino a verme. Fue un choc porque no me acordaba de nada. Por mi propia seguridad me había borrado la memoria. Larga historia, ya te contaré.

- ¿Todo bien, ahora?

- Si y no veas lo bien que me lo paso. Nos íbamos dar una vuelta al fin del universo. ¿Te vienes?

- No sé.

- Sarah Jane, por favor.

- Vale, llamo a Luke que no me espere en todo el día.

Uno momento más tarde, la TARDIS viajaba hasta el final del universo, pasando galaxia tras galaxia.

- ¿Estamos viajando también en el tiempo?

- No, esta vez no. Tenemos que estar en casa de Donna para las 7, es el cumpleaños de su abuelo. No podemos faltar a la cita. Señoras, ya hemos llegado. Ultimo planeta conocido del universo. Al menos para mí. Planeta París. Igual que la ciudad pero en planeta.

- ¿Con la torre Eiffel?

- La misma, sal y la verás.

Donna abrió la puerta y se encontró frente a un enorme pilar sobre el cual reposaba un amasijo de hierro entrelazado.

- Hemos aterrizado al pie de la mismísima torre, idéntica a la que podemos encontrar en la capital francesa en la tierra.

- Ya en el año 2015 hay gente que vive en otros planetas.

- Pues si Donna, gente que se hartó en los años 60 de vivir en la tierra y decidió marcharse y buscar otros lugares para vivir.

- ¿Y cómo respiran?

- El aire es el mismo que la tierra, pero con una ventaja, no está contaminado al no haber coches. El planeta es muy pequeño y en unas horas, no llega al día, lo visitas.

Se fueron paseando por las calles, Donna maravillada por todo lo que veía, no había viajado nunca a la ciudad, tenía el eurostar que la llevaba en 2 horas, y claro todo eso era algo nuevo para ella. Fueron a comer helado a la heladería Bertillon, los helados más famosos de París igual que en la tierra. Y cuando fue la hora, volvieron a la TARDIS.

- Señoras, no os preocupéis ya volveremos. Entraron todos en la cabina y emprendieron viaje hasta Londres 16 de febrero 2015.

Cuando llegaron al salir Donna no reconoció donde estaba.

- ¿Doctor, dónde estamos?

- En Londres, en tu calle.

- Estamos en un descampado y hay soldados apuntándome con unas flechas. Mi cultura militar no es muy allá pero creo que hace mucho que no se usan estás cosas, ¿no?

- Pero si puse bien la fecha.

Se acercó una mujer entre los arqueros.

- Cariño, te llamo y vienes. Eres un sol.

- Oh No, por favor, ella no. Donna, Sarah Jane, entrad de nuevo a la TARDIS, nos vamos.

- ¿Quién es?

- Elisabeth Primera de Inglaterra.

- Si, ¿y qué pasa?

- Sarah, ¿no te lo ha contado?

- No.

- Estaba borracho y le pedí matrimonio pero me fui antes de bueno ya sabes. Y claro me persigue. Hasta que no cumpla mis deberes de marido, no parara.

- Pues hazlo y te quedas tranquilo.

- Ya bueno pero no la quiero. Aún no sé por qué me casé con ella.

El Doctor estaba ya entrando en la TARDIS cuando sintió una punta en la espalda y una voz muy familiar.

- Tú no te vas de aquí hasta que yo lo diga. Acaso te olvidas de quien soy yo.

- Cariño, cuanto tiempo, ¿Qué tal estás?

- La ironía y el sarcasmo déjatelas para tus amiguitas de dentro.

- A sus órdenes, ¡majestad! ¿Cómo has conseguido que viniera?

- Te acuerdas, Unit, los zygons y todo eso. Pues sigo teniendo un objeto que me permite cambiar la fecha de la TARDIS para traerla aquí cuando yo quiera.

- ¿No me podías haber llamado por teléfono?

- En el siglo XVI no hay teléfono. La próxima vez te hago señales de humo, si quieres.

Donna y Sarah Jane miraban por la ventana la discusión que tenía lugar fuera entre la reina y el doctor.

- El gran amor.- dijo Sarah Jane.

- Ya ves, llevan media hora discutiendo sin parar. Vamos a ver qué pasa.-Salieron y se acercaron.

- Ejem, Buenas tardes majestad, un placer.

- ¿Le he dado permiso para saludarme?

- Elisabeth, por favor no lo pagues con ellas. ¿Qué pasa? ¿Por qué me has llamado?

- Alguien quiere asesinarme.

- Eres la reina, siempre tendrás enemigos, ¿no?

- ¿Podemos tener una vez en la vida una conversacion seria tu y yo?

- ¡A sus ordenes, Majestad!

- Y por favor deja ya de decir eso.

- Vale Elisabeth. ¿Qué te hace pensar que alguien quiera matarte?

- He recibido varios mensajes diciendome que si no renuncio al trono de Inglaterra, el país caera en un terrible caos. Tu que has visto el futuro. Me puedes decir que pasa.

- No, no puedo. Ademas creo que tu enemiga principal ya te encargaste de hacerla callar.

- Maria, la zorra escocésa.

- La misma.

- Entonces, ¿que pasa?

- Pasa que en Inglaterra hay gente con una religión y gente con otra. Y una piensa que la otra le impide practicarla. Y en el fondo la responsable eres tu.

- Yo responsable. A caso es culpa mía que mi padre hiciera lo que hizo para poder casarse con mi madre.

- Y sabe que por eso a ojos de muchos eres hija bastarda.

- Soy hija legitima, mi padre estaba casado con mi madre.

- Si para el si, para el resto de la gente no. Y no esperó a que su primera mujer muriera para hacerlo.

- Mira no me vengas dando lecciones de moral cuando tu no sigues ninguna.

- Si que las sigo. Las mías. Pero ahora volvamos a las cosas serías. ¿Qué crees que puede pasar?

- Me estás diciendo que el famoso complot contra mi sigue.

- No sé, solo me guío por lo que he leído en los libros.

- ¿Me vas a ayudar entonces?

- Elisabeth, no te puedo ayudar. La única que puede hacer algo eres tu. Habla a tus subtidos y diles que a partir de ahora hay dos religiones en Inglaterra y que cada cual es libre de tener la que quiere, igual que hizo Enrique IV en Francia.

- ¿Enrique IV? Pensaba que reinaba Enrique III.

- Si si perdona, el IV viene mucho mas tarde.

-Bueno vale. Y tu crees que eso funcionara.

- No lo sé. Mira ahora mismo solo tengo ganas de irme de aquí. Da igual los consejos que te dé al fin de cuentas eres la reina, decides tu de todo.

- Gracias por tus consejos y tu ayuda.-dijo Elisabeth enojada.

- Vale voy a averiguar que pasa y quien está detrás de todo eso. Puedes enseñarme los mensajes que te han mandado.

- Si estan en mi habitación, venid. El Doctor seguido de Donna y Sarah Jane fueron hasta el cuarto de la reina.- Aquí tienes.- El Doctor paso por encima su destornillador sonico y paso su lengua por la tinta.

- ¿Elisabeth has tocado las cartas con tus manos?

- No, ¿Por qué?

- Meno mal, la tinta está envenenada. Definitivamente alguien quiere deshacerse de ti. Donna, llama a tu abuelo y dile que no podemos estar para cenar. Presiento que nos lo vamos a pasar de muerte!

Y después de avisar a Wilfred, el Doctor con sus compañeras Donna y Sarah Jane se fueron con la Reina Elisabeth para averiguar quien estaba detrás de las amenazas.