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Los ángeles de la muerte pueden llevar el alma de un bebe, de un niño, de un adolescente, de un adulto o de un anciano y todos ellos conocen el dolor de la perdida.
— Chat Noir.
El aludido levanta la cabeza hacia el llamado. Muchos de los ángeles de la muerte, utilizan sobrenombres no queriendo dar a conocer sus nombres reales. Sus vidas pasadas.
— En siete días, una niña de cinco años llamada Marinette Dupain-Cheng, ubicada en Paris. Morirá —Chat Noir tomo el archivo que su jefe le entregaba —Guía el alma al cielo y vuelve.
— Entendido.
Iba vestido de negro, tenía orejas de gato y una cola. La mayoría de los ángeles de la muerte se le asignan categorías. Esta los ángeles de la muerte que van vestidos de animales para los bebes o niños. Lo más casuales o que están vestidos de forma "rebelde" para los adolescentes. Formales, para los adultos y los ancianos.
Mientras iba al mundo humano. Chat Noir, revisaba el archivo y veía las fotos como leyendo las características que estaban anotadas en el papel.
*Tímida.
*Amable.
*Alegre.
*Curiosa.
Apodo puesto por su padre: My princess
Fue leyendo cosas, como lo que le gusta. "Dibujar y diseñar vestidos para su muñecas" Hasta que llego a la causa de la muerte..."Caída de un objeto sobre la cabeza" Decía sus archivos.
Este siguió caminando por la ciudad yendo hacia donde vivía la niña. En su camino, la vio en la plaza, sentada en el suelo. Dibujando.
— ¿Que estas dibujando? —Preguntó en cuclillas haciéndole sombra. Marinette giro su cabeza y lo vio expresivamente con sus ojos azules con un poco de cautela.
— ¿Q-quién eres? —Saliéndole la voz un poco temblorosa.
— Disculpa, olvide presentarme —Dijo— Soy Chat Noir.
— Yo soy Marinette —Respondió.
— ¿Que estas dibujando? —Volvió a preguntar y ella apunto con su dedito al gato negro arriba de un árbol que se estaba limpiando en ese momento.
— Eres muy buena —Ella se sonrojo por el cumplido. Antes de volver a su dibujo. Preguntó:"¿Por qué estas vestido de gato?"
— Soy tu ángel de la muerte.
Ella estiró su mano y sorpresivamente le agarro su cola, tirandosela. Chat Noir hizo un gesto.
— Te puedo tocar... ¿Como es eso?
— Porque me puedes ver— Le dijo y para darle una explicación se puso enfrente de una señora que iba caminando con las compras a su lado. Inmediatamente ella lo traspaso sin sentir nada— ¿Ves?
Ella al comprendedlo como creerle, se le quedo mirando un rato largo.
— ¿Vendrás a llevarme? —Pregunto la niña de cinco años mirándolo fijamente con sus grandes ojos azules.
— Aun no es la hora —Contesto Chat Noir— Estoy aqui para cumplir todos tus deseos antes de que tu tiempo se termine.
Marinette se quedó pensativa un rato con el lápiz de color negro rozando su barbilla.
— Estoy bien —Contesto al minuto— No necesito nada.
Chat Noir se sorprendió porque todos los niños que visito antes de su fatídico día, siempre querían algo, un helado, ir al parque de diversiones. Sin embargo lo que pedían cosas superfluas, los niños no comprendía, no creían quien era verdaderamente. Cuando llegaba el momento, ahí, es donde rogaban, suplicaban quedarse. Pero ya era tarde... estaban muertos.
— ¿Estas segura? —Igual preguntó, aun si eran banales eran deseos y los cumpliría. Ella asintió.
— ¿Hay una posibilidad de que no me lleves?
Chat Noir la miro con estupor.
— Mis padres estarán tristes, si no me llevas no lloraran. Un día me perdí, llegue muy tarde a casa, un ansiando me ayudo a encontrar el camino de vuelta. Mis papas lloraron y me dijeron que estarían muy tristes si me iba o si me pasaba algo malo.
— No puedo hacer eso —Contestó con pesar— ¿Otra cosa?
— No se me ocurre nada —Al segundo se levantó del suelo— Acompáñame a casa, Chat Noir... ¡Vamos a jugar!
Chat Noir la seguía con pena como cada niño que veía su espalda. Esa luz y esa alegría que poseían esos niños, muy pronto se iba a extinguir.
