Los personajes no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi, esto lo hago sin fines de lucro.
Mariposa de cristal.
Prólogo.
Hacía un par de horas que había amanecido, y unas pocas más que él había despertado. No importaba cuanto lo intentara, no podía dejar de pensar, pensar en ella, en esa chica que se empeñaba en desestabilizar su vida, en arrojar a la basura el escudo de protección que tanto tiempo le había llevado construir. Y lo más triste; no se percató de ello hasta que ya era muy tarde, hasta que ella ya lo dominaba completamente con apenas una mirada.
Esa mirada, esa tan hermosa, radiante y llena de vida, esa misma que la noche anterior casi lo lleva a cometer una locura. Pero, ella se veía tan bonita, con ese vestido amarillo que tantas veces usó, con esa cinta en el cabello que la hacía ver tan tierna, y esa maldita sonrisa que lo hechizaba al instante, en esos momentos se veía tan ella, tan Akane, que casi no lo resiste. Además, luego de miles de problemas, malos entendidos, burlas, amenazas a sus vidas, y demás cosas que los habían importunado ese día, al fin estaban solos, de pie sobre el tejado.
El tejado es un gran lugar, desde allí el cielo se luce en todo su esplendor, el sol calienta más, se puede distinguir mejor la forma de las nubes, las estrellas se ven resplandecientes, y la luna… la luna iluminaba su piel de tal forma que todo parecía un sueño. ¿Por qué la llevó justo a ese lugar? Aún no se lo explicaba, era como echarse la soga al cuello, pero él siempre fue un idiota y eso lamentablemente no cambiaría en mucho tiempo.
Cumplía dieciocho años… dieciocho largos años de los cuales él había compartido apenas dos, y eso, aunque lo negara hasta la muerte, dolía bastante. Por eso quiso hacer esa noche especial, aunque sólo fueran unos minutos a solas con ella, aunque significara algo sólo para él, no quería arruinarle ese día como lo había hecho en su cumpleaños anterior, y como, ¿para qué negarlo?, lo hacía desde que la conoció. Entonces sacó de su bolsillo esa cajita envuelta en un papel azul con dibujos de animalitos, aún miraba con desconfianza ese papel, no lo había visto, pero sabía que entre tanto perrito, conejito, patito, cerdito, y demás… debía haber un gato, y eso aunque pareciera absurdo le había hecho mirar con desconfianza el paquete durante toda la tarde.
Pero dentro del sospechoso paquete, estaba ese regalo que con tanto cariño escogió sólo para ella. No era nada especial, no lo había hecho él, lo compró en una tienda cercana, había al menos diez de esos allí, y seguramente habían fabricado cientos o miles, todos iguales a el que ella desenvolvió con sus temblorosas manos, ¿por qué temblaba, creería que se trataba de una broma de mal gusto?
Su endemoniada sonrisa se extendió y sus ojos brillaron con emoción, cuando vio la cajita, la tomo con una mano y la examinó, pasó la yema de los dedos por cada uno de los pequeños vidrios de colores que la componían, se detuvo fascinada por la cubierta que lucía la forma de una mariposa, con sus bordes marcados por un hilo de plata. Y él permaneció quieto, abstraído en ese extraño mundo que ella le había hecho conocer tantas veces, sin atreverse a arruinar el momento.
Cuando acabó de examinar cada rincón del alhajero, o cajita de vidrio como él le llamaba, lo miró de esa forma tan extraña. Esa forma que él aún no lograba interpretar, pero que de alguna forma despertaba sus instintos, ya no sólo los de protección, esos siempre estaban presentes, sino otros que le pedían a gritos estar cerca de ella, lo más cerca posible, tocar su piel, saborear sus labios, escuchar de ella palabras cursis y vergonzosas, esas que un artista marcial, un verdadero hombre consideraría estúpidas e inútiles.
"Gracias Ranma…" le dijo ella mientras un par de lágrimas recorrían su sonriente rostro, y ese engendro del demonio que se había posesionado de su cuerpo se volvía más fuerte, haciéndolo temblar, logrando que casi perdiera la batalla por mantenerse quieto, con sus manos lejos de ella. "Feliz cumpleaños" fue la entrecortada respuesta de él, lo cual provocó que esa mirada se intensificara e hiciera su batalla más dura. Bajó la cabeza, y cerró los ojos mientras apretaba los puños intentando recuperar el control, fue entonces que ella comenzó a hablar.
Le habló lenta y tranquilamente, muy diferente a la Akane que grita las cosas apresuradamente porque sabe que alguien aparecerá muy pronto a arruinar el momento. Contó muchas cosas, los primeros recuerdos que tenía de esa casa, algunas anécdotas de su niñez, cuanto sufrió con la muerte de su madre, como vio crecer y madurar a sus hermanas, y como su padre de volvió alguien sumamente depresivo.
Él se dedicó a deleitarse con su voz, recorriendo con sus sentidos cada variación en el tono o el volumen, como si fuera una caricia invisible, hechizado por completo, sin atreverse a abrir los ojos y romper el encanto. Y entonces ella le relató algo muy curioso, algo acerca de un día muy especial, cuando vio una mariposa en su ventana, a pesar de lo mucho llovía afuera, esa mariposa permanecía allí inmutable, ese día más tarde, una pelirroja era arrastrada por el pasillo por un panda gigante. Él abrió sus ojos para verla, ahora hablaba de su relación, de cuanto se molestó cuando los comprometieron, de que tan grosero e insensible podía llegar a ser, de lo molestas que resultaban sus prometidas, y lo insistente que era la familia.
"… pero todo lo que ha sucedido me sirvió para conocerte mejor, y creo que hoy tengo la madurez suficiente para decirte que…", miró la cajita con forma de mariposa mientras ordenaba las palabras en su mente. Él la observaba paralizado, su corazón había dejado de latir en algún momento a la espera del golpe de gracia. Era un guerrero fuerte y valiente, jamás daba por perdida una batalla mientras aún tuviera conciencia, pero en este caso, lo que ella dijera a continuación lo decidiría todo, así que sólo le quedaba esperar, sin pensar demasiado en el absurdo deseo de ser vencido por ese algo que había crecido y tomado tanta fuerza en su interior.
"Me gustaría pasar el resto de mi vida a tu lado." Soltó de una, viéndolo con decisión y valentía reflejada en sus ojos. El golpe había sido dado, él había perdido, había sucumbido ante ella, ante sus deseos, ante todo aquello a lo que un artista marcial debe ser inmune, recuperó la noción de la realidad cuando sintió el calor del femenino cuerpo, se percató de que había corrido hacia ella y en estos momentos la abrazaba con necesidad, apretándola contra sí, inhalando el aroma de su cabello, con los ojos humedecidos por algún motivo.
"Te prometo que permaneceremos…" comenzó a decir él, dejándose llevar por el momento, por el remolino de molestas emociones en las que estaba ahogándose. Pero la voz de Kasumi llamándolos lo interrumpió. Era como si un ángel hubiera impedido que cometiera tamaña locura, aún así, no se sentía sinceramente agradecido con su futura cuñada.
Así fue como acabó la noche, Akane alejándose, mientras se apresuraba por bajar del tejado para no preocupar a su hermana, y él viéndola marcharse, preguntándose que hubiera sucedido si acababa de decirle esas palabras. ¿Se convertiría en un idiota al nivel de Kuno? ¡Eso nunca! Él jamás caminaría por ahí recitando poesía barata, u obligando a los demás a llamarlo de formas extrañas, pero de algo si estaba seguro; en ese estado de estupidez romántica que entraba cuando la tenía cerca, era capaz de llevarle flores, cantarle serenata, o cualquier cursilería que ella le pidiera. Un idiota, si señor, eso era… un idiota enamorado.
Con esa convicción en mente se levantó finalmente de su futón, este día se dedicaría a entrenar muy duro para quitarse tantas tonterías de la cabeza, y talvez con eso lograra esquivar a su prometida, no tenía las agallas para enfrentarla luego de lo de la noche anterior, y mucho menos de revelarle el final de su declaración.
Continuará.
Hola a todos, si ya lo sé quieren matarme… adelante ^^.
Esta historia va a ser un poco rara, incluso para mí, no planeaba escribirla, pero realmente estoy un poquitín (absoluta y completamente) trancada con Jigoku y espero que esta historia me ayude a salir de la laguna mental.
Cabe destacar que después de tanto tiempo sin escribir una pierde la práctica y soy consciente de que hay bastantes errores y redundancias, corregí todos los que encontré pero seguro se me pasaron muchos.
Gracias por leer y espero en breve volver a pasarme por aquí con alguna actualización de estas dos historias.
Saludos.
