A/N: OK, como lo prometido es deuda, ahì les va el final alternativo, pero para esto, hay q leer los otros capìtulos puesto q hay q agarrarle el hilo, a menos q recuerden tantas tragedias en la vida de estos adolescentes, sobre todo, la recomendaciòn va para los q no la han leido. Para aquellos q me tienen en su alerta, gracias.
Capitulo 7.
Desde que Hermione conoció a Layha, ésta se mostró amable. La castaña no quería creer que sería únicamente porque la vio abandonada, pero sentía que difícilmente fuera eso. Layha tenía algo que le recordaba mucho a su madre, así que dejó de sentirse atacada y su actitud pasó de semi-hostil a un poco más como era ella.
Layha fue como un ángel caído del cielo. Cuidó de Hermione las siguientes dos semanas que permaneció en la enfermería a la que la llevaron los exploradores. Siendo que estaban en un sitio rural, ubicado al suroeste de Haryana, la población, aunque era mucha, aún vivían en la pobreza. Casi todos trabajaban las tierras. La agricultura era su forma de vida pero la paga era muy poca, en espacial en esa época del año. Layha platicaba con Hermione aunque ésta realmente no le respondía acerca de su propia vida.
Layha era enfermera. Le comentó que originalmente ella vivía en Maharashtra, capital de Mombay (anteriormente Bombay), pero desde que su esposo murió días después de haberse casado, decidió que no quería vivir más ahí y prefirió buscar un lugar más cercano a Nueva Delhi. Así, terminó en Haryana. Como no se volvió a casar y nunca tuvo hijos, se dedicó a ayudar a los demás.
Layha nunca sacó al tema si tenía padres, hermanos o algún otro pariente. Hermione quería saber más pero prefirió no preguntar. Tal parecía que ambas deseaban olvidar sus pasados y pensó que sería mejor dejar las cosas tal y como estaban. Cada quién tenía sus secretos, y respetarlos era lo más sano que ambas podían hacer.
Cuando las heridas de Hermione casi cerraban por completo y su salud mejoraba, Layha dijo que como carecía de documentos, lo único meramente posible para subsistir sería trabajar en los plantíos de algodón, cuya recolección comenzaba a finales de octubre.
Layha vivía dentro de la enfermería y las pocas camas disponibles eran para los enfermos del lugar, así que le habló de las chozas cercanas a los plantíos. Como la enfermera no era bien pagada no pudo ofrecerle mucha ayuda, pero el apoyo moral que le otorgó a Hermione, igual fue de gran consuelo.
Los campos de algodón eran muy socorridos y ya contaban con suficientes recolectores. Layha se las arregló para que a Hermione le dieran trabajo sin documentos, y a pesar de que tuviera cinco meses de embarazo, tendría que hacer una jornada de aproximadamente 10 u 11 horas.
A Hermione eso le importaba poco mientras le pudieran pagar.
Sin embargo, aún estaba la sombra de sus pesares y sus deseos. En medio de la neblina de su precaria situación, estaba el chispazo de luz que Layha le proporcionaba para no dejarla caer, hablándole de que debía luchar por su bebé... de que no importara lo que su pasado fuera... de que era joven y aún tenía la oportunidad de sobrevivir y encontrar la manera de sacar adelante a su nueva familia... de que Layha estaría ahí para ayudarla lo mejor que pudiera...
A pesar de todo ello, Hermione tenía siempre, como idea de apoyo, su plan original aunque ya no tuviera los medios para proveerlo.
De esa manera, la castaña empezó lo que creyó sería una nueva vida.
Ésta no fue como esperaba. Layha le consiguió la choza que le comentó pero había que pagar por ella. Era una cabañita que le recordaba mucho al cuarto que rentó en Londres, con la diferencia de que tenía que usar un baño común. Ahí conoció mujeres cuyos pequeños hijos no iban a la escuela; en vez de eso, trabajaban en la recolección.
Eran familias grandes con poca paga cada uno y no siempre comían. Lo más que podían echar mano, era del arroz, cuya producción en Haryana era fructífera.
Para Hermione, trabajar en jornadas tan extensas era difícil y cansado. Jamás en su vida había trabajado, y aunque estaba dispuesta a hacerlo, tenía que admitir que no era lo que ella tenía en mente como futuro. Sin embargo, encontró que trabajar le proporcionaba una paz que no había sentido en mucho tiempo. Ya no se sentía inútil ni tampoco inmerecedora. Sus pensamientos ya no divagaban en su tristeza. Dejó de sentirse virtualmente sola: ahora tenía a Layha como amiga. Pronto hizo de su vida una pacífica rutina.
Se levantaba a las cuatro de la mañana y caminaba hasta los cultivos durante casi media hora. En su caminata podía comer una fruta y agua que tomaba de un pozo cercano. La recolección le llevaba aproximadamente más de 10 horas en las cuales había pausa para comer, eso solo si llevaba algo para meterse a la boca. Entre las cuatro y las cinco de la tarde terminaba su rutina para regresar a lo que ella llamó hogar.
Algunas mujeres de la aldea hacían de comer para la comunidad y Hermione pasaba ahí pagando un cuarto de rupio (moneda nacional) para una ración de arroz y tortilla. Terminaba de comer, iba a su choza y se acostaba a dormir exhausta. No despertaba sino hasta la madrugada siguiente para continuar con su rutina.
Los días que no trabajaba, Layha la visitaba y le enseñaba a tejer canastas de junco con las manos. Hermione, en sus primeros intentos, se astillaba con facilidad, pero poco a poco su técnica mejoró y se dio cuenta que servía de terapia el hacerlo. No todas las canastas quedaban bien hechas, y como el material no era mucho, tenía que deshacerlas y volver a empezar.
Pagar su estadía en la choza significaba la mitad de su sueldo, así que Layha le ayudaba con la comida y con su vestimenta. La enfermera le consiguió tres túnicas decentes y una chalina negra, prendas de segunda mano pero Hermione las aceptó gustosa pues su vientre se iba hinchando cada vez más.
Cuando llegó diciembre, el aire que rodeaba a Hermione se volvió denso. Layha le aseguró que era perfectamente normal dadas sus circunstancias, el cambio de clima, los festejos occidentales y, por supuesto, su embarazo. Hermione jamás había encontrado a sus hormonas como una desavenencia, pero ahora era particularmente difícil poder sobrellevarlas.
Navidad se acercaba para gente que, como ella, estaban acostumbradas a pasarla rodeados de sus seres queridos. Le llegó de golpe que el primer aniversario de la muerte de sus padres se acercaba...
Desgraciadamente, empezando la segunda semana de diciembre, Layha falleció. Al parecer tenía cáncer terminal y la enfermedad se le desperdigó por todo el cuerpo. Nadie sabía si la enfermera estaba consciente de su padecimiento, pero para Hermione fue un golpe enorme. Como no dejó testamento, las pocas posesiones de Layha pasaron a manos de las autoridades hasta que pudieran decidir de manera legal qué hacer con ellas.
Hermione no dejó de trabajar, pero ahora sus rutinas eran más pesadas que antes: de nuevo estaba sola y su único apoyo ahora era ella misma.
Ya no tendría las dulces palabras de Layha. Ya no había luz en su camino. La enfermera había pasado a ser como una segunda madre para Hermione y sin ella, su mundo se hizo frío y tedioso. Con la muerte de Layha, la esperanza que había florecido, se marchitó.
-¿Crees que sea aquí?
-Eso dijeron los aldeanos.
-Yo no estoy tan seguro... este lugar es peor de lo que imaginé. Mira el mapa.
Harry y Ron, con dificultades, llegaron a Nueva Delhi. Gracias a que el ojiverde estaba acostumbrado a los muggles, éste pudo preguntar por un poblado entre Punjab y Haryana, donde Charlie les indicó que el dichoso mago vivía.
Para llegar al rústico lugar, Harry y Ron tuvieron que abordar un autobús a falta de transporte mágico preciso.
Cuando llegaron, adquirieron un mapa y, preguntando, ubicaron a las afueras, cerca de los campos de cultivo, la cabaña de Chandre Yamun.
La reticencia de Ron era más que evidente. La cabaña parecía estar en ruinas aunque era grande. Tenía un cobertizo lleno de plantas diversas secándose al sol. A un lado, había una pequeña hortaliza y, tras de la cabaña, un corral con pollos y cabras. Lo que Ron no aceptaba, era un par de horrendos cuernos colgando del marco de la puerta principal y en las ventanas figurines de símbolos que para los hindúes eran algo muy común.
Sin más, Harry llegó a la puerta y llamó varias veces pero nadie abrió. Ron sugirió que talvez ya estaba muerto, pero para el ojiverde no podía ser posible aquello. La cabaña no parecía estar desolada puesto que habían animales en el corral, así que decidieron ir a la parte trasera... nadie.
Harry ya se estaba preocupando. Charlie necesitaba de las pociones o sus dragones morirían. Como no había nadie más que les pudiera informar acerca del viejo, pensaron en dividirse para buscar, pero apenas él y Ron se separaron unos metros, unos fuertes gritos lo hicieron brincar.
-¡LADRONES¡FUERA DE MI TIERRA¡LARGO!
Un hombre de poco altura y de color, sin cabello pero con una enorme barba gris, correteó a Ron amenazándolo con un pico de arar.
-¡¿Qué le pasa¡Viejo loco¡HARRY!
Harry sacó su varita y con ella desarmó al enfurecido hombre. Al instante, el hombre se sorprendió y miró a Harry, se acercó a él con paso veloz y enchinó los ojos. Ron pensó que atacaría a su amigo y corrió hacia ellos, pero Harry levantó una mano para apaciguarlo.
-¿Quién eres, muchacho?- gruño el viejo.
-Soy amigo.
-Yo no tengo amigos.
-¿Es usted Chandre Yamun?
-Depende de quién lo busca.- gruño el viejo con sospecha.
-Vengo por encargo de un amigo. Mi nombre es Harry Potter.
Aquí el hombre abrió los ojos y la gran cantidad de arrugas que le rodeaban se borraron con un gesto de sorpresa.
-¡Vaya¡El famoso Harry Potter! – y el viejo extendió una mano el cual el chico estrechó, ambos, en un apretón entusiasta.
-Entonces... sí es usted Chandre Yamun.
-El mismo, muchacho... pero...- el viejo volteó a ver a Ron quien ya estaba guardando su varita cuando vio que Chandre ya no seguiría hostil. –y tu quién... espera...- el hombre se acercó al pelirrojo y lo analizó enchinando los ojos de nuevo -... eres un Weasley.
El sorprendido ahora fue Ron. Harry se encogió de hombros y se puso al lado de su amigo. El viejo y el pelirrojo se dieron la mano.
-Vengan... pasen.- y el hombre los llevó a la cabaña –No era mi intención asustarlos. ¿Gustan un poco de infusión?- Harry y Ron asintieron y pronto tenían frente a ellos un par de tazas de infusión humeante de manzana con canela y clavo.
El hombre los guió hasta la enorme estancia poblada de cuantiosas plantas organizadas en grandes frascos etiquetados. Se sentaron en unos viejos pero grandes sillones mientras los muchachos recorrían con la vista el contenido de la cabaña. Les recordaba un poco a la cabaña de Hagrid, solo que más grande y sin animales salvajes por naturaleza.
-¿Qué los trae por aquí?- preguntó Chandre sacando a los chicos de su inquisitiva mirada al techo que tenía más símbolos como los de las ventanas. Harry sacó el pergamino y se lo extendió al hombre y éste lo cogió.
-Venimos por encargo de Charlie Weasley, señor. Una... de sus criaturas necesita éstas pócimas.- Harry evitó decir 'dragona' para no asustar al viejo.
-¿Criaturas? Querrás decir dragón¿no?- Harry y Ron se miraron y asintieron. –Tengo la mayor parte de esto ya hecho, pero una de las pócimas... tendré que hacerla.
-¿Tardará mucho?- y por la pregunta, Ron recibió un codazo de Harry justo en las costillas.
Chandre miró a Ron con irritación.
-¿Tienen con qué pagar?
-Por supuesto.- dijo Harry sacando una bolsita café de terciopelo haciendo ruido con el contenido.
-Bien- gruñó Chandre satisfecho –Estará en cinco horas.
-¡Pero es mucho tiempo!
-¡Cállate, Ron!
-Debo decir que el proceso normal lleva casi día y medio...- comentó el hombre – pero por ser para Harry Potter tengo ese límite. Tómenlo o déjenlo.
-Lo aceptamos- respondió Harry antes de que Ron volviera a hablar. Chandre asintió, bebió el resto de su infusión y se puso en pié. –Debo añadir que esta poción costará el doble.
-Muy bien.- respondió Harry cuando vio que Ron iba a protestar.
-Será mejor que den una vuelta. Me temo que aquí se aburrirán mucho.
-¿Una vuelta? Pero si no hay nada.- de nuevo, Ron recibió un codazo por parte de Harry.
-Bueno, el paisaje en sí es hermoso. Es por ello que vivo aquí.- comentó Chandre sacando unas plantas de uno de los frascos –Es un lugar tranquilo. Caminando más allá del corral se toparán con un valle donde hay un campo de cultivo. En este momento están recolectando y siempre me relaja un poco ir ahí.- aquí, el hombre dejó de moverse y miró hacia la puerta trasera con nostalgia en sus viejos ojos. –En especial una muchacha. No la he visto más que de lejos, pero es muy bonita...- el hombre sacudió la cabeza como intentando espantar moscas. –Como sea, no pueden quedarse aquí. Vuelvan en cinco horas y tendrán todo lo que necesitan.
Chandre los guió a la puerta trasera y Harry y Ron le dieron las gracias al hombre y se fueron caminando por donde les indicó.
-¿Muchacha?- susurró Ron cuando ya estaban lo suficientemente lejos para no ser escuchados -¡Pero si está muy viejo para andarse fijando en muchachas! A mí me parece que está demente.
-Sí...- admitió Harry en voz baja -¿Te fijaste que no sacó su varita para nada?
-Sí, es extraño. Después de todo es mago¿No?
-No lo sé, pero es una suerte que, si la tiene, no nos haya lanzado una maldición creyendo que éramos ladrones.
Después de una caminata de más de veinte minutos, en los cuales comentaron y criticaron al hombre y su cabaña, llegaron a las orillas del valle. Desde su posición admiraron el enorme plantío bajo sus pies y se sentaron para admirar a la gran cantidad de gente con canastas tomar con las manos desnudas las bolitas de algodón. Pensando que los necesitarían, Ron llevó sus omniculares, los mismos que Harry le compró a él y a Hermione para el partido mundial de Quidditch antes de empezar su cuarto año en Hogwarts.
Ron se puso en pié y se dedicó a observar, mientras la mirada de Harry divagaba más hacia su interior que al exterior.
-Si no fueran muggles, usarían sus varitas para que el trabajo se hiciera solo- comentó el pelirrojo. En su voz había diversión, como si lo que viera no fuera normal. –Solo míralos.
-No es gracioso, Ron.
-Ya sé que no lo es... pero aún así sería más fácil.- contestó el pelirrojo ofendido.
Ya habían pasado casi dos horas en las cuales Ron no paraba de criticar y Harry estaba tentado a sacar su varita y silenciar a su amigo. Le dijo que todos se veían iguales en piel y rutina, que sus ropas no eran precisamente recomendables y otra serie de insensateces.
-... y los niños... ¿Cómo los ponen a trabajar?... Deberíamos estar en casa, tengo hambre.
-Ron, comimos hace poco más de tres horas.
-Pero no me siento satisfecho. Quiero la comida que hace mi madre.
-Tan pronto como estén las pociones nos desaparecemos directo allá para llegar más rápido y cenamos.
Ron suspirò entre resignado y molesto. No le quedò màs remedio que aceptar esperar y, fastidiado de aburrimiento, dejò a un lado los omniculares, se recostò a un lado de Harry y al instante se quedò dormido mientras el ojiverde sacudìa la cabeza negativamente y continuò su observación. Sus ojos parecìan buscar respuestas en el cielo… respuestas, soluciones… lo que fuera con tal de acabar con la angustia que lo plagaba.
Poco después de cumplir con las cinco horas de espera, Harry despertò a Ron y èste gruño. Con paso lento volvieron a la cabaña de Chandre Yamun.
A/N: Les debo una explicaciòn... pasa q, al principio de este fic dejè claro q no serìan màs de 10 capitulos, pero era porq, originalmente, èsta serìa la version a escribir... hasta q cambiè de opiniòn y optè por la versiòn de final semi-felices para siempre. Como se han dado cuenta, solo cambiè los pàrrafos del final. No me odien por hacer este final, yo les habìa dicho muy claramente q era deprimente... asì pues, les dejo a su criterio seguir leyendolo. Y por favor, dejen un review.
Por cierto... PASÈ MI EXAMÈN!! YAHOOOOOOO!!
