¡KONNICHIWA, MINNA-SAN!

¿Me extrañaron? :D *Lluvia de tomates* Ya veo (TwT)

Y algunos de mis seguidores seguro estarán pensando que soy una desmadre por no actualizar mis demás fics.

Pero… (QwQ) ¡ES QUE TENÍA ESTA IDEA EN LA CABEZA DESDE HACE MUCHO!

¡NECESITABA PLASMARLA EN WORD, MUCHO MÁS QUE EL OXÍGENO! (¿?¿?¿?¿?)

Me inspiré de una escena de la serie "Casados con hijos", así que si les suena familiar una determinada parte del One-shot, es por ello xDDD

Primero que nada, sí. Este será un one-shot de la pareja ULTRA-CRACK pero que últimamente está obsesionándome, WILLINA (William x Nina) y si no me equivoco, es la primera historia en Fanfiction de tal combinación, ya que el yaoi y un poco de yuri tristemente someten al sitio.

Y como bien saben que NO soy fanática de tales géneros (sin ofender a las fujoshis, fudanshis y los seguidores del yuri) quise hacer un cambio y aportar historias sobre parejas HETERO; ya sea conocidas (como el CIELIZABETH o el SEBASMAY), no tan conocidas o incluso aquellas que nunca pasaran por la mente de los fans de Kuroshitsuji. Allí es donde entra el WILLINA y otras parejas que últimamente me obsesionan. Planeo subir aunque sea dos one-shots de tales parejas, incluido el WILLINA, entre otros que quizás los dejen con cara de "¿¡WTF!?"o no, je, je, je (?)

Bueno, le dedico este One-shot especialmente a mi nueva seguidora y amiga: "Karenka Sutcliff Depp", quien es fan del GRELLIAM (Grell x William) pero al mencionarle mi idea del WILLINA, me animó a que publicara el one-shot. Igual se lo dedico a mis demás seguidores y amigos, a aquellas personas que NO sigan el yaoi/yuri y estén abiertas a las parejitas hetero. Igual invito a las fujoshis a leerlo y que abran sus corazoncitos a nuevas ideas :D

Ah, sí, como se lo dediqué a Karenka-chan, incluí SUPER-LEVES insinuaciones GRELLIAM. Pues aunque NO sigo el yaoi, tal pareja es la que menos me desagrada para escribir insinuaciones y hasta se me hace divertida porque… ¡Aceptémoslo! Grell que no acose cofcofsexualmentecofcof al pobre Will NO es el Grell que todos conocemos y queremos xDDD

¡Ahora sí, turururururú! ¡AL ONE-SHOT!

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DISCLAIMERS: Ni 'Kuroshitsuji' ni sus lindos personajes me pertenecen, sino a Yana Toboso-sama. Lo único mío es esta historia y los OC's (Original Characters) incluidos.

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ADVERTENCIAS: Continuidad alternativa al final de Kuroshitsuji II. Hay referencias del segundo musical de Kuroshitsuji, de la serie argentina "CASADOS CON HIJOS" y también de acontecimientos ocurridos en otro Fanfic, "Un San Valentín… ¡Lleno de Kuroshitsuji!". El cual no es obligatorio leer, pero lo recomiendo para entender mejor lo que pasa en éste.

» Insinuaciones de parejas crack, parejas no tan crack y también de parejas que incluyen y/o se conforman por OC's.

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[ONE-SHOT]

"El Shinigami, la modista… ¿y unos pervertidos?"

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Era una mañana aparentemente normal y corriente en el Departamento de Shinigamis.

Todos los susodichos cegadores continuaban con sus rutinas de trabajo respectivas. Algunos partían al mundo humano para recolectar las almas que los registros indicaban que morirían; otros charlaban tranquilos de sus inmortales vidas en los salones de "descanso" del despacho. Entre los que descansaban un poco tras una dura madrugada recolectando almas se encontraban Ronald Knox, Eric Slingby y Alan Humphries; quienes ya habían acabado su ronda mañanera y la próxima sería entrada la noche, teniendo prácticamente libre lo que quedara del día. Por lo que aprovecharían el resto de la mañana y la tarde para holgazanear… eh, digo, para recobrar fuerzas luego de sus esfuerzos.

El Shinigami menor de los tres se estiró completamente, mientras soltaba un sabroooooso bostezo y se acostaba en un largo mueble blanco.

—Ahhhh… es bueno descansar de vez en cuando —Aunque Ronald fuera uno de los Shinigamis más jóvenes, fiesteros y enérgicos de su unidad, a veces también gozaba el relajarse—. Especialmente luego de sufrir una semana de horas extras…

—E injustas, además… —Añadió Eric, quien (junto a Alan) había acompañado a Ronald durante esa recolección mañanera.

A pesar de su apariencia de "busca-pleitos" él realmente no era uno de ellos, al contrario. Siendo un Shinigami bastante sereno y que seguía las reglas la gran mayoría del tiempo. El único inconveniente era que se emborrachaba con facilidad y, por ende, las únicas veces en que armaba conflictos era estando en un fuerte estado de embriaguez.

—No tendrían tantas horas extras si se comportaran, muchachos… —Comentó Alan en un leve regaño, leyendo tranquilamente un libro durante su descanso. Quien si bien NO se metía en problemas ni obtuviera castigos por lo mismo, y aunque siguiera las reglas con gran eficiencia, solía ayudar al par de "problemáticos" en sus horas extras.

—Aaaay, sí, aaaay, sí… ¡Ya habló el señor sensatez! —Exclamaron sus compañeros en un contra-ataque infantil, a lo que Alan movió negativamente su cabeza.

De seguro hubiese iniciado una discusión —no seria pero sí llena de tonterías— entre el trío de Shinigamis, de no ser porque los desconcertó el escuchar un repentino grito:

¿¡DÓNDE ESTÁAAAAAAS!? —Proferido por una voz masculina, algo chillona y a la vez aguda que no tardaron en reconocer.

Pertenecía a un individuo travesti, pelirrojo, con dientes de tiburón y de nombre Grell Sutcliff; quien se acercaba correteando cual toro descarriado hacia el salón de descanso, dando fin a la aparentemente tranquila mañana.

Recorrió el salón con su mirada fluorescente y característica de todos los Shinigamis, como si fueran unos rayos infra-verdes. Y al no ver a la persona que buscaba, agitó sus brazos en el aire soltando más gritos.

—¿¡Qué diablos le pasa, Superior Grell!? —Le gritó Ronald ya harto de tanta gritería, Alan sólo le enviaba una intrigada mirada al recién llegado y Erick bostezaba con desinterés.

—¿¡Que qué diablos me pasa!? —El Sutcliff devolvió el grito con un tinte amenazador, acercándose cual puma asesino hacia sus presas y desconcertando hasta al mismísimo Eric. Rara vez lo veían así de molesto—. ¡Will no aparece y justo el día en que le quería dar un beso! ¡ESO ES LO QUE PASA!

Ronald enarcó una ceja, sudando una gota gorda y simplemente le preguntó:

—¿Ya intentó buscarlo en su oficina?

—Ajá… —Respondió Grell, indignado de no encontrarlo ahí y a pesar de haber memorizado su horario regular.

—¿Y en los salones? —Preguntó Alan esta vez, ya que William ocasionalmente hacía de "profesor" con los Shinigamis jóvenes de nuevo ingreso.

—También…

A pesar de ser tranquilo, Erick gozaba irritar a Grell de vez en cuando. Por lo que de forma pícara y burlona, preguntó:

—¿Y en el baño~?

—¿¡Me crees capaz de espiarlo cuando tiene el cierre abajo!? —Gritoneó Grell levemente sonrojado. Entonces pestañeó un par de veces y se llevó una mano al mentón, sonriendo hasta mostrar toda su dentadura afilada—. Aaaaaaunque, pensándolo bieeeeeeeen…

Minutos de espiadera en el baño de hombres; varios gritos de Shinigamis indignados de ser espiados mientras hacían "sus cosas"; y un Grell con unas buenas golpizas recibidas después… era oficial… William T. Spears NO se encontraba ese día en el Departamento Shinigami. Por lo que la única duda que carcomía a Ronald, Erick, Alan y la preocupada mentecilla del travesti de los tres chichones era: "¿Dónde podría estar?"

…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…

Nina Hopkins suspiró aburrida y en lo que se recargaba contra uno de los sillones de la sala de su hogar; la cual compartía con su inquilino de nombre Arthur y cuyo apellido siempre se le olvidaba.

Pero era mayormente conocido como el "Señor conocedor de las palabras"*(1) ante su oficio secundario de escritor. Dicho apodo fue idea de cierto condecito actualmente convertido en demonio, al igual que del mayordomo a su servicio y del cual se sospechó mantenía un amorío secreto con la mucama de la mansión; todo producto de la ingeniosa imaginación del "Señor conocedor de las palabras".

Ese día la talentosa modista de origen francés no había tenido ningún pedido, estando libre para descansar. Cosa que aunque le agradaba, a la vez la aburría por no tener algo con que distraerse. Ni siquiera podía fastidiar al tímido y sonrojable oculista, porque el mismo había salido a comprar algunos alimentos que hacían falta en la casa. Ahora que recordaba, antes de irse le dijo que sólo quedaban reservas de té… por lo que la mujer podría preparar un poco, y así, matar ligeramente el aburrimiento con algo que hacer. Se enorgullecía de lo sabroso que quedaba el té que preparaba, ¿pero qué sentido tenía hacerlo sin nadie con quien compartirlo? De seguro se enfriaría para cuando "Arthurito" regresara…

Y antes de volver a hundirse en su aburrimiento, la sorprendió escuchar que tocaban a la puerta de su residencia, ubicada en la dirección «412 de la calle Baker».*(2) Pensó que era raro, pues como se mencionó anteriormente, no tenía pautados ni pedidos ni visitas para ese día. Razón por la cual vestía un camisón blanco algo ceñido al cuerpo y que le llegaba hasta los muslos, junto a unos pantaloncillos negros ocultos bajo el camisón y que descubrían sus tersas piernas tersas, al igual que unas botas negras que usaba estando en casa.

Por lo que al encaminar sus pasos y abrir la dichosa puerta, adquiriendo una sonrisa de oreja a oreja al reconocer a su visitante, y exclamó con un tono renovado de ánimo:

—¡Willy Strippy~!*(3) —Su acento francés resaltó al pronunciar una "G" en lugar de la "R".

Parado frente a la puerta, con una de sus cejas temblando el escuchar el familiar "apodito", estaba el mismísimo William T. Spears. Alto, bien arreglado, estoico y aún así guapo. Suspirando de forma cansada y con una voz adornada por ligeros atisbos de irritación, él habló:

—Buenos días, señorita Nina… —Y sin buscar sonar grosero, añadió con un deje de molestia—. Ya le dije que me llamo "William", por lo que le agradecería que deje de dirigirse a mí de esa forma.

Recordando a cierto mayordomo de negro que conocía y con sus ojos clavados en el hombre que (tal como ella) llevaba gafas en su níveo rostro, Nina hizo un puchero al protestar:

—Tan frío como siempre, ya te pareces al Sr. Rígido… —Más al pensarlo detenidamente, su sonrisa volvió y hasta se ensanchó—. Sin embargo… esa frialdad se ve perfecta en ti, Willy~

El de cabellos oscuros suspiró nuevamente. Resignado ante el hecho de que la modista seguiría modificando su nombre como le diera en gana, aunque agradeciendo internamente que no usara el bochornoso "Strippy".

Procedió a sacar una pequeña bolsa (con monedas en su interior) de uno de los bolsillos de su perfectamente arreglado traje. Eso para saldar la deuda pendiente que tenía con la modista de cabellos y ojos chocolatosos, quien hace unos meses le había diseñado un "atuendo especial" para una "importantísima misión" que le había encomendado su Jefe y Superior, Lawrence Anderson. También conocido como "Padre" por todos los Shinigamis.

Un imperceptible escalofrío recorrió su cuerpo al recordar la sensación que lo invadió en esa ocasión… Nina le ordenaba quitarse la mayoría de su ropa, mientras le tomaba las medidas exactas y lo llenaba de alfileres para los retoques del dichoso traje. Aunque recuperó su semblante de compostura inmutable, tendiéndole con seriedad la bolsita a la mujer y diciendo:

—Aquí tiene su paga por sus servicios anteriores, y con intereses.

Debido a una confusión al momento de "aquella misión", seguida después de sus usuales trabajos de Shinigami, el Spears no pudo pagarle antes a la modista por sus servicios. A Nina realmente no le importó —de hecho, hasta ahora cayó en cuenta de lo mismo— PERO el buen William nunca se había olvidado; y asistió al mundo humano para corregirlo tan pronto vio un espacio libre en su apretada agenda. Pues para él, olvidar una deuda pendiente era intolerable. Y sobre por qué la mortal no armó jaleo apenas al verlo en su puerta, digamos que "el bochorno" que le hizo pasar al caballero aquél día fue más que suficiente recompensa. ¡Aunque el dinero siempre era bienvenido, desde luego!

—¡Awww, gracias! Que considerado de tu parte, Willy —Sonrió la modista en lo que sujetó la pequeña, pero pesada bolsa. Cuando el Shinigami dijo "intereses" lo hizo en serio. Ella entonces se hizo a un lado de la puerta—. Ven, pasa adelante. Estaba a punto de preparar el té cuando tocaste~

Sorprendiéndose inicialmente por la amable invitación de la mujer, el de ojos fluorescentes tuvo que negarse de forma educada:

—Agradezco su invitación, pero…

Oh, momento, "Pero" nada. No tenía que negarse pues el resto del día lo tenía libre, y por tanto, no debía marcharse a cumplir recolecciones ni tampoco a completar papeleos en su oficina. Ser tan responsable tenía privilegios de vez en cuando. Por lo que tosiendo un poco ante el cambio de idea, opinó cortesmente:

—Es decir… como guste, señorita Nina.

La sonrisa de la Hopkins se ensanchó de forma instantánea. Recordaba perfectamente cuánto le había gustado su "especialidad" al Spears y pensó que mejor compañía para el té no podría haberle aparecido. Permitió que el hombre pasara al interior de su hogar y terminó cerrar la puerta detrás de ambos.

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Volviendo al Departamento Shinigami…

Para matar el tiempo, Ronald, Erick y Alan se habían unido a Grell en la búsqueda del Superior en común de todos ellos.

Verificando que no se encontraba en ninguna de las instalaciones del Despacho de Shinigamis, el cuarteto de cegadores se dedicó a recorrer todo el "plano" donde todos los de su "raza" habitaban, lejos del acceso y vista de los mortales. Ya habían buscado debajo de las piedras secas; entre los árboles muertos; debajo del agua gélida; dentro de cajas repletas de "Artículos Prohibidos y Decomisados" del mundo humano e incluso en el interior de la residencia a nombre del propio Spears… y nada, el Shinigami que representaba la perfección seguía sin aparecer.

El Sutcliff empezaba a desesperarse, preocupado ya no podía estar más.

En ese momento se encontraban en el hogar del pelirrojo, donde habitaba toda la familia del mismo y para descansar luego de su épica búsqueda. Grell y Ronald se sentaron a la derecha mientras que Eric y Alan a la izquierda, quedando frente a frente en el respectivo orden y a lo extenso del rústico, pero limpio comedor de piedra.

—¿¡Cómo un frío hombre de negocios puede desaparecer así nada más!? —Chillaba el afeminado incrédulo, dando zapateos en el suelo y leves golpes sobre la mesa.

—Quizás haya partido al mundo humano por una misión de último minuto… —Propuso un pensativo Alan.

Era la única alternativa que quedaba al no encontrarlo en ningún rincón del Reino Shinigami. Sin saber en su inocencia que el Spears tenía su primer día libre luego de mucho tiempo, y tras incontables redadas de horas extras.

—Opino lo mismo… —Asintió Ronald, cruzando sus brazos encima de la mesa y reposando la cabeza sobre estos, desconociendo igualmente ese detalle de su Superior.

—Estoy de acuerdo con lo del mundo humano, aunque… —Eric sonrió burlonamente y le dedicó una miradita malvada al travesti, añadiendo—. Yo creo que acabaría escondiéndose allí por enterarse que Grell quería besarlo~

Y levantándose de golpe, con sus manos impactando fuertemente en la mesa (y provocando que el pobre Ronald se apartara de la misma rompiendo su posición de descanso) exclamó ofendido:

—¡CÁLLATE, BOCA-SUELTA!

—¡OBLÍGAME, BICHO RARO! —Le contra-atacó a gritos el mayor de los rubios, igual reincorporándose y golpeando agresivamente la mesa, con Alan mirándolo tan impresionado como Ronald al ofendido Grell.

¿¡CÓMO ME LLAMASTE!?

—Aparte de "BICHO RARO", ¿también eres SORDO?

—El único "bicho raro" aquí eres tú, basta con que te veas al espejo… —El de cabellos escarlatas lo señaló desafiantemente—. ¡MIRA NADA MÁS ESE PEINADO!

—¿¡CÓMO!? —Ah, no, no, no, eso sí que no. ¡El afeminado había cruzado la línea!

Nadie, y repito NADIE tenía permitido burlarse del cabello de Erick. Ni su mejor amigo Alan, ni sus Superiores del Despacho, ni su propia novia de la división alemana de recolección *Cofcof*aunque-ella-fue-de-las-que-mejor-se-tomó-el-cambio-de-estilo*Cofcof* ¡Ni siquiera su mismísima abuelita!

—P-por favor, muchachos. ¡Cálmense! —Pidió el de cabello castaño levantándose tímidamente, con sus brazos extendidos en su pecho y tratando de hacerlos entrar en razón antes de que corriera sangre.

Sólo para ser olímpicamente ignorado por su compañero y mejor amigo, quien no había superado el insulto al estilo de su cabellera rubia. Y para su horror, Erick acabó proponiendo con voz contundente:

—¿¡Quieres resolver esto con las Death-Scythes!?

¡N-NO…! ¡Las Death Scythes nooooooooo! —Chilló el Humphries prácticamente en un grito ahogado, temeroso de la masacre que estaba por desencadenarse en la mesa de piedra

—¡Con las Death-Scythes será, entonces! —Asintió un furioso y decidido Grell, también ignorando al pobre castaño, invocando su moto-sierra aún sin encenderla y con Erick haciendo lo mismo con la suya en forma de sierra común.

—¡Ronald! Ayúdame a-… —Alan se detuvo a media súplica, al girarse y ver que su compañero del cabello bicolor ya no estaba en su silla—. ¿¡R-RONALD!?

¿¡Cuándo diablos se había marchado!? Y sobretodo…

¿¡Cómo se atrevía a dejarlo solo en medio de una disputa entre Death-Scythes!?

Justo cuando escuchó el reconocible rugido generado por la moto-sierra del pelirrojo al ser encendida, un escalofrío recorrió su cuerpo y sus ojitos se abrieron de par en par, con sus pupilas fluorescentes achicándose. ¡Mierda! Si hasta se le crisparon los pelitos de su nuca y todo. Si acababa muriendo por eso en lugar de las "Espinas de la Muerte"…*(4)

¡RONALD IBA A PAGÁRSELO CARO!

…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…

Horas después, en alguna parte de Londres en el mundo humano…

Arthur Conan Doyle era un hombre joven e inseguro, pero sumamente honesto.

Un humilde oculista que se la jugaba de escritor en su tiempo libre, a pesar de que no se consideraba alguien bueno sino más bien patético respecto al tema. Sin embargo, al descubrir la existencia de seres sobrenaturales —como por ejemplo, demonios en forma de mayordomos*(5) cambió su perspectiva de la vida y logró inspirarlo para mejorar sus habilidades literarias hasta límites inimaginables. Al igual que adquirir más seguridad y confianza en sí mismo.

Llevaba entre sus brazos un par de bolsas de compras recién hechas, ya dirigiéndose de regreso a su hogar, alquilado y dulce hogar. Pero cuando llegó frente a la puerta, colocando las compras un momento en el suelo y buscando la llave alternativa en su bolsillo… un par de voces en el interior de la casa llamaron su atención.

«¿Doña Nina?» Pensó, guardando silencio unos segundos para escuchar mejor. En efecto, una de las voces era la de "Su patrona", con su inconfundible y algo divertido acento francés, diciendo en medio de una protesta:

—¡Aaaaay, pero Willyyyyyy! Sólo déjame abrírtela, ¿sí~?

¿Estaba acompañada por alguien? ¿Quién sería?

¿Y a qué se refería ella con que le dejara "abrírsela"?

Una segunda voz se escuchó, ahora siendo masculina, respondiéndole a la voz de la mujer con tono serio y hasta cierto punto enojado:

—¡Ni lo sueñe, señorita! Acepté su invitación de acompañarla al interior de su hogar, también el té que me ofreció tomar… ¡Pero no permitiré que me retire la camisa!

«¿Quién es el tipo que está con Doña Nina?» Pensaba el muchacho, frunciendo sus gruesas cejas con seriedad. Pero al escuchar la última exclamación del sujeto, sus ojos marrones se abrieron de par en par y un tierno rubor calentó sus mejillas: «¿R-retirarle la camisa? ¿Para qué querría Doña Nina hacer tal cosa?»

No evitó pegar disimuladamente su oreja de la puerta.

—¡Aaaay, Willy! ¡Entiéndeme! —Exclamó nuevamente la voz de Nina, en un tono de puchero—. Debo quitártela porque me estorba y no tengo a la vista lo que quiero apreciar. Mucho menos hacer lo que me interesa, ni tocar lo que deseo…

«¿Estorbar? ¿V-ver lo que quiere? ¿¡T-tocar lo que desea!?» El tono rojo del rostro del inquilino de la modista iba tornándose cada vez más intenso, sudando con nerviosismo y con un montón de escenarios nada éticos, ni aptos para menores cruzando su mente. «Oh, dios… ¡Lo sabía! Doña Nina es… es… ¡ES UNA COMPLETA PERVERTIDA!»

Y sacando la llave de su bolsillo, metiéndola y girándola en la cerradura, abrió de un portazo para después gritar a todo pulmón:

—¡VÁYANSE A UN HOTEL, PAR DE MARRANOS!

Al entrar a la sala del lugar, sus ojos se abrieron aún más por ver semejante escena.

Una Nina tirada en el suelo, sobre el pecho de un tipo al que Arthur desconocía, y sujetándole una corbata negra a medio desatar… Ah, sí, ¿ya dije que el tipo (William) tenía la camisa abierta y era bastante atractivo…? No, Arthur no sufrió un desangrado nasal, aunque por poco lo hizo y a duras penas lo evitó. De todos modos, el sonrojo de su rostro aumentó considerablemente ante las palabras que "Su patrona", muy molesta, exclamó poco después:

¡ARTHURITO! ¿¡Por qué siempre me interrumpes cuando "voy a hacerlo" con alguien!?

—¡Señorita Nina…! —Protestó el hombre debajo suyo, con un semblante entre indignado y apenado; quien deseó la tierra lo tragase en el momento en que Arthur entró—. ¡No lo diga de esa manera tan indecorosa!

—¿¡Qué "indecorosa" ni que nada!? —Gritó la castaña, aún sin quitarse de encima—. ¡Sólo estoy diciendo la verdad, Willy Strippy!

Pero, ¿qué había dicho?

¿¡WILLY STRIPPY!?

En lo que la mujer y el hombre de cabellos oscuros discutían, sin prestarle ya mucha atención al recién llegado, éste último intentaba procesar lo que sus oídos acababan de escuchar.

«Oh, dios santo… ¡Es peor de lo que creí…!» Arthur se llevó ambas manos a cada lado de su rostro y una sola idea dominó su cerebro en aquél momento «¡Doña Nina metió un Stripper a la casa…! ¡UNO VESTIDO DE ABOGADO!»

—¡Pues trate de medir las palabras con las que se expresa! —Seguía exclamando William, sonrojándose ligeramente pero sin perder su expresión enojada y seria—. ¡Y deje de dirigirse a mí de esa manera!

—¡Yo te diré como se me dé la gana! ¡Y además…!

La voz tartamuda del sonrojado Arthur interrumpió su discusión con un suplicante:

—P-p-pero… ¡OIGAAAAAAN!

Y ellos se giraron a verle, gritando unísonamente:

¿¡QUÉEEE!?

—V-váyanse a un lugar más privado si van a hacer tal cosa, ¿¡les parece!?

—¿Qué dices, Arthurito? —Preguntó la Hopkins con incredulidad y estando más calmada, apretando la corbata de William para agitarla levemente en dirección al joven—. ¿Desde cuándo debo irme a un lugar privado para arreglar una corbata?

Un silencio incómodo inundó la sala, en lo que una traviesa brisa entraba por la puerta aún abierta de la residencia y movía los cabellos de los presentes. Sólo faltaba que pasara rodando la típica barrilla*(6) de esas que uno ve cruzando en el Lejano Oeste.

Arthur sintió una gota de sudor recorriendo su sien poco a poco, mientras que una sonrisa nerviosa y apenada apareció en su rostro, producto de las cochinadas que mal-pensó. ¿Una… corbata? ¿Todo ese rollo fue por una corbata?

En efecto, ahora que se fijaba, la corbata del aparentemente "no-abogado-stripper" lucía… ¿Cortada? Sí, cortada.

Para resumir la cuestión…

Minutos después de que el Shinigami pudo beber el delicioso té que le invitó la mujer, por cosas del destino su corbata sufrió un "pequeño accidente". Nina se la entre-cortó "sin querer" con unas tijerotas de costura —que sabrá Dios de dónde y cuándo sacó— al querer hacerle un trabajito modista a Will desde hace tiempo atrás. Cosa a la que éste se negaba siempre alegando que no hacía falta, pues aún mantenía frescos en su memoria los pinchazos en su trasero y los momentos incómodos del "último servicio" que Nina le dio.

*Blah, blah, blah…* William y Nina discutieron… *Blah, blah, blah…* Arthur malinterpretó su discusión… *Blah blah blah…*

Y justo cuando ella le iba abriendo la camisa—para poder quitarle la bendita corbata con mayor rapidez— fue que entró Arthur con las compras y mal-pensó todo por cómo los encontró.

Ah, sí, los mayores estaban en el suelo porque el Shinigami forcejeó cuando la modista empezó a abrirle la camisa; y acabaron cayéndose en esa comprometedora posición. Concluyendo todo eso junto en incomodidad, incomodidad, y más incomodidad. ¡Incomodidad por todos ladoooooos!

Una vez se acercó y quitó con cuidado a Nina de encima del desconocido, Arthur se disculpó con ambos por malinterpretar de toda la situación. Aceptadas las disculpas, Nina presentó al par de hombres para luego indicarle a un William —que aún no cerraba su camisa y dejaba al descubierto su blanco, sexy y bien formado torso— que se dirigiera al cuarto donde anteriormente lo "habían hecho". Refiriéndose a donde y cuando había preparado el traje del Spears meses atrás. Arthur nuevamente se sonrojó por el doble sentido con que sonó la frase de "Su patrona", quien ahora sostenía la corbata en una de sus manos.

Pero justo cuando el hombre con gafas estuvo a punto de irse al lugar indicado, todos se desconcertaron en el momento que una de las ventanas de la sala se rompió, impactada por un bólido rojo que entró y luego impactó contra una de las paredes. Velozmente y en acto reflejo, William se paró en frente de Nina para protegerla con su cuerpo de unos cuantos fragmentos de vidrio. Y al centrar su mirada en el susodicho "bólido", descubrió que era nada más y nada menos que…

—Grell Sutcliff… —Ajustando sus gafas con una de sus enguantadamente negras manos, el serio añadió—. Honestamente… ¿por qué siempre debes aparecer de una forma tan escandalosa e inoportuna?

¡WIIIIIIIILL~! Cariño, por fin te encuen-…

Pero al verlo con su camisa abierta y a la humana sujetando la corbata de SU Will, sus ojos se abrieron de par en par. Se llevó ambas manos a cada lado de su rostro, y tan horrorizado como sonrojado, prácticamente sufriendo un desangrado nasal, el pobre pelirrojo gritó:

¡NO PUEDE SER! —El emo de Gregory tenía razón—. ¡UNA MODISTA MORTAL SE TIRÓ A MI WIIIIILL!

Y sin más se largó a llorar cual magdalena, arrojándose para abrazar a su compañero y restregando su rostro en su pecho descubierto, empapándolo con sus lágrimas de catarata.

Los aludidos sólo se ruborizaron ante semejante acusación, Nina abriendo su boca en una perfecta "O y William sufriendo un tic nervioso en una de sus cejas. Frunció profundamente su ceño, su rostro se ensombreció y un destello maligno resplandeció a un costado de sus gafas. Pero cuando estuvo por llevarse al pelirrojo a un lugar sin testigos, dispuesto a cercenar con su Death-Scythe al pobrecillo, sus instintos asesinos pararon en seco al escuchar una familiar voz a sus espaldas. El Spears se giró lentamente y descubrió que…

—Superior Grell, ¿y ahora por qué llora? —Era Ronald Knox, quien observaba todo desde la puerta (aún abierta) de la casa. Y al caer en cuenta del Shinigami extraviado, enarcó una de sus cejas—. ¿Ah? ¿Superior William? ¿Qué hace con su camisa abierta?

Centró entonces su mirada en Nina, se sonrojó ligeramente y abrió sus ojos con incredulidad, viéndola sujetando la corbata del uniforme del otro.

¡DEMONIOS, WILLIAM! —La normalmente relajada voz de Erick sonaba exaltada, hasta consternada. Éste y Alan lo observaban desde la puerta algo sonrojados, provocando que el pobre Spears volviera a sentir esas ganas de que la tierra se lo tragara—. ¿¡ENTONCES SÍ TIRASTE CON ESA MUJER!?

¡LO SÉEEEE! ¿¡No es terrible!?—Lloriqueaba Grell, aún abrazándose a él—. ¡WILL PERDIÓ SU CASTIDAD, BUAAAAAAAAAA!

El aludido se llevó una mano al rostro, con una vena palpitante apareciendo en su nuca y contando hasta mil para calmarse. Teniendo que aguantarse las ganas de invocar sus tijeras de jardín para cometer Shinigami-cidio múltiple con sus compañeros. Los cuatro cegadores habían estado buscando a su Superior por todo Londres, hasta que finalmente dieron con el sitio en donde estaba.

Y si se preguntan cómo diablos fue que los del cuarteto supieron la ubicación exacta de William, era mejor aclararlo rápido…

(...)

¡Tururú! *Música de fondo* ¡FLASHBACK!

(...)

Justo antes de que Eric y Grell intentaran asesinarse mutuamente, cada uno con su respectiva Death Scythe en mano y con un pobre Alan temblando en medio de ambos, una voz masculina, gruesa y autoritario los hizo detenerse con un sólo grito:

¡NI SE LES OCURRA, BASTARDOS!

Un escalofrío recorrió los cuerpos de los peleones. Se giraron lenta y temblorosamente, sólo para verificar que se trataba de Georgio Sutcliff, el hermano dos años mayor de Grell.*(7)

Sus ojos fluorescentes resplandecían detrás de sus respectivas gafas, furiosos. Vestía unas ropas oscuras, perfectamente arregladas y muy similares a las de William. Su larga cabellera estaba atada en una cola de caballo, siendo de un tono rojizo más oscuro que el de su hermano. Yacía cruzado de brazos en la puerta que daba al salón del comedor y con una mirada tan severa que hasta miedo daba, casi rechinando sus dientes de tiburón y con una vena a punto de estallar en su frente.

Y asomándose a un lado de la puerta, detrás de Georgio, apareció la cabecita de un apenado Ronald.

Él había huido de la cocina en busca de la mujer que se encontraba en el jardín trasero; una pelirroja con gafas de Shinigami, sin dentadura filosa como sus hijos, pero matriarca del apellido Sutcliff y correspondiente al nombre Sara.*(8) Eso con la intención de que calmara pacíficamente la ira del segundo de sus "retoños" y su compañero de trabajo.

Pero el estricto primogénito Sutcliff acababa de entrar a la residencia familiar, fue atraído por todos los gritos y con Ronald intentando detenerlo sin éxito alguno. Georgio trataba de controlar su malhumor por las "horas extras" que le sorprendieron en el Despacho Shinigami, para evitar comerse vivos a Erick y Grell por el alboroto que hacían…

—Sólo diré esto una vez… —Advirtió alzando uno de sus enguantados dedos, sin gritar, pero con un tono severo e igual de aterrador que su mirar—. Primero, bájense de la mesa…—Se habían subido de un salto a la misma antes de iniciar su detenida contienda—. Segundo, oculten sus Death Scythes. Tercero, no quiero más gritos en esta casa… ¿entendido?

Ambos obedecieron todas y cada una de las advertencias a velocidad supersónica, colocándose en posición militar y llevándose una mano a la frente cada uno, exclamando un tembloroso: "¡S-señor, sí, señor!". Georgio sólo asintió una vez, con su aura maligna esfumándose y susurrando un más calmado: "Así está mejor…". Para luego salir de la cocina y desaparecer por uno de los pasillos de la casa, posiblemente en dirección a su habitación; había acabado una pesada ronda de recolección ese día y necesitaba dormir.

Tan pronto el "William versión 2.0" se fue, todos soltaron un suspiro aliviado… estaban salvados.

—Entonces… ¿cómo haremos con el Superior William? —Preguntó Alan rompiendo el incómodo silencio del ambiente—. Digo, para saber de una vez por todas si está o no en el mundo humano…

—¿No es obvio, pequeño Alan? —Le cuestionó Grell, extrañamente calmado y serio, siendo visto con intriga por sus compañeros. A lo que velozmente y sabiendo-tú-de-dónde, sacó una moneda—. Lo buscaremos por el azar. Si sale «Cara», está en el mundo humano. Si sale «Cruz», se lo tragó un agujero negro.

—Esto… Superior Grell —Ronald lo interrumpió antes de que arrojara la monedita plateada—. ¿Por qué mejor no le preguntamos a "él"?

Ante la propuesta y el hincapié que su Subordinado usó la última palabra, Grell dejó al descubierto toda la hilera de sus filosos dientes, en una sonrisa que indicaba estaba de acuerdo. Salió corriendo de la cocina exclamando un animado: "¡Vuelvo en un minuto~!" y para pocos después oírse un forcejeo, seguido de algunas cosas rompiéndose.

Los tres Shinigamis restantes sudaron una gota gorda cada uno, viendo como el pelirrojo volvió arrastrando del cuello de su camisa a su hermano más pequeño y "emo", Gregory Sutcliff.*(9) Más conocido como "Greg" por sus allegados. Sus uñas y ropas eran del mismo negro que los largos cabellos que cubrían parte de su pálido rostro; sus ojos del color de todos los Shinigamis resplandecían entre los oscuros mechones y limpiaba sus empañadas gafas contra su camisa. Éste se encontraba feliz de su "emo" existencia, degustando una paletita congelada de leche de las que tanto le gustaban, cuando fue sacado de su cuarto por su hermano medio y arrastrado hasta la cocina… sin oponer resistencia alguna por estar acostumbrado a cosas así.

—Hola, Greg, ¿todo bien? —Dijo Ronald con una sonrisa nerviosa, intentando saludar lo más casual que pudo.

Ante el saludo de la voz de su mejor (y en más de un sentido, opuesto) amigo, el de cabellos negros optó por hacer un movimiento de cabeza y profiriendo un suave: "Hmmm", verificando que el vidrio de sus lentes estuviera completamente limpio.

—¡Ohhhhh, Greeeeg! Hermano de mi corazón, emo de mi alma, metalero de mi vida~ —Canturreaba el pelirrojo abrazándolo del cuello, restregando cariñosamente una de sus mejillas contra la cabeza del monótono músico—. Tu hermanito Grell, que te quiere mucho, necesita un favor tuyo. Así queeeee, ¿se puede~?

Un simple y algo desinteresado "¿Uhum…?" fue todo lo que profirió el Shinigami "darks", aún con su paleta blanquecina en su boca y colocándose las gafas que se le habían manchado ante el "secuestro" de parte de su hermano. A lo que Grell, con una sonrisa de oreja a oreja, inquirió en un ronroneo:

—¿Podrías tener una pequeña visión y decirnos donde está tu Superior, William T. Spears~? —El menor simplemente asintió con otro "Uhum…", sacando la paleta de entre sus pálidos labios y mirándola como si fuese la octava maravilla del mundo.

Era un Shinigami con una ocupación algo particular. De aquellos encargados de predicar de manera inequivoca y calculadora —pero con suficiente antelación— las fechas y ubicaciones en que morirían incontables humanos. Transmitían la información a los miembros del "Despacho" para que la registraran en el Sistema y la imprimieran en las libretas de los Shinigamis de campo; también llamados "Recolectores" por ser quienes cosechaban las almas y las resguardaban de los Demonios.

Su boca se abrió lentamente, todos lo vieron expectantes cuando su voz rasposa y silbante declaró:

—Deliciosa… —Relamió sus labios, refiriéndose a su aperitivo y provocando que los demás tropezaran de cara al suelo.

Los anteojos de Erick y Grell desprendieron destellos amenazantes, unas auras malignas los rodearon y empezaron a agitar al mejor amigo de Ronald mientras le gritaban que no podría importarles menos el sabor de su condenada paleta. En lo que Alan y el Knox intentaban separarlo de los que lo sacudían, el Shinigami "darks" cerró sus ojos lentamente.

—¡Sólo ten la visión de una vez, metalero de la…!

Sin verse intimidado por la amenazante atmósfera que lo rodeaba, Greg finalmente habló, todavía con sus ojos cerrados:

—El Superior William… está en el mundo humano, en Londres…

—¿En Londres? —Cuestionaron Ronald y Alan, viéndose confundidos entre sí y luego a Erick, quien sencillamente se alzó de hombros.

Al menos ya sabían dónde estaba su Jefe, pero acabaron obteniendo más dudas por semejante paradero. Era evidente que el Spears, en la medida de lo posible y si "los de arriba" se le apiadaban, evitaba cualquier "recolecta" cercana al actual lugar de residencia de un par de "mayordomos demoníacos" y sus igual de diabólicos Amos. Aunque al que mejor conocían Erick y Alan era Sebastián Michaelis, bajo las órdenes de Ciel Phantomhive. Seguían impactados de que el último renaciera en demonio, según habían oído tiempo atrás de boca del desaparecido William.

—Sí, Londres… —Confirmó con un asentimiento, en lo que siguió describiendo la secuencia de imágenes que aparecía en su mente—. Con alguien experto en moda, y es… una mujer…

Al escuchar tal cosa, el Sutcliff mayor se indignó como nunca y el "celos-sometro" de su cerebro se encendió. Pero antes de poder quejarse siquiera y aumentando su indignación, casi como dudando de lo que sus visiones le transmitían, su hermanito añadió:

—Además, está siendo… está siendo…

—¿Qué? ¿¡Quéeee!? ¿¡QUÉEEEEEEEE!? —Preguntaba un desesperado Grell, aumentando el volumen de su voz con cada "qué".

—Está siendo… desvestido por esa misma humana…

Las imágenes de su mente se disiparon dando fin a la visión, y volvió a abrir sus ojos fluorescentes sólo para ver las caras de incredulidad que le dedicaban los demás. Su hermano era el más gracioso de todos, pues su mandíbula descendió hasta impactar con el suelo.

No pudo darle mayores detalles pues, aunque sus visiones eran exactas, las que no se relacionaran a la muerte eran sumamente limitadas.

Y volviendo a lo suyo, se metió su paletita a la boca para salir de la cocina arrastrando los pies en sus pantuflas blancas de conejito; el único accesorio de su atuendo que no era oscuro. Susurrando para sí mismo y en voz baja:

—Sabroooooosa…

(...)

¡Tururú! *Música de fondo* ¡FIN DEL FLASHBACK!

(...)

El berrincho-metro de Grell había explotado luego de eso y acabó mordiendo la mesa de la cocina con sus navajozos dientes; dejándole marquitas como si hubieran afilado cuchillos en su superficie; para después salir al mundo humano y siendo seguido por sus Subordinados.

Por lo que al confirmar (de forma malinterpretada) que la visión del "emo amante de la lactosa" se cumplió: se pusieron histéricos porque su Jefe se dejara doblegar y "violar" por una modista mortal.

William los asesinó con la mirada pero no pudo aclarar nada, ya que Nina le tiró de un brazo para llevarlo hasta el cuarto contiguo. No sin antes indicarle a "Arthurito" que guardara las compras en la alacena de la cocina y que le hiciera el favor de atender a los "amigos" de su "querido cliente", aprovechando que el té preparado anteriormente seguía tibio. Por lo que su resignado inquilino aceptó quedarse solito con el resto de "abogados miopes".

Ignorando el hecho de que fueran cuatro parcas y un humano, los cinco hombres no tardaron en hacer conversación y hasta se rieron cuando Arthur aclaraba el malentendido colectivo; todos sentados en los sillones de la sala y mientras comían el almuerzo de esa tarde. Sin embargo, aunque el "cejas pobladas" le parecía encantador y hasta apuesto, Grell en el fondo sospechaba que era un cómplice y que estaba encubriendo a la "violadora" de Will.

Y su paranoia interna estuvo lejos de desaparecer, luego de que las voces de la mujer y el ausente Shinigami resonaran desde el interior del otro cuarto, traumatizando a los que les oían sin querer…

—¡Señorita Nina, déjeme en paz! —Se oía gritar a un evidentemente harto William—. ¡Es mía!

«¿Es suya? ¿Qué cosa?» Se preguntaban mentalmente y en completa inocencia los cuatros Shinigamis, aunque Arthur suponía (y rezaba) porque se estuviera refiriendo a la corbata.

—¡Pero, Willyyyyy~! —Y esa era la voz de Nina, con un tono de puchero reproche—. ¡Mira como la tienes colgando, sin vida! ¡Permite que te la deje mejor!

«¿C-colgando… q-qué?» Cuatro pares de ojos fluorescentes se abrieron de par en par.

Ya empezaban a incomodarse de sólo pensar que lo que le colgaba a su Jefe era… "esa cosa" propia de los varones.

—¡S-señorita, por dios! —Gritó William perdiendo el tono de "Usted", aunque probablemente por culpa de su exaltación—. ¡Me la vas a arrancar!

¡Whow, whow, whow!

«¿¡ARRANCAR!?» Un escalofrío colectivo sacudió los cuerpos de los pobres Shinigamis, quienes se abrazaron a sí mismos «¡Ahora sí lo está violando, de seguro!»

Lloriqueaban asustados, rogando internamente porque la humanita no fuera a abusar sexualmente de ellos como hacía con su Superior, al menos en la imaginación de ellos. ¿¡Y si tenía un fetiche por "Bishies" de ropas oscuras y ojos brillantes!?

«¡No es justo, no es justo, no es justoooooo!» Por su parte, Grell mordía un cojín cercano para reprimir su ira y celos, escuchando cómo le quitaban a SU Will para siempre y en lo que pensaba: «¡YO QUERÍA TIRÁRMELO PRIMERO!»

«S-se refiere a una corbata… ¡S-sólo a una corbata…!» Se repetía Arthur, intentando no sonrojarse ni mal-pensar nuevamente, totalmente ignorante del pavor entre los cegadores de almas y que él (aunque conociera demonios) desconocía eran semejantes entidades.

…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…o…

Mientras que con la "violadora" y el "violado" *digo* con Nina y William…

El hombre de cabellos oscuros estaba con su camisa ya arreglada como siempre…pero con el leve detalle de que su corbata colgaba fuera de ésta, siendo MUCHO más larga que antes y casi llegándole hasta la parte baja del torso. Tal parecía que a la modista se le fue un poquito la mano con los arreglos y simplemente guardaron silencio, al menos por algunos momentos.

—Mire cómo me quedó… —Dijo con reproche el Spears, señalándola y soltando un suspiro. Ya había recobrado el tono de "Usted"—. Es muy larga, Señorita…

—¡Ay, pero Willyyyyy~! —La Hopkins se colocó las manos en su cintura y se inclinó levemente hacia el frente, susurrando de forma sugerente—. A las mujeres no nos molesta que sea larga~

—¿Que a las muje-…? ¡Ah, no, por favor! —El Shinigami se sujetó su "corbata de gigante" con una mano, agitándola frente al rostro de la modista—. ¡A mí SÍ me molesta porque la tengo que estar arrastrando! Me cuelga, ¿lo ve? Me cuelga…

—Ay, por amor de-… —Nina soltó un suspiro fastidiado y haciendo un ademán—. Entonces déjame que la vuelva a-…

¡NO! —Exclamó sujetándola con firmeza de los hombros, pero sin herirla—. ¡Es suficiente, Nina!

La modista abrió ligeramente sus ojos chocolatosos ante la sorpresa, mirando fijamente al par de orbes de llamativa y atrayente tonalidad del otro.

William entonces se cercioró de lo que dijo: se había dirigido a ella sólo por su nombre, sin hacer uso del "Señorita". También clavó su mirada en los ojos ajenos, con un color sólo comparable al de un par de bombones de chocolate… dulce, tentador, invitado a ser saboreado lenta y suavemente… al igual que los labios de la mujer.

Nina dio un respingo y sus ojos se abrieron de par en par, con sus mejillas adquiriendo un rubor mayor al del grupito de malpensados al otro lado de la casa. Debido a que en un inesperado movimiento, William juntó sus labios fríos con los de ella en un profundo beso; sorprendentemente apasionado, deseoso, ansioso y un tanto… nostálgico. ¿Hace cuánto que él se sintió de semejante manera? No podía recordarlo, probablemente porque hace mucho que intentó olvidarlo y en la medida de lo posible, hasta renegarlo. Si ella lo apartaba, estaría bien. No haría nada para insistir, pero en ese momento… no quería apartarse de esa indescifrable nostalgia, de esa tan familiar añoranza.

Tan pronto procesó todo, la francesa cerró lentamente sus ojos y correspondió el beso con gusto, rodeando con sus brazos el cuello del alto hombre —quien se había inclinado antes— y acariciándole sus cabellos oscuros hasta el punto de despeinarlos.

Y eso… a William ni le importó en lo absoluto. Sólo quería seguir besando, saboreando y explorando la cavidad bucal ajena, acariciándole suavemente la pequeña cintura por debajo del camisón.

Cuando la necesidad de oxígeno se hizo necesaria para la mortal, y luego de que las lenguas danzaron abrazándose tan juntas como sus dueños, se vieron obligados a culminar el beso. Nina no era la única que estaba sonrojada y que respiraba con agitación… William estaba igual, sólo que de una forma más disimulada. Teniéndola ahora acorralada contra la pared, quizá habían acabado así durante el beso y al movilizarse involuntariamente. Una vez calmaron sus rubores y respiraciones, tomaron leve distancia uno del otro.

Él peinó nuevamente sus cabellos hacia atrás con una mano, girándose para ver a la modista con su semblante serio. No frío, sólo… serio.

—Nina…

—¿S-sí…?

—¿Por qué no me detuvo, ni me abofeteó? —Preguntó, intrigado y con un tinte de culpa—. Lo que hice fue muy atrevido y-…

—Pues… porque me gustó y ya~ —Respondió simple y sonriente, aunque analizando la razón por unos segundos—. Y por la forma en que me besabas y acariciabas, imagino a ti también… ¿o no, Willy Kissy~?*(10)

Una ligera y casi imperceptible sonrisa apareció en el rostro de William T. Spears, quien asintió ante la pregunta. Honestamente, al escuchar ese nuevo apodo no pudo evitar sentir lo mismo que el beso… le había encantado.

¿Quién lo diría? Un frío y serio Shinigami… un cegador de almas moribundas… un perfeccionista y obediente de las reglas… incluso alguien así podía sentir el primer atisbo del amor, producto de una traviesa aunque ligera atracción, y encima con una humana. Normalmente sería un escenario inverosímil, hasta deprimente en cierto modo. Pero no, ninguno de los puntos negativos le llegaba a la mente; aunque normalmente se enumerarían con facilidad y a un punto de nunca acabar.

Era algo casi profético, no evitó recordar la novela del difunto Thomas Wallis*(11) y se preguntó cuántas similitudes podría compartir con el personaje de su libro; un Shinigami que cayó enamorado con una humana. Nina no lucía enferma ni con señales de morir en un futuro cercano, no todo debía ser tal cual se plasmaba en un papel, ¿verdad?

Oh, sí… Will había empezado a enamorarse luego de mucho tiempo. Y por más orgulloso que fuera, no se negaría a aceptar tal sentimiento si ganaba una segunda oportunidad para experimentarlo. Arregló su renovada corbata lo mejor que pudo con su mano derecha, pero al sentir como una suave y pequeña mano sujetó le sujetó la izquierda, miró con una ceja enarcada a la sonriente Nina.

—¿Y bien, Willy Kissy~? —Preguntó de esa forma pícara que la caracterizaba, añadiendo—. Antes de que salgamos para almorzar con los demás, ¿por qué no le haces honor a tu nuevo apodo?

—Nunca te basta con una sola vez, ¿verdad? —Y ajustando sus gafas con su mano derecha, entrelazando los dedos de la izquierda entre los de ella, volvió a inclinarse para pegar su frente con la contraria—. Pero honestamente, dudo que pudiera negarme…

Y dicho esto, juntaron sus labios en un beso que fue dulce… casi tanto como las galletas que habían comido rato después en el almuerzo con Arthur y los demás Shinigamis; los últimos ya más tranquilos de ver a su Superior aparentemente intacto y casto. Llegada la caída del atardecer, los cinco cegadores se despidieron de los humanos y se marcharon en dos direcciones distintas.

Los turnos nocturnos de Ronald, Erick y Alan comenzarían dentro de un par de minutos, por lo que querían tener todo en orden antes de ponerse en ello. Mientras que el Spears y el (despechado) Sutcliff se dirigieron a sus respectivos hogares.

Sin embargo, durante lo que cursó de las próximas semanas, meses y con suerte hasta años, siempre que tenía espacios disponibles en su apretada agenda… el Shinigami Will asistía a la «412 de la calle Baker» para visitar a su nueva amiga humana, que al mismo tiempo se había convertido en su amada Nina Hopkins.

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"FIN"

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Notas de autora:

*(1) Ajá, el mismo personaje del manga de 'Kuroshitsuji' inspirado en Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle. Decidí hacer que viviera con Nina bajo el mismo techo y como compañeros de residencia, siendo dos de mis personajes "eventuales" favoritos del manga.

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*(2) Inspirado en la dirección del detective Sherlock Holmes, «411 de la calle Baker».

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*(3) Proveniente de la palabra "Stripper" y lo que nos deja con "Willy desnudista" (LOL) Si quieren saber más detalles de por qué Nina le dice así, léanse el Fanfic: "Un San Valentín… ¡Lleno de Kuroshitsuji!"

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*(4) Las "Espinas de la Muerte" (originalmente conocida como "Shi no Toge", y en inglés como "Thorns of Death") es la enfermedad que atormenta al pobrecito Alan en el segundo musical de Kuroshitsuji *Sniff* ¿Por qué los moe siempre sufren? ¿¡POR QUÉ!? (QnQ)

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*(5) Leer el arco de "Book of murders" del manga de Kuroshitsuji para saber más al respecto *Cofcof*

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*(6) El nombre más común es barrilla (o tumbleweed, en inglés). Sin embargo, en cada región se les conoce por un nombre distinto, como salicor, estepicursor, rodamundos, bruja, capitana, cachanilla o salsola, por citar sólo algunos.

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*(7) Georgio Sutcliff es un OC mío.

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*(8) Sara Sutcliff también es una OC mía.

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*(9) Al igual que Gregory "Greg" Sutcliff, el Shinigami emo y darks, es otro OC de mi autoría.

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*(10) Proveniente de la palabra "Kiss" y lo que nos deja con "Willy besador" *Awww*

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*(11) Personaje de la OVA "The story of Will The Reaper" de Kuroshitsuji II *Llora* Aaaaaay, Thomas (TTnTT)

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¡Muchas gracias por leer! (nwn) ¡Espero les haya gustado!

Acepto todo tipo de comentarios, críticas constructivas, consejos, etc

Menos bombas atómicas ni reviews insultantes de partes de yaoistas obsesivos, gracias (uwu)

¡AVISO IMPORTANTE! Ya está subido el One-shot "Secuela" ubicado después de esta pequeña historia, pueden encontrarlo bajo el título de: "Aunque dos son compañía… ¡Tres son Grell-titud!" (?) Espero les guste también :3

¡NOS LEEMOS!

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Fecha de re-edición: 1 de abril de 2019