Disclaimer: El anime/manga Hetalia pertenece a Hidekaz. Esta humilde fans solo crea historias para entretenerse, así como el lector, sin fines de lucro.

Advertencias: Dos Arthur's, traumas estadounidenses, cosas lindas, y no sé qué más. No hay lemon.

Parejas: UKxUSAxUK, mejor dicho UK(x2)/USA.


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Amorx2

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Trataba de acomodarse en el sillón mirando fijamente la televisión donde se trasmitía su querido videojuego. Podría estar alegre saltando de un lado para otro si pudiera pasar el nivel, ¡pero no podía! ¿Y por qué no podía? Porque tiene a dos Inglaterras a los lados de su cuerpo, tratando de llamar su atención, sea como sea.

Alfred no los puede soportar, y eso que solamente llevan así tres días. Tres malditos días donde ninguno de los dos ingleses es capaz de buscar una solución cuando fue el verdadero Arthur quien causó todo esto, solo para "supuestamente" hallar un conjuro para quién sabe para qué. Bueno, no entrará en ese tema, ni siquiera puede pensar en eso ¡Sí el Arthur bueno lo está abrazando, desconcentrándolo de su juego!

― ¡Alfred! ¡Tómame atención! ¡Dile a ese idiota que nos amamos! ―y grita el lado bueno, carismático, santo y tsundere de Inglaterra, aquella parte que no siempre anda a flor de piel.

― ¿Podrías dejar de gritar tanto? ―dice con amabilidad y con sabor arrogante el lado malo, pulcro, soberbio e igual de tsundere de Inglaterra, rascándose el oído― Alfred intenta concentrarse en el juego. ―y sujeta el brazo el americano.

Arthur bueno, reacciona celoso.

― ¡No lo toques, lado malo de Arthur! ―coge enseguida el otro brazo de Alfred, sin poder dejarlo jugar tranquilo.

―Quizás sea el lado malo de Arthur, pero soy más ardiente que tú, lado angelical. ―sonrisa egocéntrica.

El lado blanco del alma inglesa se sonroja.

―Eres un…pervertido. ―menciona.

―Tú también. ―contesta.

―Yo no lo soy.

― ¿Enserio? ―sonríe de lado haciendo entender que no servirá las mentiras.

― ¡Está bien, lo soy! ―exclama admitiendo, pero― ¡Después de todo formo parte de Arthur, pero eso no quiere decir que sea igual que tú! ―inclina el cuerpo hacia su reflejo, sobre un Estados Unidos hastiado.

― ¡Revistas porno que encontré debajo de tu cama dicen lo contrario! ―también se inclina a gritarle.

Estados Unidos se muerde el labio.

― ¡Yo no tengo esas revistas!

Estados Unidos aprieta los dientes.

― ¡Entonces las trajo una de nuestras hadas! ¡Idiota, cabeza de scones!

Estados Unidos cierra los ojos, frunciéndolos.

― ¡Tú tienes la cabeza llena de scones, bloody hell!

Estados Unidos explota.

― ¡¿Podrían callarse los dos? ―y los deja callados con los ojos abiertos, regresándolos a sus posiciones, mientras el lado bueno de Arthur le quiere pedir perdón, pero no alcanza porque el menor se pone de pie tirando el joystick― ¡Arg, no los soporto!

Alfred F. Jones, simplemente no los soporta, menos sus tontas peleas llenas de gritos y golpes, yéndose a su habitación. Un poco más y su cabeza estallaba. Necesita descansar, necesita que todo vuelva a la normalidad. Que vuelva su verdadero Arthur, no unas partes de él.

Y en la sala, se quedan atónitos. De repente sobresaltan por el portazo del menor.

―Oh, oh. ―dice el santo de Inglaterra.

―Mira lo que hiciste, genio. ―le informa el otro, mirándolo de reojo, echándole toda la responsabilidad.

―Oye, no me eches la culpa ―por supuesto, este tiene su carácter―. Los dos somos responsables de esto. Si nos hubiésemos puesto a investigar para regresar a la normalidad, esto no estaría pasando. Haciendo sufrir al pobre de Alfred… ¡Que mal novio soy!

―Tal vez Alfred esté confundido entre nosotros. ―después de tres días se pone a pensar, llevando una mano bajo su mentón.

― ¿Eh? ¿A qué te refieres? ―se le ve carita de inocente, ladeando la cabeza llamando la atención completa del otro Inglaterra vestido con camiseta negra.

―… ¿Enserio eres parte de Arthur?

―Es que soy su parte sana, casta y buena, que le gustan muchos los niños ―surca los labios, y se anima―. ¿Te acuerdas cuando Alfred era pequeño y se hizo pipí en…?

―Sí, sí me acuerdo ―le corta aunque lo recuerde pero no es momento para los viejos tiempos―. Vayamos a lo nuestro. Alfred está enamorado de Arthur.

―Ajam. ―se pone serio.

―Y el idiota de Arthur se equivocó de hechizo.

―Y salimos nosotros dos: El bueno y el malo. ―sigue por él.

―Por lo cual estamos causando dolores de cabeza a Alfred.

―Que quizás le confundimos el corazón y sus sentimientos, pensando en analizar cuál de nosotros dos es semejante a Arthur. Pobrecito, ¿no?

―Arthur. ―se torna más que serio.

What?

― ¡Estoy hablando yo, no me interrumpas! ―le grita a todo pulmón haciendo que el otro inglés se tape los oídos.

― ¡No me grites! ―también le grita pero en defensa hasta quedar callado viendo la respiración agitada de su doble― ¿Y qué quieres hacer?

Lado oscuro de Arthur respira profundamente y contesta.

―En el caso de que no hallemos o por cosas de la vida nos dé flojera en hallar la solución… ―está seguro de sus flojeras en no hacer nada con respecto a ello, y es mejor tomar medidas adelantas― Uno de los dos tendrá que conquistar a Estados Unidos.

― ¿Hablas de…? ―se sorprende por su singular idea.

Yes.

―Pero somos dos ―no puede captar bien si los dos son la misma persona con diferentes características, siendo en el fondo muy iguales―. ¿Pelear por su amor?

―No pelear, pero…digamos una carrera por su amor. ¿Te parece? ―surca los labios, todo sea por el menor para que esté feliz― A mí tampoco me gusta verlo sufrir ―se detiene retomando aire―. Me pregunto qué haría el verdadero Arthur.

―Aparte de golpearnos y torturarnos…haría todo por hacerlo feliz. ―contesta el de blanco donde su doble le mira sorprendido.

― ¿Qué harías si fueras el verdadero Arthur? Si regresaras. ―pregunta repentino.

El otro se toma unos segundos pensando e imaginando una escena así, si fuera él.

―Yo…si fuera él…iría donde Alfred y le diría que me perdone por soportarme tanto ―va descendiendo la mirada recordando que el menor les tiene un límite de paciencia que los llega golpear y atar. Se merece un perdón por tener dos ingleses que le causan problemas―. Y seguramente haríamos el amor. And you?

―Haría lo mismo ―cierra los ojos liberando una sonrisa―. Le diría que lo siento y le pediría que hiciéramos el amor.

No es sorpresa que los dos llegaran al mismo punto, mal que mal eran Inglaterras, extraños, pero lo eran. Incluso ni se nota cual es la parte buena y la mala. Tan así, que se observan un tanto melancólicos.

―Han pasado tres días… ―informa el de camiseta negra.

―Sí… ―llega a susurrar colocando las manos en sus piernas cruzadas sobre el sillón.

Es verdad, han pasado tres días así, de dos, compartiendo las comodidades del hogar sin que ninguno haya tocado ni un solo pelo a Estados Unidos. No es que no quisieran, es que se la pasan peleando por tonterías y les quita tiempo.

Ante sus conversación se fijan en sus expresiones, y piensan en que sería el momento adecuado para retomar un poco de masculinidad, apetito sexual o como se llame. Por dios, están así durante tres días sin nada, y no lo habían pensado hasta ahora. Se pregunta si Alfred extraña esas noches de pasión con su pareja. Si lo extraña, sería difícil con quién hacerlo, ¿verdad?

Sería difícil, porque Alfred no quiere a ninguno de los dos y está resistiendo solo para cuando vuelva el verdadero Arthur. Su Arthur. No esas partes que le causan dolores de cabeza.

¿Y saben algo? Esas partecitas están pensando iguales, porque se siguen mirando para enseguida ponerse de pie con una sola intención. Estar de acuerdo con la propuesta de conquista. El primero en salir corriendo es el Arthur santo y puro. El otro reacciona para atraparlo.

― ¡Regresa aquí, pequeño degenerado! ―lo agarra del pantalón, votándolo al suelo.

― ¡Suéltame, idiota! ―intenta darle de patadas en el rostro― ¡No soy un degenerado, solo iré a darle un poco de mi romanticismo a Alfred!

― ¡¿Desde cuándo tienes romanticismo?

― ¡Desde que somos Arthur! ¡Suéltame, quiero a darle besitos!

― ¡No te dejaré! ¡Alfred es mío! ―le sostiene las dos piernas.

― ¡Idiota!

― ¡Idiota, tú!

Dejaremos a ese par a que sigan discutiendo y tirándose de las mechas, a ver a un estadounidense recostado en la cama teniendo en sus pensamientos en cómo seguir su vida.

En cómo mierda soportarlos. En cómo sacarlos de su vida. En cómo arriendarles una casa, para que esté tranquilo y se pongan a buscar una solución para que le devuelvan a Inglaterra.

Si tan solo pudiera pedirlo por un deseo, sería tan fácil.

England. ―pronuncia aquel nombre que le hace latir el corazón por una simple sonrisa o por simple enojo, dando la espalda a la pared abrazando su almohada que ya no tiene el perfume de Arthur. No se encuentra. Trata y trata de aspirar el aroma pero no hay nada. Solo una simple almohada que tiene a su lado, esperando que cuando abra los ojos al amanecer, se encuentre él.

Solo es un sueño. Sabe que no será así.

Estúpido Arthur. Estúpido, estúpido, estúpido, ¡estúpido! Esas son las consecuencias por buscar hechizos inútiles.

Necesita despejar la mente o caerá en depresión. Ningún héroe puede caer en depresión, tiene una vida como nación de salvar al mundo. Debe seguir alegre, aunque le cueste. (Lástima que no pueda molestar a cierto británico)

Decide sentarse dejando a un lado la almohada. Vota un suspiro y oye gritos provenientes de la sala.

¿Qué está pasando ahora?

Rápidamente sale del cuarto ya que conoce esas voces tan particulares.

Al llegar…

Lo sabía.

― ¡Deja de tirarme del cabello, grandísimo imbécil!

― ¡Lo haré si dejas de ahorcarme!

Con ustedes, ahí yacen los dos ingleses peleando en el suelo. El lado bueno ya lagrimea un poco por estar siendo ahorcado, pero sabe defenderse. Bueno, pero peligroso.

Entonces Alfred corre donde ellos a separarlos de una buena vez.

― ¡Sepárense! ―y lo hace alejando uno de otro.

Arthur bueno tose. Arthur malo se arregla el cabello. Se miran de malhumor.

At last. ―un poquito de silencio es música para sus oídos.

― ¡¿Cómo te atreves a despeinarme, bloody hell? ―pero este trata de lanzarse encima del bueno.

― ¡¿Cómo te atreves tú a tratar de matarme? ¡Te mandaré una maldición cuando duermas! ―también trata de lanzarse encima. Alfred intenta sostenerlos hasta irritarse.

¡Cálmense los dos! ¡Suficienteeeeeeeeee!

Con ese grito estadounidense los deja helados aprovechando rápidamente como un buen héroe en amarrarlos. Así los tendrá quietos. Se sienta al medio de los dos…en el suelo.

― ¿Me pueden explicar por qué peleaban? Y no quiero tontas escusas. ―deja en claro el menor frunciendo el ceño.

Los dos Inglaterras se miran.

― ¡Él comenzó! ―y se acusan sin poder señalarse por estar amarrados.

― ¡No, tú comenzaste todo! ―acusa el bueno.

― ¡Intentaba detener tus sucias imaginaciones! ¿Sabes Alfred? Este "angelito" quería ir a violarte, pero yo lo detuve.

― ¿Eh, qué? ―se desconcierta Estados Unidos.

― ¡No le creas! ¡Es mentira! ¡Él también quería ir! ¡Y luego comenzamos a pelear por ti! ―Arthur bueno quiere zafarse.

―No me interesa quién empezó ―habla el menor―, solo quiero que no peleen más, okey? ―sabe que eso es imposible, ¿entonces para qué lo dice?

―Si este idiota deja de llorar-

―Arthur. ―lo llama enseguida bastante molesto antes de que el lado bueno le conteste con insultos y golpes.

Por cierto, el lado malo, Alfred le llama "Arthur", y el lado bueno "Iggy".

Arthur resopla.

―Iggy. ―llama al otro chico.

― ¿Uhm? ―solo pronuncia eso.

―Hagan las pases.

― ¡¿Ehhhh? ¡Jamás! ―responde los dos.

― ¡Primer muerto!

― ¡Igualmente!

No hay caso. ¿Para qué les pide eso sí sabe que no lo harán? Solo quería probar si esta vez lo hacían. Bien, no es perfecto este mundo.

―Pero por lo menos traten de no pelear siempre. ―les menciona Alfred.

I promise ―contesta Iggy surcando los labios del modo más ingenuo posible. El otro inglés parpadea sin comprender esa acción tan mentirosa. Luego el chico aun atado se mueve quedando de rodillas, inclinándose hacia el americano―. ¿Quieres que te prepare algo sano y nutritivo para comer?

―Ah… ¿cocinar? ―tan solo pensarlo se le revuelve el estómago. Es que aunque fuera el lado bueno de Arthur, no sabe cocinar, ninguno de los dos saben.

―Te haré unos ricos scones. ―le brillan los verdes ojos con tal de complacerlo.

―No…no quiero, gracias. ―sonríe forzoso.

But…

―Dice que no quiere ―se manifiesta Arthur arrastrándose hasta el menor, muy pegado a su cuerpo, colocando el rostro cerca del de él―. Alfred quiere unas buenas cervezas.

― ¡¿Qué estás diciendo, idiota? ―exclama― ¡No le des malas influencias!

―No lo hago, solo es la verdad. ―sonríe de lado viendo el enojo de su doble, a lo que para molestar un poco más, besa la mejilla de Estados Unidos. Este se ruboriza.

― ¡Le besaste en la mejilla! ―estalla de celos― ¡¿Cómo te atreves?

―Con los labios ―responde tan irónico, que recibe un fuerte cabezazo angelical votándolo al suelo ante la mirada desconcertada de Alfred―. Aigh… ¡¿Cómo te atreves a golpearme en la cabeza, gran idiota?

― ¡Tú eres el gran idiota! ―se pone de pie.

― ¡¿Tienes algún problema conmigo, enano? ―sigue en el suelo hallando la forma de sentarse.

― ¡Claro que los tengo! ¡Tú eres mi problema! ¡Le das malas enseñanzas a Alfred!

― ¡Oye!

Lo último gritado es porque Iggy se suelta de las amarras yendo a golpear a una amarrado Arthur. No se vale, ¡es desventaja para Arthur!

―Oigan… ―dice Alfred mientras ellos siguen peleando― Oigan… ―frunce el entrecejo tomando la decisión de detenerlos con su fuerza sobrehumana. Se acerca siniestro acaparando solo con su presencia a los mayores, y agarra al bueno de una de las muñecas, y al malo…bueno…él está amarrado― Suficiente.

― ¡Alfred, déjame golpearlo por propasarse contigo! ―reclama el bueno.

―Dije: Suficiente.

― ¡Pero…! ¡Argh! ¡Me duele! ―llora. Lloriquea por culpa del menor quien le dobló la mano para enseguida soltarlo― Auch… ―cae al suelo observándose la mano rota.

― ¡Jajajajajaja! ¡Te rompió la mano! ¡Bien hecho Alfred! ―comienza a reírse a carcajadas. Es lo mejor que le ha pasado en todo el día. Y en eso, el menor voltea teniendo ese semblante amenazante haciéndolo callar si no quiere que sus manos terminen iguales―… ¿Quisieras desatarme? ―pide todo inocentón.

El muchacho joven exhala resignado, eso sí, no lo va soltar.

―Solo les pido…un momento de tranquilidad ―le dice a los dos―. Quiero estar tranquilo, por lo menos este día. No les cuesta tanto ―baja la cabeza―. Arthur…lo haría por mí.

Los dos "nombrados" silencian observando y desviando la vista al sentirse incómodos. ¿Tan mal se han comportado como para que el menor los compare con el verdadero Arthur? Pues sí. Solo se la pasan peleando.

―Yo soy Arthur. ―el lado malo europeo había tragado saliva antes de hablar.

Alfred le espeta con los ojos. ―You'r not Arthur. Ninguno de los dos es Arthur.

En eso, los dos bajan la cabeza sin saber que pensar ni decir.

Estados Unidos da media vuelta yéndose de la sala dejando en claro que no quiere oírlos otra vez o los colgará en un árbol cerca de algún colegio para que los niños los golpeen creyendo que son piñatas. Que no hablen hasta que termine el día. Que mantengan sus bocas cerradas y que hagan como si no existieran.

Cierra la puerta de su cuarto, regresando a la cama siendo las ocho de la tarde. No queda mucho para que termine este día. Por favor, no quiere ir sus voces discutiendo. Y por favor, un milagro.

Que regrese Arthur.

Mientras tanto en la sala, Arthur pide ayuda a Iggy para que lo desate. No se sabe si Arthur es estúpido o se hace, ya que no se percata que Iggy tiene su mano dislocada.

―Oh, por supuesto. Voy enseguida a desamarrarte con mi mano rota. ―sarcástico lo deja solo con la intención de vendarse o pedir hora al médico o un hechizo para sanarse.

Arthur queda ahí tirado en el suelo. Si, todavía.

Oh bueno, tendrá que dormir no muy cómodamente en el piso helado donde solo a unos centímetros de distancia se ubica la calentita alfombra. La mira e intenta arrastrarse como concuna mascullando uno que otro insulto hacia la alfombra, las malditas amarras y al idiota de su doble bueno para nada.

Las horas transcurren, Alfred no sale de su habitación, nadie se ha acercado a la sala (Arthur sigue en la alfombra, durmiendo), e Iggy da vueltas entrando al baño mojándose la cara y un poco el cabello frente al espejo comenzando hacer gestos faciales. Crea una sonrisa linda.

―Sí que soy lindo. ―se alaga el mismo dándose cuenta que se está comportando como un tonto. Debería preocuparse de su mano en vez de su perfecta cara.

¿Su mano? ¿Qué hay con su mano rota? Se colocó una venda después de recitar un conjuro que lo tiene grabado en su mente.

Deja de mirarse en el espejo y sale del baño observando lo oscuro del pasillo que va hacia la sala de estar. Gira a su izquierda, el lado contrario dando pasos, deteniéndose frente a la puerta de la habitación de Estados Unidos.

¿Estará durmiendo? Desea entrar y decirle las buenas noches sin recibir un disparo de palabras en contra. ¡Pero si no es malo! ¡¿Por qué tendría que gritarle insultos? ¡Él es bueno! Por algo es la parte angelical de Inglaterra, ¿no? ¡Claro que sí! Entonces no tiene por qué temer en entrar y decirle al menor las buenas y lindas noches.

Posa la mano buena (la otra la tiene que cuidar) en el pomo, abriendo sigilosamente la puerta que detrás de ella se ve negro, sin luz. De seguro Alfred duerme. Es mejor así.

Entra despacio, de puntillas hacia la cama reconociendo la silueta escondida entre una montaña de almohadas. Se ve tan tierno y gracioso que no duda en curvar los labios ni en acariciarle los cabellos provocando que se removiera un poco causándose un pequeño sobresalto, rezando que no se despierte.

Alfred sigue durmiendo. Pobrecito, debe estar cansado con tener que cuidar de dos Arthur.

Acerca el rostro para pronunciar ciertas palabras, pero queda inmóvil con un rubor en los pómulos. De repente se queda así frunciendo el ceño de la nada. Okey, no es de la nada, solo que desde que apareció en su forma de bondad, no lo ha besado, ni en la mejilla. Su corazón late con fuerza y tiene nervios.

¿Debería besarlo? ¿Será malo? ¿Va contra las buenas costumbres de un caballero? ¿Qué haría el verdadero Arthur en su lugar?…

Arthur. Arthur… ¡Pero ese Arthur del demonio lo besó! ¡Es injusto! ¡Tienen que estar iguales! ¡Si él lo besó, él también puede!

¡Está decidido!

Go-Good ni-night, Alfred. ―lo dice tan tímidamente dando un beso veloz en la mejilla americana, saliendo del lugar con la respiración agitada.

Wow, eso fue pura adrenalina teniendo el corazón a toda fuerza contra su pecho, sin creer que sus labios hallan tocado por primera vez la piel del país menor. Se siente tan feliz y algo perplejo, encerrándose en su propio cuarto, yendo a dormir.

De seguro que soñará muchas cosas lindas como un angelito y con las mejillas aun rojas.

¿Y qué hay de Arthur? Pues él…él está bien en su alfombra.

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N/A: ¿Qué tal? Primero que nada el oneshot me quedó muy largo, así que lo dejaré en dos capítulos. Escribí algo nuevo, inusual sin llegar a ser lemon como en muchos casos de dos Arthur (el actual y el pirata) con Alfred. En vez de hacer esas partes, quise usar el lado bueno y malo de Arthur. El lado malo traté que no se transformara en pirata por ningún motivo, manteniendo el tsunderismo. Espero haberlo conseguido... o por lo menos lo verán cuando termine el fic. Y el lado bueno…el lado más tierno de Arthur, sin que llegue a cocinar bien(xD)

Pobre Iggy...le rompieron la manito. ¡Muy malo Alfred, muy malo!

Ojalá les haya gustado este primer capi. El segundo va enseguida ^^

¡Saludos! ¡Nos vemos!

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