Disclaimer: PJO y sus respectivos personajes no me pertenecen sino a Rick Riordan

Este fic participa en el Reto Especial "Kinder sorpresa" del foro "El Monte Olimpo".


Pasarela silente

Ecos, pasos, murmullos o simplemente palabras y voces ruidosas; día a día, semana a semana; sin más descansos que las noches suaves; solo así podría descansar, arrullarse con el silencio del cual había sido presa por la eternidad.

Sin lágrimas que derramar, ni párpados que cerrar al dormir ni mucho menos el sonido dulce de lo que antes había conocido como su voz. Solo observar; analizar, escuchar y ahogarse en cóleras de agria frustración.

¿Cuántos meses habían transcurrido desde su encarcelamiento?, ¿cuántas caras había notado que la vigilaban como si fuera un simple trozo de piedra sin importancia? Una trágica ironía de un cínico mundo y algo más que agregar a su repertorio de miseria; tanto tiempo perdido, oculta en su propia maldición; padre e hijo, madre e hija, sangre divina que la había confinado a su tormento incesante.

Su belleza había hechizado al mismísimo Poseidón, su linaje divino era incuestionable; ¡Por los Dioses, era la hija privilegiada de la gran Ceto! ¡¿Cómo demonios unos chiquillos la habían engañado de tal forma?!

Los pensamientos siempre recurrían a su cabeza, lo que antes era un odio incesante se había vuelto aceptación; de cualquier forma, por más que gritara por no poder moverse, solo su mente recibía tales mensajes.

De nuevo las pisadas resonaban en los pasillos, el chillar de las suelas; y el aroma a cloro inundaban sus sentidos. Olvidaba las veces que se preguntaba cómo aun tenía parte de sus sentidos; la profundidad de sus poderes al sentirlos en carne propia fue inimaginable, inexplicable y humillante. Por unos instantes se alegró al considerar que miles de sus víctimas sufrieron tal destino; una inmortalidad en piedra. Tal arte impecable, digno de una doncella divina; tan perfecto como fue ella.

Fugaz la felicidad se escapó de su conciencia al sentir el fétido olor a mar en el aire combinado con el aroma suculento de sangre impura; si ella tuviera manos, no estaba segura si estrangularía al dueño o se lo comería de una mordida. Se preguntó estúpidamente si vomitaría la comida por el exceso de sal en las venas. En todo caso, ¿qué sentido tenía pensar en esas boberías? Tal vez es el hambre que la consumía de siempre pero la frustración de escapar y devorar a su presa la volvía loca; Percy Jackson de nuevo arruinaba su patético pero aceptable mundo de piedra.

¿Quién más si no él tenía tal peste en su presencia?

Lo sentía, como se acercaba rápidamente a su dirección; el embrujo fue lo único que evito que rompiera la pequeña y frágil vitrina de exhibición a causa de la rabia que había contenido por él, el sátiro y su perra rubia.

Solo unos instantes y el aroma se mezcló al fin con su presencia; congelando sus sentidos. Su cabello oscuro fluía salvaje como siempre; los ojos verdes, la sonrisa de confianza… todo era igual pero diferente; pudo notar sus rasgos más maduros, su altura más elevada. Por un momento, por un instante se sintió joven y bella, inocente y pura; siendo amada y adorada por él, por Poseidón.

El oprimido corazón le ardía, la desesperación por estar en sus brazos la consumía; por primera vez en su vida, rogaba por los Dioses de nuevo, para volver atrás o quizá perder su prisión de doble capa y lanzarse en el futuro entre los brazos de Percy.

Solo por unos instantes Medusa se sintió feliz de nuevo antes de reanudar el presente despertando por un aroma distinto acercándose, irremediablemente hubiese llorado de rabia si pudiese pues los labios de Percy eran asediados por una risueña morena de castaño cabello, con los rizos rodeando su aspecto.

Con el corazón oprimido ardiendo, observo en la vitrina; como siempre, en una pasarela interminable; en un sufrimiento silente.