Naraku o cualquier personaje citado en este fanfic así como el escenario que he utilizado no son de mi pertenecia, sino a sus respectivos dueños legales... Este trabajo es única y exclusivamente hecho como un aporte; no recibo ningún recurso monetario con el mismo.
Deseo
Despertó con pesar del sueño que consumía su espíritu, observó como la oscuridad que lo rodeaba era dispersada con las tonalidades puras de un blanco destellante… Intentó mover el cuello y recordó que sólo su cabeza se mantenía viva en ese lugar desconocido.
La tristeza que su alma humana siempre albergaba con fuerza nubló sus pensamientos; en una desesperante jugada intentó regenerar su cuerpo con las pocas energías que le restaban, lleno de rabia soltó un grito ahogado por el silencio de aquel escenario.
Atrapado en una telaraña, irónicamente representando al primer demonio que lo había convertido en un Hanyuo; un triste final para un ser cuyo poder había sido potenciado a niveles incomparados por la perla de Shikon, la misma que en esos momentos desaparecía de la Tierra absorbiendo también su propia alma.
Naraku no era tonto, sus energías eran drenadas rápidamente; sabía perfectamente que estaba acabado y su mente jugaba con él al recordar aquel deseo que había exigido a la perla por segunda ocasión; amar.
Kagome había sustituido con lentitud aquellos sentimientos vacíos que su alma demoniaca luchaba por mantener distantes y cuando su corazón humano se reunió de nuevo con él, aquellos sentimientos vagos que tenía por Kikyo se habían ido. Tan tarde se había dado cuenta que el amor por esa humana era tan grande que fue tan egoísta al quererla para él, incluso si eso significaba luchar eternamente con ella… sólo para mirarla una vez más por la eternidad.
Fue cuando su rostro se perdía entre la luz purificadora, que entendió lo único claro de su existencia, lo que tenían en común ambas mitades de su esencia, aquel deseo que la perla maldita nunca le concedería; amar a esa mujer que tanto deseaba; Kagome la segunda mujer que anhelaba pero que nunca tendría en su existencia.
Naraku en sus últimos momentos de vida, sonrió sincero a su destino; tal vez en otra vida, ella lo amaría con locura… tal vez en otra vida, serían felices; sin miedo a los demonios que ahora lo seguían en su infierno.
