Tan igual...
Quizá nadie más que él vería la diferencia. Cuando observaba a la pelirroja junto a sus amigas, o junto al Licano, se le anudaba el corazón, cuando ella lo saludaba, alegre, y él le respondía el llamado, simulando esa alegría natural que ella tenía inmersa en la piel...
Pero no podía alegrarse.
Porque ella se elevaba intocable, como un ídolo, totalmentepura. Él no, él estaba corrompido por sus compañeros, su vida, sus odios y sus mentiras. Estaba seguro que su vida había sido inocente y feliz, a diferencia de la propia, donde aprendió a odiar a tan corta edad...
Corrompiendo él mismo su alma.
Sabía que el momento estaba cerca, pero no podía evitar recrearse observando a aquella que, si bien no tenía la gracia ni la dulzura de su eterna bienamada, sí tenía su determinación, su orgullo y... ese aire de no haber odiado jamás.
Esa aura de inocencia que costaba tanto encontrar en esta guerra del mismo Demonio.
Estaba con sus amigos, sentada. Podía sentir el odio de Potter, y vio, una vez más, al imbécil de su padre en esa cara incoherente. Sintió la ira, insólita, de queella se preocupase por él, lo mirara constantemente, lo llamara para que pusiera atención...
Eran tan parecidas, que le daban ganas de ir y golpear a Potter, como si fuera un niño, y gritar que Lily Evans era suya, propia...
Aunque esta llevase 15 años en la tumba.
Su amor desenfrenado encontraba consuelo en la persona más impensable, y, a su vez, en la más coherente, porque nunca había visto a alguien con tanta ternura y orgullo como ellas dos... las dos impuras más inteligentes, y las dos brujas más inteligentes que hubiese conocido.
Hermione Granger era su obsesión ahora, aunque nadie más que él mismo se diese cuenta. Aunque no pudiera entenderlo... aunque no quisiera asumirlo.
La celaba con los ojos, no dejando que nadie se enterara, en realidad celando a Lily Evans. La molestaba, le dirigía heladas frases, sólo para que saltara en defensa propia, para darle un miserable motivo y castigarla, y tenerla horas y horas para observarla a destajo, trabajando, él observando similitudes y diferencias entre ella y la pelirroja ojiverde que tanto ama...
Porque siempre la ha amado.
Pero ella, imperturbable, con los ojos llenos de lágrimas a veces, con la miraba congelada en otras, evade cada una de sus palabras, se dedica a aprender a una velocidad abismante y le ruega a sus amigos que no se metan en problemas, como siempre, como Lily. Les dice que no vale la pena... y Potter reclama, y Weasley reclama, y ella totalmente impasible, como encerrada en su propia realidad.
Y él, condenado.
Condenado para siempre a amarla, ya sea a ella o a su recuerdo...
Y para ella sería su último pensamiento, al momento de morir... en ella y en la Castaña a la que amó sin pensarlo, sólo por tener en ella la imagen de la diosa que le fue arrebatada por los mismos ojos miel que ahora le recordaban a su eterna pelirroja.
