Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Notas: Aunque el anime no es mi preferido, y tenga más criticas que comentarios positivos, escribir sobre Subaru, su relación con Natsume y el resto de los Asahina, se ha vuelto muy grato para mi. En mis fics siempre voy a buscar profundizar más su relación como hermanos, que poco y nada se puede ver en el anime debido a que los sentimientos hacia Ema acaparan todo.
Observación: Para los que no han visto el anime o leído el manga, es fundamental saber que Ema no es la hermana de sangre de los Asahina; si no su hermanastra. Y el fragmento que aparece en el primer párrafo, corresponde al libro: "Amor, curiosidad, prozac y dudas". Y de ahí, también me inspiro en el titulo.
Amor, hermanos, libros y decisiones.
"Me encantaba su escritura desaliñada e imprecisa... me encantaban las notas que iba dejando por toda la casa en papeles amarillos. Las manos, huesudas y nerviosas. Los dedos larguísimos. Y la voz (...) Me gustaba la manera que tenía de manejar las cosas, los tenedores, los bolígrafos, los lápices,... Me gustaba su calma, su sempiterna copa de whisky con hielo...".
Cierra los parpados, acaricia con la yema de los dedos la apenas perceptible turgencia de las letras sobre las páginas ya desgastadas por los años; y repite las palabras dentro de su cabeza, mientras los sonidos a su alrededor paulatinamente dan la ilusión de convertirse en susurros que se atenúan hasta no ser apreciables por el agudo oído humano; olvidando que esta en una húmeda parada de autobús, en una fría noche de octubre, sentado entre una mujer con ligero sobrepeso, que además tiene el rostro pintado con pecas, y un chico que aparenta la edad de su segundo hermano menor: Yūsuke. Deja de escuchar su propia voz y entonces la percepción que tiene de la realidad se desvanece en la fantasía, en un lugar utópico, donde ve con aparente dificultad, como si tuviera miopía o se tratara de un espejismo, una silueta femenina camina en su dirección sin prisas. Pasan unos breves instantes de intensa agonía, generadas por las ansias y curiosidad de reconocer a la joven; hasta que puede apreciar las facciones delicadas de Ema: Las pestañas largas, la nariz respingada, la cálida sonrisa imperturbable...
Siente un cosquilleo ahí donde su corazón arremete con ímpetu contra su pecho, y esta seguro que sus mejillas han adquirido un tono carmín. Pero ella no detiene su andar grácil, empezando a invadir su espacio personal, a tal punto en que puede sentir la cálida respiración que llega hasta su piel, que se eriza bajo el suéter. Y Subaru, siempre incapaz de controlar esas situaciones donde su pulso palpita con fuerza, escapa de la fantasía; abre los ojos desvaneciendo así la presencia de Ema y mirando a los costados con la respiración pesada. La mujer lo mira con temor, el joven no se percata de su extraño comportamiento al estar concentrado en su música. Inhala y exhala repetidas veces, como le ha enseñado Masaomi. Una vez que recupera su temple, dobla la esquina superior de la página y tras unos minutos de intensas cavilaciones, su buen juicio le hace comprender que el motivo por el cual la imagina en su mente, es porque asocia esos sentimientos que le carcomen el alma, con el fragmento de párrafo que encontró en el libro; un regalo de su cuarto hermano mayor: Hikaru, con la intención de que se entretuviera con una regocijante lectura, en lugar de canalizar su tiempo libre en el baloncesto. Pero ahora, consciente que el libro plasma con palabras sus sentimientos con respecto a Ema, se rehúsa a continuar con la lectura. Aunque suena irónico decirlo de esa manera, cuando ha encontrado tan vigorizante verla en sus pensamientos, a pesar de su arrebato de cobardía al compartir tanta cercanía.
Pero él ya no puede permitirse seguir albergando afectos románticos por ella. Esa es la realidad.
El motivo de tal decisión, se debe a una nostalgia arraigada en lo profundo de su interior, desde las ultimas semanas en que se volcó a rememorar la situación en la que su vida se encontraba hacía seis meses atrás: Una rutina tranquila, que consistía en ir a la Universidad, asistir estrictamente a las practicas de baloncesto y sacar a relucir su destreza en la misma, para luego sumirse en las responsabilidades de un típico joven de veinte años; como los estudios, que tampoco provocaron mayores estragos. Ahora, ya no pasa la mayor del tiempo practicando, porque se dedica a deslizarse por los pasillos de la casa, cruzándose con Ema en el camino, o contemplándola en silencio cuando prepara la cena, mientras le habla a su mascota, la ardilla, como si el animal pudiera entenderla. También tiene que ver con la añoranza del viejo ámbito familiar en el cual el orden resplandecía en la casa, pero sus inquilinos la hacían bulliciosa debido a la mezcla de gritos, risas y donde podía asegurar que el cariño y afecto eran tangibles; y que ahora se ha convertido en un conflicto entre hermanos desde la llegada de Ema. Tal como puede verse reflejado en el hecho que Kaname ya no les dedica usual atención, y que Fūto solo desea contar con la presencia femenina en sus conciertos.
El frío se ahonda con más fuerza en las calles a medida que pasa la hora y baja la temperatura; deja el libro cerrado sobre sus piernas y desliza sus manos en los bolsillos de su abrigo. Ema no es la culpable, no. Al contrario: Son ellos, por contemplar la belleza femenina, la fragilidad de los hombros, los huesos tiernos de la clavícula; por cautivarse con esa personalidad amable y tímida. Culpables al dejarse embaucar por sentimientos prohibidos, cambiando los "Buenos días" por miradas fortuitas despectivas, roces ásperos, y actos descabellados motivados por los celos cuando se percatan que alguien trata a la joven con más delicadeza de lo usual. Y si, hace referencia en plural porque él tampoco es la excepción, al dejar de pedirle a Natsume que asistiera como espectador a sus partidos, para depender del pleno apoyo de Ema.
Se escucha un pitido y el joven que se encuentra a su lado izquierdo, toma una llamada, respondiendo con voz jocosa a la preocupación de su hermana mayor, asegurando que esta bien y que solo espera la llegada del bus para ir a su casa. Una vez que la conversación termina, se pregunta por qué ellos han permitido que sentimientos románticos irracionales desplacen ese lazo de hermandad que siempre han compartido, hasta el punto de convertirlo en una competencia que ya roza la aversión.
Un suspiro escapa de sus labios debido a su corazón crispado por la agonía, y recuerda la decisión que ha tomado, siendo consciente que debe hacer un sacrificio, equivalentemente pequeño comparado con la dicha que le espera si todos, más adelante, siguen su ejemplo. Dicha decisión no consiste en pedirle que se marche; no, porque también es un miembro importante en los Asahina, disfrutan de su compañía, de su voz suave y ese toque de delicadeza femenina que le brinda a la casa. Lo que debe hacer es permitir que el sentimiento se disminuya a paso paulatino (porque es imposible de la noche a la mañana), hasta que pueda verla por lo que verdaderamente es: Su hermana. Porque si hay algo que para él vale más que el amor inequívoco que siente por Ema, son sus hermanos, y por ellos es capaz de todo, incluso de dejar ir con tal de volver a la armonía familiar.
Escucha el sonido estridente de unas llantas contra el pavimento, la mujer a su lado da un respingo por el susto. Enfoca la mirada y se percata con sorpresa que es un auto verde pardusco: El de Natsume.
— Natsu-nii —murmura, con una mezcla de felicidad y alegría, como hace mucho ya no lo hacía.
— Sube, Subaru —dice Natsume, con su típica expresión estoica ligeramente perturbada, probablemente por la sorpresa de escuchar su nombre con un matiz de cariño—. Te llevare a casa.
Asiente con la cabeza, pero antes de levantarse contempla el libro, cautivado por el valor sentimental que representa, al ser un regalo de Hikaru y porque le trae recuerdos de Ema. Se levanta aspirando el aire frío, bajo la mirada de sus antiguos acompañantes, y su raciocinio le dice que el objeto entre sus manos no le sera de ayuda en el proceso de olvidar, así que lo observa por última vez y lo deja sobre el banco, con la corazonada de que la persona indicada lo encontrara, y con el consuelo de que leerá otro, con un enfoque menos romántico. Sube al auto de Natsume, refugiándose en el ambiente cálido; y contra todo pronostico, le sonríe, como no lo ha hecho en mucho tiempo, tratando de expresarle sus más sinceras disculpas por los malos momentos que han pasado. Su hermano mayor le mira sorprendido, antes de devolverle el gesto, comprensivamente, como si la capacidad de adivinar sus pensamientos aun está latente.
Una vez que el motor ruge y se ponen en marcha, Subaru se recuesta por el asiento y cierra los ojos, con la satisfacción de saber que esta haciendo lo correcto, porque el afectoentre ellos sigue ahí; escondido en un lugar no tan recóndito y que a partir de su decisión, podrán ir quitando de las penumbras al paso del tiempo, limando las asperezas, fortaleciéndolos. Con la seguridad brillando en su piel, no permitirá que se vuelva a debilitar ese lazo tan fuerte que lo une a sus hermanos, pero especialmente a Natsume.
