Disclaimer: Nooo, sigue sin pertenecerme nada de esto. Pero me puedo divertir, ¿Verdad?
Spoilers 2da Temporada.
...Su Mayordomo, Llegando...
Ciel P.O.V.
Pensar que nos estábamos mudando de nuevo era algo que hacía seguido. Algunas veces quizás solo pensaba, en poder quedarnos en la mitad de la nada. Donde no pudiéramos ser notados por los ojos de un extraño, que seguramente pensaba qué hacía un pequeño niño con un hombre ya crecido, viviendo bajo el mismo techo. Algunas veces solo diríamos que él era mi hermano, otras veces el decidió presentarse como mi padre –aún sabiendo cuanto odiaba que hiciera eso- y la otra mayoría de las veces era mi tío. Todas y cada una de esas facetas tan alejadas de la realidad, si lo pensaba un momento.
Aunque éramos muy capaces de hacer esta parte por nuestra cuenta, lo mejor sería cumplir con las normas de la nueva sociedad y hacerlo como cualquiera esperara. Contrató un sistema de mudanzas. Los hombres de gran cuerpo cargaban los muebles adentro y demás cosas que trajimos con nosotros. Realmente esta vez todo era nuevo, regresábamos a éste lugar por primera vez en un largo tiempo y ninguno de los dos era alguien de vínculos afectuosos. Algunas personas, ahora, en realidad tienden a preocuparse demasiado por lo material. Ese no era nuestro caso.
Sólo había pocas cosas que podían importarnos, una de ellas era mi anillo azul y la otra era su reloj de bolsillo. Aunque éste último había sido modificado y reforzado por el paso del tiempo, en esencia se conservaba igual. Creo que nunca le he preguntado el por qué de conservar un objeto como ese, no creo que le pregunte en un tiempo cercano, de hecho.
Él estaba parado cerca de la acera, justo frente al camión. Vigilaba cada movimiento de los hombres y les explicaba el camino que debían seguir para dejar las cosas. Siempre se había encargado de este tipo de cosas, siempre poseía el control necesario para llevar a cabo su tarea, perfectamente hasta el final. La gentil brisa que se había hecho presente desde temprano en la mañana hacía que su gabardina oscura ondeara con el viento, al igual que unos mechones de cabello. Él seguía siendo el mismo, yo seguía siendo el mismo. Pero sentía que había algo diferente después de todo.
Supongo que sintió mi vista en él, porque giró y me sonrió. Arqueé una ceja a modo de respuesta y negué lentamente.
Quizás el ganó esta vez. Como sea, me las pagaría. Tenía tiempo.
Halé un poco de la correa que colgaba de mi mano. El golden retriever -al que insistí en llamar Sebastian y cuando quería hacer enojar a mi mayordomo, Sebas-chan-se levantó de su lugar y meneó la cola, siguiéndome hacia el ascensor.
Hora de ver mi nuevo hogar.
Aunque no me importaba, él insistía en seguir conservando este tipo de lujos. Vivir en el apartamento del piso más alto de un edificio era un lujo que no todos se podían dar. La mirada de los que supuse serían nuestros vecinos no se apartaron en ningún momento, mientras las personas de la mudanza seguían cargando los muebles dentro del apartamento. Estaban susurrando, comentando obviamente nuestra llegada. Por supuesto podía escucharlos. Tenía 135 años ya, pero podía dejar que el rostro de un niño de 13 los siguiera engañando.
-Ciel…-
De la nada sentí una mano sobre mi hombro, estaba demasiado inmerso en mis pensamientos como para notar el momento en el que se acercó. Los hombres de la mudanza se habían marchado, lo demás quedaba bajo nuestra cuenta.
Los vecinos esperaban algo, en lo personal quería entrar y no tener que hacer esto de nuevo, pero sería descortés según Sebastian. Así que me esforcé en poner una linda sonrisa que hizo a todas las mujeres que nos observaban, sonreírme de vuelta amablemente. Supongo que Sebastian hizo lo mismo puesto que las más jóvenes suspiraron con una boba sonrisa en sus rostros.
-¡Ojalá no sea casado!-
Una mujer le susurró a la otra. Estaba teniendo un tiempo difícil tratando de aparentar que no podía escuchar eso.
-¿El niño será su hijo? Es tan lindo ¡Y se parecen tanto…!-
-¡No me importaría tener el hijo de otra mujer, si él está conmigo!-
-Aunque… ¿No será gay? ¿Cómo un hombre así, con tanto dinero, puede vivir solo?-
No podía soportarlo. Me sonrojé involuntariamente ante los tontos comentarios, esperando que Sebastian no se diera cuenta, terminé de entrar el apartamento, halando de la correa de Sebas-chan y cerré la puerta tras de mí. Si él quería hacer las presentaciones, que las hiciera. Si me enteraba que lo había hecho como si fuera mi padre, encontraría una u otra forma de patearlo.
Sebastian P.O.V.
Cuando lo alcancé, no podía llamarlo Bocchan frente a todas esas personas. Así que opté por su nombre, aunque parecía haber atraído más atención de la necesaria. No podía evitar pensar si solo había mujeres en este edificio, o era nuestra suerte. Parecían muchas copias de Grell por la manera en que me miraban, a diferencia de que éstas sí eran mujeres.
Pero una vez que azotó la puerta, después de entrar rápidamente al departamento con el perro, supe que dejaba todo el resto a mí.
Por más que quisiera, no podría arriesgarme a actuar como su padre de nuevo. Esa última vez que lo había hecho, se encargó de difundir rumores de que él era mi hijo bastardo, y que yo nunca lo había querido como lo aparentábamos todos los días. Desde entonces, las miradas de todas las mujeres del lugar atravesaban mi piel acusatoriamente, queriendo mandarme al infierno cuando yo apenas y había regresado de ahí. Nos tuvimos que mudar una vez más, en menos de un mes.
-Buenos días, mi nombre es Sebastian Michaelis- nunca cambiamos nuestros nombres, puesto que no había problema en absoluto. Sonreí a las mujeres que ondearon sus manos tímidamente a manera de saludo –Disculpen a mi sobrino, creo que tenía que ir al baño- Mi desarrollado sentido del oído, me permitió escuchar la suave pero sarcástica risa del otro lado de la puerta. Claro que me estaba escuchando.
Después de demasiadas presentaciones, las mujeres volvieron reticentes a sus propios departamentos. Más de una prometió pasarse después como visita. A Bocchan no le gustaría esto.
Cuando finalmente pude entrar al departamento, me quité la gabardina y la colgué del perchero que ya estaba acomodado a un lado de la puerta. En realidad, todos los muebles ya habían sido acomodados. Y él estaba sentado en uno de los sofás, leyendo un nuevo libro.
-Ha aprendido sobre decoración de interiores, Bocchan- me permití una leve sonrisa. Él levantó la vista y puede ver la amenaza de arrojarme con el libro en sus ojos. Decidí dejar el tema por el momento. Quizás no podía lastimarme, pero era divertido aparentar que sí. Esperaba no terminar cayendo en nuestro propio juego.
Para alguien que tenía 135 años, seguía actuando como un niño en veces.
-¿Ninguna de ellas te dio la llave de su apartamento, Sebastian? Quizás estás perdiendo tus encantos- continuó con una leve y sarcástica sonrisa en su rostro. No se le escapaba nada últimamente.
-Ellas parecen preferir venir aquí, en vez de eso- contesté, sus ojos azules se tiñeron por un momento de rojo carmesí, advirtiéndome que eso no debería pasar si quería que todo siguiera en calma.
-Odio ese tipo de personas, la sociedad se ha vuelto demasiado decadente en un siglo- cerró el libro y lo dejó en la pequeña mesa frente a él. Levantándose para explorar el lugar.
De hecho, estaba muy de acuerdo.
-¿Una taza de té, Bocchan?- ofrecí.
Desde hacía algunos años, había dejado esa costumbre. Creo que había dejado lo que restaba de su humanidad de lado y ahora mejor acostumbraba pasar la mayoría de su tiempo con un libro entre sus manos. No podía objetar aunque quisiera, era mejor que estuviera entretenido en algo mientras yo veía qué hacer. En veces quizás solo me sentaría y lo observaría mientras leía, hasta que se diera cuenta y se moviera a la habitación más alejada del lugar. O desaparecería por un buen tiempo sin decirme a dónde iba.
Como esperaba, él negó con la cabeza ante el ofrecimiento.
Nunca creí que en realidad dejaría de hacerlo, quizás notó lo inútil que era. Pero si había algo que no creo que nunca dejaría, era ese lujo que solo la mínima cantidad de demonios existentes se permitían. Un lujo al que me había arrastrado con él, pues no encontraba qué hacer durante las noches.
Durante miles de años me mantuve lejos de esa opción, ocupando mi tiempo en tantas almas como fuera posible. Pero la realidad era que ahora que solo debía servirle a él, y no corría ningún peligro en esta época tan caótica, me encontré en la necesidad de eliminar 8 horas del día, disfrutando de la comodidad del sueño.
Dormir en sí no me traía beneficios ni a él tampoco, pero era bueno desperdiciar algunas horas en eso. Dejaba menos qué hacer durante el día.
-¿Qué haremos ahora, Sebastian?-
Observé el libro sobre la mesa, un marcador azul saliendo de la página donde se quedó, supongo que la respuesta era obvia…
-¿Iniciar una nueva vida, Bocchan?-
Nuestro límite de años en un lugar era de 3. Lo hacíamos aparentar a él de menor edad, pues no cambiaría nunca su cara de niño, así pasara toda la eternidad. No habíamos repetido ninguna ciudad en todos estos años, pero regresar al lugar de donde partimos era una decisión que ambos habíamos tomado.
-"Regresemos a Londres"-
Él lo dijo, yo solo asentí. No podría conocer sus motivos en ese momento, pero no había nada que me impidiera seguir su orden. Algo extraño también me llamaba de regreso. Espero muy en el fondo que sea solo algo parecido a melancolía por esta ciudad.
La noche llegó sin más preámbulos, ambos asumimos el camino a nuestras habitaciones. Nos veríamos por la mañana, ni un minuto más, ni un minuto menos de la hora acordada.
Ciel P.O.V.
No necesitaba de un despertador o algo parecido, tampoco de Sebastian irrumpiendo en mi habitación cada mañana. Esto era una de las pocas cosas que habían cambiado desde que me había convertido en esto, pero sin perder la rutina de cierta forma.
Caminando en la espaciosa sala, él ya estaba sentado en un sofá, leyendo el periódico.
A eso no me podía acostumbrar.
Se miraba tan… humano. No es que nunca lo haya hecho, pero ahora que no usaba su traje de sirviente, lo veía de una manera distinta. Es como ver a Grell con ropa completamente masculina, creo. Algo que no creo que pase, y si pasa, no podría creerlo. Ese shinigami travesti tiene ciertas maneras de ser, que le quitan cualquier tipo de seriedad. Pero volviendo a Sebastian, creo que su ropa no era lo único que había cambiado con el paso de los años.
Al mismo tiempo que dejó de hacerse pasar como mi sirviente, se había vuelto lo que muchos considerarían una figura paterna. Solía tomar ventaja de eso muchas veces, ventajas que yo inmediatamente me cobraba, haciendo uso del contrato.
Gracias a eso, ahora era capaz de vestirme solo. Poco a poco todas esas acciones en las que yo dependía de él, se fueron esfumando. Mi naturaleza actual me hacía ponerme a la par en muchos de sus sorprendentes actos, como lograr algo en muy poco tiempo. Pero eso no significaba que me dejaría en paz. Muchas veces le ofrecí, casi ordené que se deshiciera del contrato y cada quien podría continuar con su camino.
El orgullo de ambos lo impidió todas esas veces. Como demonio, el insistía en que el contrato no estaba terminado. No sé si en realidad lo terminaría si pudiera, quizás en todos estos años hubiera podido encontrar una oportunidad de hacerlo. Como sea, continuó a mi lado, no como un mayordomo, pero como un guía.
-Ser un demonio no es algo fácil- dijo un día.
Al principio fue difícil deshacerme de los viejos hábitos, pero entre menos cosas tenía que hacer, más tortuosa encontraba la eternidad.
-Bocchan…-
Parpadeé un par de veces. Me dejé llevar de nuevo. Como sea, seguiría siendo un misterio para mí el verdadero motivo por el que se encontraba a mi lado.
¿Quizás y todavía quiere mi alma?
-¿Qué harás ahora, Sebastian?- cuestioné mientras me acercaba y tomaba asiento en el sofá frente a él. Dejó el periódico que leía sobre la mesa, había marcado con un círculo algo interesante que había encontrado.
Instituto Archer necesita de un tutor privado.-
Experiencia en todas las áreas.
Claro.
Aunque él puede hacer todo tipo de cosas, supongo que era mucho mejor en guiar a las personas. De una manera, o de otra.
-Conseguiré ese trabajo- declaró. Eso ya lo podía considerar un hecho.
Después de todo, estos lujos materiales no se pagaban solos y aunque detrás de mí todavía tenía a la fortuna Phantomhive, sentarse a hacer nada no era productivo, divertido o siquiera hacía la eternidad menos larga.
Supongo que estaría bien que ocupara su tiempo en algo, no es que yo lo necesitara a mi lado todo el tiempo.
Pero había algo en la manera en la que me miraba, esa sonrisa en su rostro se veía más peligrosa que de costumbre. Traté de ignorarlo reasumiendo la lectura del libro que dejé sobre la mesa, pero su mirada parecía atravesar la gruesa tapa y las hojas. Finalmente –solo 5 minutos después- cerré el libro con brusquedad, me cansé de que esperara a decirme algo.
-¿Qué?- su sonrisa se volvió aún más grande con mi repentina explosión.
-Bocchan, en realidad no espera que todos los días, deje a mi sobrino solo en casa, mientras voy a trabajar ¿Verdad?-
Por lo menos ahora sabía que él era mi tío. Pero lo otro…
-Espero que no estés pensando lo que creo-
De hecho, lo estaba pensando. No me negó nada, solo continuó mirándome y ambos sabíamos que podíamos pasar varios días en esta posición, sin movernos. Antes lo habíamos hecho, fueron 3 días en los que miramos al otro en espera de que alguien rompiera el silencio. Ese, por lo tanto sería el perdedor. Y quizás hubiéramos continuado por una semana o más, de no ser porque un tornado azotó la región. Claro que con tornado y todo hubiéramos podido continuar. Pero no cuando la gente nos miraba y creía que estábamos locos, por lo menos en el caso de Sebastian, quien a los ojos de la sociedad, jugaba un tonto juego y no protegía a un inocente niño de 13 años, de una catástrofe.
-Bocchan, me he tomado la libertad de buscar la mejor escuela para usted- continuó tranquilamente, me alcanzó unos folletos y papeles sobre donde pensaba mandarme.
-¿De qué me serviría esto?- espeté –Los libros de Historia son errados, las Matemáticas que se enseñan ahora son completamente inútiles, ya sé idiomas, la Física no se aplica a un demonio y los llamados misterios de la Ciencia no lo son para mí-
Su pacífico rostro no se inmutó ante ninguno de mis puntos en contra.
-Es bueno hacer amigos, Bocchan. Conocer a gente nueva-
Bastardo.
-Sabes que odio las multitudes-
De nuevo nos mirábamos. Silencio a nuestro alrededor.
-Es lo mejor en esta situación- la manera en que lo dijo, era como dar por terminada la pequeña discusión. Últimamente se tomaba muy en serio su papel de un familiar mío.
Además era más que obvio que yo podría evadir esa parte de su plan, haciendo uso de nuestro contrato. Pero últimamente no me sentía cómodo con eso. Tenía cierto aprecio por Sebastian, después de todo me había ayudado a lograr tantas cosas que quizás solo no hubiera podido. Aún cuando siempre supe que lo hacía por mi alma.
No tiene que ver con los métodos que utilices, siempre y cuando lo consigas.
Pero después de un siglo en el cual me acompañó, comenzaba a dudar.
¿Lo estaba haciendo porque quería?
Ahora me encontraba vacío de sentimientos.
No podía decirlo con toda seguridad.
-Bocchan, es más divertido acompañarlo a usted por el resto de la eternidad. Que pasar años engordando almas sin propósitos y fuerza de voluntad-
Necesitaba aprender a manejar las palabras como él.
Me crucé de brazos, Sebastian supo que había ganado este argumento.
-Las clases comienzan mañana, Bocchan- sonrió.
Usar el contrato a estas alturas, era como patear a tu perro que trataba de hacer lo mejor. O por lo menos lo que ese demonio podía considerar mejor.
-Saldré a comprar lo necesario para mañana- Sebastian se levantó del sofá, tomó del perchero su abrigo y de la mesita a un lado de la puerta las llaves del auto. –Además de conseguir el trabajo de tutor. Por favor, evite salir a menos de que sea muy necesario-
Sonrió y se inclinó levemente antes de salir del apartamento.
No esperó mi respuesta, solo cerró la puerta tras de sí y se fue.
¿Qué tanto han cambiado las cosas en realidad?
Sebastian P.O.V.
No esperaba que mi Bocchan accediera tan fácilmente a la idea de ir a una escuela, pero eso me quitaba un pensamiento de encima, de saber dónde se encontraba por lo menos 6 o 7 horas del día. Habíamos acordado que solo pasar el tiempo se convertiría en una larga tortura, por lo que decidimos unirnos a la sociedad. Cada vez que nos mudábamos de un lugar a otro, no era muy difícil encontrar quién nos hiciera papeles falsos e identificaciones, las cuales usábamos solo cuando era explícitamente necesario.
Pero esta sin duda, era la primera vez que él asistiría a estas modernas formas de enseñanza. La primera vez que de verdad tendríamos lo más parecido a una vida normal, al menos en apariencia.
Un buen cambio. Sería entretenido.
-Ahora, ¿Qué tipo de zapatos eran los de la Escuela del joven amo?-
El lugar estaba lleno de muchas personas, haciendo compras de último minuto para el comienzo del ciclo escolar, mañana. La mayoría de estos, eran mujeres. Muchas acompañados por sus hijos y otras no. Los humanos, siempre dejando para mañana lo que podrían haber hecho ayer.
Tenía casi todo listo, a excepción de los zapatos. En cuanto a la ropa, hubiera sido más de mi gusto haber buscado un buen sastre para que el uniforme de mi Bocchan le ajustara perfecto, pero el tiempo no nos dejaba otra opción. Debía poner esa nota mental para hacerlo un poco más adelante, con las telas más finas que pudiera encontrar.
Tengo los libros, los útiles, su uniforme y todo lo demás que se pudiera pedir durante el transcurso del año escolar. Pero no importa qué haga, no me puedo quitar la mirada de encima de varias mujeres a mí alrededor.
Los bajos instintos humanos.
Al final, una de ellas juntó se acercó con una sonrisa.
-Disculpe, veo que tiene problemas para encontrar los zapatos de ese uniforme- señaló.
Debían de estar muy atentas a mis movimientos para saber eso. De igual forma sonreí amablemente.
-Oh, lo notó. ¿Y usted puede decirme dónde encontrarlos?-
La mujer se sonrojó con mi petición. Estaba equivocado al creer que la sociedad evolucionaría a algo más inteligente que eso.
-Justo aquí- me llevó no muy lejos de donde estaba, pero mientras caminábamos juntos, ella se ganó varias miradas celosas de las demás mujeres que compraban con sus hijos. –Mi hija también asistirá a esa escuela, ¿Tiene hijos?- preguntó.
No sé si solo era cortesía o me quería sacar información para su propio beneficio. Como sea, le respondí.
-No, es para mi sobrino-
Una luz apareció en los ojos de la mujer, pensando: "Oh, gracias al cielo ¡No es casado!" como si en realidad tuviera una oportunidad.
Mi respuesta pareció haber hecho eco por todo el lugar, pues susurros entre las demás mujeres tomaron nueva fuerza.
Tengo todo lo que quiero ahora, es momento de partir.
Ciel P.O.V.
Traté de pensar en otra cosa que no fuera el hecho de que me vería obligado a asistir a una escuela desde mañana. En sí no era una mala idea ocupar mi tiempo en algo, pero debía aparentar ser lo que parecía, un niño de 12 años. De mente inocente, nada fuera de lo común, ignorante a los hechos mayores del mundo actual.
Que farsa.
Pero si queríamos permanecer por lo menos 3 años en esta ciudad, debía cumplir con eso. Y en realidad quería seguir aquí, mientras tuviera oportunidad. Era como una especie de capricho que ni yo mismo entendía, pero al cual me apegaba. En mi realidad, ya no había muchas cosas a las cuales mantenerse fiel. Como la vida, como los sueños. Todo era una falsa ilusión creada para un ser que continuaba caminando en un mundo ajeno.
Por eso debía permanecer firme.
-Escuela Privada Ashford…- tomé de nuevo los folletos sobre la mesa, en realidad el lugar no se veía tan mal. Tenía todo lo que un joven principito consentido pudiera desear de una escuela. Solo de pensar que me toparía con personas de ese tipo…
No es que me encontrara en contra de eso, pero si sabía algo del presente, era que los ricos eran más ricos. Y que los hijos de los ricos, tenían un ego más grande que toda la fortuna de sus padres en un solo lugar.
Y pensar en ellos me recordaba a Soma.
Cuando me alejé de sus vidas traté de no mantener contacto con ellos mientras me fuera posible, y eso significaba no recibir noticias de ellos. Por eso se dio a conocer mi muerte, no quería que me buscaran. Sabiendo lo testarudo que era Soma, junto a Agni, había siempre la remota posibilidad de que lograran dar con mi paradero, por mucho que tratara de evitarlo. Entonces me harían explicarles el por qué de mi partida, mi verdadera naturaleza. Algo que no podía permitirme.
Muchas personas viven mejor, siendo ignorantes a hechos que no deberían ser. La fragilidad de la realidad del ser humano se puede ver perturbada fácilmente, tentándolos a hacer cosas estúpidas.
O si no, ¿Por qué estaría encadenado a un demonio por la eternidad?
Soma se quedó mejor pensando que morí, al igual que todos. No era una decisión de la que me arrepintiera, pero… de una manera o de otra ellos siempre trataron de saber la verdad sobre mí. Verdad que les terminé negando al final de todo.
¿Qué podía hacer? Soy un demonio.
Sebastian P.O.V.
Más que una academia, los gustos exquisitos que se tenían para la decoración eran dignos de una gran mansión de cierto personaje con dinero. No debía esperar menos al saber que lo que tenía en mente era ser un tutor privado. Recuerdo cuando solía hacer eso con mi Bocchan. No creo que hubiera aprendido mucho entonces, pero para eso era la escuela, ahora.
Solo que surgía una pequeña duda mientras caminaba dentro del salón principal, ¿A quién debía enseñar?
Tal y como lo había pensado, era en efecto alguien con dinero. ¿Pero por qué poner un anuncio en un simple diario? Cuando obviamente se contaba con los recursos para traer a quien fuera, de donde sea.
-¿Michaelis-san?-
La mujer que me había guiado hasta ahora se detuvo frente a dos grandes puertas.
-Estamos aquí- las empujó.
Por un momento me recordó a la mansión Trancy. A excepción de que esta vez no cargaba con una maleta y no tenía las mismas intenciones. Pero el lujo con el que todo estaba decorado y la fina limpieza eran de admirarse. Digno de un mayordomo, de hecho. O quizás de varios humanos.
Los muebles con los más finos forros y cada objeto dentro seguro valía una fortuna. Pero practicando esgrima en el centro de todo, se encontraba el motivo que me había traído. A quien enseñar. Sería grosero de mi parte interrumpir la lucha que se estaba llevando a cabo.
Por lo que podía ver, era un joven. Seguramente de la misma edad que mi Bocchan, hablando físicamente. Nunca creí de hecho que alguien se acercara a la complexión tan delicada y un poco pequeña de mi amo, pero esto era cercano. Aún con todo el traje para practicar esgrima, podía notar lo delgadas que eran las piernas del joven espadachín.
-¡Touché!-
También tenía buena habilidad.
-Archer-sama
Había olvidado a la mujer a mi lado. Ella llamó al joven que se retiró de inmediato la careta mientras se acercaba.
No pude evitar la inspección de su rostro.
Cabello gris claro saltó acomodado de manera elegante hacia todos lados, un poco cayendo en su rostro. Dos grandes ojos que pensé por un segundo estaban en un tono entre el de mi Bocchan y del desaparecido joven Trancy. Pero había algo diferente en ellos, un tinte gris. Además de su piel pálida que hacía juego con todo lo demás.
Era tal y como lo esperaba, viendo el fino rostro que tenía, podía decir su edad.
Admití una pequeña inclinación cuando estuvo lo suficiente cerca de mí.
-¿Has venido por el puesto de tutor?- me preguntó. Su voz tenía todavía cierto tono infantil que hacía mucho no había escuchado.
-Hai, Archer-sama
La formalidad no debía de olvidarse.
El joven comenzó a rodearme, inspeccionándome. No sé en realidad qué parte para conseguir el trabajo requería una inspección así, pero mientras estuviera satisfecho, no había problema.
Estaba preparado para comenzar una detallada, bien planeada y extensa presentación de mi experiencia en el campo, cuando su voz volvió a interrumpir mis pensamientos.
-Estás contratado-
La mujer que me había guiado y el hombre con el que había estado practicando no se inmutaron. Yo tampoco, todos parecíamos acostumbrados a los caprichos de un joven amo.
-Gracias. Archer-sama, ¿Cuándo quiere que empiece?- pareció dudarlo por unos segundos.
-Mañana por la mañana-
Y nuestra plática se dio por terminada.
Ha sido trabajo de la familia lidiar con esto desde hace mucho tiempo, la información es pasada de generación en generación para continuar con nuestra labor. Mi padre apenas logró informarme de la situación antes de fallecer junto a mi madre en ese accidente aéreo. Yo no creo en los accidentes, solo en la causa y la consecuencia, y lo que se puede hacer para aprovechar de ambos. Después de todo, sigo aprovechando lo que se me ha dado.
-¿Byron-sama?-
Gabriel estaba fuera de su uniforme de esgrima ahora. Pasé demasiado tiempo pensando, pero la duda no se alejaría si no preguntaba ahora.
-¿Es él?-
Apenas hacía 10 minutos que mi nuevo tutor se había ido, pero no desperdiciaría el tiempo si debía actuar. Causa y Consecuencia. No podía dejar que él comenzara y yo terminar envuelto en la consecuencia.
Gabriel meditó por un segundo su respuesta. No era muy común de su parte el dudar.
-Tenemos que consultarlo con alguien que ya lo ha visto- sugirió. –Además, necesitamos confirmar que sigue cuidando del otro-
Creo que tiene razón. Simplemente no podemos empezar de nuevo con todo esto sin tener la certeza. Cualquier movimiento en falso y todo sería en vano.
He esperado mucho tiempo para esto. Y no moriré antes de terminar.
Sebastian Michaelis y Ciel Phantomhive.
Ciel P.O.V.
Cuando escuché que llamaban a la puerta, lo primero que pensé fue que era Sebastian. Pero al recordar que él no tenía motivo para tocar, si tenía sus propias llaves, me levanté y enderecé mis ropas mientras caminaba. Recordando que no debía de abrir la puerta a extraños aún siendo yo, me acerqué lo más que pude para hacer una pregunta tonta.
-¿Quién?- exclamé lo suficientemente fuerte.
En cuestión de segundos me respondieron.
-Somos vecinos, venimos a saludar-
Habiendo notado que no fuera la voz de una mujer la que me contestaba era un gran alivio. Pero había algo en esa voz que se me hacía un tanto familiar. Además de que sería demasiado grosero al descartar a quienes sea que estuvieran del otro lado.
Al diablo con las instrucciones de Sebastian. Sea quien sea, puedo manejarlo yo solo.
Quité la cadena de la puerta y unos cuantos seguros que consideraba inútiles. Halé al mismo tiempo que ponía una inocente sonrisa en mi rostro.
-Buenas tard…-
Mi saludo se vio congelado en el tiempo. Mi sonrisa desapareció y sentí por primera vez desde hace un siglo que mi confianza flaqueaba, mucho.
Fuerzas sobrenaturales me ayudaron a permanecer de pie, sosteniéndome tan fuerte como podía todavía de la puerta.
¿Por qué…?
¿Por qué después de todos estos años?
-Buenas tardes Ciel-kun, escuchamos que tu nombre era Ciel. Espero que no te moleste que te llamemos así-
Ella…
-¿Estás solo en casa? No te preocupes, solo veníamos a saludar. Y hacerles saber a ti y a tu tío que pueden contar con nosotros en lo que sea-
Él…
¿Por qué…?
-Mi nombre es Rachel y él es mi esposo Vincent-
Sus caras.
No…
¿Sebastian? Simplemente no lo… soporto. ¡Ven aquí!
-Oh ¿Buenas tardes?- él se apareció. Su sorpresa no pasó desapercibida, incluso su sonrisa de siempre se borró, antes de posar su vista en mí.
¿Por qué me estás mirando también de esa manera? ¿Estás sintiendo lástima?
-C…con permiso- me sentí el más afortunado al poder encontrar esas dos palabras con significado dentro de mi mente.
Dejé a… mi tío, lidiando con… con…
-¿Está bien? Parece un poco pálido-
-No pretendíamos asustarlo, ¿Hicimos algo malo?-
-Yo me aseguraré de que esté bien, no hay de qué preocuparse. Señores…-
-Ah, disculpe. Phantomhive… Rachel y Vincent Phantomhive-
Caminé hasta la sala, tanteando la pared con mis manos por todo el camino. Cuando supe que estaba fuera de la vista de todos, poco a poco fui pegando mi espalda contra la pared en busca de algo de soporte. De algo real.
Incluso cuando Ángela me mostró aquellos recuerdos e ilusiones, admito que mi fuerza disminuyó, pero encontré la manera de lidiar con ellos. Pero ahora, que estaban realmente vivos, que no eran una mentira proyectada por mi mente, no sabía qué hacer con eso. Algunos pensamientos entraron en conflicto con sentimientos que creí que habían sido enterrados. Haciendo de todo una confusa niebla a mi alrededor.
Por eso siempre habíamos evitado este lugar. No nos habíamos topado con este problema antes, pero esa suficiente para moverme el suelo y hacerme dudar. Estaba aquí por ellos, soy esto por ellos.
Todo empezó por ellos.
Nunca le pregunté a Sebastian si un demonio puede perder el conocimiento. Y no lo haría.
Supongo que estaba a punto de comprobarlo de primera mano.
Hi! Mis lectores masoquistas :D Si llegaron hasta aquí, deben de dejar un review n.n ´
Así la autora se alegrará y dirá: "OH, mis lectores quieren mas! Escribiré más"
y el lector piensa "Yo dejaré review :D Al fin y al cabo, la autora escribió más de lo que yo puedo escribir en un review"
autora: "SII! ES un pensamiento inteligente!"
Lector: "Gracias, gracias. Dejaré review"
Sobre el fic:
Se puede considerar un AU -UA, pero todo lo que pasó en las 2 temporadas del anime se tomará en cuenta. Además de hacer uso de varias escenas, pero en el presente :D También, podría aceptar pedidos sobre algo pequeño, donde quieran ver a Sebastian o a Ciel enfrentándose a cierto hecho de la realidad.
Sip, haré aparecer a todos los personajes :D (O la mayoría)
Creo que es todo. Nos vemos en el próxim capi.
any
