Disclaimer: Los personajes son míos claro está y ¡Que se note el sarcasmo!

Advertencias: SLASH Jacob/Edward. Quizás algo de OOC


Autoconvencimiento

Él amaba a su esposa al punto de la incredulidad, pero el placer físico había podido más que toda su fuerza de voluntad.

Él amaba a su novia, la joven de quien estaba imprimado, pero el deseo que estremecía todo su cuerpo había podido con su cordura.

Eran las diez de la mañana y el sol cálido y picante de la mañana comenzaba a entrar por todas las ventanas de la casa de los Cullen en Forks, ambos estaban medio desnudos, el uno leyendo por vez milésima una obra de Shakespeare ante la imposibilidad de dormir y el otro disfrutando de una siesta placentera roncando por lo bajo, al punto que parecía restregárselo en la cara al rubio.

-Ey! ¿Hasta cuándo piensas dormir? -dijo agitando el brazo del moreno quién se encontraba de espaldas hacia él hasta obtener respuesta

-Estoy recuperando la energía ¿Ya es de día? -respondió dándose la vuelta, estirando los brazos para dejar salir la pereza y bostezando ampliamente- ¡Yawwwn!

-No solo es de día perro, si no que ¡Has estado durmiendo más de doce horas! -exclamó fingiendo una expresión de asombro ya que no era nada comparado con la duración de una de las verdaderas siestas del lobo que solían durar varios días

Jacob rió y en un movimiento juguetón y rápido se acostó sobre el otro apoyándose sobre los codos atrapándolo entre sus fuertes brazos, de modo que quedaban con los rostros muy cerca y el vampiro se sentía algo acorralado correspondiendo el juego. Se miraron a los ojos sin necesidad decirse nada, ambas miradas llenas de un deseo egoísta y un remordimiento pecaminoso.

-Jake... -susurró el rubio con culpabilidad

-Ed... -respondiendo también en un susurro- ¿te arrepientes?

-No puedo decir que no -dijo como si antes se fuera formulado la pregunta- tuve tiempo para pensar mientras dormías, y esto no se repetirá, no debe repetirse -más que diciéndolo, auto-convenciéndose

No pudo seguir murmurando para sí mismo porque unos labios suaves, tiernos y calientes comenzaron a impedir sus palabras y el cuerpo que estaba sobre él lo ahogaba, sólo pudo responder con lo que dictaba su instinto, arrojando sus pensamientos hasta otro momento, deslizó sus brazos por la espalda desnuda del fornido Quileute y correspondió ese beso como si fuera el último.