ADVERTENCIA: Es un AU así que no busquen que las cosas tengan sentido, es posible que suba de tono en los próximos capítulos así que no se asusten.
Descarga de responsabilidad: HQ! no es mío, si lo fuera hubiera apresurado el encuentro carnal entre Kuroo y Oikawa SE AMAN aunque no se conozcan xD (?
Cronopios del autor: No me odien por estar aquí todos los días publicando, es decir... no puedo dejar de escribir siempre debo de escribir, es tan necesario como respirar, por eso lo hago, por eso y porque me gusta ¡AMO! hacerlo. Hoy volví con un KageHina pero... es diferente a los otros que he hecho. Sí hay one-shots y longfics creo que esto puede ser catalogado como un "mediumfic" pues es largo pero no tanto como algún otro de 20 o 50 capítulos. No me pidan más capítulos porque es esencial y directo lo que planeo plantear aquí.
Dedicatoria: A muchas personas, a mis autoras favoritas, pero en especial a tres personitas Scarlet Ericson, Amy Zapata Punchong y Edith Alejandra AC, estas tres personitas con chicas bien activad en la página Haikyuu DF! de donde soy CoC, -3-, ellas participaron con su opinión en una pequeña actividad que hice y bueno, su participación me movió a escribir algo. En menos de cuatro horas ya tenía seis de ocho capítulos hahaha. Muchas gracias chicas por participar y por dejarse ir un poquito hacia este "au". Espero lo disfruten.
.
.
Los reyes de la montaña
por St. Yukiona
.
.
.
Infancia
6 y 6
Shoyo y Tobio.
Shoyo tiene 5 años y es un niño demasiado hiperactivo. Pocas veces parecía estar triste. Por el contrario. El único momento del día en que se pone triste es cuando la tarde cae y su amigo Tobio-kun debe de ir a dormir la siesta. Al parecer, Tobio de 4 años no se habitúa a un horario de dormir adecuado y tratan de regularizarlo dándole dos siestas en el día: una por la mañana y otra por la tarde. Normalmente toma su siesta de la tarde en brazos de su madre mientras ella ve el drama que transmiten por televisión, despierta justo para recibir a su padre del trabajo. Es todo lo contrario de Hinata que lo tienen haciendo actividades durante todo el día para que por las noches pueda dormir de una o de lo contrario, lo pueden encontrar llorando a los pies de la puerta del patio pidiendo ver a Tobio.
Pelean la mayor parte del tiempo, sus personalidades chocan bastante pero a Tobio le han regalado un bonito balón de colores en su cumpleaños, no puede jugar sólo y necesita a alguien del otro lado del patio para poder jugar, así que invita a Hinata a jugar con él aunque tan solo diez minutos después entre renegando a su casa.
Es gracioso porque el balón es más grande que la cabeza de ambos niños. Aunque Hinata es el mayor parece más pequeño, en unos años la señora Hinata deduce que Kageyama crecerá hasta superar la altura de su hijo, se culpa alegremente por regalarle un par de genes defectuosos.
Las madres de ambos están seguras que se volverán muy buenos amigos. Los matrimonios Hinata y Kageyama se conocen porque son vecinos de patio trasero, en más de una ocasión han prestado su tramo de patio para fiestas familiares o reuniones. Pero es gracias a sus hijos que se unen más y parece que los padres comparten cierto gusto por compartir anécdotas de paternidad, mientras que las madres disfrutan cotilleando sobre las discusiones de sus pequeños que a veces se comportan como adultos, unos Pequeños Gigantes.
Nariz con sangre.
El día anterior, en particular, Tobio ha intentado hacer algo que vio en la primera mientras iba al preescolar que le dejó impactado: los chicos jugaban con un balón similar y uno de ellos estiraba sus brazos, es como si con sus dedos presionaran a fuerza de gravedad y alzará el balón hacia el cielo, entonces otro chico extendía sus brazos contraía sus piernas y parecía volar en un instante. Fue mágico imaginarse a su molesto vecino y a él haciendo lo mismo. Así que trata de imitarlo, fallando vilmente y golpeando en la cara a Hinata que ha llorado desconsoladamente. Por lo cual, esa tarde no sale a jugar el de cabellos naranjas. Tobio se ha quedado esperando viendo hacia el patio de su vecino.
Con su cara redonda, la nariz roja con una bandita de pequeños pájaros gordos en su nariz y los ojos enormes, atentos, Hinata observa callado como pasa un comercial en el televisor mientras come las naranjas que su madre le está pelando. Su corazón palpita rápido. Sólo atina a salir del kotatsu para correr por sus tennis y salir de la casa por la puerta de atrás.
—¡Tobio-chan! ¡Tobio-chan! —gemía moviendo las manos.
El aludido está jugando contra la pared de su casa pero no es tan divertido como gritarle a su vecino, al escuchar la voz del mayor se gira rápidamente para ver como el pequeño se precipita contra la barda de madera que no mide más allá de 60 centímetros.
—¡Tobio-chan!
—Shoyo —dice con su voz chillona corriendo a su encuentro.
—Mañana a las cuatro habrá un… habrá un partido de eso —señala la pelota que tiene el moreno debajo del brazo—. Ven a mi casa para que lo veamos juntos —suplica con una sonrisa enorme.
—¡Sí! Mañana a las cuatro —responde con entusiasmo mientras que sonreía con fuerza—. Oi… Shoyo-kun… lamento lo de tu nariz.
—¿Ah? —el niño toca su nariz y hace una mueca en forma de disgusto pues presiona de más haciendo que su cuerpo recuerde el dolor. Después se rasca la nuca y sonríe enorme—. No pasa nada, está bien, está bien.
—¿Quieres jugar?
—Pero no intentes nada peligroso ¿vale?
—¡Sí!
Los niños vuelven a jugar y las madres ríen, se marcaron por teléfono para opinar al respecto. Dan las siete de la noche y se deben despedir pues ha llegado el momento de asearse para ir a cenar, después dormir. Mañana les espera un gran día.
La primera cita.
Shoyo no ha dejado de hablar de lo importante que es tener sus "quehaceres" listo para las cuatro de la tarde. En la guardería donde está las maestras le comentan a su madre que estuvo flippado en proporciones épicas al punto que había hartado, más de lo habitual, a los otros niños de tanto hablar de "Tobio-chan". Ahora llega a casa y lo primero que hace es limpiar su cuarto, le pide a su padre que los deje ver el televisor pequeño que le mantienen ahí y puede usar como recompensa por portarse bien. A las 3.50 Tobio llega de la mano de su madre a la casa de su amigo y ambos suben como remolinos a la pieza del pequeño Hinata. Ahí se quedan quietos en espera de un partido de verdad.
La cosa a la que juegan cada tarde se llama Voleibol, es para gigantes y todos parecen volar. En los siguientes meses aprenderán que esos gigantes con alas se alimentan de pases y los remates es lo mejor del mundo, devorarán cada uno de los partidos que transmitan en el televisor y lloraran mares cuando el balón de Tobio se ponche después de que lo tiren y éste se desvíe a la carretera donde un camión le pasa por encima. Poco después los Kageyama y los Hinata le compran a cada uno un balón para que ahora puedan jugar aunque se desinfle o le suceda algo a uno. Al ver la facilidad con la que consiguieron los balones ahora ruegan, suplican, IMPLORAN, por una red. Quieren probar volar como los gigantes de la televisión.
La red.
Pero una red está muy por de fuera de las posibilidades de los Hinata en esos momentos y el padre de Kageyama cree que eso del volley sólo será temporalmente, no le ve el caso comprar algo como eso si a los pocos meses quedara olvidado como ocurrió con la mayoría de los juguetes que le han dado. Es un poco frustrante así que ambos chicos se idean su propia red y acuerdan que la barda de madera que divide sus jardines se volverá su red.
Tienen la cancha más grande del mundo y una felicidad infinita. Sus brazos duelen horrores después de jugar y en más de una ocasión ambos han sido regañados por llorar al día siguiente, pero aunque les reprenden ellos siguen jugando. A Hinata le gusta tirar el balón del otro lado, Kageyama es más humilde con sus jugadas y le gusta lanzarla de igual modo directo hacia donde está el del cabello anaranjado.
El invierno.
Con la llegada del invierno no hay muchas cosas que hacer. La nieve se acumula en los patios y no pueden hacer mucho, sólo seguir consumiendo todo el material que las madres de ambos pueden reunir para sus hijos. Vídeos de cassettes viejos que rentan de las olimpiadas y de los intercolegiales a nivel nacional. El favorito de los chicos era uno de 1993 filmado en Barcelona, Brasil se disputaba una copa contra Cuba, ellos no sabían todos esos datos, sólo sabían que querían poder pisar fuerte como los jugadores en la copia algunas veces borrosa de esa majestuosa cinta. Abrazaban con fuerza el balón y se lo turnaban como si fueran uno mini-padres cargando a su hijo. Cuando la cosa se volvía tensa y había un intercambio muy largo de balón, por inercia se buscaban sostener sus manos y apretarlas con fuerza hasta que daba el desenlace y los dos pares de pulmones podían hacer circular la respiración otra vez.
Decisión.
Falta una semana para el cumpleaños de Shoyo, pronto cumplirá siete años y ya han empezado a hacer los trámites para que ambos niños ingresen a la primaria. Sólo hay una primaria cerca y tiene un club de volley, no hace competencia pero al parecer entrenan. A los Kageyama y a los Hinata se les ha ocurrido que es buena idea que ambos niños sigan explorando en el deporte, si son lo suficientemente buenos podrán optar por una beca deportiva en la universidad y ahorraran ese dinero para otros gastos, sobre todo los Hinata que esperan a una nueva integrante, eso tiene emocionado a Tobio y a Shoyo. Ambas familias ven a futuro.
A los niños les parece emocionante más allá de estar juntos por primera vez en la misma escuela, el que vayan a entrenar con compañeros y alguien que sabe les entusiasma. Ya podrán dejar de imitar a los jugadores de la televisión y también pasar de los dibujos feos de Tobio con "instrucciones" para hacer "paso a paso" los movimientos. –Un día la madre de Hinata tuvo que pagar porque los pequeños echaron a perder una cinta de tanto verla, pero es que el pase que había dado un chico a otro había sido brutal y ellos querían hacerlo, obviamente, fallaron miserablemente, pero aún trabajaban en ello-.
El día de la firma de la inscripción ha tocado ir a los dos padres: las madres están emocionadas por pensar en sus hijos como estrellas de alguna escuela famosa y después verlos desde el televisor jugando en una olimpiada han inscrito a los dos en el club deportivo de volley, mientras que los padres tienen pensamientos en otra cosa: El padre de Tobio piensa en que pronto será momento de volver al trabajo y no tiene más tiempo que perder ahí, el padre de Shoyo piensa en que pronto será momento de fingir volver al trabajo para ir a ver a Nanami-san con la que tiene una aventura.
6 y 7
Promesa
Han ingresado ambos en la escuela primaria, es su primer día y los dos usan un uniforme idéntico. Tobio ha entrado a la casa de su to-chan para ver si Shoyo ya está despierto. Al parecer se quedó despierto hasta muy tarde por la emoción. Al entrar al cuarto de Shoyo con la intención de gritarle para que se den prisa. Lo encuentra ya vestido con todo y pantaloncillos cortos color azul marino, el sombrero amarillo que deben usar está a un lado.
—¡Qué esperas, Shoyo! —gime pero al ver que Shoyo no se mueve se acerca. Sabe que algo anda mal cuando al alzar el rostro su vecino éste se encuentra con ojos llorosos.
—Papá se ha ido anoche… —resuelve el menor. Tobio no comprende del todo sus palabras, pero al ver llorar al mayor recuerda cuando le pegó con la pelota—. Me dejó papá, Tobio-chan —contó en sollozos bajo mientras más lagrimas rodaban sin miramientos.
Alguien le había hecho daño a Shoyo. Odiaba verlo llorar, por lo tanto… odiaba que le hicieran daño a su vecino. A su compañero de juego. Con sus manos regordetas secó torpemente las mejillas redondas del menor y le sostuvo de las mismas.
—Shoyo, yo nunca te voy a dejar… así que no llores… no está oji-chan, pero… estoy yo y yo nunca voy a dejar a Shoyo.
.
Agradecimiento especial a mi Akaashi-chan, a mi Shoyo y a mi Yamaguchi (? por ayudarme a escoger el nombre
.
St. Yukionna.
Quien los ama de corazón, costilla y pulmón.
