Los personajes no me pertenecen, son de la fantàstica Stephanie Meyer, la trama no es mia, la trama pertenece a
Susan Mallery, yo solo la adapto a Crepúsculo.
La secretaria del Jeque.
Capítulo 1.
Te interesaría tener una amante?- preguntó tranquilamente Isabella Swan.
El príncipe Edward miró a la mujer que tenía sentada delante. Había pensado que la mayor sorpresa de ese lunes sería encontrarse a Bella sentada a su mesa cuando se suponía que estaba de luna de miel.
Se había equivocado.
-¿Hablas de ti misma?- preguntó él.
Ella asintió sin dejar de mirar los papeles que sujetaba encima de su regazo.
No había visto a su secretaria en cinco días.
Se había tomado unas vacaciones la semana anterior para preparar su inminente boda.
-Entiendo que la boda del sábado no ha sido un éxito-dijo él.
-No hubo ninguna boda Edward- alzó la cabeza y lo miró-. Jacob y yo no estamos juntos.
-Ya.
Edward dirigió la mirada a las manos de Bella y vio que ya no llevaba el modesto anillo de brillantes en la mano izquierda. Una ligera hendidura en la pálida piel era la única prueba de que allí había estado algo.
-Sé que en este momento estás en un estado de… seducción y conquista- dijo Bella ruborizándose-. Como mando los regalos y las cartas de despedida, sé que acabas de romper con…-apretó los labios como si no estuviera segura de continuar.
-En efecto, ya no veo a Tanya- la ayudó a terminar Edward.
-Eso suponía. Y dado que normalmente tienes una o dos chicas esperando su oportunidad, me preguntaba si me considerarías a mí. Aunque no sea de tu tipo habitual…
¿Tenia un tipo habitual?
-¿Es decir…?
Bella aflojó la mano con la que apretaba los papeles y se movió en la silla.
-Glamurosa, guapa, sofisticada… Yo no estoy mal, pero no llego a su nivel. Claro, que sólo me has visto con la ropa del trabajo. Cuando me arreglo estoy mejor. Soy inteligente, tengo sentido del humor- se detuvo y se mordió el labio inferior-. Nunca había tenido una conversación semejante. No sé lo que buscas cuando eliges a una mujer para… bueno, para eso.
-¿Para la cama?- dijo Edward con una sonrisa torcida.
El rubor volvió a sus mejillas. Tragó saliva pero no apartó la mirada.
-Sí, eso, para tu cama.
Edward tampoco había hablado nunca así de abiertamente sobre ese tema. Se recostó en la silla y reflexionó sobre lo que buscaba en una amante.
-Evidentemente busco algo de belleza física- dijo más para sí mismo que para ella-, pero eso es menos importante de lo que se podría pensar. Exijo inteligencia y humor. No hay que follar todo el tiempo que se está despierto. Hay mucho tiempo para conversar- pensó en las exigencias de Tanya-. El buen carácter es incluso deseable.
-Me conoces desde hace dos años- le recordó ella-. Nunca me enfado.
-Es cierto.
Nunca se había enfadado. Era eficiente, organizada y muy responsable en el trabajo, pero como amante…
Bella era atractiva y tenía que reconocer que disfrutaba viéndola moverse, pero siempre lo había considerado simplemente un extra. Las mujeres guapas y sensuales eran fáciles de encontrar. Una secretaria excelente, no.
La postura más adecuada era agradecer amablemente la oferta y después declinarla.
-Tendría sus ventajas- dijo Bella tratando de convencerlo-. Entiendo tu trabajo. Podríamos comentarlo si quisieras. Además no me importaría que tuvieras que quedarte en la oficina hasta tarde.
-Sobre todo porque estarías trabajando conmigo- dijo él preguntándose por qué sería aquello tan importante para ella.
¿Qué había llevado a la habitualmente reservada Bella a plantear un petición tan, como mínimo, atrevida?
-Sí, también está eso- se aclaró la garganta-. No sé qué más decir. Sólo espero que lo consideres.
Nunca se le había acercado ninguna mujer así de abiertamente. Hasta ese momento hubiera apostado una buena parte de su fortuna a que ella no era de la clase de mujeres interesadas en una aventura. Y lo seguía creyendo.
-¿Por qué quieres hacer una cosa así?- preguntó Edward.
-Por venganza-dijo con un gesto de dolor en la mirada.
-Supongo que tiene algo que ver con tu marido.
-Sí, con Jacob.
