-Entra con su libretita cuadriculada, su portaminas de 0.2 y su tableta bajo el brazo. Como es normal en Ao, se tropieza con sus propios pies y se cae de bocas al suelo, haciendo que una lluvia de dibujos yaoi y fanfics +18 caigan del cielo (?-Mieeeeeeeercoles.-Se queda mirando a los lectores- Moshi moshi, mi nombre es Ao no Kuroh, aunque para resumir me llamen solamente Ao, me presento en fanfiction como novatilla (¡NUV REPORT!) aunque he estado en foros de rol por algún tiempo. Obviamente, este fanfic no podía ser otra cosa que yaoi, así que si no te gusta, apártate lentamente de tu PC y dile a alguna fujoshi que conozcas que se acerque a cerrarte la página c:

He aquí una pequeña historieta salida de mi imaginación, la cual me ha ayudado a pulir y perfeccionar ~En quince largos minutos de martirio para mi única neurona viva (?~ Una querida amiga mía. Esta historia va a estar dividida en cinco capítulos, a saber:

-Día 1

-Noche 1

-Día 2

-Noche 2

-Despedida (Epílogo)

Espero que disfrutéis del maravilloso yaoi que tanto me esfuerzo en escribir correctamente y que la pasen bien un rato. Hasta aquí me despido y os dejo con el Shin-Haru. AMEN EL SHIN-HARU (?

Día 1: Viernes 11 de Mayo

El timbre resonó por todo el salón. Aquel sonido solo podía significar que Haruka había llegado y en aquel preciso instante se encontraba llamando a la puerta. Shintaro por su parte, estaba solo en la casa puesto que su madre había sufrido un ataque de ansiedad y se encontraba en el hospital junto con Momo, la cual, cuidaba de su progenitora entregadamente. El hikikomori se puso en pie y se acercó a la puerta, entreabriéndola lo justo para mirar a través de una estrecha abertura, por la cual pudo ver al joven moreno de ojos marrón caoba, piel pálida y expresión bondadosa, decorada con un lunar bajo el ojo izquierdo-¡Hola Shintaro-kun!-Exclamó alegremente el moreno mientras saludaba con la mano brevemente. Kisaragi respiró profundamente y trató de recordar el maravilloso videojuego que podría comprarse tras hacer de canguro para los padres de Haruka.

Todo se remontaba a aquella mañana despejada de un 11 de Mayo, viernes, mientras el azabache paseaba relajadamente por los numerosos pasillos de su academia de preparatoria, pensado diversas maneras de conseguir dinero fácil para la nueva edición de su videojuego preferido. Si los rumores eran ciertos, en esta edición, había más niveles, armas especiales e incluso tenía mejores gráficos. Suspiró resignado e impotente sin saber que hacer y en ese preciso instante un anuncio en el tablón escolar llamó su atención. En letra de tamaño como poco 24 y subrayado en verde fosforito se presentaba una deliciosa oferta para hacer de canguro por dos días y dos noches para Haruka Kokonose. Por supuesto ese nombre no le pasó desapercibido, pues, si no recordaba mal ~Y él nunca lo hacía~ ese era el nombre del único alumno masculino de la clase de cuidados especiales a cargo de la cual estaba el padre de Ayano, una de sus mejores amigas. El azabache suspiró, la cantidad ofrecida le bastaba y le sobraba para comprarse varios videojuegos, entre los cuales estaría esa nueva edición que tanto anhelaba.

Así pues, arrancó el anuncio del tablón para que nadie lo viera y se le adelantase y se fue a clase. Cuando salió, el de ojos negros sacó el cartel que había arrancado previamente y marcó el teléfono que allí estaba escrito para llamar a los padres de Haruka y estos le explicaron que tenían unos preciados vales para unas termas y no querían desaprovecharlos, así que, por eso le encargaban el trabajo de cuidar al pequeño Haruka ~O como ellos le llamaban, 'Nuestro pequeño muñequito de porcelana' a lo cual, Shintaro se imaginó que era por la fragilidad del mayor este sobrenombre cariñoso de los padres~ por sus necesidades especiales y su enfermedad. Shintaro aceptó sin pararse a pensárselo dos veces y los padres del dulce muñequito de porcelana le dijeron que aquella misma tarde a las cinco, lo llevarían a su casa. Shintaro accedió y les dio su dirección.

Y allí estaba, frente al moreno que ahora se abría paso sin si quiera pedir permiso a la morada del hikikomori, el cual, muy a su pesar le cedió el paso-¡ Wooooh! ¡Que bonita es tu casa, Shintaro-kun! -Exclamó Kokonose asombrado por la buena decoración de hogar ajeno y cotilleando sin permiso alguno las diversas salas a las que podía acceder desde el primer piso-¡Haruka! Estate quieto de una vez -Exclamó ciertamente molesto el menor, acercándose al más alto para tomarle del brazo y llevarle al salón. Haruka logró zafarse y se puso a girar sobre si mismo con los brazos extendidos hacia arriba mientras decía fascinado-¡Alaaaaaa! Que salón más grande tienes, Shintaro-kun -Aquella imagen en cierto modo le recordaba a un hadita del bosque, tan alegre y tan rebosante de energía. Kisaragi suspiró molesto y tomó nuevamente al contrario del brazo para hacer que se sentase en el sofá-Estate quieto. Te traeré algo para beber ¿Qué te apetece? Tengo Coca-Cola, zumo y...-De repente Haruka le interrumpió y dijo- Shintaro-kun, quiero batido de fresa -El menor enarcó una ceja y suspiró pesado- No tengo batido de fresa -A lo que el enfermo dijo- Shintaro-kun, hazme batido de fresa, hazme batido de fresa, hazme batido de fresa -El Kisaragi suspiró molesto y dijo- ¡Vale! ¡Te hago batido de fresa, pero calla de una vez!

Ahora el hikikomori estaba en la cocina frente a una pequeña montañita de fresas y un tetrabrik de leche a su derecha, junto con una batidora y un recipiente de plástico. Empezó a quitar las hojas verdes de las fresas y trocearlas, mezclándolas con un poco de leche y comenzando a batir. Al terminar lo sirvió en un vaso alto y se lo llevó al de cabello castaño, tendiéndoselo de mal humor al que actualmente se encontraba sentado en el sofá. Este, tomó el vaso y le dio un trago, tosiendo y poniendo un poco de mala cara- Shintaro-kun, cocinas de pena...-Dijo el moreno, que recibió una mala mirada del menor. Haruka dejó el vaso en la mesa y bajó la vista mientras que Kisaragi ojeaba unas cosas por internet, acomodándose al lado del más alto. Al cabo de un rato, la aguda y alegre voz del enfermo rompió el silencio- Shintaro-kun ¿Puedes prepararme un sándwich de jamón y queso? -Preguntó el muñequito de porcelana. Shintaro se giró hacia él y suspiró pesadamente antes de dejar el móvil sobre la mesa e ir a la cocina para unos minutos más tarde, traerle un sándwich, tal y como había pedido- Shintaro-kun ¿Puedes tostar el pan? No me gusta el pan de molde sin tostar. -Así que Shintaro regresó de nuevo a la cocina a tostar el maldito pan, teniendo como único consuelo el saber que pronto ese codiciado juego sería suyo. Salió de la cocina nuevamente y le tendió el sándwich con el pan tostado- Shintaro-kun, no me gusta el pan tan tostado...-Dijo el mayor, comenzando a sacar de sus casillas al azabache, el cual regresó a la cocina y volvió a tostar el pan, regresando por tercera vez al salón y entregándoselo- Shintaro-kun- Una nueva réplica se hacía paso entre los labios del enfermo- ¿Puedes ponerle más queso? Te has quedado un poco corto -Otra vez, regresó a la cocina y añadió otras dos lonchas de queso, pisando de nuevo el salón y mostrándole el sándwich- Shintaro-kun...-Se dispuso a decir el del lunar antes de ser cortado por un grito de enfado -¡¿Y ahora que le pasa al maldito sándwich?!- Exclamó iracundo Shintaro para que Kokonose, algo achantado, negase con la cabeza y tomase el plato- N...Nada, Shintaro-kun...¿Podrías encenderme la televisión, por favor?-Shintaro tomó el mando y pulsó un botoncito rojo, situado en la esquina superior derecha del aparato, haciendo así que el aparato se encendiese, mostrando imágenes en movimiento, formadas por los centenares de LED's ubicados tras la pantalla. Así pues, su tarde se pasó mientras Haruka veía programas de humor malos y Shintaro ojeaba cosas por el móvil.

Al caer la noche, el de cabello azabache se puso en pie- Voy a preparar la cena. No te muevas, no hables y NO TOQUES NA-DA -Dijo rotundo Kisaragi- Vamos mejor a mi cuarto- El más alto se puso en pie y siguió al de la chaqueta roja hasta el piso de arriba, donde, el de cabello carbón, abrió la segunda puerta que se veía nada más subir y de repente se paró en seco-E...Espera. Todavía no puedes entrar...-El menor entró a toda prisa, dejando la puerta entreabierta para recoger las revistas de yaoi lemon que había sobre su escritorio y guardarlas en el armario, exactamente al lado de su homosexualidad, que también negaba a sacar del oscuro agujero. El desobediente huésped se coló en el cuarto del hikikomori, acercándose a un PC y sentándose en la silla, justo en frente, ojeando detenidamente el escritorio- Shintaro-kun ¿Qué es esta carpeta llamada 'XXX'? -Shintaro se enderezó mientras recogía algunas cosas a toda prisa- ¡Las man os fuera de mi ordenador! -Exclamó el jovencito de pálida piel- Tu no toques nada- Dijo a la par que recogía unos cuantos poster yaoi de Free! que acababa de imprimir hacía poco y los echaba al armario también. Kokonose, desobedeciendo nuevamente y abriendo las carpetas nuevamente. Las primeras fotos eran de hentai pero en determinado momento empezaban a haber fotografías de...¿Eran dos hombres haciéndolo? Algo que realmente extrañó al enfermo que le dijo al hikikomori- Shintaro-kun ¿Eso realmente se puede meter por ahí? vaya...No sabía que dos hombres podían hacer eso...- Al oír esas palabras, Shintaro se giró hacia Haruka con los ojos muy abiertos al darse cuenta de que había descubierto su lemon, acercándose con rapidez y apartándole de un caderazo, cerrando la carpeta abruptamente y bloqueándola para que le menor no pudiera volver a abrirla sin la correspondiente clave- Ahora quédate aquí quieto mientras preparo la cena- Dijo el de la chaqueta roja con un suspiro de molestia, oyendo luego decir a Haruka- Creo que llamaré a Momo-chan para que me lo termine de explicar porque no lo he pillado demasiado bien... -El hikikomori le miró atravesadamente y dijo en tono amenazador- Ni se te ocurra, Haruka o te juro que te mato -Tras esto, salió del cuarto con un suave portazo, bajando a la cocina.

Había puesto a cocer unas verduras en una olla para ponerlas con carne, haciendo un plato un poco completo, siguiendo las exigentes especificaciones alimenticias que los padres de Haruka le habían dejado escritas en una nota. Le habían dicho exactamente que tenía que comer en cada momento y las pastillas que tenía que tomar acompañando cada una de estas. Así pues, se encontraba cortando unos puerros cuando de repente escuchó los pasos del huésped descendiendo por las escaleras, lo que ya de por si le hizo ponerse alerta y tensarse ligeramente. Miró hacia atrás, viendo al mayor descolgar el teléfono y marcando un número y diciendo a los pocos segundo- ¿Moshi moshi? ¿Momo-chan? Quería preguntarte sobre algo que encontré en...-De repente Shintaro se volvió hacia Haruka, tensándose del todo al oír con quien hablaba y sobre que y con una milésima de segundo de reacción, dejó caer el cuchillo, haciéndose un corte sin querer en la yema del dedo índice solo para salir corriendo hacia el más alto, quitarle el teléfono y decir- Hola, Momo, estamos bien, adiós- Y dicho esto, colgar.

Un abundante hilo de sangre brotaba del corte, recorriendo aquella blanca piel de porcelana para mancharla del rojo carmesí, el mismo rojo de la bufanda de Ayano o de su chaqueta misma. Lentamente, aquel hilo se iba fragmentando en pequeñas gotas que caían lentamente al suelo, manchando este con un rítmico golpeteo, manchando de rojo también la pulida y brillante madera que su madre se esmeraba tanto por dejar reluciente a diario. Kokonose no pasó desapercibido aquel detalle y tomó cuidadosamente la mano ajena entre las dos suyas, acercando el dedo herido a sus labios y susurrando en tono tierno- Te voy a dar un besito en la herida para que te cures antes, Shintaro-kun -De repente, su voz se mostraba apacible y profunda, acercándose algo más la herida a los labios y besándola, dejando unas pequeñas manchas de sangre en estos, rompiendo su perfecto y pálido rosa tenue- ¿Estas mejor, Shintaro-kun? -Susurró. Aquel gesto sinceramente había sorprendido bastante al menor, el cual, ligeramente sonrojado, negó. El de cabello castaño sonrió y volvió a besar el dedo malherido- ¿Y ahora? -Volvió a preguntar, el azabache negó de nuevo con la cabeza y el más alto volvió a besar insistentemente la herida, mirándole con sus grandes ojos de tonos caoba como preguntando en silencio. Shintato negó con la cabeza nuevamente y suspiró-Deja ya de mancharte los labios, Haruka -Dijo en tono relajado, pues a aquellas alturas, el otro tenía una notoria mancha de sangre en sus perfectos labios- Entonces...Shintaro-kun...Límpiamelos- Dijo suavemente, en bajo, casi como si se tratase de un secreto. Las palabras que dijo el contrario le sorprendieron un poco, pero no tanto como sus siguientes acciones.

El más alto se inclinó lentamente hacia Kisaragi, soltando una de sus manos de la que estaba herida para posarla delicadamente en su mejilla y atraerle hacia sí. Sus labios se juntaron lentamente en un tierno y cálido beso. El calor y el rubor se empezó a subir lentamente a sus mejillas durante ese contacto entre sus labios. ¿Estaba bien que aquello le gustase? No lo sabía con exactitud pero en su pecho había un tierno calor que le fue derritiendo lentamente hasta que se percató de lo que estaba haciendo y se separó bruscamente- ¡Haruka! ¡¿Por que has hecho eso?! -Exclamó, fingiendo la molestia que habitualmente sentía lo mejor que pudo a pesar de que el rubor en sus mejillas decía todo lo contrario. Haruka por su parte, con los labios todavía manchados de sangre, se puso el índice suavemente sobre el lado inferior y ladeó la cabeza tiernamente- Lo hacen en las series de televisión que ve mi madre y normalmente hace que se alegren...Pensé que si te daba un beso te alegrarías... -Dijo inocentemente el mayor mientras el hikikomori se apartaba y decía todavía en shok- Voy al baño a curarme la herida, ya regreso, no toques NADA -Y tras esto, salió huyendo gaymente hacia el baño.

Se encerró en aquella pequeña estancia sin ventanas y se miró a si mismo en el espejo. Su reflejo mostraba una extraña percepción de lo que él solía ser: Un joven con cabello negro alborotado, ojos muy abiertos, mejillas sonrojadas a conjunto con unos delicados labios corrompidos solo por el rojo de la sangre y manos también manchadas de esta sustancia. Kisaragi trató de relajarse y miró al lavamanos, abriendo un grifo para lavarse las manos con cuidado y luego los labios y solo al asegurarse de que el sonrojo se había marchado volvió a salir del baño, dirigiéndose a la cocina, viendo que Haruka había vuelto a subir a su cuarto. Shintaro se limitó a ir a la cocina mientras toda la casa quedaba en un tenso e incómodo silencio que, para ser sinceros, no agradaba a ninguno de los dos.