¡Hey!

¡Estoy de vuelta!

Como les prometí, estoy comenzando a corregir Las 4 Gemas, voy a intentar mejorar la narración, así que me puedo tardar un poco. Les recomendaría que volvieran a leer mi novela desde el principio cuando esté terminada la corrección, porque es posible que cambie algunos aspectos de la trama, aunque si empiezan a leerla ahora mismo se darán cuenta de inmediato de los cambios que haré.

Desde este capítulo voy a comenzar con los Perfiles de Las 4 Gemas, para facilitarme el trabajo y poder presentar a todos los personajes, tanto los OC y los originales de las PPG. También disminuiré la cantidad de japonés en la historia, ¿ne? ^-^. Espero que les guste versión mejorada, y para los que son nuevos: ¡Gracias por leer mi historia ^-^!

Declaración: Las PPG no me pertenecen (si fuera así no vivirían en un lugar que se llamara Saltadilla (o Twonsville) si no que vivirían en una metrópoli con muchos habitantes, y los RRB serían muy perseguidos por asaltantes entre otras cosas ^-^), le pertenecen a Cartoon Network y a su autor Craig McCracken. Las utilizo sin fines de lucro, mero entretenimiento.

Advertencias: Universo Alterno, Out of Character, Original Characters, personajes de 17-18 años, historia un poco futurista, incoherencias en algunas cosas, sangre y poco amor.


Las 4 Gemas ~ЯǝᴌᵒᾱÐ~

Capítulo 1: Extrañas Coincidencias

Las calles de Megaville eran iluminadas por la radiante luz del sol, los altos edificios sobresalían de entre todas las cosas y los parques bien cuidados estaban abarrotados de gente de las distintas edades. Era el último fin de semana antes del inicio del periodo escolar para muchos jóvenes estudiantes y todo el mundo parecía aprovecharlo con buen ánimo. Las cometas coloridas surcaban los cielos, los vendedores de helados tenían más clientela que de costumbre y los niños parecían querer agotar sus energías acumuladas antes de un nuevo inicio de clases.

Y todo eso lo contemplaban sus radiantes orbes azules con anhelo. Su largo y lacio cabello rubio estaba sostenido en dos coletas altas, mientras que su copete caía suavemente en su frente clara. El viento se encargaba de despeinarla un poco, pero no le importaba. Recorría lentamente el camino que debía de seguir para llegar a su destino: Una pequeña clínica para animales que estaba en el centro de la ciudad; pero su mente estaba en otras partes.

Rememoraba los días de su infancia junto a sus hermanas, esos tiempos en los que eran inseparables y se sentían invencibles. Pero ahora, con el paso de los años, habían cambiado. Ya, a sus 17 años, no pasaban más tiempo de lo necesario juntas; y ver como las familias se sentaban juntas a comer en una cobija en el parque la había llenado de nostalgia. No obstante, decidió no seguir pensando en aquello. Introdujo su mano al bolso que llevaba y sacó de él sus audífonos y su reproductor de música, para colocar sus pistas preferidas lo suficientemente alto como para despejar su mente. Una sonrisa surcó su rostro cuando reconoció el coro de su canción favorita y no pudo evitar entonarla. Sin embargo el sentimiento no duró lo suficiente.

La sonrisa se esfumó casi tan rápido como llegó a sus labios, justo cuando su mirada azul se encontró con la Torre de Megaville, de la que una persona caía desde lo alto. Tiró por inercia el reproductor al césped, antes de comenzar a correr en dirección al edificio. Al parecer, nadie más se percató de lo sucedido.


Erró al entrar al oscuro callejón en donde se encontraba. Lo notó al ver la gran pared de concreto se levantaba al final del camino. Su brazo estaba sangrante, al igual que un rasguño en su mejilla, pero le restó importancia a ambas cosas. El único problema que le preocupaba en ese momento era que ya no podía seguir escapando.

– ¿Se te agotaron las ideas, machito? – Escuchó la voz uno de los jóvenes que lo perseguían y se giró de inmediato para encararlos. Notó que el que le había hablado se hizo de una botella de vidrio y la rompió al golpearla contra la pared. Maldijo internamente por no haberlo hecho él primero.

– ¡Esto te pasa por rehusarte a darnos tu dinero! – Exclamó, burlón, el que parecía ser el líder de todos. Él llevaba un bate de beisbol en su mano, pero se mantenía detrás del resto de los malvivientes que lo acompañaban.

– Mira que son valientes. Cinco contra uno. ¿Lo hacen de esta manera para que las personas se intimiden, o para que no noten que son cobardes cuando están solos? – Sabía que no debía provocarlos, pero no podía contener sus pensamientos. Menos cuando sabía que eran ciertos. – Pero no se acongojen, amigos, si me lo piden, tendré piedad. – Musitó apretando los puños mientras hablaba altaneramente. La vocecilla de su cabeza le advertía que pedía a gritos que lo mataran.

– Hmp… ¡Ja!... ¡Jajajajajajaja! – El cabecilla de los ladrones no pudo contener la risotada que soltó con gran ánimo. – ¡Eso veremos, hombrecito!

– Eso verás. – Aseguró el moreno levantando su mano derecha, en la que llevaba un guante negro con una piedra redonda verde en el lomo de su mano. – Comienza la cuenta regresiva, Ishi.

– Si, maestro. – Repuso una voz saliendo de la piedra del guante del joven. Y la gema se iluminó, marcando en ella números obscuros desde el 100 en cuenta regresiva.

– ¡Atáquenlo! – Ordenó el líder, intentando golpear al moreno de ojos verdes con el bate de beisbol que llevaba en sus manos. Sus secuaces comenzaron a lanzar golpes en su contra, pero él esquiva la mayoría.

Uno amenazó con arremeter una botella de cristal rota contra su cabeza, pero él esquivó el ataque, al tiempo que apretaba el brazo donde el maleante llevaba el arma improvisada. En un acto reflejo, se dejó caer al suelo jalando brazo del otro para acertar una patada en su barbilla.

Mientras estaba en el suelo, otro criminal intento golpearlo con una cadena larga y gruesa, pero él la detuvo con su mano derecha, para luego hacerla hacia sí fuertemente, atrayendo al criminal hacia él, no obstante el atacante fue más rápido, alcanzando a hincar un puntapié en su mejilla izquierda, desorientándolo.

Aprovechando el entumecimiento del moreno, el líder lo golpeó con el bate en la sien, provocando que cayera al suelo bocabajo, sangrando. Intentó ponerse de pie, justo cuando su guante llegaba al número 75 de su cuenta regresiva, pero le faltaban las fuerzas.

– ¡Deténganse! – Oyó la voz de una chica al final del callejón. Ella corrió hasta donde se encontraba el grupo y se postró delante del moreno, que solo podía verla, expectante. Ese cabello corto negro, brillantes ojos verdes, atlética figura, vestimenta casual en base verde, todo en ella le llamó la atención. Pero lo que lo atrapó por completo fue la forma tan confiada en la que extendió sus manos para protegerlo de seguir recibiendo más golpes. – ¡Es muy injusto una pelea en estas condiciones, poco hombres! – Exclamó, recibiendo una mirada altanera de los maleantes. Él no dejó de verla, estupefacto. – Si quieren ponerle una mano encima de nuevo, tendrán que pasar por encima de mí. – Una sonrisa de lado surcó los labios de la morena cuando finalizó la frase en un tono sumamente amenazante, lo que provocó que el líder frunciera el ceño, sintiendo su orgullo herido.

– Una marimacha como tú no podrá contra cinco de nosotros, niñata. Busca algo mejor que hacer antes que ayudar a idiotas. – Masculló el líder con prepotencia.

– Una marimacha como yo te podría partir la cara en dos segundos. – Retó ella.

– ¡No porque seas mujer soportaré tu descaro! – Gritó el cabecilla aproximándose hacia la chica con su puño cerrado, dispuesto a golpearla.

– Si me quieres dañar, tendrás que hacerlo mejor que eso. – Musitó apenas, moviéndose a un lado. Levantó su dedo índice y el dedo corazón y con destreza presionó fuertemente el punto débil cerca del codo, haciendo que gimiera por el dolor.

– ¡Maldita perra! ¡Golpéenla! – Ordenó, con la cólera aumentada.

– ¡El orgullo de un hombre ha sido masacrado este día! – Dramatizó sarcástica mientras sonreía de lado. – En fin, Esmeralda necesito tu fuerza, por favor. – Pidió tocando con su dedo índice el collar que llevaba colgando del cuello, con la piedra color verde como dije en forma de hexágono. Una chispa extraña iluminó la esmeralda del collar y los ojos jade de joven cambiaron con un brillo parecido y la pupila dilatada con vehemencia.

El tipo con la cadena sonrió, justo antes de utilizar su herramienta a manera de látigo, intentando golpear a la joven, sin embargo, ella solo necesito dar un paso a un lado para esquivar el metal, que dejó un zumbido en el viento. Se colocó en guardia y le dio a ese tipo un puñetazo en el rostro con una fuerza sorprendente, dejándolo en el suelo, inconsciente.

El resto de los pandilleros se molestaron al ver a otro compañero herido. Se arrojaron a la vez en contra de la joven, permitiéndole solo retroceder unos pasos antes de retomar su guardia.

Esquivó un golpe y tomó el brazo de quien lo había arremetido, para luego levantar su pierna lo más alto posible buscando dar una patada desde arriba al brazo del maleante, sin embargo, su extremidad fue detenida por la mano libre de otro tipo, que la empujó hacia la pared de ladrillo que estaba en su espalda, acorralándola. El líder –después de haber superado el dolor en su brazo- se acercó a donde su compañero de fechorías tenía inmovilizada a la joven.

– ¡No dejes que se mueva! – Demandó, aun enojado por haber sido humillado por una mujer. Su compañero acató las órdenes, apretando con fuerza el cuello y la pierna de la joven. El jefe levantó el bate, listo para golpear a la chica con él.

– Ya es hora de ayudarle a nuestra amiguita, Ishi. – Susurró el moreno a las espaldas de todos, mientras un brillo verde oscuro comenzaba a rodear su cuerpo y la piedra de su guante marcaba el 00.


Ella salía de la biblioteca de la ciudad a paso calmado y sosteniendo entre sus brazos los ejemplares de libros de estudio que había comprado para ella y sus hermanas. Aún le faltaban algunas cosas por adquirir, así que mientras andaba miraba con atención los puestos de útiles escolares que estaban mostrando los accesorios en oferta. Tenía un largo cabello rojizo, sostenido en una coleta alta, adornada a su vez por un moño carmín, del mismo tono que el vestido que llevaba.

Repasaba mentalmente los útiles que aún no conseguía para sus hermanas. Los lapiceros verdes de Buttercup, las plumas con brillantina de Bubbles, los cuadernos de cuadrícula para ella. Y tan concentrada estaba en aquello que no se percató del apuesto joven que se aproximaba con rapidez a ella. Desgraciadamente, él tampoco lo hizo, sino hasta que fue demasiado tarde. Con un fuerte golpe, ambos cayeron tendidos al suelo.

Con la caída, la gorra roja de él salió despedida cerca de uno de los puestos de útiles escolares, mientras que los libros de ella volaron lejos del alcance de sus manos. Él estaba encima de ella, con su larga melena roja al descubierto y con el cabello tan desordenado que de no ser por la coleta baja que llevaba habría terminado cubriendo por completo a la joven que había embestido.

Por un segundo, ambos se permitieron mostrarse confundidos, luego apenados y finalmente arrepentidos por lo que había pasado. En cuanto el pelirrojo se percató de la posición tan comprometedora en la que había puesto a la muchacha, se levantó casi de un salto, con la cara casi tan roja como su gorro. Pero, intentando despejar su pena, extendió su mano hacia la joven, para ayudarla a ponerse en pie.

– Lo siento. – Expresó él con un poco más de palidez en su rostro. – ¿Estás bien? – Preguntó, con amabilidad mientras ayudaba a la chica.

– Sí, no te preocupes. – Respondió la pelirroja en un susurro, con las mejillas sonrosadas también. Y fue entonces cuando se permitió mirar con un poco más de detenimiento el rostro de él. Sus profundos ojos escarlata y facciones serias. Su ropa era obscura y daba la impresión de que era motociclista por las cadenas que colgaban de sus pantalones y el par de guantes que cubrían sus manos. – ¿Y tú? – Cuestionó, saliendo de su entumecimiento.

– Sí, estoy perfectamente. – Contestó él dibujando una sonrisa en el rostro. Algo en ella le pareció peculiar y lo atribuyó a sus grandes ojos rosas. – Tienes ojos bonitos, ¿Cuál es tu nombre? – Le preguntó mientras se ponía de cuclillas para levantar los libros que ella había dejado caer con el impacto; ella, acto reflejo, lo imitó para recoger su gorra, a la que le quitó el polvo con una sacudida.

– Gracias, me llamo Blossom. – Susurró sonriente, permitiéndose esconder su rubor en su labor de remover la basurilla de la prenda roja. – Tus ojos también tienen un color bonito…

– Me llamo Brick.

– Ah, Brick. Aquí tienes tu gorra. – Le tendió el accesorio sonriendo. Él tomo la gorra y la colocó en su cabeza, acomodándola con la capucha hacia atrás nuevamente. Él le extendió las manos con sus libros y le sonrió.

– Espero que no se hayan dañado. – Ella los tomó y los acomodó en sus brazos negando con la cabeza.

– No hay problema.

– Bueno, fue un placer conocerte, Blossom. Me gustaría charlar un poco más contigo, pero me tengo que ir. De nuevo, lo lamento. – Hizo una pequeña reverencia antes de ver como ella se despedía con su mano, para luego ambos comenzar a caminar por distintos rumbos.


– Bubbles, te dije que podías traer a cualquier animal que te encontraras herido en la calle, pero eso no incluye éste tipo. – Riñó la robusta veterinaria, viendo desaprobatoriamente a la joven de rubios cabellos que tenía delante.

– Lo sé, doctora Rosy, pero no se me ocurrió otro lugar para llevarlo, además si lo llevaba a otro sitio comenzarían a hacerme preguntas. – Repuso la chica, viendo suplicante a su superior. – Te prometo que en cuanto despierte y cure sus heridas se irá.

– Ah, Bubbles, nunca cambiarás. De acuerdo, pero esta es la última vez que te permito traer a esta clase de animales a mi veterinaria, ¿entendido? – Instó la mujer afroamericana con el ceño ligeramente fruncido.

– Sí, muchas gracias, Rosy. – Hizo una profunda reverencia, antes de echar atrás su largo cabello dorado y comenzar a lavarse las manos, dispuesta ayudar al joven inconsciente.

– Espera un poco, ¿de acuerdo? Iré por algunas vendas. – Sentenció la mujer, saliendo del pequeño consultorio donde se encontraban.

– Okay. – Aceptó sonriendo, mientras se secaba las manos con una servilleta. Escuchó unos pequeños ruidos escapar de la boca del joven rubio que se encontraba en la silla, inconsciente. – ¿Estás bien? – Preguntó, girándose para verlo. Él comenzó a abrir poco a poco sus orbes azul oscuro, para encontrarse con los cercanos ojos claros de ella.

– Auch… ¿Qué pasó? ¿En dónde estoy? ¿Quién eres tú? ¿Quieres ser mi novia? ¿Cómo me encontraste? ¿Estoy muerto? – Cuestionó rápidamente el joven de azules ojos, sobando su cabeza y viendo alrededor apoderado del pánico.

– Ah… – Lo vio con confusión, para luego reír quedamente. – Te encontré no muy lejos de aquí. Estamos en una veterinaria, para cuidar de tus heridas. Soy Bubbles Utonium, un placer conocerte. No, gracias. Te vi caer de la Torre de Megaville. No, por suerte te pude rescatar antes de cualquier percance. – Contestó la joven, cubriendo su boca un segundo después de responder a la última cuestión.

– ¡¿Eh?! ¡¿Por qué no?! – Preguntó un poco inconforme. Razonó, luego, el resto de las respuestas, sin despegar su mirada de la rubia. – ¿Cómo hiciste para rescatarme?

– Ni siquiera sé tu nombre, y para mí, el ser novios, significa que te conozco y que te quiero demasiado, por eso. – Respondió, viéndolo como si de lo más obvio se tratase. – Y tengo prohibido hablar de eso. – Desvió su mirada, para buscar una pequeña botella en los estantes.

– Oh, es verdad, lo siento. Mi nombre es Boomer Him, gracias por ayudarme. –Repuso sonriendo. – ¿Por qué no me puedes decir cómo me salvaste?

– ¡Porque es Secreto! – Expresó en un tono bajo, tomando de una pequeña caja un par de guantes que se colocó hábilmente.

– ¡Oye! ¡Dime cómo lo lograste! – Exigió Boomer intrigado.

– Te lo diré cuando terminemos de curar tus heridas. – Declaró dulcemente, lo que hizo que Boomer se sonrojara un poco.

– No es necesario, gracias…

– ¡Claro que lo es, pequeñuelo! ¡¿No sabes todas las infecciones que te pueden causar esas heridas?! ¡Hasta podrías llegar a perder el brazo! – Interrumpió la dueña del consultorio, entrando de nuevo con un par de vendas en las manos.

– ¡¿Qué?! ¡Yo no quiero perder el brazo! – Exclamó asustado, viendo como su brazo sangraba levemente. Él lleno de pánico y la veterinaria dándole alas a su temor provocó que en la sien de la rubia comenzara a caer una pequeña gota de sudor fría.

– ¿Rosy, no crees que está siendo un poco alarmista? – Murmuró casi inaudiblemente, pero ninguno de los dos le prestó atención, por lo que soltó un largo suspiro. Ahora tendría que atender a un adolescente exaltado por la casi imposible pérdida de su brazo.


– ¡Ja! – Su burlona expresión retumbó por todo el callejón, precediendo a su aclaración de victoria. – ¡Fue fácil vencerlos! – Exclamó sonriendo con satisfacción.

– Si… muy fácil. – Masculló su acompañante con el semblante decaído y sentado en el suelo. Sus ojos jade se enfocaban al final del callejón, por donde habían salido despavoridos los pandilleros con los que habían reñido antes.

–… ¿estás molesto conmigo? – Preguntó la morena, viendo la actitud del joven a su lado con cierta preocupación.

– No, claro que no… solo que... – Se quedó pensativo un corto momento, recordando lo que había sucedido antes. –… ¿Por qué me ayudaste si ni siquiera me conoces?

–... Ahora que lo dices… no tengo ni la más mínima idea. – Respondió con una sonrisa, después de pensar el motivo por un momento. El moreno casi cae al suelo con esa aclaración, formándosele una pequeña gota en su nuca. Se aclaró la garganta, intentando tomar de nuevo la compostura.

– Me llamo Butch. – Se presentó tendiendo su mano a modo de saludo. – ¿Y tú?

– Buttercup. – Contestó estrechando su mano en un saludo, pero con eso se percató de las sangrantes heridas él tenía en el brazo, así como gran parte de su cuerpo. – ¿Estás bien? – Preguntó preocupada, soltando el saludo para ver con más detenimiento el brazo del joven.

– Sí, no moriré... – Sentenció el chico, pero fue ignorado por ella, que, sin soltar el brazo del joven, volvió a tocar la piedra que colgaba de su collar.

– Esmeralda, ¿tienes poder como para curarlo? – La piedra volvió a brillar levemente y en esa ocasión una voz proveniente desde la gema contestó.

– Butter, si lo hago quedarás inconsciente. Me quedé con muy poco poder. Ya te he dicho que es mucho mejor que invoques el poder completo en lugar de solo parte de él.

–Lo siento, creo que así mejoraré, aunque sea un poco…– Susurró la morena, con el semblante aún más preocupado. – Cúralo, por favor.

– Está bien que quieras mejorar, pero no lo intentes hacer en situaciones como estás… déjalo para el entrenamiento. – Regañó la voz femenina. – De acuerdo, pero no intentes hacer nada pesado después. Descansa el resto de la tarde.

– Claro. – Acató la joven. Vio al muchacho, quien la escudriñaba con la mirada un tanto confundido.

– ¿Esa es la legendaria Gema Esmeralda?

– ¿Cómo sabes de ella? – Cuestionó, intrigada. Él levantó su mano derecha, en la que llevaba su guante negro con una gran piedra verde en el centro.

– Tengo buenas fuentes. – Contestó, sonriendo. Ella negó con suavidad con la cabeza y le sonrió.

– No puedo creerlo. La Gema Esmeralda y el Guante Ishi se encontraron en un absurdo callejón.

– Sí, bueno, debe de ser el destino.

– Yo no creo en el destino. – Atajó ella inmediatamente. Levantó una de sus manos y la colocó en el pecho de él. El moreno se le quedó viendo unos instantes y sonrió complacido. – Creo en las acciones. Esto no te dolerá.

– No es necesario, gracias.

– ¿Cómo que no es necesario, tonto? – Lo miró con reproche. – Te lastimaste mucho por mi culpa. – Agachó su mirada, un tanto molesta y rememoró lo que segundos atrás él había hecho por ella. Un brillo verde salió de su mano, mientras recordaba.

[Flash Back]

Butch corrió hacía donde mantenían acorralada a la joven. Sus ropas eran distintas. El negro cubría sus extremidades y torso, siendo lo único que resaltaba el par de serpientes verdes claras en el pecho de él, que intentaban tragarse un extraño símbolo al centro de su tórax. Sus manos, cerradas a manera de puños, eran cubiertas por un par de guantes negros, con una gran piedra verde en el centro, con la que bloqueó el golpe que intentaron arremeter en contra de la indefensa muchacha.

Sonrió socarronamente, encontrándose con la mirada oscura del maleante en jefe, antes de hacer a un lado el bate. Lanzó contra él un fuerte golpe en su barbilla, seguido por un puñetazo en el estómago y una patada a las costillas, enviándolo contra unos botes de basura de no muy lejos de ahí. Los otros fruncieron más el entrecejo.

Lo que acabas de hacer, ella lo pagará. – Amenazó el tipo que aún tenía acorralada a la morena, tomándola por el cuello y sacando una navaja de su bolsillo, posicionándola cerca de su yugular. Butch se detuvo en seco, viendo temeroso la escena.

No le hagas daño. – Ordenó, levantando los brazos en señal de rendición. – Lo que quieras hacer, házmelo a mí. Ella no tiene nada que ver.

Así me gusta, niñita. – Susurró sonriendo de lado, viendo como sus camaradas comenzaban a golpear al moreno desprevenido. Ella miró al criminal llena de furia, pasando una mano por dentro del brazo de él, para apretarlo en una llave y obligarlo a soltar la navaja.

Cobarde. – Masculló con la sangre hirviendo, golpeándolo de improvisto, para luego liberarse y correr hacía el joven. Pateó a uno de los malhechores, para aprovechar y ayudar al joven a levantarse. Se movió rápido, para alejarse de ellos, y apoyarlo en el suelo, antes de que volvieran a atacarlo. – No vuelvas a hacer nada estúpido como eso. Me sé cuidar sola. – Musitó, volviéndose a levantar, para volver a correr con los tipos.

[End of the Flash Back]

– Lo lamento, quise ayudarte y por protegerme terminaron hiriéndote bastante. – Susurró, separando su mano del pecho del moreno, cerrando sus ojos con cansancio, cayendo inconsciente en su regazo.


– Gracias, señor. – Expresó Blossom, mientras levantaba la bolsa con víveres dentro. Había terminado de hacer las compras de los útiles escolares y finalmente se había decidido por pasar a la tienda cerca de su casa a comprar lo necesario para hacer la cena. Llevaba bastantes bolsas, pero si se apuraba, no tardaría mucho en llegar a casa.

– De nada, muchachita. ¿Quieres que mi nieto te ayude con las cosas? – Preguntó el amable hombre de unos 80 años de edad. El joven que lo acompañaba le sonrió y ella correspondió el gesto.

– No es necesario, gracias. Vivo aquí cerca, así que no necesito ayuda. –Respondió la pelirroja con una sonrisa.

– ¿Estás segura? – Insistió el joven de profundos ojos azules, sonriéndole amplio, y acercándose un poco a ella para tomar las bolsas.

– Claro… ¡Gracias! – Repuso ella, dándose media vuelta sin ánimos de ser grosera, pero no tenía la energía como para entablar una conversación con un desconocido. Comenzó a caminar para alejarse del lugar sonriendo y tarareando una melodía. – Bien, cuando llegue a la casa prepararé la cena y terminaré de organizar todo para mañana en la escuela… – Pensó, aun tarareando y viendo el hermoso atardecer naranja.


– Listo. ¿Viste? No se te va a caer tan fácil el brazo. – Sonrió triunfante, luego de lidiar con el joven. Miró su trabajo y lo revisó por última instancia. – Si no haces nada fuera de lo normal tendría que estar curado para dentro de tres días.

– Gracias. – Susurró el rubio viendo el vendaje en su brazo con una sonrisa. – Eres muy buena en esto. Cuando me vuelva a herir, vendré aquí para que me cures. – Y fue callado por el golpe en su cabeza con la caja de primeros auxilios.

– No digas tonterías. – Regañó la rubia, llevando la caja blanca hacía un estante colgado de la pared. – Ahora me tienes que contar porqué te caíste desde ese edificio. – Se sentó delante de él, con la pierna cruzada, igual que sus brazos, esperando una respuesta. Él la miró pensativo, y finalmente sonrió.

– Lo haré si tú me dices como fue que me salvaste. – Ese fue el acuerdo improvisado que se le vino primero a la mente. Ella lo miró extrañada y luego asintió con la cabeza. – Bien, es una promesa. – La vio insistente, haciendo que ella aceptara nuevamente con un gesto de su cabeza y comenzó con su narración…

[Flash Back]

Sus cabellos rubios se mecían con el viento, su mirada azul se posaba en la vista oscura de él. Miró a su alrededor, solo viendo las orillas del edificio principal de la ciudad. ¿Cómo había llegado allí? Fácil: Huyendo por su vida.

Dámelo. – Ordenó de nuevo ese hombre, aún con la navaja larga en su mano. Él volvió a mirarlo, con el entrecejo fruncido por la desesperación.

¿Cómo sabes para qué sirve? – Cuestionó, viéndolo.

No importa, sólo dámelo, o te lo quitaré a la fuerza. – Repitió, acercándose un paso más. El rubio sonrió socarronamente.

Inténtalo si puedes. – Retó, viéndolo altanero, aun sosteniendo su brazo herido con su mano libre, para parar su sangrado.

Tú lo pediste. – Susurró el hombre, corriendo hacia él y apuntándolo con la navaja. Retrocedió un paso, topando contra la barandilla baja del edificio. Se desequilibró por un momento y finalmente cayó de la torre.

[End of the Flash Back]

– Y eso fue lo que pasó. – Contó Boomer con un leve sonrojo de vergüenza marcado en sus mejillas.

– ¿Qué es lo que esa persona quería de ti? – Preguntó Bubbles molesta por la historia. Odiaba a las personas así.

– Esto. – Dijo mostrándole su guante negro, que llevaba hasta el límite antebrazo, dejando al descubierto sus dedos, mientras en la parte superior era ajustado por dos hebillas un poco anchas.

– ¿E-Eso es el Guante Mizu? – Cuestionó un tanto sorprendida, al ver la gran y redonda piedra azul oscura que se mantenía al centro del lomo de su mano.

– S-Sí… – Asintió, dudoso, con su cabeza. – Pero no se lo digas a nadie, no quiero que algo como eso se vuelva a repetir.

– Oh, claro… ¿pero no crees que es un poco tonto decírmelo a mí? Es decir, no me conoces. ¿Qué tal si fuera una asaltante o algo por el estilo?

– Yo no creo que seas tal cosa. Si fuese así no te habrías arriesgado para salvarme y curarme las heridas.– Respondió Boomer, sonriendo.

– … Gracias, por confiar en mí. – Expresó, con un pequeño sonrojo marcado en sus mejillas. Y sonrió ampliamente.

– No hay de qué. – Respondió sonriendo. – Ahora… ¿me podrías contar como fue que me salvaste? – Preguntó, un tanto insistente.

– Por supuesto, pero tienes que prometerme que guardarás el secreto como yo lo haré contigo. – Pidió, sonriéndole tiernamente. Él asintió con la cabeza, un tanto más intrigado. – Bien…

[Flash Back]

Zafiro, préstame tu poder. – Susurró, casi inaudible, aun corriendo en dirección en la que ese joven estaba cayendo. Un fuerte brillo azul claro rodeó su cuerpo, siendo disimulado por los fuertes rayos del sol de mediodía. De un instante a otro Bubbles se transformó sin que nadie lo notara. Su ropa se había cambiado por una falda azul cielo con mayones negros y una blusa negra de mangas largas con un chaleco del mismo tono que su falda.

Por arte de "magia" voló hasta donde estaba el muchacho a punto de caer, lo tomó en sus brazos, justo antes de que estuviera a la vista de algún transeúnte común. Voló de inmediato hacia la modesta clínica de animales, donde aterrizó en la vereda.

Gracias Zafiro. Ya puedes remover la transformación. – Murmuró Bubbles mientras que dejaba al chico en el suelo. El brillo regresó a su cuerpo, para dejarla con sus antiguas ropas. Tomó los hombros del joven y lo jaló, aún inconsciente al interior de la clínica.

[End of the Flash Back]

– Así fue como te salvé… – Terminó Bubbles, viéndolo con un sonrisa.

– Ah… con que por eso decías que te guardara el secreto… – Razonó Boomer analizando la historia. – Gracias por contármelo, tu secreto está seguro conmigo. –Dijo con una sonrisa. –… pero eso quiere decir que tú eres la dueña de la legendaria Gema Zafiro… que extraño, tú eres dueña del Zafiro y yo del guante Mizu. – Y le sonrió, viéndola.

– Sí es muy extraño… – Apoyó Bubbles, viéndolo y sonriendo también.


La noche ya le había llegado buscando el número de casa de la joven, dicho con anticipación por la piedra de su collar. Pero aún no podía encontrarlo y eso le preocupaba. Sin embargo, llegó a una residencia un tanto alejada de la ciudad, en los suburbios, y pudo ver al fin el número 9-6-11 en la placa de la casa.

Fijó su mirada en las tres ventanas consecutivas del segundo piso, con distintos colores de cortinas. La primera color azul, la siguiente rosa -que ocultaba la luz encendida en ella- y la última verde. No supo si fue su intuición o por simple coincidencia, que decidió escalar por la rejilla blanca que estaba debajo de la ventana de cortinas verdes, para abrirla ágilmente y entrar por ella, cargando a la muchacha en hombros.

Se introdujo cauteloso a la habitación, pintada de verde, con algunas estrellas amarillas dispersas por todas las paredes. La luz estaba apagada, pero no la necesitó para ver el desordenado cuarto. Sonrió al recordar el suyo propio.

Caminó hasta la cama matrimonial al centro de la alcoba dejando a la joven con delicadeza en ella. Sonrió de lado, viéndola recostada. Algo en su rostro pasivo le hizo caer en cuenta de que se parecía mucho a él mismo, con el cabello alborotado y la piel pálida. Pero eran diferentes también. Él nunca se habría metido en la pelea de un extraño y tampoco habría decido quedar inconsciente para curar a alguien que ni siquiera conocía.

– Gracias, Verdecita. – Susurró, antes de volver a salir por la ventana de la alcoba, así mismo como del patio y caminar con el semblante calmado hacía su propia casa.

[End of Chapter 1: Extrañas Coincidencias]


Bien, hasta aquí llega el capítulo…

Como pueden ver(?), la historia fue un poco modificada, con un estilo un poco (solo un poco) más coherente que la versión anterior… además de que es mucho más descriptiva… pero aún así espero que les guste esta nueva versión…

Sin más por el momento, comenzaré con los…

Perfiles de Las 4 Gemas ~ЯǝᴌᵒᾱÐ~

Butch

Nombre completo: Butch Him

Nickname: Conejito´s Brother 1

Edad: 18 años

Fecha de nacimiento: 7 de Julio de 1997

Poseedor/Habilidad: Guante Ishi (Tierra)

Altura: 179 cm

Peso: 76 kg

Signo zodiacal: Cáncer

Canción favorita: In The End – Linkin Park

Personalidad:Agresivo, obstinado, posesivo, impulsivo e inmaduro. En ocasiones es serio y de semblante calculador, pero eso se ve más en los últimos capítulos. Con el tiempo se puede ver como madura poco a poco.

Características: Cabello negro y ojos verde oscuro. Le gusta vestir con pantalones y camisas oscuras, lo que hace que sus ojos resalten un poco más, junto con su tez clara.

Pasatiempos: Practica todo tipo de deportes. Le gusta escuchar música relajante, pero también le gusta el Rock Alternativo. Prefiere pasar tiempo al aire libre antes que estar encerrado. A simple vista se ve buscapleitos, lo que le trae bastantes problemas.

Especialidad: Pelea uno a uno. Fuerza bruta.

Debilidad: Buttercup (?). Por ella –como lo pudimos ver en este capítulo- hace, inconscientemente, todo lo que se le pida y no le gusta exponerla. Si algo le llegase a pasar se vería en GRANDES aprietos consigo mismo.

Forma de pelea: Frontal. Odia tener que esperar cuando se trata de pelear, no ataca teniendo un plan, solo analiza los movimientos de sus enemigos mientras pelea para ver algún punto débil, que explota al máximo.

Bien, hasta luego :3!