CAPITULO 1.

Un viento frió y gélido, cortante y asfixiante. Tania con su cabello oscuro y rizado, su cabello era cómo el color de un chocolate amargo. Ella observa desde una torre el mundo exterior. Ella en aquella torre leía cuentos como Rapunzel, y a veces, ella se creía cómo la protagonista de esa historia. Pero el problema, es que ella no es una princesa perdida, y nunca encontraría un príncipe si se quedaba en la espera de uno.

–Esto es absurdo –dice Tania con voz ronca –esto no es vida para alguien como yo, quiero ser libre y…

–Ni lo pienses –dice Nicol, la madre de Tania, ella tiene una apariencia de alguien de treinta años, con ciertas arrugas que apenas con el tiempo se le notan, su cabello ondulado, color ciruela, y ojos violetas –tu vives aquí, y aquí seguirás viviendo

–Pero esto es una prisión –se recuesta en la barda de mi única ventana –cómo me encantaría volar como mariposa y salir volando con mis súper mega alas color lila

–Este Mundo esta lleno de peligros, querida –dice su madre con dulzura –podrías morir si pones un pie afuera mi niña

–P-Pero…

–Nada de "peros" –la interrumpió –mañana tengo que ir a recolectar más astro plantas, son necesarias para hacer mi rico y delicioso coctel, y yo sé que a ti te encanta mi coctel, es tu favorito

–Si mamá… -por un momento Tania se alegró al saber que su madre se iría a un viaje largo –¿pero cuánto vas a tardar?

–Ya sabes cuánto es para ir hasta el cielo de ninjago por unas astro plantas –dice su madre en un tono molesto –es un viaje de tres lunas llenas

–Y… sería posible que…

–No –Nicol se acercaba a zancadas a la chica mirándola con fiereza –tu ni pienses que iras

–Pero yo…

–Sabes que tienes prohibido salir, y ni creas que descartare esa regla para ti, niña

–Pero si no hago nada aquí –dijo Tania con decepción –quiero salir, y poder ver el mundo que tú conoces mamá, quiero… ser… libre

–Pero no mientras siga con vida –Nicol tomo un pequeño maletín, pan, queso y manzanas, se dirigió a la única ventana que le permitiría salir de aquella torre, y le dirigió una última mirada a su hija antes de irse –solo, prométele a tu madre que seguirás aquí

Tania seguía con esa decepción y se le reflejaba en sus ojos, pero esa no era excusa para ver a su madre quizás por última vez, ya que ella sabía muy bien que aquel mundo exterior era peligroso tanto para ella como para su madre, aunque Nicol lo conocía mucho mejor que ella.

–Si madre… –dijo esta con cierto sentimiento de culpa –te lo prometo

–Bien –los ojos violetas de Nicol ligeramente empezaron a brillar, su cabello ciruela empezó a crecer y de este se fió para poder bajar de la torre, tal como la historia de Rapunzel, a veces Tania envidia a su madre, por tener esa habilidad y con su simple cabello y un toque de magia, esta pudiera bajar y no ella.

–Sí, ¡Bien! –Dijo Tania con un tono exasperante y empezó a golpear su pies contra el suelo a modo de protesta –Claro, como tu si puedes salir es fácil para ti hacerme ese tipo de promesas "Prométele a tu madre que seguirás aquí hija" Si, como no… ¡JA! Primero muerta que seguir aquí

Tania subió a su dormitorio, una pequeña habitación pero con el espacio suficiente como para que ella entrara en él. Tomó sus sabanas, todas las que pudo, y las empezó a amarrar unas con las otras.

–La única que promesa que voy a cumplir será en encontrar una vida y una aventura lejos de aquí, madre