Cambiando Lugares
[Ciel x Sebastian - Kuroshitsuji]
Alguien tocó la puerta con sigilo.
-Pasa- ordené desde mi escritorio, concentrado en el trabajo, sin apartar la vista de este. Por el sonido de sus suaves pasos, supe que era Sebastian.
-Bocchan, buenos días- saludó como siempre, cada mañana, aunque… su voz tenía algo diferente…extraño
-¿Qué quieres?- pregunté aún sin voltear. Su tono me irritaba por ser desconocido, no lo podía identificar.
-Bocchan, por si no se había enterado...
-no, no me he enterado, ¡pero deja de usar ese tono!- pensé, y estuve a punto de expresarlo, pero lo dejé continuar
-Especialmente el día de hoy se celebra al sirviente -…mala idea dejarlo continuar…
Finalmente volteé hacia él, y casi me da un paro cardiaco al descubrir de que se trataba: Felicidad en su rostro. Una fina sonrisa se formó en sus labios al ver la expresión de enojo tan natural en mí.
-¿Pero qué tonterías son esas?, quita esa cara y vuelvan a trabajar –me dirigí a los otros sirvientes que se asomaban por la puerta sigilosamente, y desaparecieron al instante.
La sonrisa de Sebastian también desapareció, pero en vez de eso sus ojos sostuvieron mi mirada.
-Bocchan, no le negará un pequeño capricho a sus fieles sirvientes en su día especial, ¿lo hará?
Odiaba cuando hacía eso. Me miraba y yo no podía dejar de mirarle. Sus ojos me hablaban sin palabras, sólo ese rojo intenso que tenían me daba órdenes precisas. Ah, el poder de su persuasión.
-¿No tienes suficiente con mi alma?, ¿de qué se trata?- pregunté enfadado de tal juego tan absurdo. Su sonrisa había vuelto.
-Simplemente de cambiar roles, bocchan –se acercó con unos pasos hasta mi escritorio. Retrocedí un poco, asustado– amo –dijo tocando su pecho con un dedo, luego pasó ese dedo lentamente hacia mí –sirviente
-¡¿Pero qué idiotez?! –dije más asustado que enfadado. Se acercó aún más hasta sentarse lateralmente en parte del escritorio. Quise ponerme de pie, pero su guante blanco me detuvo tocando mi mejilla sonrosada. De nuevo, sus ojos me ordenaban, una y otra vez: "acepta, Ciel"
-Hágalo por sus sirvientes, bocchan –rogó acercándose más a mi rostro, y pronto noté sus suaves labios tocando los míos, sus manos acariciando mi cara, mis ojos suavemente cerrados, todos unidos en un tierno y cálido beso romántico.
-A-acepto –dije sin pensar, obligado por sus ojos, por su voluntad de demonio y su caprichoso deseo.
Él no deseaba ser el amo, sino que yo fuera su sirviente antes de consumir mi alma… ese bastardo…
