Editado: 14/11/2017

Disclaimer: Lamentablemente no soy la dueña de los personajes que utilizaré para este fic. Es un Universo alternativo. Espero lo disfruten y gracias por leer mis fics.

Dedicado a todas las personas que me han hecho crecer como escritora.

Feelin' You
Primera temporada
N

Time flies,
Leaving behind
Faded smiles in a photograph

Clocks chime
Seconds unwind
Precious moments slipping into the past

Old friends
Lovers and others
Don't know when I'll see you again…

Cirque Du Soleil
Delirium

CAPÍTULO I
El ladrón del viento.

"Aún puedo escuchar el sonido del viento de aquél día…"

La noche hizo su aparición sobre el gran reino de Radiant Garden. Gracias al Rey, las pequeñas poblaciones se convirtieron en un poderoso reino: evitando así la pobreza. El Gran Castillo, hogar de la realeza, era el centro de aquél reinado y el lugar donde podían visitar a la Realeza y su poderosa Orden. Un enorme bosque lo rodeaba y escondía la pequeña ciudad de Twilight Town, la única cercana al Castillo. Una cualidad envidiable para los demás reinos.

El eco de los caballos al correr traían vida en el bosque desértico. Esa noche, una carreta de carga lo recorría con rapidez para llegar al Gran Castillo. El transporte estaba cubierto con tela y pieles que protegía la comida que cargaban. Una lámpara de aceite iluminaba el camino. En el banco delantero dos jóvenes se encontraban sentados. Uno de ellos dirigía los caballos mientras que el otro vigilaba. Querían llegar pronto al Gran Castillo pero la razón no era exactamente para llevar la carga.

-Tidus -dijo el vigilante - ¿Crees que él aparezca?

-No creo - respondió Tidus mientras seguía dirigiendo a los caballos. Se trataba de un joven de cabello dorado, ojos azules, alto y delgado. Llevaba puesta una ligera capa dorada para protegerse del frío- Ha desaparecido por dos años.

-Pero he escuchado rumores que él ha vuelto- insistió Pence con nerviosismo. Era un joven de cabello negro, llevaba puesta una banda color azul marino en la cabeza y sus ojos eran castaños.

-¿Cuántas veces tengo que repetírtelo Pence?- dijo con impaciencia - Él no volverá a este reino. Además tú siempre crees en los rumores que dicen.

Pence permaneció en silencio, después de todo, era cierto. No podía negar que estaba asustado. Desde que había iniciado el viaje sentía como si alguien lo mirará. Apartó sus locas paranoias y decidió concentrarse en vigilar. Miró a la lejanía y se sorprendió en ver algo extraño. A unos cuantos metros de ellos se encontraban dos personas montadas en sus caballos.

-Tidus, creo que se trata de la Orden- comentó Pence algo temeroso.

- ¿En serio? - exclamó un ligero reproche - Será mejor que lo hagan pronto.

Tidus jaló de la correa para que los caballos se detuvieran. Conforme se iban acercando lograban distinguir mejor a los desconocidos. Ambos estaban cubiertos por una capa negra que les cubría el rostro, un traje usual de la Orden. Montaban en sus caballos negros. Se trataban de un hombre y una mujer. Sus caballos cargaban con unas bolsas medianas en la parte trasera. Seguramente cargaban sus armas.

-Buenas noches caballeros.-saludo Tidus - ¿Necesitan algo?

Ambos desmontaron sus caballos ágilmente. La capa cubría por completo sus cuerpos. La mujer encapuchada se acercó mientras que la otra se dirigió a la parte trasera de la carreta.

-Buenas noches, somos dos miembros de la fiel Orden XIII. -explicó cortantemente la persona- Como sabrán, tenemos la misión de inspeccionar cada carreta que quiera entrar al Castillo y de hacerles unas preguntas. ¿Han visto a esta persona?

La mujer le entregó un pergamino enrollado. Ni siquiera podía ver el color de sus manos ya que llevaba puesto unos guantes negros. Tidus sujetó el pergamino y lo abrió rápidamente. En él se encontraba el rostro pintado de una persona muy conocida por todo el reino. Pence miró el pergamino y de inmediato soltó un leve suspiro de angustia.

-Te lo dije, él ha vuelto. -musitó Pence con miedo. Tidus se dio la vuelta para intentar convencer una vez más a su amigo que él no había vuelto.- ¿Entonces podrías explicarme por qué la Orden esta buscándolo?

Tidus trató de buscar alguna respuesta ante esa pregunta pero no la encontró. Pence miró a la mujer, seguramente ella sabría mejor que nadie. La mujer entendió de inmediato la indirecta.

-La razón por la que lo buscamos…-explicó la mujer con sarcasmo- No les debe de importar a los aldeanos como ustedes. No traten de pensar más porque les explotará la cabeza.

-¿Nos has insultado?-preguntó Tidus enojado.

-Increíble. -contestó la mujer mientras comenzaba a aplaudir con sus manos - Han logrado distinguir lo que es un insulto. Se merecen un premio, como me han simpatizado podrán ver mi bello rostro.

La mujer colocó sus manos sobre la capucha y la hizo hacia atrás para revelar su identidad. Era una mujer muy bella, tenía la piel blanca, sus ojos eran verde claros, su cabello era rubio, lo tenía corto y tenía dos mechones largos hacia atrás que hacían ver su mirada más astuta. Aunque fuera hermosa sin duda era una persona maligna. Insultar así a las personas... Tidus miró a su amigo. Él estaba con la mirada pérdida, con los puños apretados, al parecer el comentario de la mujer lo había herido. Si se hubiese tratado de otra persona, él fácilmente le habría regalado más de uno de sus golpes pero no se trataba de una persona común, sino de un miembro de la Orden. No tuvo más remedio que retener su ira. La sonrisa de aquella chica no era como la de cualquiera, disfrutaba ver cómo retenían su ira.

-Larxene, sé que te gusta hacer sufrir a las personas pero no es el momento.- dijo de repente la otra persona.- Si no tienen información, entonces ven aquí y ayúdame.

Larxene soltó un gemido de enojo.

-Siempre arruinando la diversión Luxord. ¿No saben nada de él cierto? -preguntó Larxene. Ambos negaron con la cabeza. Miró a Tidus, le arrebato de las manos el pergamino y se lo guardo.

Luxord sujetó la lámpara de aceite de los jóvenes sin permiso. La chica se dirigió a la parte trasera de la carreta y se detuvo frente a su compañero.

-Estoy cansada de hacer esto-se quejó Larxene.-Llevamos así una semana sin nada interesante por hacer.

-Te diré lo que es interesante -contesto Luxord.- Si logramos atraparlo, podríamos subir de nivel.

-Vaya consuelo.-exclamó Larxene soltando una sarcástica risa.

-Deja de quejarte y mejor ilumíname un poco.

Larxene se acercó más hacia la carreta, reteniendo la lámpara en el aire, realmente aburrida. Tan sólo quería terminar y volver al Castillo. Luxord retiró por completo la tela y las pieles que protegían la comida. Dentro sólo había cajas y barriles.

-¿Ya podemos irnos Luxord?-insistió Larxene.

Luxord se aseguró que no hubiera nada sospechoso antes de volver con su compañera.

-De acuerdo, ayúdame a cubrir de nuevo la comida.-dijo rendido Luxord.

-¡Buena decisión!-exclamó Larxene con sarcasmo.

Larxene le devolvió la lámpara de aceite con brusquedad a Tidus. Se agachó y sujetó la tela mientras que Luxord sujetaba las pieles.

-¡Ahh! ¿Qué es eso?-gritó Pence mientras señalaba algo.

Los miembros de la Orden al instante se pusieron de pie mostrando sus armas. Luxord tenía una carta en su mano mientras que Larxene sacó cuatro cuchillos de color azul con decoraciones amarillas, mostrándolos con dureza.

-¡Algo salió de la carreta!-gritó Pence.

Tidus trató de tranquilizar a su amigo pero no dejaba de gritar, tuvo que cubrirle la boca con su mano para callarlo. El silencio reinó en el bosque. No había ningún sonido paranormal. Luxord buscó con la mirada lo que había asustado al chico… pero no veía nada.

-Falsa alarma Larx…-dijo Luxord mientras guardaba su carta.

-¡Al suelo Luxord!-gritó de pronto la chica.

Luxord no sabía cómo responder ante el repentino comportamiento de su compañera. Larxene tuvo que obligarlo. Aguardaron varios segundos y se levantaron con gran agilidad. Luxord no comprendía lo que estaba sucediendo. De pronto su compañera señaló hacia el frente. Él giró hacia donde señalaba y miró una luz a lo lejos. Entrecerró los ojos y logró ver lo que realmente era. No era una luz… era una antorcha que se alejaba a gran velocidad.

-¡Tras él Larxene!-ordenó Luxord.

-No hace falta que me lo digas.-dijo Larxene.

Larxene miró a la lejanía y corrió a gran velocidad, esquivando ágilmente los árboles que se atravesaban en su camino. Luxord no podía creerlo. Miró a los chicos.

-Ustedes dos sigan con su camino, nos encargaremos de esto.-les ordenó Luxord.-Cuando lleguen al castillo muestren sus documentos.

Pence mordió los dedos de su amigo, escuchando como él se quejaba, sujetó la correa e hizo andar a los caballos a gran velocidad, dejando atrás a la Orden.

-¿Pero qué estás haciendo?-dijo Tidus muy enojado.

-Salvando nuestras vidas.-dijo Pence con miedo.

En cuanto Luxord se aseguró que los jóvenes cumplían su orden, buscó con la mirada el objetivo. Ahí estaba. La antorcha. Una sonrisa desagradable se creó en su rostro. Al fin, algo de diversión. Aseguró el objetivo y corrió a toda velocidad hacia ahí. Los árboles hacían que su velocidad no fuera mayor, tenía que asegurarse de no golpearse contra uno. En varios segundos logró estar a la par con su compañera. Ella le dirigió una mirada muy familiar. Aquella que distinguía a los miembros de la Orden XIII. No volverían al Gran Castillo hasta que hubiesen capturado al desconocido. El objetivo se dirigía hacia la zona más profunda del bosque, tenían que detenerlo antes o sería difícil capturarlo. Mediante señas, Luxord le indicó que se separaran. Ella se limitó a afirmarle con una mirada. Sin previo aviso, los dos cambiaron de rumbo. Larxene saltó sobre las ramas de los árboles con agilidad sobre cada una, sin perder el ritmo. Mientras que Luxord seguía corriendo. Aunque estuvieran separados, ambos corrían a la misma velocidad y distancia. De pronto logró vislumbrar el principio de la profundidad del bosque.

-¡Larxene, que no entre ahí o lo perderemos!-gritó Luxord.

-¡Ya oí!-se quejó la chica.

Larxene dio un gran salto, dando una vuelta de una manera artística, como si el tiempo se hubiera detenido. Mientras continuaba suspendida en el aire sacó cuatro cuchillos. Aseguró apuntar hacia la entrada y logró mirar al desconocido a punto de llegar ahí. Arrojó con gran fuerza los cuchillos. El sonido de las armas clavándose en los árboles resonó por todo el bosque. Luxord se apresuró en llegar ahí. Larxene giró nuevamente en el aire y alzó una de sus manos.

-Siente un poco de electricidad.-dijo Larxene con una sonrisa.

Luxord se detuvo a unos cuantos metros de la entrada. Al frente de él se encontraba su objetivo. No podía ver con gran claridad porque había neblina. Sólo podía ver que era bajito, hizo caso omiso a eso y se concentró en la misión. De pronto un gran rayo cayó de la nada y aterrizó justo al frente del desconocido. Luxord esperaba ese rayo para poder actuar. Sacó una carta de su mano y la lanzó hacia él. De inmediato muchas cartas del tamaño de una persona lo rodearon mientras giraban a toda velocidad. Larxene cayó del cielo situándose a su lado.

-¿Lo tenemos?-preguntó la chica.

-Sí.-contestó Luxord muy seguro.

Luxord alzó su mano e hizo tronar sus dedos. Al instante las cartas desaparecieron. El fuego de la antorcha se había extinguido dejando un pequeño bulto oscuro en el suelo. Larxene volvió a sacar cuatro cuchillos de su mano. Su compañero se acercó lentamente hacia el bulto. No podía distinguir qué era. Larxene se situó a su lado, lista para atacar. Había sido fácil capturarlo. Más fácil de lo que habían creído. Tras varios pasos estuvieron lo suficientemente cerca para distinguir la identidad del objetivo.

Sólo que… no era lo que esperaban.

-¿Pero qué…?-dijo Larxene muy confundida.

En el suelo yacía el cuerpo de un jabalí moribundo. El olor a carne quemada contaminaba el aire puro del bosque. Ambos estaban muy confundidos como para hablar. Luxord se agachó un poco para poder analizar o al menos comprender lo que había sucedido. Movió el cuerpo del jabalí y descubrió algo inusual. El jabalí tenía atada una cuerda sobre su cuerpo. La antorcha estaba también amarrada por la cuerda. Se quitó uno de sus guantes, mostrando una mano morena, desamarró la antorcha con brusquedad y tocó la zona que había tenido fuego. Sin duda era aceite.

-¿Qué es todo esto Luxord?-insistió Larxene.

Luxord lanzó la antorcha con toda su furia sobre un árbol. No podía creer que habían sido engañados tan fácilmente.

-Fue obra de él sin duda.-exclamó Luxord muy enojado.

-¿Te refieres al…?-dijo Larxene confundida.

-Sí…-afirmó Luxord con su cabeza.- Al ladrón del viento…


No muy lejos de ahí, se podía escuchar los pasos de una persona al correr. Se trataba de un joven alto y delgado. Traía puesto unos pantalones, guantes, zapatos negros y el resto era cubierto por una vieja capa color café oscuro que ondulaba por el viento. Su rostro estaba cubierto por una capucha. De pronto el sujeto dejó de correr, deteniéndose al frente de un enorme árbol. Extendió su mano. Al principio no había ocurrido nada pero unos segundos después apareció un enorme círculo que emanaba oscuridad en el árbol. Era un portal oscuro, una forma muy fácil de viajar a través del mundo pero muy difícil de aprender. El sujeto entró en él sin dudar

Tras unos segundos apareció nuevamente en un bosque. Los árboles eran más altos que antes. En aquél lugar hacia mucho frío. El sujeto caminó ignorando el cambio de temperatura. Continuó así por varios minutos. Elevó su mano izquierda y contempló una pequeña llave color gris que estaba amarrada por una pequeña cuerda. Abrió la cuerda y la situó alrededor de su cuello. Un silencio abrumador cubría el lugar. Sólo se percibía el constante ruido de la llave pegándose contra su pecho y sus pasos quebrando algunas ramas. El sonido del agua al correr se hacía más notorio. De pronto el sujeto dejó de andar y contempló el lugar en donde estaba. Se encontraba a mitad de un enorme puente hecho de ladrillos, por debajo escuchaba cómo corría tranquilamente un río. El sujeto se dirigió hacia un lado del puente y saltó con gran agilidad, aterrizando sobre el pequeño pedazo de tierra que había. De inmediato se colocó por debajo del puente y respiró. Estando ahí pudo relajarse. Había una fogata que emanaba el único calor del lugar, dos troncos grandes de madera, a su alrededor había muchos pedazos de leña cortada y algunos platos de alguna cocina de un reino distante. Se acercó hacia uno de los troncos y se sentó en él. Extendió sus manos sobre la fogata, sintiendo el calor de ella. Eso era lo que le hacía falta. Cómo deseaba tener alguna cobija o algo caliente para protegerse del frío.

Crack… Crack

Un extraño sonido rompió la tranquilidad del bosque. El sujeto se levantó de inmediato, listo para luchar o huir. De pronto alguien lo sujetó por el cuello con algo de fuerza. No podía verlo, siquiera atacarlo, porque estaba atrás de él. Miró al suelo y logró ver su sombra. Era mucho más alto que él. Tenía que pensar en algo. Sus pulmones le pedían oxígeno desesperadamente. No iba a permitir que todo terminara así. Miró alrededor… tal vez eso iba a funcionar pero para ello tenía que utilizar las únicas fuerzas que sentía su adormilado cuerpo. En un desesperado intento para quitárselo de encima, comenzó a acercarse con todas sus fuerzas hacia la fogata. El desconocido trataba de detenerlo, aunque ejerciera mayor presión sobre su cuello. Tenía que hacerlo. En cuanto logró estar frente a la fogata, estiró su pierna hacia ella y con gran esfuerzo apartó un trozo de madera. Aquel fragmento tenía fuego en uno de sus extremos. Con gran agilidad el sujeto elevó el trozo de madera con su pierna haciendo que rodará en círculos sobre el aire. Con agilidad se apoyó sobre una gran roca y la pateó hacia el trozo de madera que continuaba suspendido en el aire. La roca impactó sobre la madera haciendo que cambiará de rumbo y se dirigiera a gran velocidad hacia su atacante. El desconocido lo soltó de inmediato al ver el peligro que corría. El sujeto inhaló profundamente, recuperando el oxígeno que su cuerpo le pedía a gritos. Sólo tenía pocos segundos, tenía que actuar rápido. Se volteó ágilmente mientras se alejaba un poco de él. Se trataba de una persona alta, su cuerpo estaba cubierto por una larga capa negra, no lograba ver su rostro porque también estaba escondido bajo una capucha. Su atuendo era el mismo que el de la Orden XIII. El trozo de madera encendido en llamas estaba a unos pocos centímetros de su rostro, sólo hacía falta esperar el impacto y podría saber su identidad. De pronto el desconocido elevó una de sus manos y extinguió el fuego de la madera. Mientras con su otra mano sujetó el trozo y con un ágil movimiento lo arrojó hacia él. Era un buen movimiento pero ya se encontraba listo para el contraataque. Elevó su pierna izquierda todo lo que pudo y partió en dos el trozo de madera. Al recuperar su postura, no divisó que el desconocido estaba a pocos centímetros de él. Inhaló con fuerza, listo para recibir algún golpe y contraatacar. No dudaría, tenía un propósito por cumplir. De pronto el desconocido negó con su cabeza varias veces y se alejó de él.

-Gee.-dijo el desconocido.- ¿Ahora también atacas a tus amigos ladrón del viento?

El ladrón del viento se sorprendió al escuchar sus palabras. Como siempre, su mente asimiló la situación y reconoció la voz de su amigo. Bajó la guardia. No pensaba atacarlo. Su amigo se acercó más a él, alzó su mano y sujetó la llave que colgaba de su cuello.

-Sabía que la conseguirías - exclamó el desconocido con alegría.

El ladrón del viento se alejó un poco de él, arrebatándole la llave.

-No la toques o la perderás.-contestó el ladrón del viento muy divertido.

-Muy gracioso-añadió su amigo con sarcasmo.

Su amigo se sentó sobre uno de los troncos, colocó una mano dentro de su capa y sacó de ella una bolsa de piel. Desamarró el nudo que la aseguraba, metió su mano y sacó un conejo muerto. Sin dudarlo, comenzó a desprender la piel del animal. El ladrón del viento no pudo evitar sentir náuseas al verlo. Le agradaba su sabor pero le desagradaba ese proceso. Tras haberle quitado la piel, su amigo lo colocó entre varios trozos de madera y lo dejó en el fuego.

-¿Qué no piensas acercarte a comer?-preguntó su amigo con sarcasmo.

El ladrón del viento se sentó en un tronco que estaba al lado de su amigo. Trató de mirar hacia otro lado mientras el conejo era cocinado.

-¡Ah!-exclamó de pronto su amigo.-Olvidé tu conejo, ya vuelvo.

Se levantó y se dirigió corriendo hacia el bosque. El ladrón del viento no pudo evitar reír, definitivamente algunas personas nunca cambiarían. Era una sensación nostálgica, como si reviviera su pasado. Tal vez tampoco había cambiado. El viento soplaba con dulzura sobre su rostro, sintiéndose en armonía con la naturaleza. De nuevo estaba ahí… esa vaga canción que siempre escuchaba cuando estaba solo y desde que había partido. Entrelazó sus fríos dedos, tratando de crear calor en ellos. Aquella melodía lo invitaba a cantar. Cerró sus ojos y disfrutó del momento.

-You walk into a room… All eyes are on you

Le gustaba cantar y siempre lo hacía por algún motivo en especial. Su voz parecía coordinar perfectamente con la melodía que oía en su cabeza. Siempre lo habían alagado por la bella voz que poseía. Al cantar mostraba dulzura, la perfecta intensidad, tono, el perfecto tema y con un sentimiento especial. Esa canción en particular la había escrito él mismo. Cada vez que la cantaba recordaba aquellos dulces momentos que lo hicieron realmente feliz.

-Everyone wants to know your name… Baby you make 'em swoon. Yeah baby you're so smooth. You take every breath I breathe away…

Se desconcentró por completo al sentir la presencia de alguien acercándose. Abrió los ojos, listo para encontrar cualquier adversario pero en cambio vio a su amigo frente a la fogata. Le arrojó algo que traía en sus manos y lo atrapó por instinto. Miró sus manos y logró ver un pequeño conejo muerto. Las náuseas volvieron a apoderarse de él.

-Buena atrapada, ya no eres el chico débil que conocía.-comentó su amigo mientras se sentaba a su lado.

El ladrón del viento le entregó de inmediato el conejo a su amigo. Mejor que él se encargará de cocinarlo.

-Y tú sigues siendo igual de olvidadizo.-respondió el ladrón del viento.

-Tengo muchas cosas que pensar, por eso olvido todo fácilmente.-se defendió su amigo con agilidad.

Estando ahí, frente a la fogata, se sentía un ambiente cálido y casi perfecto.

-¿De nuevo cantabas cierto?-preguntó su amigo de repente.- Viejo, hacía tiempo que no te oía cantar.

-Sí…-respondió el ladrón del viento con un hilo de voz.- Es sólo que… no puedo olvidarla.

-Lo conseguiremos mi amigo.-respondió tratando de hacerlo sentir mejor- Sólo falta que puedas entrar al Gran Castillo y lo demás será chocobo comido.

-Eso espero…-respondió con inseguridad, ojalá y las cosas en verdad fueran tan sencillas. Sintió un ligero rubor en sus mejillas- ¿Crees qué me recuerde?

-Sabías que eras tonto pero no un idiota.-dijo su amigo con humor.

Sus palabras tan sólo servían para animarlo. Sabía que no lo había conseguido. Su amigo permanecía en silencio. Era un gran misterio saber en lo que estaba pensando, nunca lo había comprendido.

-Hey, ella te recordará, te lo aseguro.-exclamó su amigo convencido.

El ladrón del viento comenzó a reírse con ironía. Ojalá y fuera cierto. Después de todo ya habían pasado algunos años desde la última vez… en aquella noche fría. Elevó su mirada para apreciar las hermosas estrellas que brillaban con intensidad sobre ellos. Si tan sólo nada de eso hubiera ocurrido…

-Si no te comes el conejo, lo haré por ti.-dijo la voz de su amigo.

Volvió su mirada hacia la fogata. Tenía mucha hambre, había pensando en tantas cosas que había olvidado comer. Con cuidado, sujetó el conejo que estaba cerca de la fogata. Lo que antes era el cuerpo de un conejo ahora sólo era un trozo de carne. Sin pensarlo lo mordió. De pronto hizo un sonido de asco.

-¿Puedes quemarlo un poco más?-preguntó.

-¿No te gustó?-exclamó su amigo.-Mmm… creo que estoy perdiendo mi toque.

-O tal vez no veas bien.-explicó el ladrón del viento.

Tenía la razón. Colocó sus manos sobre la capucha, haciéndola hacia atrás, para mostrar su rostro. Era un apuesto joven, tenía la piel algo morena, sus ojos eran de un intenso color esmeralda que hacían capturar la atención de todos, debajo de ellos tenía unas marcas en forma de rombo de color rojo. Lo más característico era su impresionante cabello. Era rojo como el fuego, lo tenía siempre en puntas y era largo. La capa tenía un ligero escote que mostraba su fuerte pecho. En edad le ganaba unos cuantos años. Mostró una sonrisa sarcástica.

-Ya era tiempo que vieras mi bello rostro.- dijo su amigo con esa misma sonrisa.

-Mejor concéntrate en freír el conejo, tengo hambre.-respondió el ladrón del viento.

Aquella sonrisa sarcástica desapareció y fue reemplazada por un gesto confuso. Sujeto con cuidado el trozo de carne y alzó su otra mano acercándola hacia él. Al principio no había sucedido nada, de pronto una ligera llama cobró vida entre sus dedos. Esa era su habilidad especial. Invocar al fuego. El ladrón del viento siempre le había tenido admiración y respeto por su gran habilidad al momento de pelear.

-Ahí esta.-exclamó su amigo mientras le entregaba el trozo de carne y hacia desaparecer el fuego.- Cocinado por el gran Axel.

El ladrón del viento sujetó su comida y se la llevó a la boca enseguida. Se sintió en la gloria al probarlo. Comenzó a reírse cuando asimiló lo que había dicho.

-Que no se te suba el ego a la cabeza.- exclamó el ladrón del viento con sarcasmo.

-¿Mira quién lo dice?-respondió Axel con ironía.-Tú eres el señor popularidad, todas las chicas de Radiant Garden te aman en secreto.

- ¿Envidia?-contestó el ladrón del viento mientras recordaba.-Me han seguido varias de ellas.

- No sabía que fueras todo un casanova-dijo Axel mientras lo miraba con interés.

- No lo soy.-se defendió al instante. Bajando la mirada.- No decidí tener esta vida.

Esas palabras… eran la realidad. Axel se odio así mismo por decirlo. Lo que menos quería era verlo así. Ya había sufrido bastante.

-Gee, perdona, lo había olvidado.-mintió Axel tratando de calmar la situación.-Estando contigo, así, me recuerda a los viejos tiempos.

-Sí…-respondió pensativo.- También los recuerdo pero se han ido esos días ya…

De pronto sintió que le habían lanzado algo a su rostro. Un sabor a tierra se apoderó de sus sentidos. Sabía demasiado mal. Se tocó el rostro, tratando de averiguar lo que le había lanzado. ¡Era lodo! La risa del pelirrojo resonó por todo el bosque, sobretodo en sus oídos. Se quitó el lodo que tenía en sus ojos, mientras escuchaba a su amigo morirse de risa. Ese Axel, siempre haciendo las cosas menos usuales. Abrió los ojos y localizó a su amigo. Tenía sus manos sobre su estómago mientras continuaba riéndose. Aquella dulce risa la sentía tan cálida que olvidó porqué estaba enojado. Comenzó a reírse con timidez. Hacia tiempo que no lo hacía.

-Así me gusta escucharte.-dijo Axel.

-¿Así?-contestó el ladrón del viento. Colocó su mano sobre su barbilla- Me preguntó… ¿Qué pasaría si hiciera que cayeras al río?

-Hermano, eso es jugar muy sucio.-respondió Axel algo asustado.

El ladrón del viento se rió con ironía. Ese era el único punto débil de su amigo. El agua. Se puso en pie y se dirigió hacia el río. Quería quitarse en cuanto antes el lodo, ya no soportaba su sabor. Llegó a la orilla y se quitó sus guantes mostrando dos manos de tez blanca como la nieve. En una de sus manos tenía un anillo negro y en el siguiente uno blanco. Se agachó y comenzó a mojarse el rostro. El agua estaba realmente fría así que tuvo que limpiarse rápido. En cuanto terminó se levantó, quería estar cerca de la fogata en cuanto antes. Dio media vuelta, colocó sus manos sobre su capucha y la retiró. De pronto algo le cayó nuevamente sobre su rostro. ¿¡De nuevo lodo!? Colocó sus manos sobre su rostro por instinto, sólo que no sintió la asquerosa sensación del lodo. Era una toalla. No sabía de donde sacaba tantas cosas Axel pero resultaba ser útil tenerlo cerca. Comenzó a secarse el rostro mientras sus pies lo guiaban. Confiando en sus instintos.

-¿Qué no me darás mi toalla?-preguntó Axel.

-¡Oh sí! Lo siento.-se disculpó el ladrón del viento.

-No has cambiado en nada…-comenzó a decir Axel.

El ladrón del viento se quitó la toalla del rostro y la arrojó sobre su amigo.

-… Roxas.-finalizó Axel.

El famoso ladrón del viento… era tan sólo un joven. Era apuesto, su rostro era muy estético, sus ojos parecían ser la única luz sobre aquella oscuridad, eran de un bello color azul cielo. Su cabello era de un intenso color rubio, lo tenía levantado en varias puntas y lo tenía corto. Era alto para su edad y delgado. Su mirada mostraba dulzura pero podría cambiar rápidamente de humor si algo le afectaba. Roxas comenzó a reírse, con esa dulce risa que solía dar vida a lo inexistente.

-Hace mucho que no me llamaban por mi nombre.-comentó Roxas.

- Porque es difícil de recordar amigo - respondió. El rubio le lanzó una mirada amenazante, por lo que decidió cambiar de tema - Podría seguir así por más tiempo pero hay que seguir.

Axel sonrió, metió su mano a su capa y de ahí saco un pergamino. Abrió el pergamino mientras lo acercaba cerca del fuego para verlo con detenimiento.

-El Rey ha dado la orden de atraparte vivo o muerto.-explicó Axel haciendo énfasis en la última palabra.-La Orden estará buscándote en todas partes junto con los aldeanos.

Roxas logró ver el pergamino. Había dos dibujos, ambos de él, uno lo mostraba con una capa negra y el otro lo mostraba con unos pantalones negros y una camisa blanca. Debajo de los dibujos rezaba una frase:

"Se busca con o sin vida al ladrón del viento. Cualquier información será recompensado"

Era normal ver ese tipo de advertencias. La situación se volvía cada vez más y más peligrosa.

-Esto desaparecerá.-dijo decidido Roxas-Pero dime: ¿cómo están los demás?, ¿les afecta esto en algún sentido?

-No…-dijo Axel mientras veía hacia otro lugar.-Para nada… todo está bien.

Mentía. Lo sabía muy bien. Él había mentido demasiado toda su vida y reconocía una cuando la veía.

-Sé que mientes.-declaró Roxas.

-Olvide con quien estaba hablando.-comentó Axel algo nervioso.

Roxas le dirigió una mirada penetrante.

-¡No me mires así!-exclamó Axel al mirarlo.- De acuerdo, el pueblo esta sufriendo. No hay comida, las cosas son un caos y más con las nuevas órdenes del Rey.

El ladrón del viento miró hacia el fuego, perdiendo su mirada en ella junto con sus pensamientos. Apretó sus puños contra sus rodillas. Todos estaban pasando un mal momento por su culpa.

-Pero todo cambiará gracias al movimiento de la princesa.-exclamó Axel.

Todos los pensamientos que Roxas tenía en ese momento se desvanecieron al recordar una sonrisa en particular. Sintió que la cara se le ponía totalmente roja.

-¡Wuau!-exclamó Axel muy contento.-Tienes el mismo color de mi cabello ahora.

Mientras que Roxas trataba de tranquilizarse, el pelirrojo guardó el pergamino y sacó otro de su capa. Lo abrió rápidamente. Roxas se acercó para poder contemplarlo mejor. Se trataba de alguna especie de mapa. Mientras lo analizaba, su mente iba registrando en su cerebro lo que veía. El mapa estaba dividido en dos partes por una línea roja mal hecha (de seguro había sido obra de Axel) mostraba todo el reino de Radiant Garden. En una mitad se encontraban los reinos más comunes y en la otra algunos pueblos. A mitad del mapa se encontraba el Gran Castillo, alrededor de él había un bosque y una pequeña sección había un letrero que decía "Twilight Town". En lo que más se enfocaba aquél mapa era el Gran Castillo. Mostraba todos los escondites, atajos, caminos que había dentro de él.

-Concentrémonos en nuestro mérito.-dijo Axel sin poder ocultar su alegría.- Claro, en vez de pensar en ella.

Roxas le lanzó una de sus temibles miradas amenazadoras.

-Era broma, gee!.-exclamó Axel nervioso.

-¿Dónde conseguiste el mapa?-preguntó Roxas tratando de cambiar de tema.

-Un obsequio de los mineros.-explicó con orgullo.-Bien, ya tienes la llave, ahora debes de ir a este lugar.

Axel sacó de su capa una tiza de color rojo. Roxas lo miró atónito. ¿Cómo podía guardar tantas cosas en su capa? El pelirrojo colocó el pergamino en el suelo y trazó un círculo alrededor de una zona del Gran Castillo.

- Aquí podrás entrar e ingresar a todo el sitio .-explicó Axel con alegría.-Ten cuidado, esta vigilado por Zexion y Xaldin. ¿Los recuerdas?

- Claro. ¿Cómo olvidar sus feos rostros?-exclamó Roxas.

-Bien dicho. Tendrás que ser precavido. ¿Lo captas?

-Puedo hacerlo.-dijo decidido Roxas.

-Quédate con el mapa.-dijo Axel.- Lo necesitas más que yo.

Roxas sujetó el pergamino, lo enrolló con cuidado y lo guardó en su capa. Más tarde iba a estudiarlo mejor.

-Tengo que irme ya, de seguro has causado un alboroto en la Orden por tu reciente movimiento.-dijo Axel mientras se levantaba.-El resto te lo dejo a ti y que no te atrapen. ¿De acuerdo?

-¿Con quién crees que estás hablando?-dijo Roxas con ironía.

Ambos se pusieron de pie, volvieron a esconder sus rostros con la capucha y se miraron por breves momentos. Axel rió con ironía, alzó su mano y extinguió en un segundo el fuego de la fogata. La oscuridad y el frío se hicieron presentes. Ambos se dieron la espalda.

-Iré a reunirme con él.-explicó Axel.

-Mañana lo tendré.-dijo Roxas decidido.

Roxas alzó su mano e invocó un portal oscuro. Axel lo imitó. Vagos recuerdos llenaron el ambiente. Esto ya no era como las misiones que solían realizar juntos. Esta vez sabían que no podían cometer errores y el peligro era mucho mayor.

-Cuídate amigo.- dijo Axel.

-Igualmente.-respondió Roxas.

Sus destinos los esperaban. El primero en irse fue Roxas. Algo normal en él. Siempre había sido el más impaciente de los dos. Axel entró al portal.


La cantina "Outsider World", el único lugar donde la gente no dormía, hogar de los secretos. El ruido no dejaba de escucharse en aquél lugar. Hombres y mujeres gritando frenéticamente. El sonido de las botellas chocando entre ellas. La suave melodía de un piano tocando sin césar. Ese ambiente resultaba acogedor para algunas personas. Pero para un pelirrojo en particular, le resultaba desesperante. Axel se encontraba sentado en la orilla más lejana, el único lugar donde podía hablar sin necesidad de preocuparse por quién lo estuviera viendo y expresarse con total libertad. Sus piernas no dejaban de moverse, las cambiaba una y otra vez de posición. Tras separarse de Roxas llegó directamente a la cantina. Ya había pasado una hora. Estaba impaciente. ¿Cuándo pensaba llegar? No tenía tiempo. Suspiró resignado mientras veía como los hombres se peleaban sin razón alguna. El sonido de una campana resonó por el lugar. De inmediato miró hacia la puerta. ¡Al fin había llegado! Una figura alta cubierta por una capa negra entró al lugar. Aquella capa había sido un regalo de su parte. Nadie había notado su presencia porque estaban muy ocupados en sus propios asuntos. El recién llegado se dirigió sin vacilar hacia la mesa donde él se encontraba.

-Creí que te habías acobardado.-dijo Axel.

-Es difícil hacerme sentir miedo-respondió el desconocido.

Axel señaló una silla que estaba al frente de él. El desconocido tomó asiento.

-Muestra tu rostro.-exigió el pelirrojo.

-Tan exigente como siempre.-respondió el desconocido con sarcasmo.

Colocó sus manos sobre la capucha y reveló su rostro. Se trataba de un joven más grande que Roxas. Era alto, delgado y fuerte. Su piel era más blanca que la de la princesa. Sus ojos eran de color verde azulado. Tenía el cabello plateado, era lacio, lo tenía largo y lo llevaba recogido con una liga negra.

-¿Es suficiente para probar qué soy yo?-preguntó el chico mientras arqueaba una ceja.

-Tu usual sarcasmo me revelaría que se trata de ti Riku.-respondió Axel.- ¿Ocupado siendo el guardián del príncipe?

-Más o menos.-admitió - Sabes que el príncipe es sonámbulo por lo tanto tengo que vigilarlo o un día de estos aparecerá muerto.

-¿Se lo dejaste encargado a alguien?-preguntó Axel interesado.

-No, lo dejé bien amarrado sobre una silla.-explicó con naturalidad Riku.

-No creo que le agradé al príncipe lo que hiciste cuando despierte.

-No se dará cuenta porque llegaré antes que eso suceda.

Una mujer mayor les dejó dos vasos llenos de ron y se alejó para seguir atendiendo a los clientes. Ambos comenzaron a beber.

-Vayamos al grano.-dijo Riku.- ¿Cómo se esta desarrollando el plan?

-Todo va bien.-afirmó Axel. Se acercó hacia el peliplateado.-Como Roxas lo ha planeado. Consiguió la llave.

Una sonrisa de éxito se dibujó en el rostro de Riku. Esa era una muy buena señal.

-Lo más importante ya está hecho.-dijo Axel.

-Bien, me han demostrado que su plan puede funcionar-añadió Riku.- Tienes mi espada. Se lo diré a los demás, estoy seguro que accederán.

-Gracias viejo.-dijo Axel.-Necesitamos de su ayuda para que todo esto pueda realizarse.

-Todo esto para detener una simple boda ¿eh?-añadió Riku con ironía.

-Sí-afirmó Axel.- Una tarea no muy sencilla de realizar.

-Supongo que él esta en estos momentos con Zexion y Xaldin.-comentó Riku.-Sólo espero que no lo capturen.

-No te preocupes.-exclamó Axel y añadió con decisión.- Él sabe cómo hacer las cosas.


Un nuevo día nacía sobre la ciudad de Twilight Town, conocida también como la "Ciudad del Sol" por la forma en que brillaba en sus calles. Esos días habían sido difíciles para los ciudadanos por el evento que se aproximaba. Las carrozas no dejaban de llegar y los habitantes no paraban de trabajar. Ese día se encaminaba un carruaje hacia la ciudad. Era dirigida por Tidus quien no había podido dormir por la noche anterior, sobretodo por las constantes paranoias de Pence. Ya quería llegar a su ciudad para dormir. Tidus transportaba sólo a tres personas. El interior del carruaje era sencillo, dos asientos largos y varias ventanas. Se encontraban una mujer adulta con un bebé en sus brazos y un joven con una capa color café oscuro, pantalones, zapatos y guantes de color negro. Ocultaba su rostro bajo su capucha. El joven miró por la ventana, notando el reflejo de sus azulados ojos por el cristal. La noche anterior había sido difícil pero lo mejor apenas comenzaba.

-He vuelto… Naminé.-susurró Roxas en cuanto vio la entrada a Twilight Town.

"Un guerrero de la luz jamás hace trampas pero sabe distraer a su adversario."

Paulo Coelho.


Ha llegado el final del primer capítulo de este fic. Espero y les haya gustado. Dejen review. ¿Por qué Roxas es el ladrón del viento?, ¿quién es la Orden XIII? y ¿cuál es su plan secreto? Descúbrelo en el siguiente capítulo.

Notas de SoritaK:

Estoy muy contenta porque al fin lo inicié. Lo tenía pensado desde Marzo pero por falta de tiempo, no podía escribirlo. Hace unos días terminé de idealizarlo porque quiero experimentar un poco más mi forma de escribir. Los capítulos serán largos ya que la historia en sí es muy larga. Disfruté el escribir este capítulo, como dijo Roxas, las cosas están apenas presentándose.

¿Cómo ocurrió todo?
Estaba en clase de Física y estaba muy aburrida así que me puse a escuchar música de Jesse McCartney en mi Ipod, tras escuchar la canción Feelin' You comencé a crear un nuevo mundo con los personajes de KH. Saqué mi libreta para escribir y comencé a la mitad de la clase a escribir una vaga idea que se me había ocurrido, me gustó mucho y quise continuar con eso. Quería dar un nuevo aire a los personajes de KH. Ahora tengo una libreta entera con la historia y estudié demasiado la época medieval para hacer las cosas bien.

De todo corazón espero que sigan el fic a mi lado, sus opiniones, críticas, recomendaciones, felicitaciones, todo lo que quieran, las esperaré con ansias porque me ayuda más de lo que se imaginan. Gracias a todos, por ustedes, me he transformado en la escritora que soy ahora y sé que puedo mejorar.

Agradecimientos especiales

Satsuki Yuna: Por haberme dado varias ideas del fic y por haberme ayudado a aclarar muchas cosas. Ailoflu.
Hikari-Light-XIII: Saber que alguien como tú siempre me esta apoyando, me hace sentir muy fuerte y capaz de lograr cualquier cosa. Te lo agradezco.

¡Y a todos los lectores anónimos! ¡Qué viva Kingdom Hearts!

"Nada es lo que parece"
Feelin' You