Este fic esta inspirado en la historia de Mulán, pero no es una adaptación de la historia.

Disclaimer: Bleach y sus personajes pertenecen a Tite Kubo.

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Prólogo

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Rukia quería acerarse a la habitación de su hermana mayor; los gritos y exclamaciones que provenían de allí eran suficientemente altos para llamar su atención. Pero como era de esperar, esta tan solo podía aguardar sentada en el salón observando como unas desconocidas no paraban de entrar y salir. Frente a ella, su padre se encontraba en un extraño silencio bebiendo su quinta taza de té del día.

-Rukia no molestes. - le dijo por enésima vez cuando predijo los pensamientos de la niña- hoy es un día muy importante.

-¿Por qué?

Rukia se echó sobre la mesilla de café ante el silencio de su padre.

-Puede entrar a verla señor.- aquello hizo que la pequeña se alzara observando a aquella mujer de descarado peinado y cara demasiado maquillada. Rukia había sido más rápida que Jushiro- Pequeña, que solo entre tu padre.

La niña hizo un mohín como respuesta, intentando así darle pena a aquella mujer. Cuando sintió la mano de su padre sobre su hombro alzo para encontrarse con su mirada triste.

-Que pase.- Escucho a Hisana al otro lado de la puerta.

Rukia sonrió con burla a la mujer y antes de que pudiera reprochar siquiera entro corriendo a la habitación. Apenas se dio cuenta de todas las telas que pisaba, solo la voz de otra mujer le llena de ira le hizo darse cuenta de aquello. En el momento que vio a su hermana fue cuando se detuvo.

Sintió que aquella no podía ser ella. Su piel se veía más clara por el maquillaje, que dejaban a resaltar sus hermosos ojos azules rodeados con un sombreado oscuro. Junto a su imagen, su pelo estaba guardado en un peinado suficientemente complicado como para haber estado horas intentando conseguir aquel recogido, el cual estaba acompañado de un broche que parecía ser demasiado caro como para que su familia pudiera costeárselo si quiera.

-¿Y bien?- pregunto la mayor con timidez ante el asombro de la pequeña.

-Estas hermosa. - contesto su padre con orgullo acompañado con una leve sonrisa.

-Te veo rara. -añadió la pequeña sacando una leve risa a la mayor.

-Asi me siento yo. - se volvió hacia uno de los espejos que tenía delante- pero es un día importante.

-Ya casi es la hora. - dijo la primera mujer, que parecía ser la jefa de las otras dos que estaban en la habitación.- Deben irse.

Hisana se miró por última vez en el espejo y suspiro hondo. Tras aquello espero a que su padre le diera una pequeña orden de irse. Ambos caminaron hacia la salida de la casa con Rukia detrás, pero la mujer la agarro para detenerla.

-Pequeña tu no puedes ir.

-¿Por qué no?

-Tiene razón Rukia.- contesto su hermana- no es un sitio para niños, además te vas a aburrir mucho. Cuando vuelva te contare todos los detalles. - la niña la miró entristecida- te lo prometo.

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"Rompiste tu promesa"

Pocas veces recuerdo aquel momento. Supongo que mi mente quiso borrarlo del todo. Aunque teniendo que pasar hoy un día parecido, no me extraña haberlo recordado. No tarde mucho en comprender lo que pasaba y lo que se suponía que debía traer felicidad a mi familia. Días antes hubo un anuncio desde una de las casas nobles buscando a una joven que desposará con el único hijo de la familia Kuchiki. Y aunque no lo supiera entonces, aquel iba a ser el último día que la veríamos mi padre y yo. Creo que ninguno de los tres pensamos en que el noble se fijaría en ella y mucho menos que cuando lo hiciera ni si quiera iban a dejar que volviera a vernos. Lo poco que podíamos saber de ella eran las vagas noticias que llegaban sobre la corte a su pueblo. Y desde hace años las noticias tan solo son de guerras contra el imperio de Las noches.

Los golpes en la puerta son demasiado fuertes acompañado del grito de una mujer ordenándome que me levante. Gruñó mientras me siento sobre el futón. Quiero pensar que esto es una pesadilla y que no tengo que presentarme a ese estúpido examen para valorar si puedo ser la mujer de alguien o no. En parte envidio a Hisana, ella no paso por ninguna prueba.

Tras bañarme puedo notar la "delicadeza" de la señora Mizuki sobre mi pelo.

-¡Deja de quejarte, niña!

-¡Deja de darme tirones!

Como respuesta a aquello la señora me dio otro tirón más quejándose de que tengo muchos nudos. Aunque creo que en realidad disfruta haciéndome daño. Supongo que tendrá envidia de quienes fueron las modistas de mi hermana y ahora lo paga conmigo.

-Gano demasiado poco como para aguantar esto.

Gruño, pero dejo que intente hacer con mi largo pelo lo que quiere. Aunque temo que me llegue a arrancar algún que otro mechón. Me había costado mucho conseguir tenerlo así de largo como para que ella me lo terminara cortando.

Y quien me iba a decir que aquella iba a ser casi mi parte favorita. Cuando me viste con el yukata que me ha preparado, cuando intenta atarme el nudo casi juraría que está intentando ahogarme.

-Cuanta más cintura muestres, mejor.

-Necesitare… respirar.

-Lo que necesitas es mostrar un físico capaz de dar a luz a niños. No querrás deshonrar a tu familia suspendiendo el examen y sin desposarte toda la vida.

-Por supuesto que no.

Me mantengo callada durante el resto de sesión de tortura. Cierro los ojos notando como cada gramo de maquillaje que posa en mi cara hace que esta me pese más. ¿Cómo lo podía soportar Hisana?

Si quiero aprobar tengo que mostrarme serena, silenciosa, respetuosa…

Tan solo puedo pensar en que el examen salga bien.

Pero no podría haber acabado peor…

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Los próximos capítulos serán más largos. Nos leemos!