Capítulo 1: ¡Alola!

Como ya se había hecho costumbre Lillie estiró el brazo y apagó su alarma de las cinco treinta de la mañana. Se levantó sentándose en ese sofá-cama en medio de la penumbra y estiró sus músculos. Luego de ponerse de pie, se acercó a su tocador y espantó de nuevo a ese Murkrow que le gustaba hurgar entre sus cosas. Tomó su kit de aseo personal y bajó la escalera de barras. No tenía habitación propiamente dicha, sino un espacio elevado en aquella cabaña. El lugar no era muy grande, pero tenía lo necesario para realizar investigaciones. Apartada de la ciudad contaba con sus propios recursos, como paneles solares en el tejado y una máquina de desalinización propia. Y fue impactante ver que tenía una máquina de deshidratación que convertía los "residuos" del baño en abono utilizable. Quizá no era el laboratorio más amplio y elegante, pero si uno de los más ecológicos.

Lillie puso el desayuno empacado en el microondas y encendió la cafetera. Los pequeños Pokémon ya corrían a su alrededor, unos incitándola a jugar y otros sólo exigiendo su comida. Los saludó con caricias y le sirvió a cada uno en su plato, chequeó el sistema de oxigenación y alimentación del tanque donde estaban los de tipo agua y después fue a bañarse. Al regresar el profesor Kukui ya estaba levantado. Como siempre no traía una camisa puesta.

–Alola Lillie– Dijo y encendió la televisión para escuchar las noticias mientras desayunaban.

El día prosiguió como ya estaba establecido. Lillie debía traer, guardar, imprimir o escanear todo lo que el profesor le pidiera. También debía revisar los datos del tanque del sótano, llenar la taza del profesor de café a ciertas horas (mejor si lo hacía antes de que se lo pidiera) y verificar que los Pokémon hicieran sus rutinas de ejercicio adecuadamente en el pequeño gimnasio. Además debía reunir todo dato que observaba en ellos durante las prácticas. Antes de darse cuenta ya era medio día y tenía que preparar el almuerzo.

Más tarde Lillie fue a tomar su descanso afuera. Le gustaba sentarse en un mecedor en la terraza a leer. El olor a sal y el sonido de las olas eran de lo más relajante. Sin embargo, su momento de descanso fue interrumpido cuando vio a una pequeña criatura amarilla corriendo en su dirección. El Pikachu dio rápidas zancadas hasta llegar a los escalones de la entrada del laboratorio. Seguido del Pokémon, llegó un joven.

–No se vale Pikachu – dijo él –. No puedo correr si estoy cargando el paquete.

Era un joven de tez ligeramente bronceada. Llevaba puesta una gorra roja, una camisa de rayas blancas y azules horizontales, unos pantalones cortos de color marrón y deportivas azules. Cuando se acercó entonces notó la presencia de Lillie.

–Hola, mucho gusto – Ese saludo indicaba que no era nativo de Alola – ¿Este es el laboratorio del profesor Kukui?

–Sí, lo es… ¿y tú eres?

–Soy Ash Ketchum de pueblo Paleta. Vine a entregar un encargo del profesor Oak.

La puerta se abrió. Kukui salió y se acercó al recién llegado.

–Alola, Ash. Estaba esperándote. Pasa.

Lillie miró un tanto irritada al profesor. No le había informado que en la agenda estaba recibir una visita, mucho menos un encargo de otro profesor. Cerró su libro y los acompañó a ambos al interior de la cabaña.

–Lillie te presento a Ash – empezó a hablar Kukui –. Ash, la linda señorita que te recibió es mi actual asistente. Déjame decirte que es toda una genio. Este lugar ha funcionado de maravilla desde que ella llegó.

La rubia notó que todos esos elogios eran para distraerla del hecho que había olvidado mencionarle la llegada del chico. Supuso que lo que traía debía ser algo importante. Ash se acercó a la mesa y puso su mochila encima. Al abrirla, sacó un cilindro amarillo. Era una incubadora. El profesor Kukui se emocionó como un niño que estaba a punto de recibir un juguete nuevo. Ash puso la incubadora en la mesa y Kukui la abrió con cuidado. Dentro estaba un huevo de cascarón rojo. Lillie empezó a tratar de identificar la especie. Aunque sólo podía ver la mitad superior ya podía reducir las posibilidades.

–Bueno, ya cumplí con lo que me pidieron. Así que…

– ¡Momento Ash! – le interrumpió Kukui. El chico se exaltó un tanto –. Escuché del profesor Oak que eres un entrenador con experiencia y justo estaba buscando uno.

–Eh… ¿Para qué?

El profesor se excusó un momento y fue corriendo al sótano. Lillie chilló por lo bajo, temiendo que hiciera desorden por no encontrar lo que sea que estuviera buscando. Estuvo a punto de salir detrás de él cuando Kukui regresó. La chica suspiró aliviada, tal parecía que no había sido en vano explicarle repetidamente el sistema de organización que había diseñado.

–Aquí tienes Ash – Kukui le ofreció un aparato color rojo con una pantalla. Ash lo tomó y Pikachu subió en su hombro para poder verlo mejor –. Este es el nuevo Pokedex que hemos desarrollado entre varios colegas y yo. Tiene una característica única hasta el momento.

– ¿Cuál? – preguntó el joven.

Entonces las luces del lugar se empezaron a encender y apagar. Un rayo azulado salió de uno de los toma corrientes y revoloteó por los alrededores asustándolos. Terminó por golpear la pokedex en las manos de Ash. El chico soltó una exclamación y soltó el aparato al tiempo que Pikachu cayó de su hombro… sin embargo la pokedex no cayó. Quedó suspendido en el aire.

La pantalla se ilumino mostrando un rostro cómico y le salieron unas protuberancias a la carcasa que podrían tomarse como extremidades.

– ¡Alola! – dijo el aparato y él joven abrió bien los ojos –. Un placer en conocerlos a todos. Yo soy el Rotomdex.

– ¡No lo puedo creer! – Exclamó Ash–. No sabía que los Rotom podían hacer eso.

–Pueden si tienen el hardware adecuado – comentó Kukui –. Es una aplicación que revolucionará las enciclopedias portátiles Pokémon. Aunque este sea el primer modelo nos ha salido bastante bien a mi parecer.

El Rotomdex se acercó levitando hasta donde Pikachu y en su pantalla apareció la imagen de uno de su especie.

Pikachu. El ratón eléctrico. Almacena electricidad en su cuerpo. Si no la libera de vez en cuando y se desfoga, puede sufrir estrés. Lo mejor para incitarlo a hacerlo es jalarle la cola.

Con esos bracitos tomó la cola de Pikachu y se la jaló abruptamente. El roedor eléctrico chilló y liberó una potente descarga que electrocutó a los presentes, incluyendo a Rotomdex. El resto de Pokémon retrocedió con susto. Los jóvenes y el profesor quedaron aturdidos y chamuscados.

Luego de descansar un par de minutos los efectos del shock desaparecieron. Ash y Pikachu comían unas malasadas que les ofrecieron. Era a manera de disculpa y a manera de soborno.

–Sólo quisiera que le hicieras una prueba de campo a Rotomdex – Le dijo amablemente el profesor.

Ash trató de preguntar algo teniendo la boca llena. No pudieron entenderle y esos modales inquietaron un tanto a la rubia. Luego de tragar el bocado habló.

– ¿Prueba de campo? ¿Quiere decir llevarlo como si fuera mi Pokedex?

–¡Exactamente! Contribuirás muy bien al desarrollo de este dispositivo y ni se diga que serás el primero en usarlo.

–¡Así es! ¡Siéntete honrado! ¡Rotom! – vitoreaba la dex viviente. Ash y Pikachu no estuvieron tan emocionados, pero no tenían un plan concreto en mente. Alola no contaba con una liga propia.

–Supongo que podemos hacerlo – terminó por responder.

–Perfecto. También quisiera que Lillie te acompañara.

– ¡¿Yo?! – Exclamó la chica.

–Considéralo parte de este trabajo. Puedes hacer una bitácora del desempeño del Rotomdex.

–Con todo el respeto profesor, creo que esa es precisamente la tarea que le ha dado a él y si me voy si quiera por un día quien sabe lo que usted hará.

–Oye eso duele– Kukui puso cara de tristeza ante la mirada acusadora de Lillie–. Entonces decidámoslo con una prueba –Señaló a la incubadora en la mesa –. Dime la especie de Pokémon. Si aciertas puedes quedarte y si no lo haces vas con Ash.

Lillie se preguntó si acompañar a Ash era sólo una excusa para hacerla tomar un tiempo lejos del laboratorio y del trabajo… eso o el profesor quería hacer algún experimento alocado con pocas medidas de seguridad. De cualquier forma no creía que podría equivocarse. Lo meditó un momento. Pueblo paleta… no recordaba donde quedaba. Pero pensó que sería suficiente con el color del huevo y lo que sabía de Kukui.

–Es un Slugma–contestó–. Lo quiere para criarlo y examinar su comportamiento en las áreas volcánicas de esta región.

–Oh vaya – dijo el profesor frotándose la barbilla –. Colocar un Pokémon de una región completamente distinta en un ambiente al que está acostumbrado y desafiar un tanto el equilibrio ecológico del lugar. Suena cómo algo que yo haría definitivamente… Fallaste.

Lillie dio un respingo y sus mejillas ardieron por la vergüenza.

–Definitivamente esa propuesta de experimento la dejaré para ponerla en marcha en el futuro. Mientras tanto Ash, te encargo a Rotomdex y a Lillie.

Esas últimas palabras solo sirvieron para colorar más el rostro de la chica. Ash no estaba seguro cómo reaccionar. Se limitó a sonreír.