Hola. Aquí una nueva historia de Rickon Stark. En este caso, la llegada de la que sería su esposa a Invernalia, además del matrimonio y la noche de bodas. La historia será de 2 partes. Aquí está la primera.
Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.
La Señora de Invernalia parte 1:
307 D.C.
Rickon
Se encontraba en el patio del castillo. Estaba esperando a los jinetes que se acercaban por el camino. Hacía unos momentos había llegado un guardia de las colinas. Afirmaba que un gran grupo de personas se acercaban por el camino; al menos 70 jinetes. En sus estandartes se veía el oso negro de la Casa Mormont.
Sabía lo que significaba. Un año antes su protector, Howland Reed, había hablado con él acerca de una cuestión importante que debía ser solventada. Su matrimonio. Al principio se había mostrado reacio a hablar del tema, pero finalmente fue convencido, con el argumento de que su compromiso debía ser tratado, pero que eso no significaba que se debía casar de inmediato. Habían hablado durante horas, pensando en todas las posibles novias que el norte tenía para ofrecer. Hijas, nietas, sobrinas y primas de los señores del norte. Habían considerado a todas, desde las casas más grandes hasta las menores, pero al final él se había decidido por una.
Ahora su prometida se acercaba. Lyanna Mormont, la quinta y menor de las hijas de Lady Maege Mormont, señora de la Isla del Oso. Lyanna era cinco años mayor que él; ella ya era toda una mujer. Por sugerencia de Howland, él había pedido que Lyanna viniera a Invernalia y se quedara durante un año antes de que se casaran.
Entonces, de pronto escuchó el trote de los caballos que se acercaban, lo que lo hizo volver al presente. Se puso lo más recto posible, alzo la barbilla y dirigió su mirada hacia las puertas. De pronto vio pasar a Lady Maege a la cabeza de la columna, seguida de cerca por sus hijas. Todas las mujeres Mormont llevaban cuero y cota de malla, y de sus cintos colgaban armas.
Y detrás de ellas, encaramada en un caballo bayo, estaba una muchacha con una melena oscura suelta que le llegaba a la mitad de la espalda. La miró por unos momentos, al tiempo que ella hacía lo mismo con él. Mantuvieron sus miradas entrelazadas en el otro por unos momentos, hasta que Lady Maege, que había desmontado, soltó un carraspeo y se adelantó.
"Lord Stark" –dijo, al tiempo que realizaba una inclinación respetuosa.
"Lady Mormont" –le devolvió el saludo, al tiempo que intentaba que su mirada no se desviara hacia la menor de las hermanas Mormont- "Bienvenida a Invernalia. Confío en que el viaje haya sido tranquilo"
"Lo fue, mi señor" –le respondió ella, su voz definitiva. Hizo un gesto hacia atrás, y sus hijas desmontaron y avanzaron- "Estas son mis hijas: Lyra, Alysanne, Jorelle" -fue presentándolas al tiempo que ellas le asentían en gesto de saludo- "y esta es Lyanna, mi hija menor" –la chica en la que había fijado su mirada avanzó un poco más que sus hermanas y le hizo una reverencia.
No supo que fue lo que lo impulsó, pero antes de poder meditarlo bien avanzó hasta estar frente a ella, le tomó la mano enguantada y se la llevó a los labios. Depositó un beso suave en sus nudillos y le susurró "mi señora" en vos baja, aunque supuso que su madre y sus hermanas lo escucharon.
Luego de eso se quedaron en un silencio incómodo que duró unos momentos hasta que ella le dio un asentimiento y una sonrisa, que aunque fueron pequeños y parecían forzados, fueron suficientes.
Decidió seguir adelante, tratando de salir del momento incómodo: "Seguramente estaréis cansadas del viaje; mi mayordomo las guiara hacia sus habitaciones. Sus hombres pueden quedarse en los barracones, si os parece bien"
"Desde luego. Gracias, Lord Stark" –habló una vez más Lady Maege. Luego de eso siguió al mayordomo, al tiempo que sus hijas iban detrás de ellos. No pudo evitar notar como 2 de las hermanas mayores Mormont estaban apretando los labios, parecían reprimir una sonrisa.
Lyanna
Su madre y sus hermanas se quedaron una semana más. Comieron todas las noche a la misma mesa que Lord Rickon, y aunque su madre e incluso sus hermanas hablaron a menudo con él, ella apenas si le dirigió unas palabras en cada comida, y el tampoco hizo un esfuerzo para hablarle.
Él día en que su familia se fue para volver a la Isla del Oso sintió como se le apretaba el corazón. No quería alejarse de ellas tan pronto. Lord Stark estaba en el patio también, y se despidió con toda cortesía de las demás mujeres Mormont. Pero cuando los últimos guardias Mormont hubieran salido por las puertas Lord Stark simplemente la miró por unos momentos, claramente incómodo con la idea de estar a solas (relativamente hablando) con ella, por lo que dirigió un asentimiento respetuoso hacia ella y se alejó, yendo en dirección al bosque de dioses.
Ahora era de mañana; se acababa de despertar en su cama y estaba cubierta de pieles para evitar el frío. Por las ventanas se podía ver una nevada ligera cayendo sobre el castillo. Se quedó unos momentos así, envuelta en pieles hasta el cuello y pensando en su…prometido.
Lord Rickon Stark….. llevaba 2 semanas viéndolo todos los días y aún no sabía nada de él. O al menos nada importante. Iba todos los días al bosque de dioses, y cada mañana entrenaba un par de horas en el patio de prácticas. Luego se encerraba en el solar del Señor con el Maestre y recibía clases hasta la hora del almuerzo. El resto del día lo usaba para recibir campesinos de la Ciudad del Invierno y dictar juicios, siempre asistido y aconsejado por Lord Reed.
No es que fuera feo, ni de cerca. La primera vez que lo vio tuvo que reprimir la sonrisa de interés que le quiso nacer en el rostro. El chico con el que se suponía debía casarse tenía pómulos altos, nariz bien formada y dientes largos y rectos. Sus hombros eran anchos para alguien de su edad, sus piernas largas y su pecho amplio. Sus ojos eran de un azul que le recordaba al mar. Su frente era pequeña y al final de esta empezaba el cabello rojo fuego que le caía por la espalda y le llegaba hasta unos dedos debajo de sus hombros. En más de una ocasión le habían picado las manos por envolver sus dedos en esa cabellera.
Pero sin importar lo apuesto que fuera, Rickon Stark era serio. Melancólico. Quizás hasta frío. En ninguna ocasión lo había visto sonreír; cuando emitía juicios, cuando comía, incluso cuando ganaba en un entrenamiento. Se preguntaba si él sería capaz de sonreír.
También estaba el hecho de que era joven; demasiado joven. Por más que pareciera y tuviera el cuerpo de alguien mayor, seguía siendo un muchacho. Sus mejillas y su barbilla habían perdido toda la grasa infantil, pero no tenían aún ni la sombra de una barba. Cuando dictaba juicios parecía fuera de lugar al lado de Howland Reed. Cuando los veía juntos no podía evitar los pensamientos de su cabeza, de que Lord Reed era el hombre y Rickon Stark era el niño.
Al final decidió que no tenía caso pensar más en esas cosas, por lo que se levantó y pidió que le trajeran el desayuno a su habitación. No creía que a Lord Stark le molestase si ella comía a solas un día. Para cuando volvió la muchacha del servicio con un par de huevos cocidos en agua, una hogaza de pan y un tarro de cerveza, ella ya se había vestido con un jubón viejo que tenía en el fondo de su guardarropa y un par de pantalones de lana. Cuando terminó su comida se ató el pelo en una cola de caballo y se fue en dirección al patio de entrenamiento.
Al llegar al lugar se encontró con todo un espectáculo. A diferencia de las veces anteriores en que lo había visto, esta vez Rickon Stark no estaba peleando contra un hombre; peleaba contra 2. Ambos eran miembros de la guardia de Invernalia, lo que claramente se notaba en sus jubones con huargos bordados, cota de malla y cascos de metal. Los 3 estaban usando espadas y escudos de madera. Lord Rickon parecía un lobo; saltaba de un lado a otro, esquivando con habilidad cada estocada y golpe que le daban sus oponentes, al tiempo que su escudo y su espada se mantenían cerca de su cuerpo, listos para bloquear cualquier ataque. Entonces, de pronto, atacó; sus ojos debieron ver una oportunidad y atacó con su espada. Golpeo con rapidez, y antes de poder registrarlo bien, los 2 oponentes del joven Señor de Invernalia yacían en el piso, luchando por levantarse.
El hombre con el que se suponía debía casarse estaba jadeando, al tiempo que el sudor le corría por la frente. Un mechón de cabello se le pegaba a la frente. Se limpió el sudor de la frente con el brazo del jubón y entonces pareció reparar en ella.
Se vio sorprendido por un instante: "Mi señora" –dijo, su voz cortés pero cansada, sin duda a causa de su esfuerzo anterior- "Espero que hayáis dormido cómodamente"
"Así fue, mi señor" –le respondí- "Os estuve viendo hace un momento. Fue una demostración impresionante" –dije. En general, no era de hacer alabanzas a nadie, pero en esta ocasión decidí ser sincera.
"Gracias" –me contestó él.
No supe muy bien porque, pero en ese momento me vi incapaz de guardar silencio: "¿Querrías entrenar conmigo?" –me encontré preguntando.
Él me miró durante unos momentos, aturdido. Sin embargo, luego de eso me dio una sonrisa. Era una sonrisa pequeña, pero era mejor que ninguna.
Un minuto más tarde, y armada con un hacha de doble filo y un escudo de madera, me puse en posición e hice el primer movimiento.
Rickon
Habían pasado ya 4 lunas desde que Lyanna y yo nos habíamos conocido. Nos había tomado una luna entera entrar en confianza uno con el otro, y abandonar las formalidades de "Lord" y "Lady". Habíamos pasado mucho tiempo uno con el otro. Habíamos salido a cabalgar y a cazar juntos. Habíamos entrenado todos los días en el patio de prácticas, donde casi valía la pena perder solo para ver su sonrisa al ganar. Habíamos hecho un picnic junto al río, donde hablamos durante horas y nos conocimos mucho más. Habíamos paseado por el castillo y la Ciudad del Invierno. Con cada día que pasaba me encontraba más a gusto con ella.
Tengo la mitad de mi mente en intentar persuadir a Lord Reed y Lady Mormont de adelantar la boda.
Bueno, hasta aquí el final de la parte 1. La siguiente parte la estaré subiendo en una semana (a menos que me dejen bastantes reviews queriendo saber la conclusión de esta historia, en cuyo caso TAL VEZ lo adelante un par de días), así que salu2 y que tengan buena semana.
