No es lo que haces con tu boca, mi muñeca rota lo que solicito.
Te puedes dejar la ropa mi muñeca rota no la necesito.
No es la calentura andar en tu cintura lo que estoy buscando,
Es un poco de ternura para ver si cura lo que estoy pasando.
UNA DULCE TENTACIÓN
CAPITULO # 1
Por. Tatita Andrew.
Hacía menos de una hora que había enterrado el cuerpo sin vida de su madre, la había cuidado con tantas atenciones, con desvelos, casi sin dormir por verla recuperarse, pero a pesar de todos sus esfuerzos al fin había sucumbido a su enfermad.
-¿Qué va a ser de mí ahora?, no tengo a nadie en el mundo
La joven rubia de 18 años, estaba sentada al filo de la cama, analizando la vida miserable que le esperaba a partir de ahora, la única familia directa que tenía era su padre, el hombre que le había dado la vida, pero ni eso la hacía feliz, nunca había entendido la razón por la cual su padre jamás había tenido un gesto amable, para ella, tal vez una palabra de aliento, o tal vez solo un poco de consuelo, era mucho pedir un poco de amor y comprensión por parte de él.
Escucho unos golpes en la puerta de su cuarto.
Y al abrir era uno de los pocos sirvientes que quedaban en la casa, anunciándole que su padre la esperaba en la estancia.
Camino lentamente como presintiendo que esa llamada cambiaría su destino para siempre.
Junto a su padre una señora de uno 50 años, tal vez y excesivamente maquillada para su gusto, el cabello de color rojo intenso, unas mejillas rojas por los cosméticos, un labial color rojo y barato, la verdad se veía muy vulgar, aunque ella no sabía si eso era posible pues siempre ha sido una niña de casa, pero por la forma en que se vestía, daba a lugar que era una mujer de muy dudosa reputación, tenía un vestido demasiado ceñido a su cuerpo en contraste con el vestido sencillo y recatado que ella portaba, el vestido dejaba ver todos sus hombros, unas piernas largas y en su mano un abanico que mecía de un lado a otro tal vez por el calor, que siempre estaba presente en la pequeña casa.
-Toma asiento Candice- dijo su padre como siempre en tono frío. Y Saluda a nuestra invitada la señora Madame Rose.
Ella hizo una reverencia antes de sentarse a pocos metros entre su padre y la extraña mujer.
-Candice- hablo su padre un poco brusco -Madame Rose, es dueña de un local muy concurrido por todos en Chicago, y está buscando chicas que la ayuden en su negocio, y por supuesto que le he dicho que a partir de mañana podrás irte a vivir con ella.
-¡Qué!, yo no me quiero ir a ningún lado esta es mi casa.
-Tú harás lo que yo te diga, ya vas a cumplir 18 años, y por ende serás mayor de edad, por lo que no tendré ninguna obligación de mantenerte más, además entre tu madre y tú volvieron mi vida miserable ya es hora de que hago lo que guste con mi vida sin pensar que tengo que ocuparme de ti.
-No tengas miedo mi niña conmigo no te pasara nada, mi negocio es un lugar respetable -intento apaciguar los ánimos la señora sentada en la estancia que hasta ahora había sido su hogar.
-Eso tendría que comprobarlo yo con mis propios ojos, dijo Candy- y créame señora que si de mí dependiera, jamás me iría con usted.
-Cállate muchacha insolente grito su padre. Respeta a nuestra visita, lamento mucho el exabrupto de esta niña, pero a partir de mañana ya no será mi responsabilidad, usted puede hacer con ella lo que se le la gana.
La señora se levantó muy despacio y empezó a dar vueltas alrededor de ella, analizando cada uno de sus rasgos y movimientos, Candy se sintió asqueada, como un caballo que estuviera a punto de ser comprado.
-mmm, Es muy bonita la muchacha un poco brusca, pero estoy segura de que le vendría muy bien a mi negocio una chica como esta.
-Bueno me retiro señor White, a primera hora mandare a un cochero para que la recoja yo la estaré esperando en mi negocio, fue un gusto hacer trato con usted dijo con una sonrisa hermosa, se notaba que bajo el exceso de maquillaje había una mujer hermosa, tal vez en su juventud hubiera roto más corazones que nadie pensaba Candy.
-Nos vemos niña, tu vida cambiara a partir de ahora.
Ella no dijo nada se quedó hundida en ese asiento sin poder asimilar cada una de las palabras dichas en la sala, que clase de negocio tendría Madame Rose, y porque su padre la odiaba tanto eran preguntas que constantemente se hacía la rubia.
-¿Por qué lo has hecho padre? ¿Por qué me has vendido como si fuera un animal? Se escuchó preguntar con asombro pues nunca se había atrevido a contrariar a su padre.
-Porque la verdad solo te soportaba por tu madre, pero ahora que al fin ha estirado la pata, pues no quiero seguir fingiendo que me importas, a partir de mañana no quiero saber nunca más de ti.
-Pues no me voy a ir a ningún lado –grito y si me obligas te juro que escapare.
El padre se acercó a ella con toda su fuerza, le propino un golpe seco en su mejilla derecha, sentía como esta le latía después del golpe, e instintivamente se llevó su mano a la cara para suavizar el dolor.
-Tú harás lo que yo te ordene, y pobre de ti donde intentes escapar pues te ira mucho peor, ya Madame Rose, me pago por ti, y no pienso devolverle el dinero, lo que haga contigo me importa un pepino.
-Por qué me odias padre dijo a punto de llorar.
-Quieres saber por qué te odio, está bien prepárate para la verdad. Te odio porque cada vez que te miro, me acuerdo de la traición de tu madre, pequeña mocosa, me acuerdo que tu madre me fue infiel y que tú eres producto de esa infidelidad, por eso nunca he podido quererte porque tú no eres mi hija por eso me importa lo que pase contigo, todos estos años te he despreciado.
-Eso es mentira.
-Puedes creer lo que creas pero la verdad, me importa poco, pero no puedes ocultar las cosas como yo te he dicho tu madre era una prostituta igual que tú. Lamentablemente no eres ni bella para mi gusto porque si no te hubiera tomado como amante pero ni para eso me sirves, habrá que ver que tendrás que hacer allá con Madame Rose. Lástima que no estaré allí para verlo y con una sonrisa malévola la dejo sola con todos sus fantasmas.
Llorando desconsolada sin nadie que la ayudara y más sola que nunca en el mundo.
A la mañana siguiente iba con el corazón a mil por horas dentro de un carruaje, polvoriento de cueros negro, en sus manos una pequeña maleta con dos o tres vestidos, frecuentemente tenía que prenderse de los pasamanos colocados en los lados de la puerta porque el cochero le hacía perder a cada segundo la tranquilidad, pero al estar tan entretenida tratando de no volar por los aires, le daba un poco de alivio pues no la dejaba pensar en lo que la esperaba al llegar a su nuevo destino.
Después de un viaje de dos horas nada cómodo por cierto se bajó con la ayuda del cochero, y se quedó deslumbrada con el enorme letrero que colgaba en el sitio.
LA CASA DE MADAME ROSE
Se preguntaba qué clase de sitio sería mientras avanzaba lentamente al entrar una música se escuchaba en el sitio, y un sinnúmero de chicas andaban de un lado para otra, si pensaba que Madame Rose estaba vestida muy provocadora cuando estuvo en su casa, aquellas muchachas, estaban prácticamente desnudas, con solo brasiers, ligueros algunas con plumas otras con sombrero era como ver un desfile de moda, algunas se maquillaban pero en su inocencia Candy ni sospechaba que clase de sitio era ese lugar.
Al verla Madame Rose hizo colocar a todas las chicas en fila para ser presentada ante Candy.
-Ven querida acércate a mí. Hola chicas denle la bienvenida a Candy White a partir de este momento formara parte de nuestra familia.
Todas las chicas se acercaban a saludar a Candy a besarla o abrazarla jamás en su vida, nadie había sido tan cariñosa con ella ni siquiera su propia madre, después de las presentaciones se quedó a solas con la dueña del negocio.
-Disculpe Madame Rose cual es la finalidad de su negocio.
- ja ja muchacha de verdad eres ingenua.
-Eres virgen pregunto sin ninguna alteración en su semblante.
-Por supuesto que sí dijo toda roja, como se atreve a insinuar otra cosa.
-Pequeña Candy la finalidad de mi negocio, es dar placer a los hombres, los alegramos por un rato, y los hacemos olvidar de todos sus problemas sin preguntarle nada, y de ahora en adelante tu harás lo mismo que las demás, sospecho que pagaran muy bien por ti ya que ningún hombre te ha tocado, como decirte vas a ser codiciadas por todos, además de que tu belleza es única tienes unos ojos verdes demasiados deslumbrantes.
-Usted pretende que yo me acueste con hombres diariamente, vendiendo mi cuerpo, yo no soy una prostituta señora.
-Pues Candy recuerda que ahora trabajaras aquí eso te convertirá en una, igual que nosotras, pero no te preocupes, yo me encargare de cuidarte, para eso tenemos a Manuel, si ves al hombre fuerte y alto que está en la entrada, él es el que procura que ningún cliente se propase con mis chicas y que las respeten. Tendrás que cobrar por noche el valor establecido en la tabla que se encuentra junto al bar, y de eso el 25% es para mí y el resto será tu paga, pero si le has caído muy bien al cliente te puede dar algún cariñito eso ya será extra tuyo. Me entendiste.
-Candy con recelo y un poco nerviosa hizo un asentamiento con la cabeza en señal de aprobación.
-Ven aquí mi niña no te preocupes, la abrazo la dama de cabellera roja, todo va a estar bien, yo sé que estas nerviosa, pero te aseguro que aquí todas somos una gran familia, y nos queremos mucho, y verás que con el tiempo te acostumbrarás.
-Ve a tu cuarto allí te deje algunos regalos, para ti comenzarás esta misma noche para que te vayas ambientando, estoy segura que los hombres se van a pelear por ti.
-Muchas gracias Madame Rose.
-Ah Candy me olvidaba preguntarte quieres ponerte algún apodo la mayoría de las chicas lo usan para no ser reconocidas por sus familias, o por los mismos clientes para proteger su identidad.
-No es necesario mi nombre es Candy y no lo voy a cambiar además de que ya no tengo familia a quien le importe lo que haga de ahora en adelante.
-Ya la tienes Candy, aquí está tu familia mi niña en este local, encontraras un verdadero hogar.
Con los nervios a flor de piel se dirigió a la habitación designada, y a pesar de lo horrible de la situación se sintió emocionada por la belleza de ropa encontrada sobre la cama, unos vestidos muy hermosos, bueno la verdad no dejaban nada a la imaginación, pero decidió que si ese era el destino que le tocaba vivir no le quedaba más remedio que resignarse, había de todo desde ligueros, vestidos, guantes, sombreros, interiores de todos los colores y de tela, seda, raso, algodón, nunca en su vida había visto tanta ropa junta, justo cuando estaba disfrutando de la ropa una joven muy hermosa de cabello negro asomo por su puerta.
-Hola nueva bienvenida, dijo la mujer entrando y sentando sobre la cama. Mi nombre en Magdalena.
-Gracias.
-Eh, pero mira nomas que hermosa ropa, se nota que le caíste muy bien a Madame Rose, pues te ha comprado todo muy bonito y de muy buena calidad. ¿Cómo fue que llegaste hasta aquí?
No podía ocultarle la realidad.
-Mi madre murió y el hombre que hasta ayer pensé que era mi padre, me vendió a Madame Rose.
-No te lamentes todas aquí tenemos una historia, en mi caso mi padrastro intento abusar de mí a los 14 años, y cuando le conté a mi borracha madre no me creyó, prefirió a su amante que a su propia hija y cuando ese gordo horroroso lo volvió a intentar decidí huir de casa, anduve robando y mendigando hasta que me encontró Madame Rose, si no hubiera sido así mi destino era morir en las calles.
-Lo lamento mucho, dijo intentado esbozar una sonrisa.
-¿Has estado con un hombre Candy?
-No dijo toda avergonzada.
-Uy una virgen esta noche los hombres se pelearan por ti como perro por un hueso. Al ver la cara horrorizada de Candy le dijo es una broma amiga pero sospecho que van a pujar por ti. El único consejo que te puedo dar es que no te enamores de nadie, entrega tu cuerpo pero no tu corazón, y no saldrás lastimada, aunque algunos hombres te ofrezcan sacarte de aquí eso casi nunca llega a suceder, y aunque así fuera alguien te reconocería afuera. Fíjate en mí estoy locamente enamorada de Alberto, ha prometido sacarme de aquí, pero hasta la vez hace nada, me confeso que está recogiendo un dinero para llevarme con él. Tú crees que pueda estar diciéndome la verdad.
-Yo creo que sí dijo -Candy con convicción aunque nunca se había enamorada en la vida, espera con ilusión que esas palabras pudieran ser verdad. –Creo que cuando hay amor todo lo puede vencer.
-Bueno te dejo darte un baño, y estaré aquí para ayudarte a ponerte hermosa, esta noche será tu estreno.
Dos horas más tarde se apreciaba su figura ante el enorme espejo, no podía creer que la imagen que se proyectaba fuera ella, ella quien hace menos de 24 horas, dormía en su humilde casa, con sus vestidos sencillos, ahora estaba en el burdel más famoso de Chicago, en la espera de su estreno esa noche, Magdalena la ayudo con el maquillaje, aunque en verdad no le había puesto mucho pues le había confesado que mucho maquillaje opacaría la belleza natural de Candy, un pequeño vestido celeste con un volado que le llegaba por encima de sus rodillas, de un lado dejaba desnudo uno de sus hombros y por el otro, se enganchaba suavemente con una pequeña flor, era bastante apretado, nunca pensó que tendría una cintura tan estrecha y unos senos tan sugerentes, parecía otra persona, tal vez a partir de esa noche nacería una nueva Candy.
Salió en compañía de Magdalena pues le había pedido que no la dejara sola. Miro a su alrededor a hombres borrachos, disfrutando el baile de una sensual chica, y otros algunas chicas sobre sus piernas mientras besaban su cuello, una de las chicas llevo un vaso de whisky a un caballero y este se lo agradeció dándole una nalgada en el trasero.
Ella abría los ojos atentamente, jamás en su vida había estado en un sitio como ese, y jamás había visto a hombres y mujeres disfrutando de su sexualidad, sin tabúes sin reproches.
A medida que avanzaba algunos ojos se posaban sobre ella y se sentía desnuda a pesar de llevar la escasa ropa que llevaba encima.
Decidió mejor quedarse en un pequeño rincón oscuro a observar todo, ya que Magdalena fue capturada por un hombre mientras caminaban.
Se preguntaba quién sería el hombre que la poseyera por primera vez, tal vez algún viejo como ese que estaba bebiendo allá, tal vez algún borracho como otro hombre que yacía dormido a causa del alcohol. Rogo a los cielos que por lo menos fuera alguien amable que no le hiciera daño.
En un rincón oscuro observo a un hombre que la miraba detenidamente, sentía su mirada sobre toda su piel, se notaba serio, mientras bebía un vaso de whisky pero sin quitarle los ojos de encima. Trato de desviar la mirada pero era como si el hombre de ojos azules atrajera la suya como un imán no podía observar bien su rostro, debido a la sombra que no la dejaba poder apreciarlo mejor. Y cuando sus ojos se volvieron a encontrar con los azules nuevamente el hombre alzo su copa en dirección a ella en modo de saludo. Mientras vaciaba todo su contenido dentro de su boca. Esto la molesto mucho, pues al hacerlo hizo una especia de media sonrisa irónica para ella. Trato de pensar en que eso la incomodaba y se dirigió hacía Madame Rose que la presentaba a los clientes más adinerados como si ella fuera un trofeo.
Al cabo de una media hora, su suerte ya estaba echada pues un hombre más o menos de unos cuarenta años, que le había dicho que era un Asistente a Ministro le había susurrado al oído que iba a pagar por ella para pasar la noche juntos. Y se dirigió a Madame Rose con ese propósito. Las piernas le temblaban aunque intentaba mantener la calma para no salir corriendo de ese lugar antes de que fuera demasiado tarde. ¿Pero a dónde iría?
Después de un breve intercambio entre el hombre y la dueña del negocio se aproximaba a ella con una sonrisa que no le gustaba mucho.
Suspiro cuando este le ofreció el brazo para dirigirse a la habitación, por solo un instante se debatía entre ir o no ir. Hasta que decidió que no tenía más alternativa.
Cuando estuvo a punto de llegar hasta alcanzar la mano extendida, un brazo un poco brusco la jalo sin siquiera ella poder objetar no sabía por quién era arrastrada hasta una de las habitaciones, intentaba mirar a Madame Rose, con preocupación hasta que el hombre que ella pensaba que iba a ir a la alcohoba se paraba justo delante de ellos dos impidiendo el paso.
-Disculpa yo ya pague por esta chica. Dijo el cuarentón.
-Qué pena contigo amigo, -dijo con desdén- Búscate otra puta porque esta noche, ¡esta es mía!
Justamente llegaba Madame Rose para impedir un escándalo y le ofreció al asistente de Ministro otra de las chicas, y se alejaron para nada molesto el cuarentón.
Al llegar a la habitación y escuchar que la puerta se cerraba a sus espaldas se volteo para mirar bien quien era el hombre que la había arrastrado tan violentamente.
Y allí estaba apoyado sobre la puerta cerrada el hombre que estaba bebiendo el whisky en el rincón del Salón.
CONTINUARÁ
Chicas este fic va a ser un poco fuerte, así que solo mayores de 18, bueno primer capítulo amigas me dejan comentarios y sugerencias.. y estaré contenta de responder todas sus dudas.
Saludos..
