Malos pensamientos
Dijiste que me amabas. Me protegiste de mis recuerdos extravagantes, de los zombies y del Hombre de Negro que decías odiar. Te obsequié uno de mis besos, esos que guardaba para la primera chica que se fijara en mí sin reparar en que mi apellido, que era el nombre de una empresa multinacional. Me miraste como si estuviera loco. No me disculpé. Ahora soy restos en el fondo de un abismo repleto de hierro retorcido y las ratas muerden mis falanges. Así y todo, te recuerdo. Tú y tu sonrisa de hombre fuerte, seguro de sí mismo, mientras que le disparabas a los malos y me librabas de morir. Antes de matarme. Tú y esa sonrisa de Jinete Apocalíptico. Tú y tus pistolas, enormes, viriles, dándome malos pensamientos. Molesto de nuevo conmigo por llorar de placer en tus brazos, ante esas caricias que me procurabas.
