¡Hola! Bien, esta es mi segunda historia de Kuroshitsuji. En esta también habrá un pequeño Spoiler, pero es el que ya se leyó en: Todos Tenemos Corazón, así que bien, sin nada más que decir, espero que os guste:

Ese ángel…Observando.

Sobre la blanca y pura nieve, una figura se distingue. Una pequeña niña de largos cabellos negros, corretea, salta, baila y canta por las frías y nevadas calles de Londres.

La visión es cada vez más pálida, cada vez es más distorsionada, la niña se aleja…

-¡Ah!-Una joven muchacha, de largos cabellos negros, reposaba en una cálida cama de mantas blancas.-Fue…fue un sueño…-Acertó a decir la joven entre jadeos. Estaba sudando, sus comúnmente pálidas mejillas, eran ahora rosadas, sus siempre vivos ojos, denotaban miedo, toda ella temblaba…

Picaron a su puerta.

La joven carraspeó, para que su voz no sonara firme, pero dulce como siempre. Preocupar a los demás es lo que ella menos quería…Aunque le costara su vida…O su cordura…

-Adelante.-Dijo la joven firme y dulcemente.

-Buenos días señorita, ¿Dormiste bien?-Preguntó el mayordomo de oscuro cabello y ojos rubí que acababa de entrar. Procedió a abrir las cortinas, dejando que toda la luz entrara, y consiguiendo que la azabache cerrara su ojo izquierdo, ocultando sus hermosos ojos negros.

-Perfectamente, gracias…

El mayordomo sonrió.

La muchacha se reincorporó en la cama.

-¿Ya está el Conde en el comedor?

-Sí.

-Ya veo…

-¿Quiere que la ayude a vestirse?

-No es necesario, soy capaz de hacer algo tan fácil como eso, in embargo, gracias.

-Es mi deber, Lady Snow.

-Sabes que puedes llamarme por mi nombre…

-Entendido, Lady Pure (N/A: Se lee "Piur" de "Puro" no leáis "Pure" por favor)

-Así mejor.-Sonrió la joven.

El hombre hizo una pequeña y educada reverencia, y salió de la habitación de la joven.

Pure se vistió rápidamente, con un vestido aquamarina, que poseía un pequeño escote, y un lazo negro a la altura de la cintura, unas medias blancas, y unos zapatos negros de charol, con una brillante rosa roja, en la punta de cada zapato.

Peinó su cabello, recogiéndoselo en un moño, y haciendo una trenza alrededor de este para enmarcarlo. Tras usar las mil horquillas que tenía, se miró una vez más en el espejo, y acercó su delicada y blanca mano hacia una pequeña cajita en forma de concha, que poseía en su interior unos polvos para enrojecer sus labios. Cuando su mano ya casi la rozaba, paró en seco, y retrocedió un poco.

-No…No soy lo suficientemente bonita…

Una vez dicho esto en susurro inaudible, bajó hasta el comedor donde, efectivamente, el Conde la esperaba.

-Siento haberte hecho esperar…

El Conde negó con la cabeza, en señal de despreocupación, le indicó un asiento a su lado, a lo que Pure se sentó, y comenzaron el desayuno.

Una joven sirvienta, de indeterminado color de cabello, se acercó a mi con una botella de vino en las manos. La mujer estaba algo despistada, y acabó tirando todo el vino, fuera de la copa, la joven Pure, por suerte, se levantó rápido y su vestido, pálida y hermosa piel, y brillante oscuro cabello, salieron intactos del accidente.

El conde parecía un poco enfadado.

-¡Ah! Lo siento, lo siento mucho, Lady Pure, no ocurrirá de nuevo….-Se apresuró a disculparse la sirvienta, haciendo más de cien reverencias por segundo.

-Está bien, no te preocupes.-La tranquilizó Pure, con su inocente y dulce sonrisa.

-¡Mey-Rin! Rayos, deberías revisarte las gafas…-Dijo el Conde Phamtomhive.

-P-pero…No quiero cambiar de gafas…-Se excusó Mey-Rin en un susurro.

-¿Por qué ese interés tuyo en estas gafas, Mey-Rin?-Le preguntó Pure, en un tono entre preocupado y dulce.

-B-bueno…Me…me las dio el Conde…Junto con mi nueva vida…-Esto último, lo dijo en un susurro casi inaudible, que apenas Pure si escuchó.

El Conde se sonrojó un poco, el mayordomo lo miró con su típica sonrisa de medio lado, y Mey-Rin solo se tapaba la cara con sus manos. A pesar de todo, un común día en la Mansión Phamtomhive.

Tras este pequeño y común espectáculo, Sebastián se fue a la oficina del mayordomo, Mey-Rin, Bard y Finnian comenzaron a hacer sus tareas, el Conde Phamtomhive, se dirigió a su oficina, para revisar ciertos "asuntos confidenciales" y Lady Pure, se dirigió a su habitación, sin nada que hacer.

Una vez Lady Pure se encontró en su habitación, cerró la puerta con seguro tras de sí, y se tiró boca abajo en su cama.

-Parece que todo el mundo menos yo tuviera algo que hacer. Todo el mudo tiene un papel en el mundo…menos yo. No creo que mi existencia sirva de nada para nadie…Es totalmente inútil…Soy totalmente inútil…-Decía la azabache con lágrimas asomando, enmarcando sus hermosos ojos negros.-Quizá hago una montaña de un grano de arena…Seguro eso me dirían mis padres…Pero no puedo evitar…Sentirme triste por esto. También dirían…Que me menosprecio…pero es mejor que sobrevalorarme…Quizá esta estúpida existencia…Sea la excepción que confirma la regla, de que todos nacieron para algo…O quizá todo es una mentira, y TODO solo tiene el valor que le queramos dar…Pero claro, creer en una, solo hace que menospreciar la otra, y tampoco quiero eso…¿Seré egoísta…?

La joven se torturó con esto durante horas, no podía pensar en otra cosa. De pronto, sintió hambre, al mirar la hora, vió que eran las cuatro y cincuenta y seis.

-"En cuatro minutos Sebastián me llamará para la hora del té. Seré paciente."-Se dijo a sí misma, intentando calmar su hambre.

Efectivamente, cuatro minutos después, Sebastián llamó de nuevo a la puerta de la muchacha.

-Lady Snow, el té está listo.

La muchacha pasó esos cuatro minutos secando sus lágrimas, y lavándose la cara para que no hubiera rastro de haber llorado. Si algo se le daba bien, era esto. Ahora llegaba la hora de la verdad, tenía que conseguir controlar su ténue voz.

-Muchas gracias, Sebastián. Pero me llamo Pure…-Dijo la joven con una tan falsa, como gran sonrisa, dibujada en la cara.

El mayordomo asintió, y se retiró, seguido de Lady Pure.

Una vez en el jardín (las ceremonias de té se hacían en el jardín):

-Siento haberle hecho esperar, Conde Phamtomhive.-Se disculpó la muchacha, haciendo una pequeña reverencia, sujetando ambos lados del vestido, levantándolo un poco.

-No me hiciste esperar y…Puedes llamarme Ciel, nos conocemos desde siempre…-Dijo el Conde con un tono algo serio, pero relajado.

-E-entendido…Ciel…-Dijo la joven algo sonrojada, y tartamudeando.

En cuanto Pure se sentó, Sebastián hizo una reverencia y se retiró.

Tras un par de minutos, Sebastián volvió con una gran bandeja de plata, tapada por una gran tapa ovalada del mismo color. Una vez se encontró al lado de su Bocchan, se agachó, colocándose a su altura, y separó lentamente la tapa.

En el interior, colocada minuciosamente en el centro de la bandeja, había una pequeña carta rosa. El sobre despedía un cálido olor a rosas. El lacre era rojo puro, y contenía el escudo de la familia Middleford.

El Conde Phamtomhive abrió la carta, con el abrecartas que Sebastián le proporcionó, y se dispuso a leer en voz alta.

¡Ciel-Ku~n! Estoy muy, muy, muy, muy contenta.

¡Voy a vivir en la Mansión contigo y Pure-Cha~n!

-Oh, no…-Susurró Ciel entre la lectura de la carta.

¡Lo estoy deseando!

Estás tan contento como yo, nee?

-No mucho…

Tengo muchas ganas.

Estaré durante unos meses.

-Pero, ¿Por qué?

Y si te preguntas porqué, mis padres dicen

Que debemos formar más lazos.

-No colorees de rosa mi mansión, por favor.

Dicen que hemos ido perdiendo desde…

Aquel día…

-Tch (N/A: Intento fallido de Onomatopeya de chasquido de lengua)

Mañana en la tarde ya me encontraré allí.

Saludos para Pure-Chan.

Atentamente: Elizzabeth Middleford.

-No…

-Vamos Ciel, hace mucho que no vemos a Lizzy, será divertido…

-Para ti, que no sufrirás que tu mansión sea rosa, tus sirvientes igual, y hasta tu mayordomo sea muñeca. Incluso yo mismo soy muñeco de vestir…Como eres chica no te importa, pero…

-En serio Ciel puedes llegar a ser tan infantil…-Comentó Pure, con tono dulce.-Debe de ser porque te arrebataron pronto la niñez…A mí tampoco me gustan los vestidos que me pone, pero no tengo remedio, y no voy a ser tan mal educada como para rechazarlos…

El Gran Conde Phamtomhive, Cabeza de familia Phamtomhive, dueño de la Juguetería Phamtomhive, y Perro Guardián de la Reina, resopló como niño pequeño, y se retiró sin decir palabra.

Un pequeño suspiro salió de la boca de la joven Pure, y se retiró a sus aposentos.

La joven subió las escaleras a paso ligero, hasta llegar a su habitación. Cerró la puerta con pestillo, y se sentó lentamente en su cama. Sus sentimientos en ese instante eran tan contradictorios. Tenía presente lo que sentía por Ciel, pero no por ello odia a su mejor amiga, Elizabeth Middleford, ni mucho menos. Ellos siempre fueron buenos amigos, y la joven azabache no rompería esos lazos por nada…Aunque no podía evitar sentirse… ¿Mal? No, se sentía feliz…Feliz de volver a reír con Lizzy…Feliz de volver a estar los tres como siempre… ¿Cuándo surgió ese nuevo sentimiento hacia Ciel? Incluso le costó reconocerlo, pero ¿Cómo, o por qué, cuándo, surgió ese sentimiento hacia Ciel?

Ella solo…No quería recordarlo…No podía recordarlo. Cuanto menos pensara en eso, mejor para todos…Para ella misma, para Lizzy y…Y para Ciel. Ellos son tan especiales para ella…

-"Más que nada. No los perderé por nada…"

Pero…No sabía que su vida cambiará repentinamente…Más bien, que tomaría el giro esperado del Destino. Su Destino ya lo decidió ese día… Hace muchos años…Con una acción tan común para ella, que nunca pensó que tuviera una tan grande repercusión…

-"Una noche fría se cierne sobre Londres. Un Velo de oscuridad recae sobre todos los rincones de pequeñas callejuelas. Solo el destello de la Luna en Cuarto Creciente ilumina un poco la fría y oscura noche."-Pensaba algo inquieta.-"Esto no parece bueno…"

-Mañana lloverá…-Comenté para mí misma, observando el cielo.

Tras unos momentos de observar l cielo, dirigí mi mirada hacia la Mansión Phamtomhive…

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¡Y hasta aquí el primer capi!

Muchas gracias a todo el que lea esto.

Espero que me digáis que os pareció :3

Puedo hacerlos más largos…

Es que no me gusta aburrir con el primer capi.

¿Merezco reviews?

Sayo!