Disclaimer: Digimon no me pertenece.
Notas: En honor a #digiOTPweek2k17, un reto del foro "Proyecto 1-8", para mi Blue.
Title: Café au miel
Rating: G
Genre: Friendship/Romance
Prompt: Todo fandom necesita su coffee shop AU.
Lunes
Los lunes por la mañana, Yamato ni siquiera voltea hacia la puerta cuando la campanilla suena. Es uno de los días más ocupados de la semana y la mitad de sus clientes están lentos, más dormidos que despiertos mientras que la otra mitad zumba con energía y emoción; realmente no sabe cuál es peor. Se enfoca en dar seguimiento a todas las ordenes sin hacer un desastre, lo que ayuda a que el día se vaya más rápido y que no pierda la cabeza.
Esto es, en parte, por lo que realmente no le importa estar a cargo de las ordenes mientras que Sora se ocupa de la caja registradora, muy somnolienta aun para manipular objetos calientes tan temprano por la mañana. Tomar las ordenes puede ser un reto por su cuenta, especialmente cuando los clientes tartamudean o lo miran fijamente (la popularidad viene con un alto precio).
—Un latte con un poco de miel, por favor. Ah, ¿puedes agregarla antes de la leche? De otra forma la espuma queda muy dulce y el café amargo...
—¿Te ocupas? —Sora pregunta y Yamato ya está en ello. Deja caer dos cucharadas de miel pura en el vaso y agrega el espresso caliente, asegurándose de mezclar muy bien antes de agregar la leche espumosa. Espolvorea solo un suspiro de canela al final y le desliza la bebida a Sora.
—Ja ne, Yasuo-san. Sora-san.
Apenas alcanza un vistazo de rosa y gira sus ojos.
«Debe ser una estudiante de arte, o algo así».
Martes
Sora es muy buena con los clientes, recuerda sus nombres, dibuja cosas lindas en sus vasos y a menudo les deja algo de crema batida extra en sus ordenes. Tiene una sonrisa amable, del tipo que las chicas le devuelven con alegría y los chicos reciben con miradas estúpidas, que a su vez hace que Yamato gire sus ojos hasta lo más profundo de su cabeza. Pero de vez en cuando hay un chico que entra y la convierte en un desastre andante; estos son momentos que él atesora, porque es tan raro verla tan decididamente tímida.
Yamato es educado y tiene muy buena memoria, lo cual es una ventaja en este negocio cuando el día es muy atareado y todos se pelean por ser responsables por su dolor de cabeza. Pero también es impaciente y a veces se rehúsa a interactuar con cualquiera estrictamente fuera de protocolo. Esto lo convierte en el desafortunado blanco de chicas de secundaria que vienen a sentarse por horas, viéndolo y riendo y a veces escribiendo sus números en servilletas que él ni siquiera pretende leer.
—¡Hola!
La chica frente a él es muy bonita y por un momento, Yamato se siente completamente impactado por este hecho. No está viendo su rostro, concentrándose en vez de ello en el extenso menú tras él, haciendo que redoble su esfuerzo por no suspirar.
—¿Quisieras unos minutos para ver el menú? —pregunta en su voz más neutral. La chica niega con la cabeza y le sonríe. Ampliamente.
—No, está bien. Tomaré un agua de frambuesa y menta con hielo, por favor.
—De inmediato.
Gira para preparar su orden y hacer el cobro. La chica lo recibe y con la mirada más displicente hacia su gafete, sacude una mano diciendo:
—Gracias, Yamoriko-san.
Sora alza una ceja.
—¿Yamo-riko?
Yamato hace un sonido, tsk, irritado. Apenas es martes y ya quiere rendirse.
—Ni siquiera lo pienses.
Miércoles
Los miércoles Yamato toma el turno de la tarde porque tiene clase por la noche y necesita sus mañanas para descansar y avanzar en sus asignaciones. Estos son buenos turnos usualmente, algo ocupados porque también es el día que revisa los niveles de bodega y el horario de la próxima semana para los trabajadores a medio tiempo. Realmente no es su trabajo, pero su jefa, Nadeshiko-san, se ha percatado que los otros colaboradores le tienen algo de miedo y no lo desaprovechará.
Está finalizando el horario cuando ella llega y solo la reconcoe por el inusual, soñador rosa de su cabello. Está cargando varios libros en sus manos y se ve cansada pero muy bonita y Yamato se obliga a sí mismo a sonreír cuando ella lo hace, periféricamente, antes de sentarse en una mesa para dos cerca de la ventana. No pasa mucho tiempo para que la acompañe un joven alto y guapo con cabello corto y oscuro y lentes claros. Ella se ve feliz al verlo pero Yamato voltea hacia otro lado, buscando a Sora.
Ella observa la escena tan cuidadosamente como puede, pero un violento sonrojo la traiciona.
Yamato sonríe.
—¿Quieres que vaya?
—No seas tonto —dice, frunciendo el ceño. No es un buen look para ella. —No me importa.
Evita un golpe en su brazo y ríe por lo bajo ante su negación. Hace contacto visual con la chica por un instante y le sonríe vibrantemente, tanto que lo sonroja y decide irse a la oficina trasera hasta que se ha ido.
Jueves
Vuelve el jueves, con un vestido amarillo y un sombrero de sol. Sus lentes tienen la forma de corazones y Yamato está preparado para apostar una buena cantidad a que va a pedir la bebida rosa con brillitos que está en oferta. Está a punto de sugerirlo, de hecho, cuando ella voltea atrás de él y saluda con la mano a Takuya.
—Bienvenida, ¿qué te puedo ofrecer hoy?
—Japaccino —le dice, sonriente—. ¡Con crema batida extra!
—No hay problema, pero tendremos que—,
—Tranquilo, sé que es extra —le acerca su pago y guiña cuando le entrega su orden—. ¡Gracias, Yamaguchi-san!
La ceja de Yamato tiembla. Ella es la definición de 'extra', si alguna vez lo ha visto.
—No es—,
Pero ya se ha ido, saludando con la mano de espaldas hacia él, dejando una brisa de apenas-contenidas-risillas.
Viernes
Es viernes por la tarde y el café está lleno de estudiantes universitarios y colegiales y algunos vecinos simpáticos. No se supone que vendría el día de hoy, pero Izumi se ha enfermado y él tiene tiempo (el pago extra no es malo y siempre es bueno que Izumi le deba una), así que está ayudando tras el mostrador mientras que el resto se encarga de las mesas. La chica de cabello rosa ha vuelto y esto de inmediato irrita a Yamato. Está sentada en una mesa cerca de la ventana, directamente en su rango de visión. El mismo chico de antes la acompaña y Sora no tarda en traer su orden (té verde y pastel de chocolate para él, café au miel y una rebanada de pastel de zanahoria, posiblemente para ella).
—Creo que es su novia —Sora declara con pesar. Es normal tener algún flechazo con uno de los clientes regulares, especialmente para alguien tan amigable como Sora. Megane-kun (como Yamato se refiere a él), parece ser simpático, algo despistado, estudiante de medicina y comprobado Chico Bueno, también la clase de hombre que una persona como Sora no podría resistir. Para la mala fortuna de Sora, parece estar muy prendado de la chica bonita con él (esto le da igual a Yamato, sin importar lo brillante de su sonrisa).
—Probablemente—se encoge de hombros.
—¡Se supone que debes darme ánimos!
—¿Cuándo lo he hecho? Además, si realmente quisieras, podrías invitarlo a salir.
En vez de hacerle un rudo gesto con la mano (no habría esperado menos de ella), Sora carga su azafate y continua con sus clientes mientras el resto del equipo sirve, mezcla, sacude y decora bebidas de distintos tipos y tamaños. Yamato ha terminado de entregar una orden de seis capuccinos dobles (espumosos) a un grupo de adolescentes y es pillado por una visión en rosa que acompaña un penetrante aroma floral. Se mezcla de maravilla con el café, algo que nota y luego descarta con alarma.
—¿Puedo ayudarte con algo?
La chica se apoya en su mostrador, su barbilla en mano. Está viendo hacia su mesa, donde Sora asiente al joven de lentes que continua negando con su cabeza y manos — parecen estar muy nerviosos.
—Es terrible en estas cosas. ¿Sabes que hemos venido toda la semana para ver a Sora-san? —Cuando Yamato no contesta (está en shock aún), ella sonríe con picardía—. Si esto no funciona, nada lo hará. He tirado su té.
Su boca se abre y luego hace una mueca.
—Noso—ella cree que eres su novia.
—¿Sí? Espero que se le ocurra aclararlo —dice, riendo. Sus ojos se arrugan en las esquinas y Yamato trata de no quedarse viendo—. Bueno, tomaré otro café con miel para llevar, por favor. Puedes agregarlo a su cuenta.
Observa a Sora, que mueve sus pies con nervios mientras Megane-kun juguetea con sus lentes. Su amiga parece estar más divertida que con malicia así que, sorprendiéndose a si mismo, le sirve lo que pidió y lo escribe bajo su propia cuenta.
—Muy amable, Yaku-san.
—No soy—,
—¡Me avisas qué tal va!
Sábado
Para crédito de Yamato, esta vez está preparado para ella (o tan preparado como se puede estar, considerando), así que cuando ella entra con ahínco a su establecimiento (no es coincidencia que él está en el mostrador hoy también), Yamato la saluda con una sonrisa fresca y cargada.
—Bienvenida, ¿qué tomarás hoy?
Ella mira a Sora en el fondo, que le saluda con un diminuto movimiento de la mano que la hace sonrojarse y cuando voltea de nuevo hacia Yamato, está decididamente menos compuesta.
—Jyou dice que él no pagó mi café —dice, sin andarse con rodeos. Yamato asienta, impresionado.
—Una muestra de consideración de Sora.
—Sora-san tampoco lo pagó —sus ojos se achican—. Ya he verificado.
—Hospitalidad de la casa, entonces.
—No sabía que eran tan generosos.
—Somos un negocio magnánimo. No fue nada.
—En esa caso ... gracias por nada, Yakamochi-san.
Esto es lo que ha esperado y juzgando por el movimiento de sus ojos y el brillo de diversión en los suyos, ella también.
—Es Yamato.
—¿Qué es?
—Mi nombre. No es Yaku, no Yamaguchi, no—,
—¿Yamoriko?
—Especialmente no eso.
—Ya veo —dice, tirando sus cabellos rosa caramelo sobre un pálido y fino hombro—. Bueno, ja ne, Yamato-kun.
Sus dedos (los suyos, más que todo, pero ella no se retira) permanecen por un momento y nunca antes el calor de una taza humeante de café le pareció tan dulce.
—¿No me dirás tu nombre?
Se inclina sobre el mostrador, parada sobre sus puntillas para besar el aire a su alrededor, lo suficientemente cerca para que pueda ver el espolvoreo de pecas en su nariz y mejillas, oler la dulzura de su brillo labial. Tan lejos.
—Domingo. Pregúntame de nuevo, Yamato-kun —y toca su oreja dos veces, sonriendo mientras deja el negocio y podría jurar que al aire alrededor de ella brilla.
Domingo
—Espresso, leche espumosa, miel y la cantidad justa de canela.
—Una bebida excelente, si lo digo yo mismo.
—Mis cumplidos al chef —asienta suavemente, tomando el vaso cálido de sus manos.
—Barista. No cocino, en realidad.
—¿Para nada?
Yamato se encoje de hombros y se sienta en la silla opuesto a ella, un macchiato entre ellos salvándolo de estar demasiado desocupado—. No soy adverso a ello.
—¿Dónde está tu delantal, Señor Taza-Perfecta? —pregunta, viéndolo con interés. Está usando una camisa blanca y vaqueros azul oscuro, botines de gamuza hasta el tobillo que le dan a su look casual un toque de elegancia. Ella se ve devastadora en un vestido corto de denim, cardigan rosa en sus hombros prestándole al sonrojo de sus mejillas y resaltando las luces de su cabello.
—No estoy trabajando hoy — se esconde tras su taza, dando un pequeño sorbo y considerando su siguiente movimiento—. ¿Quisieras salir a caminar conmigo? —Y se detiene, su sonrisa llegando hacia el azul claro de sus ojos. Toca su oreja, dos veces—. Mimi-san.
Mimi es toda sonrisas, dientes blancos y rojas manzanas en sus mejillas. El sabor a miel es dulce en su lengua.
—Me encantaría.
