Esto es un fic de one-shots y viñetas varias, de ATLA y LOK, que está orientado a cumplir con mis deudas.

Ya no tan serio, soy de endeudarme, y se puede notar, así que este fic está hecho para publicar todo lo que debo y sé que deberé xD. De momento, el primero es para Humpty (Dumpty Duh), con medio cariño y medio no. Aunque espero que te guste un poqueeto.

Ninguno de los personajes en ninguno de los relatos de todo este fic me pertenecen, aunque las tramas son mías originales, o inspiradas en algo. Cualquier excepción será aclarada.


Rating: M (creo)

Personajes principales: Korra, Amon

Pairing: Amorra

Inspirado en el video de Killing Loneliness de HIM.

Matando Soledad.

Ella tenía un compromiso todas las semanas. Él tenía una regla impuesta a sí mismo. Era miércoles, y ella caminaba por las calles lluviosas. El día era gris, triste. Ni un alma caminaba por donde ella, se encontraba sola. Iba a paso apurado, no quería llegar tarde o tendría que esperar otra semana. Llegó hasta la puerta, y la abrió sin esfuerzo. Después de todo, siempre la dejaban abierta. A nadie se le negaba la entrada.

El hombre que estaba en el mostrador la miró desinteresado. La reconoció, pero no comentó nada, sino que se limitó a apoyar una moneda sobre el mostrador y seguir leyendo la revista que tenía. Ella estuvo agradecida, no quería perder el tiempo hablando. Tuvo que atravesar otra puerta antes de llegar a donde quería. Un cuarto pequeño, donde había una silla orientada hacia una televisión. Podía ver de reojo la luz roja parpadeante de la cámara. Era el precio a pagar por lo que hacía. Realmente no le importaba. Se sentó, y puso la moneda n una ranura que había al costado de la televisión.

No podía decir lo que hacía ahí, ni siquiera a sus amigos. Y aunque entendía que podía dar cierta reserva, a ella en ese aspecto se le hacía que todos eran unos hipócritas. Ellos iban al mismo lugar, los había visto atravesar esa puerta, escondida para que no la vieran. Asami, Mako, Bolin y Opal. Los cuatro, al menos una vez al mes se aparecían por ahí. Los dos últimos entraban juntos. En lugar de admitir lo que eran, o aceptarlo, o al menos no hacerse los espantados cuando ella les contó que lo hacía, se cubrían la cara con una máscara de sociedad.

Podía imaginarse a Asami sentándose, mientras la pantalla se prendía. Tocándose las piernas de manera sensual, levantando su vestido lo suficiente para darle algún placer al que estaba detrás de la cámara. La veía mirar el video, excitándose, poco a poco, mordiéndose los labios, para llegar al punto de no resistir más y empezar a darse placer. Lento todo el tiempo, para aprovechar el video al máximo.

Podía imaginarse a Mako, sentado con una cara de embobado, queriendo tocar la pantalla. Lo veía en la misma silla en la que estaba ella en ese instante, moviéndose algo incómodo por su ropa, queriendo desnudarse en ese lugar y en ese momento. Llegando al mismo punto de Asami, tocándose morbosamente mientras el video corría.

Podía imaginarse a Bolin y a Opal, ella sentada sobre su pierna, acariciándose los brazos, frotándose las piernas, encendiendo el uno a la otra, para mirarse dos segundos a los ojos y empezar a besarse, empezar a hacerlo. Empezando a desnudarse de la cintura para abajo, para no tomar tanto tiempo. Volviéndose salvajes.

Podía imaginarse a todos. Pero el video ya empezaba.

Había algo en las personas que salía en ese video que le fascinaba. Se quedaba viendo hipnotizada, y sin darse cuenta se empezaba a sacar lo que tenía puesto, ya sin importarle la cámara en ningún grado, ni siquiera notándola. El hombre del otro lado grabando y viendo todo, pero sin dejar de prestar atención a su revista. Después de todo, la grabación no era para él, sino para otro, que estaba en el mismo edificio, y veía constantemente a todos los que entraban.

Korra no podía sacar sus ojos de la pantalla. No sabía si era por el sexo en sí, por los cuerpos desnudos frente a ella, por la música erótica de fondo o por qué, pero quería ver eso todo el día. Sabía que no podía, y que en el fondo se iría satisfecha, pero en ese momento, el placer hacía que ella quisiera quedarse a vivir ahí. No se imaginó que el hombre que no leía la revista la veía con un ojo especial.

Él había puesto ese lugar para que todos pudieran aliviar la tensión del día, para que pudieran dar rienda suelta a aquello que se consideraría tabú hacer en otra parte. Todos iban, a todos le gustaba, pero nadie lo admitía. Incluso miembros del Consejo, y hasta el presidente, iban a su pequeño emprendimiento. Sin fines de lucro.

¿Por qué esa chica le estaba interesando tanto? Parecía tan compenetrada con el video, tan metida en la "historia", que parecía no darse cuenta de la presencia que él casi tenía en el cuarto. Podría, quizás… pero no. Era la promesa que se había hecho a sí mismo. Amon nunca había roto esa promesa, y no quería que esa muchacha fuera la excepción. Aunque, viéndola ligeramente transpirada, gracias en parte a la calefacción, con su ropa a medio sacar, su cabeza hacia un costado dejando ver su cuello. Era la primera vez que se excitaba tanto viendo a uno de sus clientes.

¿Cuánto duraba ese video de mierda? Si no terminaba pronto, él no podría contenerse mucho más. Quería descargarse, pero no lo haría él, quería que alguien lo hiciera por él. Pero tampoco podía despegarse de la pantalla. Era todo un dilema. Sin poder evitarlo su mano empezó a moverse. Inconsciente por un momento. Al darse cuenta de lo que estaba por hacer, decidió tomar medidas drásticas. Nadie podía echarlo, no había nada de malo en ir una vez. Solo un rato, solo un momento. Lo harían rápido y él se iría de nuevo, dejando que ella siguiera con su vida.

Bajó las escaleras, y fue hasta el lugar donde recibían a la gente. No miró en ningún momento al hombre que estaba en el mostrador, sino que fue directo hacia la otra habitación, donde sabía que estaba ella.

Abrió la puerta sin hacer ruido, y la cerró de la misma manera. A pasos cuidadosos, para no romper la atención de la chica en la pantalla, se acercó. La mirada de lujuria que él tenía en ese momento era incomparable. Parecía como si la fuera a agarrar de manera salvaje y sin siquiera preguntar su consentimiento. Cuando estuvo casi a su lado, se agachó un poco hacia adelante, haciendo que sus rostros quedaran a la misma altura, uno junto al otro. Susurró la letra de la canción de fondo del video, haciendo que su aliento diera contra el oído de Korra. A ella un escalofrío le recorrió la espalda y el cuello. No se giró, pero levantó sus brazos lentamente. Entendiendo la indirecta, él tomó la remera de la chica desde abajo y fue levantándola. Ella, mientras tanto, se deshacía de los jeans que tenía puestos. Su ropa interior era negra. Casi lencería parecía. Él acercó su boca al cuello de ella, besándolo de manera fuerte y posesiva. Dejaría marca. Las manos de Amon fueron hasta el abdomen de Korra, recorriéndolo en círculos, una mano terminando por desviarse hacia arriba y otra hacia abajo. La primera trató de desabrochar la prenda que traía puesta. La otra, se quedó simplemente quieta.

Para él, con eso bastaba. Ambas manos empezaron a subir ahora, llegando hasta los hombros de Korra, separándose del cuerpo de la chica después. Ella no despegó los ojos de la pantalla en ningún momento. Él se irguió, y caminó fuera del cuarto. Una vez en la recepción, suspiró, sabiendo que otra vez había roto su regla. Aunque, como se decía siempre, si era con esa chica, no contaba. Ella empezó a llorar de manera débil. Siempre pasaba lo mismo. Alguien aparecía, pero ella nunca se movía para ver su rostro. Aunque de reojo podía distinguir algo, se daba cuenta que era sólo una máscara. Después de eso, ella terminaba por satisfacerse con el video, vestirse otra vez, e irse.

Ella tenía un compromiso todas las semanas con alguien que ni siquiera conocía. Él tenía una regla impuesta a sí mismo que se permitía romper solo con ella. Ambos eran tristes, ambos estaban solos. Pero cada miércoles, por unos minutos, mataban la soledad juntos.