Hola! traigo aqui una historia que ya tiene su tiempito ( la escribí hace com años ja ja ) y bueno para que no se pierda, aqui esta, espero les guste! ya esta terminada, son algunos capitulillos y ps... no se, me gusta meterme con cosas raras ja ja XD ya veran por que lo digo, dedicado a todas las personas que lean, muchas gracias de ante mano :)
The angel of darkness.
Cap. 1 dudas...
Por que había ido a ese lugar? Por que se había dejado arrastrar hasta ahí? No era su tipo de lugar, entonces no entendía como había terminado sentado en la barra de un bar del centro de la ciudad.
La respuesta? Sus amigos, que insistieron en ir, y por alguna extraña razón había aceptado, aunque definitivamente a gusto no estaba, ya tenía 2 horas sentado en la barra del bar jugando con la misma bebida que había pedido al llegar "un wiskey en las rocas" había dicho, pensó que era lo mejor, mucha presión, mucho trabajo y el supuesto elixir de la felicidad haría que olvidara su vida por un momento; "hermosas promesas" piensa mientras lanza un suspiro por enésima vez, la verdad era que ni siquiera había acercado el trago a sus labios, solo divagaba acerca de la vida, de su vida.
Sus amigos? Hacía rato que se habían alejado socializando con la gente del lugar, lo había invitado a conocer chicas, pero, él, eternamente serio "o mas bien aburrido" meditó, declinó la invitación, así que prefirió quedarse sentado con la mirada perdida, la espalda encorvada y un trago en la barra sin terminar, simplemente pensando….
- Hey Giani! Dame 2 wiskeys de juanito caminante y un ruso y un charro negro!- El barman asintió ante el chico que se había apoyado descaradamente sobre su hombro, lo volteo a ver extrañado, no podía culparlo, la barra estaba llena y la única forma de poder pedir algo era encimarse unos a otros. El chico sintió la curiosa mirada del joven sobre el que se apoyaba, lo miro y le sonrió con inocencia, el joven sonrió a medias y volvió nervioso la mirada hacia el frente.
- 2 Wiskeys Jhony Walter, un ruso y charro negro, son 50 euros Kyrios.-
El chico fue sacado de su ensimismamiento por el braman, saco la billetera y pagó los tragos los cuales se llevo a la mesa donde se encontraban sus acompañantes, el que se quedo en la barra, le lanzo una mirada de reojo y lo siguió hasta que llego a su mesa, lo había impactado, alto, cabello rubio, cuerpo atlético, ojos azul turquesa y una sonrisa capaz de derretir los hielos del Ártico.
Sin pensarlo y por primera vez, tomo el trago frente a él y le dio un largo sorbo, el hielo se había derretido y el wiskey había perdido un tanto su sabor, pero aun así, el picor del licor le raspó la garganta haciendo que hiciera muecas.
Había escuchado el nombre del chico, pero, como era? Keyros, Kilos? "nombre extraño" se dijo, una palmada en la espalda y un par de chicos que se le encimaron, lo sacaron de sus cavilaciones.
- Que acaso no piensas salir de la barra en toda la noche?- pregunto el que se encontraba a su derecha.
- Déjalo Kanon, ten en cuenta que en su vida ha venido a un lugar así- dijo condescendiente el chico de los ojos verdes a su izquierda, para después sonreír abiertamente.
Los hermanos Gemelli, apellido que curiosamente encajaba a la perfección con los gemelos, en apariencia idénticos y en comportamiento muy diferentes. Los había conocido en su primer viaje al Vaticano, haciéndose los 3 grandes amigos.
- Lo siento chicos, es solo que… no me siento con muchas ganas de "celebrar" hoy…- dijo el joven con desgana, los gemelos se lanzaron uno a otro miradas significativas.
- Vamos Camus, no me vas a decir que sigues pensando en lo mismo…- le dijo Kanon mientras estrechaba al pelirrojo en un semi abrazo, Camus sonrió.
- Anda Camus, trata de divertirte un poco, que si te trajimos aquí, no fue para que te pusieras a meditar- le dijo el gemelo de su izquierda, Camus lo miro con seriedad.
- Lo sé Saga, es solo que… no es algo tan fácil de olvidar, y una noche de copas, no ayuda…- Camus bajo la vista dando por terminada la charla. Los gemelos se volvieron a mirar uno a otro, Saga negó lentamente con la cabeza al ver que Kanon quería replicarle, lo dejaron renueva cuenta en la barra, con la promesa de que al momento que quisiera irse les avisaría, claro que no les diría nada, ellos se estaban divirtiendo, podía ser huraño, antisocial, serio, aburrido y frió, pero no un aguafiestas, así que se trago su hastío, suspiro una vez mas y siguió jugando con su bebida viendo pasar arto- lentamente el tiempo.
Había pasado cerca de un hora desde que los gemelos se le habían acercado y francamente, se estaba durmiendo, aun con la música estridente que hacía que le pitaran de manera infernal los oídos, comenzaba a cabecear, el bar se comenzaba a vaciar, eran cerca de las 4 de la mañana y el alcohol había logrado su cometido en la mayoría de los presentes, Saga y Kanon habían desparecido de su vista, pero no le preocupaba, los gemelos podían ser borrachos pero irresponsables no, sabía que en cualquier momento aunque arrastrándose, llegarían a él para decirle "ya es hora" y así tendría que cargar con ambos y llevarlos hasta el departamento, para, al siguiente día, tener que ayudarlos a lidiar con una resaca marca diablo, en la cual ambos chicos le harían jurar que nunca más los dejaría tomar, él, lo juraría solemnemente sabiendo que a la siguiente semana se repetiría la misma historia, con la excepción de que el ya no estaría con ellos.
Sonrió ante sus reflexiones, era la última semana que estaría con los únicos amigos que tenia, el lunes siguiente tendría que tomar la decisión más importante de su vida, solo que, dudaba en hacerlo.
- Hey Giani! Dame un tequila doble!- grito un chico que se sentó a su lado, la barra se había despejado bastante, así que había varios lugares solos, giró la cabeza para mirar al mismo chico rubio que hacia horas se había recargado sobre él.
El dichoso rubio, saco una cajetilla de la bolsa de su camisa, para segundos después darle la primera calada al cigarro, que descansaba ahora en sus dedos, el rubio lo miro y le dirigió una media sonrisa mientras expelía el humo de sus pulmones.
Camus hizo un movimiento de cabeza para devolver el saludo, mientras que el barman le servía al chico un pequeño vaso con el licor, el chico lo tomo, lo levanto ante el barman y ante el en señal de salud y lo bebió todo de un sorbo, al final contrajo las líneas de su rostro para después limpiarse la garganta y lanzar un grito de yujuuu! Y terminar dándole otra calada al cigarro.
Camus se dio cuenta de que no le había quitado la vista de encima hasta que vio los labios del chico moverse, fue entonces cuando supo que este le hablaba.
- Perdón?- dijo Camus mientras parpadeaba confuso al volver en si, el rubio sonrió divertido ante el despiste del extraño pelirrojo vestido de negro a un lado de el.
- Dije que soy Milo, mucho gusto, y tu cómo te llamas?- El rubio extendió su mano después de su pequeña presentación, Camus se quedo quieto mirando la mano extendida hacia él, sin saber qué hacer, alzó su vista hacia el rostro de Milo y vio una sonrisa burlona en sus facciones, entonces reacciono.
- Ammm, lo siento, soy Camus, mucho gusto.- dijo mientras sacudía con cortesía la mano de Milo.
- Y bien Camus, vienes de un velorio o algo así?- Pregunto con total naturalidad el rubio, Camus se quedo perplejo un momento.
- Como dices?-
- Lo digo por tu vestimenta, toda de negro…- Milo apunto hacia el señalando que efectivamente, los zapatos, pantalones, camisa y saco eran totalmente negros, Camus se miro a si mismo confuso por un momento, el chico tenía razón, como no se le ocurrió verter algo más informal? Pero estaba tan acostumbrado al negro que a él no se le hacía raro, aun así, eso no evitaba que la gente pensara cosas que no eran.
- Yo? No, no, no vengo de ningún velorio…-
- Entonces, eres Darketo, sacerdote, satánico o algo así?- La curiosidad de Milo no tenia limites, hizo sonreír divertido a Camus, era la primera vez que hablaba con un completo extraño que le preguntaba el por que de su ropa, y lo encontraba hilarante.
- No, no, para nada… bueno tal vez si…- dijo no muy convencido el pelirrojo, Milo alzó una ceja al no entender su respuesta, Camus se giro a medias para quedar frente a él, se abrió un poco el cuello del saco dejando ver una cintilla blanca en el cuello de la camisa, Milo alzo ambas cejas sorprendido, Camus se volvió a cerrar el cuello y se acomodo nuevamente con la mirada hacia la cantina.
- Waw! Eres un Sacerdote…- Camus asintió monótonamente.
- Así es… aunque la verdad, todavía no, me ordeno el lunes- dijo el pelirrojo con la voz a pagada y su mirada fija en el vaso.
- No pareces muy contento que digamos… además que trae a un seminarista a estos "tugurios" de perdición?- Camus no pudo evitar reír, realmente este chico era muy curioso, lo miro a los ojos, y vio que esperaba la respuesta, respiro profundamente acomodando sus ideas.
- Antes que sacerdote o aprendiz de, soy un chico con ganas de desahogar sus presiones y como cualquiera de mi edad, busco las respuestas en el alcohol…- dijo a la vez que levantaba la copa y le daba otro sorbo para terminar haciendo gesticulaciones. Milo se quedo pensativo, meditando las palabras del seminarista.
- Según lo que entiendo, tu, no quieres ser sacerdote…- no lo comentó, lo aseveró, Camus abrió los ojos en sorpresa.
- Y tu que eres? Una especie de psicólogo o qué?- Camus prefirió cambiar el tema, Milo sonrió.
- No exactamente, soy un columnista, escribo en el periódico del Vaticano, nunca has leído mi columna?- pregunto mientras encendía otro cigarro.
- Ahhh, si claro, eres el que escribe esa columna tan difamatoria del clero, como se llama? Ah sí, el aguijón del escorpión…-
- Jaja, exactamente, ese mismo-
- Umm, en ese caso, creo que no hablare mas o terminare siendo objeto de tu terrible critica- ambos sonrieron.
- No te preocupes, ahora estoy de vacaciones, aunque, definitivamente, no puedes negar que sería una gran historia la de un seminarista que no está seguro de su fe…- Camus estaba perplejo, le impacto la capacidad deductiva de Milo, claro que no iba a darle la razón a un periodista y menos al que cada mañana hacia mordaces comentarios acerca de la iglesia a la que posiblemente representaría.
- Estas mal Milo, si hay algo de lo que realmente estoy seguro es de mi fe-
- De ser así, entonces por qué no quieres ser sacerdote?- Milo lo interrumpió, a Camus estaba comenzando a incomodarle la situación.
- Por qué piensas eso? Por qué crees que no quiero ser sacerdote?- Milo sonrió ampliamente ante la irritación del seminarista de ojos azules, y para hacer mas desesperante el momento, con toda parsimonia pidió otro trago, le dio un sorbo y una fumada a su cigarro, le dedico una sonrisa cínica a lo que Camus solo frunció el entrecejo.
- Bueno, cuando vez a un hombre sentado por 4 horas en la barra de un bar, con el mismo trago y mirada de tribulación, sabes que algo le aqueja, pero cuando descubres que este hombre es un seminarista intentando "olvidar" su realidad por unos minutos sabes que éste tiene un gran problema con respecto a su vocación.-
Camus realmente estaba impactado, tuvo que sonreír cuando Milo termino su discurso, nunca pensó que sus actitudes serian captadas con tal lujo de detalle como para deducir tal verdad acerca de el.
- Estoy en lo cierto, cierto?- dijo Milo triunfante.
- Como lo haces?...-
- Años de buscar mis mejores historias en la gente de la barra de un bar…- Ambos sonrieron.
Siguieron platicando por cerca de una hora, discutiendo las razones de Camus y otros temas en general, Camus se dio cuenta de que a Milo le encantaba platicar, era un excelente conversador y podía hablar de cualquier tema.
- Entonces, según lo que dices, tienes fe, pero no confías en la iglesia?- Camus asintió.
- No exactamente no confiar, si no que, eh estado toda mi vida dentro de este ambiente, y aun en la "santa iglesia" hay corrupción, y eso me hace dudar- Milo asintió dando por validas sus razones.
- Bueno, si lo que quieres es no ser sacerdote, entonces renuncia.-
- No es tan sencillo…- Milo lo miro dudoso, para después sonreír picadamente, Camus presintió que algo estaba tramando el rubio, el cual se levanto de su lugar y se puso frente a él.
- Ya verás que sí, es más, déjame decirte que yo tengo un titulo en desvocacionar gente- le dijo mientras le sonreía y pedía otra copa de vino, Camus se quedo perplejo, Milo realmente lo divertía, cuando este tuvo la bebida a su lado, levanto el vaso y metiendo los dedos en el líquido, roció un par de veces la cabeza y cuerpo de Camus, mientras cerraba los ojos y murmuraba palabras ininteligibles, Camus estaba bastante asombrado.
- Que… que haces?- Milo abrió un momento los ojos para verlo con un enojo fingido.
- Silencio, no me interrumpas, que no vez que te estoy desvocacionando?- Camus sonrió pero le siguió la corriente al rubio, el cual después de rociarle medio vaso, lo tomo con ambas manos de la cabeza, la cual le sacudió un par de veces aun con los ojos cerrados y diciendo un poco más fuerte, como para que Camus lo oyera…
- Oh Dios! Deja a este tu hijo desvocacionarse, ya que él no tiene los pantalones suficientes para hacerlo solo, estoy yo aquí oh señor para ayudarlo! Enséñale que si no quiere ser sacerdote es mejor que no lo sea… in nomine pater et filli et spiritu sancti amen…-Milo abrió los ojos para ver a un Camus boquiabierto, al verse a los ojos, no pudieron evitar estallar a carcajadas.
- Estas loco Milo…- Milo calmo un poco su risa, para pararse nuevamente frente al seminarista, tomando un poco de compostura.
- Em, esto aun no acaba, falta la parte más importante del rito de desvocacion, dame tu cinta.- pidió extendiendo la mano hacia un confuso Camus.
- Mi qué?...-
- Tu cinta…- le repitió mientras sus manos se dirigieron al cuello de su camisa, para desabotonarla del área del cuello y sacar la cinta blanca, se acerco un cenicero, y la puso ahí, Camus estaba cada vez más confuso y asombrado.
- Que piensas hacer?...- Milo no contesto con palabras, simplemente saco su encendedor, roció un poco de licor sobre la cinta y después le prendió fuego ante los estupefactos ojos de Camus.
- Has quemado el símbolo de mi sacerdocio…- Dijo Camus con sorpresa, Milo sonrió y se volvió a sentar mientras miraba arder el pedazo de tela.
- Ese era el punto, ahora ya no te tienes que ordenar, te he quitado un peso de encima, me deberías estar agradecido.- Milo se hizo el ofendido, Camus quería estar enojado, pero no podía, realmente sentía como si un gran peso se hubiera bajado de sus hombros, y sonreía libre, minutos después, se acercaron los gemelos cargándose mutuamente, Camus se despidió de Milo al cual prometió volver a ver como ciudadano libre, se llevo cargando a su par de borrachitos hasta el departamento, no sin dejar de sentir una ligereza de espíritu y una felicidad que no había sentido antes.
