¡Hola gente!
Aquí vuelvo de nuevo con los Merodeadores, que me encantan... Son como una droga, te acaban enganchando.
Os explico brevemente (lo intentaré, al menos) qué es esto. Me apetece un montón escribir sobre la época de los Merodeadores, así que he decidido dedicarme a subir historias sobre ellos. Habrá James/Lily, por supuestísimo, y me gustaría estrenarme con el Blackinnon. Me llaman mucho también los Remus/Tonks, aunque estos ya se salen de la "Época Merodeadora" (la verdad no sé cómo han bautizado a esta pareja, si hay alguien por aquí que lo sepa, que me dé el chivatazo, por favor).
No serán drabbles (tienen un máximo de 100 palabras), y seguramente tampoco serán viñetas (rondan entre las 500 y 1000 palabras). Serán relatos más largos. Éste de aquí abajo tiene exactamente 3700 palabras. No me pongo límite de palabras nunca, así que lo que salga.
En resumen, serán relatos que pueden estar o no relacionados unos con otros (haré aclaraciones en cada entrada), y que no van a seguir una cronología lineal. Es decir, un día me puede dar por subir algo de la época post-Hogwarts, y a la semana siguiente volver a los años de colegio... Todo ello intentando mantener la coherencia, claro. Y el canon, of course, siempre que se pueda.
Y ahora ya después de este rollo, os dejo con la historia.
CONTEXTO: Principios del séptimo curso de los Merodeadores.
Ahí está de nuevo… Es tremendamente previsible. E incansable. Lily se pregunta si alguna vez se dará por vencido… Un segundo después de que esa idea haya cruzado por su cabeza, siente un extraño e injustificado retortijón en el estómago. Y esa sensación le preocupa y le confunde a partes iguales. Porque debería darle igual que James Potter pierda el interés por ella. No, en realidad debería aliviarle…
Han pasado dos semanas desde que comenzara su séptimo y último curso en Hogwarts. Y James Potter vuelve a la carga después de un verano larguísimo en el que se han visto tan sólo en cinco ocasiones. Cinco exactamente. Ni una más, ni una menos. Tampoco es que Lily lleve la cuenta a conciencia, es sólo mera casualidad que lo recuerde…
-¿Qué me dices entonces, Lily? –insiste James con su eterna sonrisa iluminando su cara-. Podemos tomarnos una cerveza de mantequilla juntos en Hogsmeade, mientras hablamos sobre nuestras nuevas obligaciones como Premios Anuales…
Increíble, pero no por ello menos cierto. James Potter… Premio Anual. Bueno, en algún momento tenía que pasar… Dumbledore tiene casi 100 años, así que era cuestión de tiempo que empezara a perder facultades. No hay otro motivo razonable para el nombramiento de James Potter como Premio Anual. Y si lo hay, desde luego es todo un misterio para Lily. Es irresponsable, impuntual, desvergonzado, descarado… Enumera la pelirroja mentalmente. De acuerdo, sí, también es inteligente y brillante, puede que decidido, valiente y diligente, y a lo mejor… Lily de pronto sacude la cabeza y aparta a un lado esos pensamientos, que no vienen al caso de todos modos…
-Tengo planes, James –contesta ella con demasiada rapidez. Y además es mentira.
Ahora que lo piensa, no recuerda cuándo dejó exactamente de ser Potter para pasar a ser James… Tal vez fue durante aquella tarde de agosto cuando Lily se encontró con los Merodeadores en el Callejón Diagon. A decir verdad, no lo pasó nada mal… Comieron helado y bebieron unas cuantas cervezas de mantequilla mientras debatían cómo arreglar el mundo; le tomaron el pelo a Sirius cuando la nueva dependienta de la tienda de animales le dio calabazas… Fue una tarde bastante divertida…
-Y si no tuvieras planes… -comienza James, que le impide el paso a Lily con la habilidad de un cazador de quidditch.
-Y si no los tuviera, encontraría rápidamente cualquier excusa –responde Lily con una ceja enarcada.
-Sólo quiero asegurarme de que estoy al día con mis tareas de Premio Anual.
-No te preocupes, mientras acudas a las reuniones con los prefectos, no habrá problema –responde Lily resuelta.
-Sí, en cuanto a eso… -sigue James, impertérrito, como si no quisiera dar por terminada la conversación. Se pasa una mano por el cabello de manera casual (ya lo ha convertido casi en un arte) y se aproxima a Lily-. Tengo un par de dudas sobre la reunión de ayer y…
-Lo siento, James, pero ahora mismo tengo bastante prisa –contesta Lily dando un paso hacia atrás, abrumada hasta cierto punto. James está demasiado cerca, es demasiado alto, su perfume huele demasiado bien y… ¡Basta!-. Nos vemos después en sala común y lo hablamos, ¿de acuerdo?
James sólo tiene tiempo para asentir antes de que Lily salga prácticamente huyendo de ese pasillo, golpeándose la cabeza mentalmente una y otra vez. ¿Qué diablos se supone que le pasa con Potter? O mejor dicho, ¿por qué últimamente parece que le pasan cosas con Potter?
De camino a la biblioteca, Lily se enfada consigo misma. Hace ya un par de años que James no deja de insistir en la idea de una cita con ella. Y Lily nunca ha tenido ni la más mínima duda sobre qué respuesta se merecía él. Pero de pronto las tiene. Y eso le confunde. Mucho. Demasiado para su propia salud mental…
Los días se suceden uno detrás de otro con increíble rapidez y Lily se sorprende cuando se da cuenta de que septiembre ha dejado paso a octubre. Llevan poco más de un mes en el castillo y ha sido como un suspiro… Es su último año en Hogwarts y cuando Lily piensa que no volverá el próximo curso, tiene un sentimiento anticipado de nostalgia. Pero no es eso precisamente lo que le preocupa…
Lo que le distrae, le descoloca y le da tremendos dolores de cabeza es esa lucha interna que se trae desde hace relativamente poco. Porque sabe (no es ninguna tonta) que tiene sentimientos encontrados. Se ha descubierto a sí misma riéndose con James entre clase y clase, pasándoselo bien con James en la sala común mientras organizan las rondas de los prefectos, divirtiéndose con James a costa de Sirius porque su última cita resultó ser un desastre absoluto… James, James, James… De repente es como si estuviera en todas partes… Merlín… Y Lily ya sabe lo que eso significa. Le gusta James Potter. Le gusta mucho.
La primera vez que se atreve a reconocérselo a sí misma está frente al espejo del cuarto de baño de su dormitorio, a las ocho de la mañana de un lunes, cepillándose el pelo y preguntándose al mismo tiempo si tendrá ocasión de hablar con James antes de la primera clase. Y entonces ya no puede seguir negándoselo.
Bien, y ahora… ¿qué? La última vez que él le propuso que tomaran algo en Hogsmeade fue hace casi tres semanas, y tras decirle que no, Lily prácticamente salió huyendo de aquel corredor. ¿Y si no vuelve a pedírselo? ¿Y si…? No. Basta. Ya está empezando a pegársele la negatividad de Remus…
Que sea lo que Merlín quiera y punto, piensa Lily al cruzar las puertas de roble hacia el interior del castillo, tras pasar la tarde bajo un haya con sus deberes de Pociones e intentando al mismo tiempo poner en orden sus dilemas sentimentales. Si James decide no volver a pedirle una cita, tal vez tenga que empezar a plantearse la idea de dar el primer paso. De repente siente cómo le sudan las manos sólo con imaginárselo.
Sin previo aviso alguien toma a Lily del antebrazo en el hall de entrada y le da la vuelta. Aquello sí que no se lo esperaba.
-Tenemos que hablar.
Lily se da cuenta de que hace bastante que no escuchaba la voz de Severus. Y puede pasar sin escucharla otra buena temporada…
-No tenemos nada de qué hablar –responde Lily soltándose bruscamente del agarre.
Snape mira a su alrededor, nervioso, y sus ojos se paran en la entrada que lleva a las mazmorras. Lily sabe que ese es el camino que lleva a la sala común de Slytherin.
-Descuida, tus amigos no están por aquí, no pueden vernos juntos –dice Lily con dureza.
Snape chasquea la lengua y mueve la cabeza, incómodo. Entonces, repara en el escobero que hay en el hall y vuelve a agarrar a Lily del brazo, llevándola consigo.
-Vamos, tengo que hablar contigo a solas.
Lily no da crédito al cinismo de Severus. Hace algo más de un año que dejaron de ser amigos, hace meses que hablaron por última vez, y de repente aparece de la nada con intenciones de encerrarse con ella en un escobero para tener una charla. Todo muy normal, claro…
-¿Tanto te preocupa que te vean hablando conmigo que necesitas que nos metamos en un armario? ¿En serio? –espeta Lily con rabia, intentando zafarse de Snape.
Pero no lo consigue y él ya la está empujando al interior del escobero, donde Lily trastabilla con… con una escoba, lógicamente. Snape entra detrás de ella en el armario y cierra la puerta a sus espaldas. Están completamente a oscuras hasta que él enciende su varita y una débil luz les ilumina.
-Lily…
-Tienes muy poca vergüenza, ¿lo sabías? –suelta Lily, furiosa. No puede creer que esté encerrada en un escobero con Severus y con nulas posibilidades de salir de ahí hasta que él quiera, dado que se encuentra entre ella y la salida.
-Últimamente te veo mucho con Potter –masculla Snape sin poder esconder el rencor en su voz.
Lily resopla de indignación.
-No me lo puedo creer… ¿De eso querías hablar? ¿De James?
Al escuchar ese nombre en boca de Lily, Snape no puede evitar una mueca de desprecio.
-Potter no es…
-No me digas lo que es o lo que no es. Tú no le conoces –Lily no tiene ninguna intención de alargar esa conversación y quiere zanjarla cuanto antes-. No puedes elegir mis amistades. Yo no elijo las tuyas. Y te recuerdo que tú te codeas con Mulciber, Rosier, Avery y Wilkes… Así que no te atrevas a arrinconarme otra vez para intentar echar mierda sobre James… Él no usa magia negra con otros estudiantes, ni tiene planes de convertirse en un mortífago, ni me ha llamado sangre sucia jamás…
Si no estuviesen casi en penumbra, Lily podría ver el rubor extendiéndose por las mejillas de Snape.
-Potter es arrogante, un canalla que…
Al parecer Snape ha recuperado el aplomo, pero Lily le interrumpe antes de que pueda seguir con la retahíla.
-No es perfecto. Y tú tampoco lo eres. ¿Sabes qué? James nunca ha intentado decirme que me alejara de ti… Nunca. Él se ha convertido en un buen amigo que no me empuja a elegir.
Snape emite un bufido de rabia y se remueve en el poco espacio que tiene. Está furioso y Lily lo sabe porque le conoce. Pero es mejor aclarar las cosas entre ambos, aunque no sea agradable.
-Severus, ya no somos amigos… Los dos elegimos en su momento.
Snape observa a Lily, dolido, sin decir palabra.
-Apártate, quiero salir –el tono de voz de Lily no admite replica.
Snape parece dudar, pero puede que no quiera tentar a su suerte y recibir una maldición, porque finalmente abre la puerta y sale al exterior, seguido por Lily.
Minutos después Lily pensará que la vida tiene una curiosa manera de reírse de todos nosotros, pero en esos momentos es incapaz de pensar absolutamente en nada, porque tiene justo enfrente, a unos cinco metros de distancia más o menos, a James y a Remus, que la observan con los ojos abiertos de par en par. A ella y a Snape. Saliendo de un escobero. Juntos.
La expresión de James es insondable y su mirada pasea de Lily a Snape durante un par de segundos. Acto seguido y antes de que nadie pueda decir nada, James da media vuelta y se marcha en dirección a las escaleras de mármol, con Remus pisándole los talones, cuya expresión sería bastante cómica si la situación fuera otra. Lily se gira en dirección a Snape, y todavía le enfurece más ver una expresión socarrona surcando su rostro.
Sin despedirse siquiera, Lily sigue el mismo camino que James y Remus. Cuando traspasa el retrato de la Señora Gorda, los ve al fondo, junto a uno de los ventanales, con Sirius y Peter. Toma aire con fuerza y se dirige hacia allí, aunque aún no sabe qué se supone que va a decir. Lo único que sabe es que no quiere malentendidos.
Sirius y Peter parecen enfrascados en una discusión sobre quidditch. El primero sujeta en la mano derecha la revista El Mundo del Quidditch mientras le explica algo a su amigo, que parece escuchar muy atento. James y Remus, en cambio, han ocupado dos sillones y ambos están callados. Y eso no es normal. ¿James callado? Pero lo que es aún menos normal es la expresión seria de su cara. Remus le observa con cautela, como si estuviese esperando… algo.
Lily se planta delante de todos y consigue llamar su atención.
-Hola.
Genial. Se siente bastante ridícula en realidad. Los cuatro la están mirando y ella no sabe qué decir.
-¿Qué pasa, pelirroja? ¿Te llevas a Jimmy a otra de vuestras soporíferas reuniones? –pregunta Sirius.
-No… Sólo quería…
-No hace falta que expliques nada.
La voz gélida de James la ha interrumpido antes siquiera de que pueda formar una frase entera. Ni media frase siquiera. Y la expresión de su rostro sigue siendo impenetrable. ¿Qué demonios estará pensando? Es evidente que nada bueno…
Sirius y Peter les miran de hito en hito, sin comprender qué está pasando, mientras Remus tiene la mirada clavada en su regazo, incómodo a todas luces.
-De todos modos, quiero…
-No sabía que volvierais a ser amigos –James vuelve a cortar a Lily y su voz sigue teniendo ese tinte áspero que no es nada agradable-. O lo que sea que seáis ahora.
Lily siente cómo se ruboriza de inmediato. Ese último comentario no hace sino confirmarle que efectivamente James ha malinterpretado todo. De acuerdo, puede comprender que la imagen de ella saliendo de un escobero con Snape sea rara, extraña, incomprensible… Pero, ¿en serio James piensa que…? Después de lo mal que acabaron las cosas entre ellos… Y James lo sabe. James conoce detalles sobre su antigua amistad con Severus. Detalles que ella misma ha compartido con él a lo largo de las últimas semanas, cuando ha sentido que entre ellos dos se estaba creando poco a poco una confianza y una amistad. O incluso algo más.
-No hemos vuelto a ser amigos –contesta Lily, que comienza a impacientarse porque James ahora parece evitar sus ojos a toda costa.
Sirius y Peter pasean la mirada de uno a otro, con el ceño fruncido. Remus sigue considerando que mirar su regazo es lo más adecuado en ese momento.
-Da igual, Lily. A mí no me tienes que dar explicaciones. Ni siquiera me importa.
Lily siente un vuelco en el estómago. James está siendo frío y cortante. Y nunca antes había sido así con ella.
-¿Os apetece ir al campo de quidditch a volar? –pregunta James a Sirius y a Peter, como si diera por acabada la conversación con Lily y ella ni siquiera estuviese allí ya.
Sirius y Peter se encogen de hombros con cara de circunstancias y entonces James se pone en pie, pasa junto a Lily, ignorándola, y sube por las escaleras de los dormitorios masculinos. Tanto Peter como Sirius le dirigen una última mirada de incomprensión a Lily y siguen el mismo camino que James.
Lily se da cuenta de que tiene la boca abierta, como si hubiese intentado decir algo y se hubiera quedado con las ganas. Aprieta los labios con fuerza y se vuelve para mirar a Remus, que aún permanece sentado en el sillón.
-Remus, no sé qué estarás pensando, pero te aseguro que dentro de ese escobero no ha pasado absolutamente nada –aclara Lily, que empieza a sentir un martilleo en la cabeza.
Remus asiente simplemente.
-Severus quería echarme en cara que ahora paso bastante tiempo con James, pero claro, no quería que sus amigos de Slytherin nos vieran juntos. Y prácticamente me arrastró a ese armario.
-Está bien, Lily. No tienes que…
-Por favor, no me digas tú también que no tengo que darte explicaciones… -le interrumpe Lily con voz cansada y un gesto de derrota.
Remus sonríe de medio lado.
-Lo que quiero decir es que no hacía falta que me dijeras que no te has enrollado con Snape en un escobero. Ya lo sabía.
Lily se ruboriza al máximo con ese comentario tan directo y sincero.
-Te conozco, Lily. Y sí, ha sido un poco… raro, digamos, verte salir de un escobero acompañada de Snape. Pero no se me pasa por la cabeza que haya nada entre vosotros. Sé que tu relación con él ha ido de mal en peor desde…
Remus se calla de repente y Lily sabe por qué.
-Desde que me llamó sangre sucia. Puedes decirlo, no pasa nada.
Antes de que les nombraran prefectos a Remus y a ella, no tenían demasiado contacto, pero eso cambió por completo cuando recibieron su insignia en quinto curso. Son buenos amigos desde entonces. La clase de amigos en los que uno sabe que puede confiar pase lo que pase. Lily recuerda que ha tenido muchas conversaciones con Remus sobre Severus, y por ese motivo no cree que haya nada que él no sepa acerca de lo mal que acabó esa amistad.
Remus se pone en pie y le da una palmada amistosa a Lily en el hombro al tiempo que dice:
-No le hagas caso a James. Ya sabes que él y Snape se detestan. No puede ser muy objetivo cuando se trata de él. Y de ti.
Lily frunce el ceño y suspira con pesadez. No quiere seguir pensando en Snape, ni en James, ni en nada de lo que ha ocurrido esa tarde… Siente que va a estallarle la cabeza si sigue dándole vueltas a sus recientes sentimientos por uno y a su amistad hecha añicos con el otro…
Mañana será otro día, piensa Lily. Sin sospechar que no será mejor…
El viernes por la mañana amanece nuboso, como si el tiempo estuviese en sintonía con el humor de Lily. Baja al Gran Comedor con Mary y Marlene y toma asiento junto a James. Apenas han intercambiado un cordial saludo de buenos días, cuando él decide levantarse y marcharse, dejando a Lily con cara de idiota. Al otro lado de la mesa, Remus le dirige una mirada de disculpa.
El resto del día es más de lo mismo: Lily intentando acercarse a James y él poniendo distancia de por medio entre ambos.
Esa misma noche hay fiesta en la sala común de Gryffindor. Y por supuesto no está autorizada. A Lily no le sorprende en absoluto escuchar que ha sido idea de Sirius Black. Según los rumores, habrá cerveza de mantequilla, hidromiel y whisky de fuego como para llenar la bañera de los servicios de los prefectos. Cuando habla con Remus, él compone otra mueca de disculpa como la de esa misma mañana en el desayuno. Se le da bastante bien, tal vez se deba a la práctica…
De repente, Sirius aparece por el hueco del retrato acompañado de unas chicas de Ravenclaw y Hufflepuff. Lily abre bien los ojos porque no puede creer a qué niveles de desfachatez es capaz de llegar Sirius Black. Desvía la mirada hacia James, que no parece escandalizado, ni mucho menos, por el hecho de que su mejor amigo acabe de hacer acto de presencia en la sala común acompañado de varias alumnas de otras casas. Algo que saben de sobra que está prohibidísimo. Remus tampoco aparenta estar preocupado en absoluto. Ni los demás prefectos. Y Lily tiene que respirar hondo para no ponerse a gritar en ese mismo instante, porque al parecer nadie está por la labor de poner un poco de orden. Es injusto. ¿Se supone que tiene que interpretar siempre el papel de aguafiestas? James es Premio Anual, igual que ella, y sin embargo, ahí está tan tranquilo, charlando con un par de chicas de Hufflepuff de sexto curso. E ignorándola a ella una vez más…
Lily aprieta la mandíbula con fuerza y por primera vez desde que recibiera sus insignias (la de prefecta y la de Premio Anual), no se esfuerza en absoluto por arreglar el enredo. Está más que harta. Por ella pueden hacer lo que les venga en gana, como si incendian la torre de Gryffindor…
Lily pasa entre Mary y Marlene, que la observan sorprendidas al darse cuenta de que no va a tomar cartas en el asunto, y sube las escaleras hacia su dormitorio con decisión.
A la mañana siguiente, cuando Lily baja a la sala común con Mary y Marlene, resulta que está impecable, a pesar de que la noche anterior allí se celebró una fiesta. Todo gracias a los elfos domésticos, sin duda alguna.
En el Gran Comedor no hay ni rastro de los Merodeadores, y a Lily no le extraña. Se los imagina durmiendo a pierna suelta con una resaca monumental… y eso sólo consigue ponerle de peor humor.
Tras el desayuno, Mary, Marlene y Lily atraviesan juntas las puertas de roble, adentrándose en el hall del castillo. Y es entonces cuando Lily ve a James. Con su cabello disparado en todas direcciones y… los labios pegados a los de otra chica.
Lily aparta los ojos de inmediato, como si el hecho de dejar de ver esa escena la hiciera menos real… Carraspea con intención de recomponerse de la sorpresa y se gira en dirección a sus amigas:
-Voy a la sala común, quiero aprovechar la mañana para terminar el ensayo de Encantamientos.
Sabe que su voz suena diferente, como ahogada. En parte debido al nudo que siente en la garganta y que no es capaz de deshacer. Vuelve a mirar al frente y ve a James pasando un brazo por encima de los hombros de la chica de manera despreocupada mientras hablan. Si la memoria no le falla, y no suele hacerlo, esa chica es una de las alumnas de Hufflepuff que estuvo la noche anterior en la sala común de Gryffindor.
Lily desvía la vista de la escena y se dirige hacia la escalinata de mármol, sorteando con rapidez a los alumnos que hay en el hall, incluidos los Merodeadores.
No sabe si James la ha visto. Y le da igual. Le importa una mierda. Es lo que se repite una y otra vez Lily de camino a la sala común, intentando convencerse de lo poco que le afecta con quién se besuquee Potter… Pero el nudo en la garganta, lejos de desaparecer, se hace más grande, y Lily tiene que entrar en los aseos del quinto piso antes de que las primeras lágrimas rueden por sus mejillas.
Se encierra a toda prisa en uno de los cubículos antes de que alguien pueda verla así y recarga la espalda contra la puerta. Se siente increíblemente estúpida… Estúpida, estúpida, estúpida… Por haber pensado que James Potter sí tenía un interés real y sincero por ella… Por haberse imaginado el momento en el que le diría que sí la próxima vez que él le pidiera una cita… Por sentir algo por él…
Lily se aparta el cabello de la cara y se pasa las manos por las mejillas con decisión, borrando cualquier signo de llanto de ellas. Inspira pausadamente y se promete a sí misma que esa va a ser la primera y última vez que llore por James Potter.
¿Veredicto?
Este relato puede tener continuación. No está escrita, pero está pensada y tengo bastantes notas... La pregunta es ¿queréis leer esa continuación? Esto lo he escrito en dos días, y si la inspiración se porta bien, espero tener la segunda parte igual de rápido. Más o menos.
¡Un beso a todos los que habéis llegado hasta aquí!
Nota:
-El escobero en el que se esconden Snape y Lily, que está en el hall del castillo, no es invención mía; existe (por decirlo de alguna manera) y sale en "La cámara secreta". Es el mismo donde Harry y Ron esconden a Crabbe y Goyle cuando les dejan inconscientes para poder transformarse en ellos con la ayuda de la poción multijugos e interrogar a Malfoy.
