Dedicado a Neyri por su cumpleaños.

ADVERTENCIAS:

—Riren—romance—AU—mafia—Levi guardaespaldas—lemon—fluff—Eren enamorado—Participa del evento "TRIFECTO" del grupo Dictadura Riren en facebook

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-PRÓLOGO: Los otros- ║


Él era un ex militar, uno de esos hombres que volvieron de la guerra para ser vestidos con trajes y medallas de honor. Ser sentados en una larga mesa, con vasitos de plástico rellenos de jugo, a la vista de las cámaras y miradas de la gente.

A diferencia de sus compañeros, él no disfrutaba de ese tipo de exhibicionismos ni mostró una sonrisa u orgullo ante los reporteros.

Con tan solo veinticinco años y promovido capitán, lo había perdido todo.

La familia que creyó conocer e incluso sus amigos que fueron a recibirlo lo desconocieron, era otro. Pero volvió como lo hacían los demás. Con la frente en alto.

Aún le quedaban muchas oportunidades, era joven con un puesto social muy alto. Eso fue lo que le dijo su madre mientras conducía de regreso a casa, él se limitó a mirar por la ventana. Hacia las casas firmes y silenciosas del vecindario, las calles pululantes de gente extraña y bien vestida, los autos de colores con familias alegres dentro de ellos, él los comparó con el otro lado, el país que derrotaron. Casas destruidas, autos abandonados, personas aplastadas contra el pavimento y de vez en cuando un lejano disparo que anunciaba el fin de la guerra, no encontró similitud alguna.

Cuando llegaron a casa y dejó las maletas sobre su antigua habitación de adolescente, su madre le dijo que debería sentirse orgulloso.

No lo estaba, no estaba orgulloso de ser un asesino.

Durmió toda la tarde y parte de la noche despertando con la misma pesadilla de siempre.

Al día siguiente hizo una limpieza a fondo de la habitación, quitando los objetos que ahora consideraba inservibles y encontrándoles un mejor lugar a los que trajo de la guerra. Kushel, su madre, lo censuró por aquel accionar. La mayoría de los soldados retirados enterraban o quemaban sus cosas.

Él no dijo nada al respecto, se limitó a hacer lo que creía correcto. De todas formas, esa mayoría de hombres que trataban de olvidar eran los que terminarían suicidándose dentro de unos años.

Dejó que Kushel se lamentara en voz alta antes de tomar un abrigo y salir a la calle para darle tiempo, diciendo que debería contactar con algunos amigos. Entonces él abrió la delgada laptop y eso hizo, contacto con Hanji Zoe, la jefa de estrategia con la que había trabajado durante cuatro años en el campo de batalla. Hablaron un poco, al parecer, Zoe se casaría el próximo verano con un civil y dejaría de ser Zoe, la capitana cuatro ojos para pasar a convertirse en una señora.

Así les decían, civiles, personas simples que vivían el momento ajenos a los horrores del exterior.

Él trató de felicitarla mordazmente. Hanji le envió la dirección del centro de rehabilitación donde tenían a Erwin Smith, el ex comandante, y una fotografía rápida de su invitación de bodas, le preguntó que pensaba hacer ahora, siempre evitando tocar el tema de los otros, luego se despidieron, Zoe vivía al otro lado del país, más de mil kilómetros lejos.

Erwin Smith se reponía en la vecina ciudad.

Los otros dormían bajo tierra desde hace varias semanas, no todos, tan solo los cuerpos que pudieron recuperar. Pero para él, los otros estaban ahí, dentro de sus sueños.

Un mes después dejó de recortarse el negro cabello, dejó el corte de estilo militar, lo dejó para siempre.

Dos meses después guardó el revolver plateado en su antiguo baúl, dentro del armario.

Tres meses después encontró un trabajo en una empresa, también salió con algunas chicas, todas hijas de las amigas de su madre. Fue a varios cumpleaños de sus antiguos amigos civiles y asistió a la boda de Zoe, acompañando de una de sus citas, donde más que una fiesta fue un reencuentro íntimo con algunos de sus compañeros de guerra. Los que quedaban y los otros, siempre acompañándolos en sus pensamientos como fantasmas flotantes.

Auruo Bossard, ex soldado de su escuadrón, no soportó más y se puso a llorar en plena ceremonia.

Él recordó que Auruo estuvo comprometido con Petra, Petra fue la primera en caer. Ni siquiera estuvo en la batalla, era una simple enfermera, una bala perdida la hizo sufrir durante semanas.

La cabeza le dio vueltas.

Rompió con su cita esa misma noche.

Fueron épocas duras para algunos, pero como lo predijo ya habían pasado seis meses y algunos comenzaron a desear la compañía de los otros. Muchos se suicidaron, entonces llegaron las cartas.

Erwin dijo que siempre llegaban, luego de cada muerte.

Cuando él recibió la suya no fue inmediatamente sino hasta el segundo aviso, no estaba loco, no necesitaba un psiquiatra. Le hicieron muchas preguntas, algunas estúpidas por supuesto llegando a la misma conclusión de siempre, síndrome de estrés postraumático. Le sugirieron cambiar de trabajo, cambiar de aire en específico y buscar una esposa o un perro que le hiciera compañía.

Su propia madre apoyó la empresa y le hizo las maletas poniendo dentro un viaje de ida y vuelta por París, el lugar donde pasó la menor parte de su infancia.

Él se fue sin decir adiós, de todas formas volvería.

No pudo entrar al avión, le recordaba a las cazas negras que destrozaban a una persona en segundos. Tampoco pensaba en volver al psiquiatra. Tuvo que hacerlo, los años de duro entrenamiento lo ayudaron al igual que su eterna expresión de apatía y frialdad.

Esa noche volvió a soñar con los otros, y recordó que no le dijo nada al psiquiatra, ese civil que creía saberlo todo. Guardó los hechos para sí mismo, no le dijo que soñaba con los otros cada noche o que de vez en cuando, solo a veces, extrañaba aquel estilo de vida. Solo a veces, en especial cuando la rutina y la sensación de estar en medio de un panal de abejas robóticas lo embargaba.

Recordando sus buenos tiempos, cuando todos estaban a campo abierto, la adrenalina corría por sus venas. Tenían algo que hacer algo porque luchar. Perdió a muchos pero estaba casi seguro que esta vez lo haría mejor, no dejaría que los otros murieran de nuevo.

Estaba loco.

Tal vez debería casarse, al igual que Zoe a quien el prometido espero por cuatro largos años. O comprarse un perro, uno viejo de preferencia, como lo hizo Erwin cuando la gente comenzó a llamarlo discapacitado.

Recostó la cabeza sobre el blando cuero del asiento, recordando a los otros.

Su celular vibró dentro del bolsillo del pantalón. Iba a contestar pero una azafata lo miró con el ceño fruncido en una muda advertencia, aun no despegaban él chasqueó la lengua y miró la pantalla.

Hanji Zoe.

No Hanji de Berner, él continuó llamándola por el apellido de soltera, nunca se acostumbraría al marido de mirada frágil y tonta, un tal Moblit, un civil. Realmente la cuatro ojos tenía los peores gustos.

Contestó.

"Escuché que también te enviaron a un viaje forzado para que despejaras la mente" fue lo primero que dijo, con su voz cantarina y ahogada por la débil señal "¿Dejaras ese aburrido trabajo de secretaria que tienes? Si piensas hacerlo tengo otro para ti, uno que se encuentra a tu altura"

Luego de eso solo pudo oír risas y la llamada de atención de la azafata.

—Voy a colgar—le dijo él.

"No lo hagas, piénsalo capitán, nos encontré un trabajo. A todos. El equipo Rocket de vuelta"

—¿Tu esposo te dejó, Zoe? —preguntó.

"No, cariño." Respondió ella, siendo cortada por una nueva interferencia. El avión se preparaba para despegar "Hotel Palece Rose a las mil setecientas horas, se buscan ex militares con experiencia, contratos sucios pero mucha acción. Es lo nuestro ¿Entiendes? Se refieren a nosotros."

—Adiós, Zoe —se despidió cortando la llamada.

De seguro ella estaba ebria, una pelea con el esposo civil de seguro, una donde ella no pudo lanzarle granadas bomba o enterrar su cara en el estiércol.

Entonces una pequeña piedra golpeó la esférica ventana, él echó un vistazo viendo a una mujer parada en media pista, una mujer de pelo castaño recogido en una coleta y anteojos gruesos sujetos por una liga, con una maleta en la mano y una mochila de viaje colgada al hombro.

Dos guardias de seguridad trataban de llevársela a ella y su cartel escrito con un pintalabios rojo que contenía cuatro palabras.

Vamos a fugarnos papi.

Él dejó de mirar, a diferencia de todos los pasajeros que pegaban sus civiles caras a las ventanas pero los otros lo obligaron a voltear la cabeza y ver el denigrante espectáculo que esa mujer treintañera le mostraba.

Hanji le gritó algo ininteligible, él pudo leerle los labios.

Sí, era un mediocre que trataba de volver a la aburrida vida de antes. No le interesaba saberlo.

Recibió otro mensaje de texto, un archivo entrante, una foto.

No tuvo que verla para saber de qué se trataba todo eso.

Y si hiciera caso esa mujer ¿Los otros dejarían de atormentarlo por las noches?

Vio la sonrisa de Petra, vestida de blanco, y los otros tres con el uniforme militar. Él en el centro, otros a los costados.

Quería intentarlo.

Solo le quedaba tomar una decisión de la cual no se arrepintiera.

Su madre no iba a perdonárselo.

Pero dormiría en paz.

Él recordó su nombre.

La neblina que lo rodeó durante esos seis meses comenzó a disiparse.

Levi, solo Levi.

Ƹ̴Ӂ̴Ʒ.

¿Buscas empleo?

Decía la reseña que llevó a Hanji a aquel trabajo.

Lo encontró a mediodía mientras trataba de ser un ama de casa normal, limpiando una mancha de café que Moblit dejó antes de irse, arrodillada frente al piso planeando una estrategia que le permita evitar que la mancha se extendiera por la alfombra.

Se cansó del intento luego de media hora y llamó a la madre de Moblit.

No le contestaron.

Entonces entró a internet, ninguno de sus contactos estaba activo a esa hora. Buscó algo para eliminar las manchas de café del suelo, si fuera Levi de seguro sabría qué hacer.

Entonces una pequeña ventanita saltó ante sus ojos.

¿Buscas empleo? ¿Eres un ex militar? ¿Quieres dinero fácil?

La curiosidad pudo más y pulsó un click llenando de virus la antigua computadora de Moblit, no se alteró, esta era una excusa para utilizar sus conocimientos tácticos a la hora de derrotar a los enemigos informáticos de la red. Encontró un enlace oculto y entonces lo vio.

El trabajo perfecto.

Ilegal, excéntrico y sacado de las películas pero completamente real.

Pensó en Erwin, consumiéndose en casa y en Levi que ya comenzaba a comportarse como todo un robot automático. Moblit le había recordado que entrometerse en la vida de los demás era de muy mal gusto y levantaba chismes sucios en contra de su persona. Pero ella misma comenzaba a tomar su papel de esposa muy enserio, no era lo suyo.

No lo era.

Así que por fin se decidió llenó los datos, los de ella y los de sus dos amigos. Fue aceptada, le dieron una hora exacta para la cita y enterró la cabeza bajo el brazo durante otra hora, pensando en cómo decírselo a Moblit.

Resolvió el dilema con una nota pegada al refri familiar.

Espera mi llamada. Te prometo que volveré pronto.

Y ahora comenzaba a dudar de si misma, luego de ser sacada del aeropuerto junto con Levi y viajar durante tres horas en taxi para llegar al Palace Rose, un hotel lujoso que se encontraba cerrado en invierno, comenzaba a pensar que tal vez no fue buena idea.

Parados en la azotea, doce personas aguardaban, en silencio, esperando las instrucciones y de las doce solo cinco serían aceptados, se dudaba mucho del destino de los otros siete.

Pasó el peso de una pierna a otra por enésima vez, hacia frio, llevaba unos simples jeans y una blusa floreada. Miró a Levi dedicándole una sonrisa y este la maldijo con sus ojos de hielo, pero no se amilanaron ante los otros personajes que parecían haber salido de uno de esos comics de terror.

—Así que la mafia ¿No, Zoe? —el duro sarcasmo que utilizó Levi la golpeó con fuerza—. Un trabajo "perfecto" para nosotros —ironizó con crudeza.

Antes de que pudiera replicar la puerta que conducía a la azotea se abrió dando paso a un hombre alto, uno que transmitía respeto a pesar de los anteojos redondos. Se presentó como Zeke mientras paseaba la mirada entre ellos deteniéndose en la abirragada combinación que eran Levi y Hanji.

Detrás venían otros, ocultos entre las sombras.

Levi trató de contarlos, no lo logró.

Pero algo le llamó la atención, un hombre de pelo negro parecido a ese tal Zeke y su familia, la mujer de pelo castaño suelto sobre un hombro y detrás de ella un chiquillo de trece o catorce años, sus enormes ojos verdes se encontraron con los suyos y Levi le mantuvo la mirada unos segundos antes de que volviera a esconderse.

Así que la mafia ¿No, Levi? Le susurró una burlona voz.

Creo que si, hubiera respondido de no ser porque le pusieron un arma entre las manos mientras una mujer rubia de pelo corto terminaba de gritarles las indicaciones. Algo como que el primero los primeros cinco en salir vivos del hotel tomarían el trabajo y los otros serían enterrados en sagrada sepultura.

No tuvo tiempo de cuestionarse las indicaciones, Hanji lo tomó por el brazo empujándolo al suelo antes de que uno de los doce le disparara en el hombro.

Ya comenzaba a sentirse en casa.

PRÓXIMO CAPITULO

Juego de niños

Mírame a los ojos pues es donde se ocultan mis demonios.


Primero que nada quería que esto fuera algo sencillo, cinco capítulos, pero la trama surgió sola. No se cuan extensa sea.

Segundo, me siento mal por los spoilers del manga.

Tercero, Levi es uno de esos soldados que sobrevivieron en la guerra, como todos, tiene secuelas de esta pero ya se le pasara. Investigué mucho sobre el tema, tomándo referencias de las guerras de Vietnam o Afganistan que son mas actuales.

Cuarto, Levi guardaespaldas protegiendo a Eren esta muy ajghdhsadfsadg ( ͡° ͜ʖ ͡°)

Quinto, siempre quise escribir algo con la temática "mafia".

Sexto, no es shota :,v pero hay insinuasiones zhukulentas

Séptimo, Levi tiene 26 años y Eren 13. Por ahora.

Octavo, pienso arreglar las fallas ortográficas mañana.

Noveno, actualizo cada jueves, a excepción del segundo capítulo que lo pondré el martes.

Décimo, nos leemos.

._./