¡Aló! He vuelto :D Sí, un largo periodo de falta de inspiración me había dañado, pero ayer mi musa llegó a media noche y me he puesto a escribir :3 Verán, desde hace tiempo tenía ganas de escribir un Scorpius/Dominique (AMO a ésa pareja) y he tenido ésta idea: Scorpius, Dominique, Ministerio de Magia, Empresas de Comercio, lucha de poder, amor... *se emociona* y todo, basado en el famoso juego de póker Espero les agrade tanto como a mí la idea :3 Se aceptan sugerencias, comentarios, aplausos y crucios :D
Disclaimer: Nada me pertenece, todos los personajes conocidos son de Rowling. Sólo la idea es mía. :3
Y recuerden: ¡Venga los reviews! :D
La Reina de Picas
- ¿Puedo hablar contigo un minuto?
- ...Tienes minuto y medio, y ya llevas tres segundos.
Lo noté incómodo, a pesar de su paso seguro y arrogante que siempre se carga. Una sonrisa leve se dibujó en mi rostro. Mis dedos doblaron levemente la baraja, y las cartas hicieron un suave susurro al revolverse. Era ya costumbre que él jamás se anunciara al visitarme en mi despacho del Ministerio. Pero su preguntita de ¿Puedo hablar contigo un minuto? Me dejaba claro a qué venía. Y no, no era a jugar cartas.
- He leído lo de la propuesta de Control de Exportación de Contenedores de Pociones…
- No es a eso a lo que vienes, Mael. Lo sabes. Vayamos al grano: ¿A qué te ha mandado ahora? ¿A investigar si sigo trabajando aquí, o si he cedido a su acoso y ya puede lanzarse como hipogrifo hambriento sobre mi puesto?
Entrecerré mis ojos azules, y ladeé la cabeza mientras clavaba mi mirada en el joven heredero de las empresas Zabini, que a pesar de todo, no cedió ni un ápice. Y no cualquiera se podía jactar de no ceder ante mí.
- Él no me ha enviado.
- Ajá.
- Opino que sería mejor que trataran el negocio en persona. No soy su mensajero. Los dos parecen niños pequeños huyendo uno del otro, jugando a las escondidillas. Es algo muy tonto.
- Él no quiere venir a tratarlo personalmente…
- Sabes bien que éstos son tus territorios, Dominique – Mael se inclinó sobre mi escritorio de mármol negro, clavando su astuta mirada en mí – Y sabes bien que un hombre de negocios siempre hace tratos en sus territorios.
- No me vengas con ésas tonterías, Mael – corté mientras dejaba mi baraja a un lado: parecía que ésta plática iba para largo – El Ministerio no es todo mío, no lo he comprado aún.
- Él ha sugerido un territorio neutral para ambos. Un restaurante. Seguramente a éstas alturas del juego, te dejará escoger.
- Qué cortés.
- Sabes bien que es tu única opción, Dominique. Ése trato ya es urgente, y se hubiera cerrado hace meses si ustedes no estuvieran en su tonto juego de póker.
Le dediqué otra mirada fría, mientras sopesaba mis opciones: seguramente Mael había planeado todo esto cuidadosamente. Después de todo, Mael - y su empresa de exportaciones e importaciones – se verían muy beneficiados si éste negocio se cerraba. Y sinceramente, también yo me beneficiaría. Además, mis pretextos para no cerrar el trato se me estaban agotando.
- Viernes, seis de la tarde, en Le Mat. Dile que sea puntual… Y se acabó tu minuto y medio. – le dediqué una sonrisa cálida, de ésas que tenía bien ensayadas para las despedidas - Nos vemos, Mael.
Me giré en mi asiento para seguir trabajando en mis numerosos asuntos. El moreno se quedó de pie un momento, pero instantes después salió silenciosamente de mi oficina. Hasta ése momento dejé los documentos que estaba leyendo y me dejé caer en mi silla de piel, cerrando fuertemente mis ojos.
Había sido una semana endemoniadamente pesada para la Jefa de Departamento de Cooperación Mágica Internacional, la poderosa y temible mujer de negocios y contactos, Dominique Weasley.
Es decir, yo.
Y el hecho de tener un importante negocio de importación de ingredientes completamente detenido no me la hacía más fácil. Y el motivo por el que estaba congelado tenía nombre y apellido:
Scorpius Malfoy. Scorpius Arrogancias Malfoy, dueño absoluto de Potestatem, la famosa productora de ingredientes exóticos de pociones, con influencia a nivel mundial.
Sí, realmente no habíamos querido vernos para tratar las condiciones. Llevábamos casi medio año usando a Mael como lechuza. ¿Por qué? Pues porque no quería, ni quiero, tratar con él. Desde Hogwarts él y yo hemos tenido problemas…No. No problemas. Hemos tenido una rivalidad asquerosa, agravada por varios capítulos algo…oscuros de nuestras vidas escolares. No pude evitar soltar una risita al recordarlos. Si sus correctos padres supieran todo lo que Scorpius hacía en Hogwarts, seguro lo desheredaban.
Y también empeoraba todo el hecho de que yo le gané éste puesto, puesto que él quería con todas sus fuerzas, y que ni siquiera con todo el peso e influencia de su apellido pudo arrebatarme. Y desde que se inició éste negocio, esto había sido una carrera de condiciones imposibles y términos demasiado exigentes tanto de él como míos. Por el simple gusto de hacernos la vida imposible.
Pero Mael tenía razón: ya era hora de cerrar el negocio, acordar los términos y – lo más importante – las ganancias para ambos bandos. Y también para Mael, porque seguramente el ambicioso moreno querría su parte.
Hice un movimiento de varita, y momentos después apareció mi secretaria.
- ¿Dígame, Señorita Weasley?
- Anota en mi agenda que tengo una cena éste Viernes a las seis de la tarde en Le Mat. Y háblale a Louis y a Lily, diles que necesito hablar con ellos con urgencia y que me aparten un día cada uno en sus apretadas agendas. Antes del Viernes, obviamente.
- Enseguida. ¿Algo más, Señorita Weasley?
Bufé levemente, y un mechón negro azulado tembló levemente con mi aliento.
- Un café, ya sabes cómo. Y rápido, por lo que más quieras. Gracias.
